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REUNION ANATOMOCLINICA
BRONQUIECTASIAS, BOCIO ENDOTORACICO Y HEMOPTISIS
Reunión anatomoclínica efectuada en el Instituto de
Investigaciones Médicas Alfredo Lanari el 11-VII-1997.
Editores: Drs. Hernán
Lago y Alejandro Grinberg
H.C. 81548; edad 71 años, sexo femenino, Fecha del último ingreso
02/10/1996, Fecha defunción 11/10/1996.
Se trata de una paciente de 71 años que en los últimos 5 años se
había internado 8 veces por diversas causas. La primera internación
se extendió entre el 17/12/91 y el 27/12/91 por anorexia, pérdida de
peso, dolor abdominal difuso y diarrea con moco, de un mes de
duración. Relataba que presentaba tos con expectoración abundante
desde treinta años atrás, que habían comenzado con una neumonía.
En 1979 se le había resecado el lóbulo medio pulmonar derecho por
una supuración debida a bronquiectasias, persistiendo desde entonces
una disnea de clase funcional I-II. Algo más de un año antes había
sufrido una hematemesis por úlcera gástrica. Poco después relata un
cuadro que había sido interpretado como angor y que había recibido
tratamiento con amiodarona. Se le habían resecado sendos nódulos de
cada mama once y cinco años antes.
Al examen físico presentaba edemas maleolares considerables y dolor a
la palpación abdominal profunda sin localización precisa. Un ECG
mostró ritmo sinusal y bloqueo completo de rama derecha. La
ecografía abdominal sólo reveló venas cava y suprahepáticas
dilatadas sin colapso inspiratorio y una radiografía contrastada de
colon, divertículos en sigmoides. La seriada esófago-gastroduodenal
mostraba esófago con ondas terciarias, dolicogastria y bulbo duodenal
sin lesiones. El hematocrito era 42%; Hb 12.7 g/l; glóbulos blancos
7.000; urea 0.20 g/l; Na 145 y K 3.5 mEq/l. El examen funcional
respiratorio mostró CVF 1.26 l (59%), VEF 0.82 (46%), Tiffenau 65%.
El motivo de la segunda internación (13/3/92 - 26/6/92) fue la
aparición de palpitaciones y el aumento de los edemas. La
expectoración llegaba a 200 ml/día y presentaba temblor de manos.
A la auscultación cardíaca se advirtió ritmo de galope y en las
bases pulmonares gruesos rales modificables con la tos. La
radiografía de tórax mostraba redistribución del flujo pulmonar y
un infiltrado en lóbulo superior izquierdo. El ECG sin cambios,
mostraba ritmo sinusal y bloqueo completo de rama derecha.
Ecográficamente se observó dilatación de cavidades derechas,
insuficiencia tricuspídea severa, movimiento anormal del septum
interventricular y presión sistólica de 74 mmHg de la arteria
pulmonar; la función ventricular izquierda estaba conservada. El
examen funcional respiratorio reveló una CVF de 1.17 l (52%), VEF
0.82 l (41%) y Tiffenau de 71%; la PIMAX era -40. La TC evidenció
bronquiectasias y una masa en mediastino superior. El laboratorio de
endocrinología informó T4 216 µg (58-161); T3 128 ng (60-2.000) y
TSH menor de 0.5; un estudio centellográfico con 131I no fue capaz de
revelar captación en cuello. Los gases arteriales fueron PO2 52; PCO2
54 mmHg; pH 7.43; HCO3 35 mEq/l y a/A 0.64. Durante la internación se
advirtió cambios de la onda T en precordiales sin variaciones de la
CK. Estudios para bacilos ácido-alcohol resistentes en esputo fueron
negativos, lo mismo que los hemocultivos. Fue tratada con metimazol,
furosemida, cefradizina, corticoides, aspirina, diltiazem y se indicó
oxígeno domiciliario.
La tercera internación (08/4/93 - 12/4/93) fue causada por una
hemoptisis moderada; los cultivos de esputo para BAAR seguían
negativos. Se la trató con ampicilina-sulbactam.
