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Precursores, descubridores, creadores Juan Antonio Barcat Estamos dispuestos a encontrar precursores. Para cada novedad no hay sólo precursores sino también exigentes que reclaman la prioridad. Para algunos es el único y vicioso placer de la erudición histórica. Es fácil encontrar precursores. Tal vez no haya cosa alguna que no haya sido pensada, hecha o intentada hacer por otro; para todo se encuentran precursores y «trabajos previos»; y no repitamos la bíblica novedad que no hay nada nuevo bajo el sol. Robert K. Merton aclaró, suficientemente, los problemas de prioridad y descubrimientos únicos y múltiples en la ciencia1. Al final de Singletons and Multiples in Science, Merton resume las siete implicancias de su disertación. Aquí nos ocuparemos de una: la práctica que denomina adumbracionismo, la denigración de ideas nuevas pretendiendo que son viejas. El verbo adumbrar en castellano –como en inglés– significa sombrear, poner sombra en un dibujo y adumbración, sustantivo femenino, utilizado en pintura, es la parte menos iluminada de la figura u objeto2. Podemos utilizar la palabra adumbracionismo como Merton. La práctica de adumbrar consiste, entonces, en echar sombras, encontrar –buscar– anticipaciones, aunque sean borrosas y liberalmente interpretadas, de descubrimientos o ideas adjudicadas canónicamente a otros. Pondremos un ejemplo y arrimaremos un argumento sobre una causa de adumbración. El ejemplo es de fray Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764), no requiere traducción, y lo tomamos con pesar porque Feijóo es admirable por su infatigable lucha contra la superstición, su insaciable curiosidad, erudición y sus deseos satisfechos de divulgar conocimientos racionales. Sigamos. Feijóo en una de sus Cartas Eruditas titulada Descubrimiento de la circulación de la sangre informa que el albéitar (veterinario) español Francisco de la Reina fue «el primer descubridor de la circulación de la sangre» en el año de 1546, cuando aún no había nacido Guillermo Harveo (William Harvey, 1578-1657) quien «se levantó con la fama de dicho descubrimiento»3. ¿Cómo se enteró fray Benito? Porque su maestro le comunicó que un amigo suyo tenía un ejemplar de un Libro de Albeytería, compuesto por de la Reina e impreso en Burgos en 1564, cuya primera edición es de 1546 y que tuvo ocho ediciones pero que, para la fecha de la carta, parecían quedar sólo dos ejemplares, el del amigo de Feijóo y otro en la Biblioteca Regia. Fray Benito recibió una copia del pasaje del capítulo XCIV del libro donde el albéitar es «tan claro, tan decisivo, en orden a la circulación de la sangre, que hace evidente que el citado Reina la conoció». He aquí el pasaje, vertido al castellano actual, pero, tengan paciencia lectores, no podemos invocar al espíritu del albéitar para que mejore su escrito: Si te preguntaren que porque razón cuando desgobiernan un caballo de los brazos o de las piernas, sale sangre de la parte baja y no de la parte alta. Responde: Porque se entienda esta cuestión habéis de saber que las venas capitales salen del hígado y las arterias del corazón: y estas van repartidas por los miembros en esta manera. En ramas y mesaraicas por las partes de fuera de los brazos y las piernas, y van al instrumento de los vasos: y desde allí se tornan estas mesaraicas a infundir por las venas capitales que suben desde los cascos por los brazos a la parte de dentro. Por manera que las venas de fuera tienen por oficio llevar la sangre por arriba. Por manera que la sangre anda en torno y en rueda por todos los miembros: y unas venas tienen por oficio de llevar el nutrimiento por las partes de fuera, y otras por la parte de dentro, hasta el emperador del cuerpo que es el corazón al cual todos los miembros obedecen: esta es la razón de la pregunta. Desgobernar significa: «Hacer a las caballerías una operación,
hoy en desuso, que consistía en ligar las venas cubital y radial en
dos puntos, cortando la porción comprendida entre ellos2. Una
enciclopedia pone este ejemplo de uso: «es tan común Desgobernar
cualquier animal que tiene enfermedad de los brazos, etc. Martín
Arredondo»4. Sí, de acuerdo, son oscuros el pasaje, la operación,
la pregunta, la respuesta y la razón de la pregunta. Para Feijóo la
cláusula con la prueba indubitable es: Por manera, que la sangre anda
en torno y en rueda por todos los miembros. Es mucho más fácil
entender la circulación sanguínea en las 200 y pico de palabras del
capítulo XIX (Conclusión de la demostración de la circulación de
la sangre) de la traducción castellana del De Motu Cordis.5. El
pasaje del albéitar se presagia como precursor (no como descubridor)
sólo después de haber leído a Harvey. Feijóo considera luego otros
candidatos propuestos para la prioridad: fray Pier Paolo Sarpi
(1552-1623), teólogo y naturalista amigo de Galileo, Miguel Servet
(1511-1553), Andrea Cesalpino, médico y botánico (1519-1603),
Fabrizio D’Acquapendente (1537-1619), profesor de Harvey en Padua y
aún Hipócrates, aunque éste sólo por «supersticiosa
veneración». Después de considerarlos asegura Feijóo que no consta
que «antes de Harveo algún médico o filósofo haya hablado
distintamente de la circulación con la voz circulación, ni con otra
equivalente, a excepción del albéitar de la Reina, que claramente
dejó escrito que «la sangre anda en torno y en rueda por todos los
miembros». Cae después en el patriotismo: que si no fue el albéitar
fue Servet y que Harveo no necesitó tanta sagacidad porque halló la
anatomía más adelantada. Se queja Feijóo de que sólo se hayan
salvado dos ejemplares del Libro de Albeytería debido a la
negligencia, descuido e insensibilidad de los españoles y pasa a
discutir otros descubrimientos hechos por españoles y aprovechados
por extranjeros. Allí lo dejamos. Bibliografía 1. Merton RK. The Sociology of Science, ed. NW Storer. Chicago:
Chicago UP, 1973. Priorities in Scientific Discoveries (1957), pp
287-324. Singletons and Multiples in Science (1961), pp 343-70.
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