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El metaanálisis ¿Panacea
estadística?
Jorge A. Rozlosnik
Se denomina «Metaanálisis» a un procedimiento estadístico que
tiene por objetivo acumular los resultados de estudios similares, con
la finalidad de alcanzar un número suficiente de casos para obtener
diferencias estadísticamente significativas.
La idea original surgió en 1976 de un psicólogo norteamericano, Gene
Glass, que acuñó el término metaanálisis. Pero el verdadero
impulso al tema fue dado por un matemático inglés, Richard Peto
quien lo aplicó en 1980 para estudios sobre prevención primaria con
aspirina, y más adelante en la valoración del tratamiento
trombolítico postinfarto. A partir de entonces el método fue
adquiriendo un progresivo predicamento, y empezó a competir con los
clásicos «reviews». En los mismos, grandes autoridades médicas,
analizaban la literatura respaldados por su experiencia y sin seguir
un determinado modelo matemático estadístico.
La introducción masiva de la computación en medicina, y el prestigio
adquirido por sofisticadas técnicas bioestadísticas, fue inclinando
el poder de decisión del médico a la computadora.
Todo modelo matemático estadístico sugiere una objetividad y
precisión que contrasta aparentemente con la subjetividad del
criterio médico. Sin embargo, dichos modelos están supeditados a
ciertas condiciones que deben cumplirse para que sus conclusiones sean
legítimas, y en este punto está el «talón de Aquiles» del
metaanálisis.
Existen diferentes técnicas de cálculo aplicables al metaanálisis
cuya enumeración escapa a los propósitos de este artículo. Uno de
los más utilizados es el procedimiento de Mantel Haenszel. Supongamos
una investigación cuyo objetivo primario es probar una reducción de
mortalidad en cierta patología aplicando una nueva terapéutica,
respecto al tratamiento habitual. En cada estudio los resultados se
expresan en una tabla de 2 por 2 (fallecidos si/no en cada
tratamiento). En cada tabla se calcula un «odds ratio» que indica el
beneficio relativo obtenido con la nueva medicación. Las tablas se
acumulan por un procedimiento matemático y se obtiene un valor del
«odds ratio» del total de casos. El mismo revela la tendencia
general, con su valor de significación estadística. Un cálculo
adicional fundamental es el test de «homogeneidad» que establece si
existe una dispersión excesiva de los resultados parciales, que
cuestione si son en realidad homologables.
Una condición básica para el metaanálisis sea válido, y que no es
fácil de conseguir, es que los estudios acumulados tengan
características similares en cuanto a sus protocolos.
Fundamentalmente, el tipo de pacientes seleccionados será semejante
en cuanto a características demográficas y gravedad de patología.
Los esquemas terapéuticos deben ser similares en cuanto a
dosificación y tiempo de seguimiento. Las técnicas de medición y
las definiciones de éxito o fracaso deben también estar homologados.
De tal manera el criterio médico, lejos de ser irrelevante, está en
la base misma del modelo matemático, sin el cual pierde toda
sustentación.
No debe haber tampoco estudios con un número desproporcionadamente
grande de casos respecto a los restantes, pues gravitarán en exceso
sobre los resultados. En ocasiones se acumulan investigaciones de
distinta calidad y confiabilidad. Esta circunstancia ha intentado
corregirse dando un mayor peso a los estudios más jerarquizados, lo
cual introduce evaluaciones muy discutibles.
Un sesgo muy difícil de controlar es la no publicación de los
estudios negativos, lo cual lógicamente favorece un resultado
favorable.
Existen ensayos denominados de «sensibilidad» que analizan la
influencia que pudieran tener la modificación de ciertas covariables,
que tendrían un rol muy crítico en los resultados.
Como podrá apreciarse a través de esta suscinta enumeración de los
interrogantes que se plantean, detrás de la aparente precisión del
modelo matemático se ocultan múltiples problemas que deben ser
controlados, con enfoques médicos clásicos. La bondad del
metaanálisis depende entonces del prudente criterio con el cual se lo
aplique, analizando en profundidad las condiciones de su génesis.
Como toda herramienta, puede ser muy útil se la sabe utilizar
adecuadamente, conociendo sus limitaciones.
Esta técnica, prudentemente aplicada, puede poner sobre la pista de
los beneficios potenciales de nuevas terapéuticas. Pero sus
resultados no pueden ser de ninguna manera definitivos. La conclusión
final sólo puede surgir de un estudio único realizado con protocolo
unificado y con el número necesario de casos.
Dirección postal: Jorge A. Rozlosnik. Aguilar 2547, 1426
Buenos Aires
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