Un año después se internó por cuarta vez (13/3/94 - 04/4/94) por
haber presentado dolor precordial opresivo de 2 hs de duración sin
irradiación; a la auscultación pulmonar se escuchó respiración
soplante en la base izquierda. El ECG mostraba ritmo sinusal, eje
60°, frecuencia cardíaca 75, PR 0.16 y BCRD con ST normal. El
hematocrito era de 44%, los glóbulos blancos 10.400; LDH 211; CK 49
U; respirando aire PO2 59.1; PCO2 40.5 mmHg; pH 7.44; HCO3 27 mEq/l y
a /A 0.59.
Una Rx de tórax mostraba lo que parecía ser una secuela pleural de
base derecha, disminución del volumen pulmonar derecho e
hiperinsuflación pulmonar izquierda. La CK persistió normal. Una
muestra de esputo cultivó Pseudomonas y la paciente se trató con
ciprofluoxacina. La ecografía cardíaca fue informada AI 28 mm; VD
dilatado, válvula mitral de aspecto mixomatoso sin evidencia de
prolapso, VI con función conservada, presión sistólica de la
arteria pulmonar de 54 mmHg y alteración de la relajación
diastólica del ventrículo derecho. Se la trató con nitritos,
aspirina, diltiazem y propranolol.
Se reinternó por quinta vez (02/6/94 - 24/6/94) por fiebre, disnea de
reposo y tos con expectoración mucopurulenta. Tenía buena entrada de
aire en bases pulmonares y rales en la base derecha. Se observaron
imágenes intersticio-alveolares difusas en ambos campos y elevación
del hemidiafragma derecho. El ECG seguía mostrando ritmo sinusal y
BCRD; el hematocrito era 42%; glóbulos bancos 14.700; PO2 53.7; pH
7.41; HCO3 34.1 mEq/l, urea 0.15 g/l, Na 136 y K 4.3. Un estafilococo
fue cultivado de una muestra de esputo. Había sido tratada con
Imipenem, acetazolamina y se cambió por cefalotina y gentamicina. La
capacidad vital era 0.951 y el VEF 0.35 l (26%) por lo que se
suspendió el propranolol. Una muestra de grasa de la pared abdominal
obtenida por punción fue negativa para amiloidosis.
Poco más de un año después (05/10/95 - 10/10/95) se reinternó por
sexta vez por expectoración hemoptoica y febrícula, sin cambios en
el examen físico. El laboratorio informó hematocrito 41%; glóbulos
blancos 9.400; urea 0.89; Na 135; K 3.5; glucosa 0.84; PCO2 44.1; pH
7.47; HCO3 31.7; a/A 0.46; Tiempo de Quick 82%; KPTT 40. El sedimento
urinario estaba turbio con 20 leucocitos, 25 células y 7-8 piocitos
por campo.
Una TC de tórax permitió observar un foco consolidativo en base
pulmonar derecha y múltiples bronquiectasias, además de un bocio
endotorácico localizado en el espacio retrocava paratraqueal derecho,
que desplazaba la tráquea hacia la izquierda. La CVF era 1.03 (40%);
VEF 0.62 (32%); Tiffenau 60.2. Un cultivo de esputo mostró Proteus
vulgaris sensible a la ciprofluoxacina y uno de orina, E. Coli.
Continuaba medicada con metimazol, ranitidina, diltiazem y oxígeno
domiciliario. La TSH era de 3.8, la T4 libre y la T3 eran normales (1
y 113 ng).
Entre el 21/12/95 y el 22/12/95 se internó por séptima vez por
disnea y dolor torácico. Estaba normotensa, afebril, las vibraciones
vocales y la ventilación aparecían disminuidas en la base pulmonar
derecha. El hematocrito era 39, los glóbulos blancos 15.800; en el
ECG persistía el ritmo sinusal y el BCRD; la CK y la LDH eran
normales y el dolor calmó con antiin-flamatorios no esteroides.
Unos 10 meses después se internó por octava y última vez (02/10/96
- 11/10/96) por una hemoptisis de unos 200 ml. Estaba normotensa,
afebril, respiraba normalmente y parecía bien perfundida. Se
auscultaron rales subcrepitantes en ambos campos pulmonares. No había
cambios en el ECG y en la Rx de tórax se advertía la disminución de
volumen del pulmón derecho. El hematocrito era 43%; la glucosa 1.26
g/l; urea 0.29 g/l, Na 133 y 4.1 mEq/l; CK 15 U, LDH 141 U, PO2 47.6 y
PCO2 49.1 mmHg; pH 7.45; HCO3 mEq/l; a /A 0.51; tiempo de Quick 85%,
KPTT 39.4 seg; plaquetas cantidad y aspecto normal. Se la trató con
un antitusivo y oxígeno a bajo flujo.
Al día siguiente repite una hemoptisis de 150 ml y presenta disnea,
taquipnea y rales y roncus diseminados. Se advierte mala perfusión
periférica e ingurgitación yugular. Se decide ventilarla
mecánicamente y se aspira sangre de la vía aérea. Respirando O2
100%; PO2 62; PCO2 61; pH 7.34; HCO3 31.8; saturación 89.8, a/A 0.10.
La radiografía de tórax revela atelectasia completa del pulmón
izquierdo y desviación del mediastino a la izquierda. Tras la
kinesioterapia y la aspiración se logra reexpandir el pulmón. Con
FIO2 de 100%; PO2 294,4; PCO2 68; pH 7.28; HCO3 31; a/A 63;
hematocrito 37; glóbulos blancos 17.000, urea 0.15, Na 140; K 4.3. El
aspirado bronquial cultiva un Proteus sp.; se inicia tratamiento con
ciprofluoxacina.
Dos días después se extuba y se asiste con BIPAP intermitentemente
con buena tolerancia. Se cambia el antibiótico por ceftriaxona.
Al día siguiente de la extubación está consciente, afebril, sigue
con BIPAP intermitente, la PO2 69.4; PCO2 60.3; pH 7.33; HCO3 y la
saturación 93.8.
El 08/10/96 se advierte taquipneica con relleno capilar enlentecido:
PO2 62 PCO2 65 pH 7.40; HCO3 40. Está somnolienta. Al día siguiente
vuelven a cambiarse los antibióticos por ciprofluoxacina y amikacina.
Persiste hipercápnica. Se indica doxapran EV 400 mg; PO2 270.4; PCO2
63.9; pH 7.33; HCO3 32.8 con una frecuencia respiratoria de 18-20 por
minuto. El 10/10/96 presenta deterioro del sensorio y está
arrefléxica: PO2 101.4; PCO2 162.6; pH 6.95; HCO3 31.4. Al día
siguiente presenta hipotensión y oligoanuria y fallece.
Discusión radiológica
Dra. Marcela C. Abruzzi: Tenemos placas de tórax desde 1992
hasta su última internación en 1996, los hallazgos son similares. En
las de 1992, llaman la atención la interrupción del 6° arco costal
posterior derecho, el ensanchamiento mediastinal superior con
desplazamiento traqueal hacia la izquierda y la disminución en el
volumen pulmonar derecho con rectificación y bloqueo del seno, que
parecería de tipo secuelar por la lobectomía del año 1989, también
hay aumento de la vascularización hacia los ápices pulmonares,
imágenes radiotrans-parentes en ambas playas pulmonares que podrían
corresponder a bronquiectasias, hilios prominentes con convexidad del
arco medio del lado izquierdo y un aumento de la relación
cardiotorácica, el patrón se mantiene constante. En la última placa
del año 1996, tres días antes de fallecer, parecería haber mayor
rectificación del diafragma derecho por probable derrame pleural y,
además, una opacidad en base pulmonar izquierda.
Dr. Ricardo Ré: En una TC del año 1992, inicialmente se ve lo
que parecía ser el lóbulo derecho de la tiroides agrandado, con una
superficie de corte no homogénea con algunas imágenes calcificadas
en su interior. Es lo que posteriormente se proyecta hacia el
mediastino ocupando el espacio retrocava pretraqueal y esta es la
lesión que ensancha el mediastino superior. En las imágenes
pulmonares aparece enfisema, lesiones redondeadas en anillo con
engrosamiento de las paredes que corresponden a bronquiectasias
bilaterales y generalizadas. Hay una imagen, que parece la pared del
diafragma y otra, posiblemente fibrótica, en la región inferior del
hemitórax derecho que quizás sea secuela de la cirugía. Tiene
aumento de tamaño de la arteria pulmonar del lóbulo inferior, y se
advierte tejido peribron-quial, no es el mismo corte, pero las
imágenes corresponden al engrosamiento peribronquial característico
de las bronquiectasias. Se ve engrosamiento pleural inferior con
irregularidad de la región posterior del diafragma, seguramente
secuela post-quirúrgica. Notamos que, en 1993, existe una lesión en
el lóbulo inferior del pulmón izquierdo con engrosamiento pleural y
también algunas imágenes que podrían ser cavidades pulmonares. Sin
embargo, así se ven también las lesiones por bron-quiectasias y la
pérdida de volumen del lóbulo inferior indicaría una atelectasia.
Discusión clínica
Dr. Eduardo Berizzo: La historia, como se ve
por lo voluminosa, fue bastante prolongada y yo creo que podemos
dividir la enfermedad en dos partes fundamentales, a través de dos
afecciones básicas y los elementos agregados que fueron apareciendo
como consecuencia de ellas. Inicialmente las lesiones fundamentales
eran las bronquiectasias que requirieron cirugía en el año 1979 con
exéresis del lóbulo medio derecho; la anatomía patológica mostró
bronquiectasias con infección. Las bronquiectasias, congénitas en
algunos casos, son generalmente debidas a infecciones respiratorias
recurrentes o consecuencia de factores predisponentes como la
mucoviscidosis, la enfermedad de la cilias, la aspiración de algunos
irritantes crónicos que provocan destrucción de la vía aérea o
secuelas de la TBC, que cursan con cicatrización y retracción
parenquimatosa y consecuente tironamiento del árbol bronquial con su
distorsión. De acuerdo con la magnitud de la dilatación del árbol
bronquial, se las puede dividir en 3 grados que van de una dilatación
leve, con paredes homogéneas, hasta una dilatación mayor con bordes
irregulares o, finalmente, el grado III, una dilatación sacular muy
importante. Las bronquiectasias producen atrapamiento aéreo y
acumulación de moco dentro de ellas, lo cual favorece la infección;
esta infección altera la pared bronquial, agravando las
bronquiectasias. La infección induce vasos de neoformación,
originados en las arterias bronquiales y la proliferación de éstos
en la pared bronquial lleva a que, con los procesos inflamatorios, se
puedan horadar la pared y perforar algunos de estos vasos y provocar
hemoptisis la cual aparece en un 25-50% de los casos. Entonces, esta
enfermedad evolucionó y provocó numerosas internaciones debido a la
complicación habitual, la infección bacteriana y la aparición de
hemoptisis que inicialmente fueron de moderada cantidad. La hemoptisis
cuando pequeña requiere, generalmente, observación clínica y
solamente exige cirugía si es reiterada y proviene de un solo sector.
Cuando se presenta esta situación, se puede aplicar tratamiento
quirúrgico como con esta paciente, u ocluir o embolizar las arterias
comprometidas, demostradas por angiografía. Esta patología
respiratoria condujo a la paciente a insuficiencia respiratoria
marcada con hipoxemia e hipercapnia, más notorias durante las
reagudizaciones. Y a su vez, por reducción del lecho vascular, por la
hipoxemia y por la hipercapnia, sobrevino sobrecarga de las cavidades
derechas con insuficiencia cardíaca derecha manifestada en la
paciente por ingurgitación yugular y edemas periféricos. Esta de
hipertensión pulmonar fue bastante seria ya que llegó a tener cifras
sistólicas de 74 mm de mercurio y, concomitantemente, provocó la
aparición de hipercapnia marcada que obligaron, en su segunda
internación, a ensayar diversos esquemas terapéuticos para intentar
controlarla. Se intentó el empleo de un aparato de ventilación no
invasiva para asistirla mecánicamente pero la paciente no mejoró y
se aconsejó el uso permanente de oxígeno domiciliario. Y con ello
fue dada de alta de su internación más prolongada en el Instituto.
El agregado de acetazolamida para favorecer la eliminación del
bicarbonato tampoco había producido mejoría. Al tiempo de la primera
internación la paciente había consultado por pérdida de peso y se
buscó una enfermedad neoplásica que no pudo ser demostrada y un
supuesto hipertiroidismo, pero las hormonas tiroideas inicialmente
fueron normales. En la segunda internación, junto con la evidencia de
un bocio endotorácico, se confirma la aparición de un
hipertiroidismo atribuido al uso de amiodarona la cual, como sabemos,
tiene iodo en altas cantidades y este hipertiroidismo inducido por
amiodarona obligó a la suspensión de esta medicación, que se le
había administrado a la paciente fuera del Instituto por una
arritmia, y a comenzar un tratamiento intensivo con metimazol, litio y
corticoides; no se le agregaron betabloqueantes por su enfermedad
respiratoria. Por supuesto, que el hipertiroidismo puede agravar los
cuadros cardíacos y esta paciente desarrolló, junto a su
insuficiencia respiratoria, un cuadro de insuficiencia cardíaca
congestiva del cual se recuperó con el tratamiento antitiroideo junto
con las medidas ya explicitadas. Las internaciones posteriores se
debieron a hemoptisis pequeñas e infecciones respiratorias. Tuvo un
cuadro de dolor precordial que no pudo ser confirmado como de origen
cardíaco, no hubo elevación enzimática, presentó leves
alteraciones electrocardiográficas, y se decidió, entonces,
agregarle betabloqueantes. Esto produjo una peoría funcional
respiratoria. La paciente tenía inicialmente alrededor de 1,100-1,200
l de capacidad vital con un volumen espiratorio forzado de 40-50% y
una Tiffenau de 60-70%. Esta paciente no presentó respuesta inicial a
los broncodilatadores pero en internaciones posteriores, sobre todo
con betabloqueantes, se demostró una mejoría de 16% del VEF 1 con el
empleo de bronco-dilatadores, que se agregaron a su terapéutica y se
decidió, por sugerencia de Neumonología, suspenderle los
betabloqueantes. Por último, el cuadro final estuvo caracterizado por
hemoptisis, inicialmente moderada, por lo que se indicó reposo,
administración de sedantes para la tos y observación clínica
cuidadosa. Pasado el primer día, la paciente sufrió una hemoptisis
muy importante, con descompensación hemodinámica, insuficiencia
respiratoria y requerimiento de asistencia respiratoria mecánica.
Hubo que aspirarle secreciones hemoptoicas importantes y aparece como
complicación una atelectasia del pulmón izquierdo que mejora con la
aspiración y la kinesioterapia, por lo que se piensa que es probable
que la sangre haya provenido de este pulmón con obstrucción de la
vía aérea y por supuesto, una atelectasia. Posteriormente, se logra
sacarla del respirador y es asistida por respiración mecánica no
invasiva mediante un aparato de BIPAP, pero no recupera ritmo propio,
como si tuviera su centro respiratorio deprimido. Ante esto, se
decidió administrar doxapran, que es un estimulante de los centros
respiratorios que parece actuar por efecto directo y no por
disminución de la inhibición central, y si bien se logró una
mejoría leve de la hipercapnia y la frecuencia respiratoria, no
alcanzó para que la paciente pudiera respirar espontáneamente. Ante
esto, se decidió que la enfermedad de la paciente era de tal gravedad
que no era recuperable y se decidió tomar medidas mínimas de
sostén, por lo que la paciente se deterioró progresivamente. En
definitiva, creo que esta paciente tuvo una enfermedad respiratoria
por bronquiectasias que como todo proceso supurado crónico, pudo
conducir a la amiloidosis, aunque no pudo ser demostrada ni era
necesaria para explicar el desenlace. Esta enfermedad respiratoria la
llevó al corazón pulmonar crónico con insuficiencia cardíaca,
agrandamiento de cavidades e hipertensión pulmonar, cuyos signos que
seguramente se van a encontrar, junto con un bocio y asimismo, como
evento final, seguramente se observará sangre en la vía aérea,
secundaria a la hemoptisis, la cual seguramente fue provocada por
erosión de vasos bronquiales, aunque no sé si vamos a poder
encontrar el sitio de sangrado. Como esta paciente estaba colonizada
en forma crónica por distintos gérmenes, que es lo que sucede
habitualmente con las bronquiectasias, probablemente tenga algunos
focos de bronconeumonía asociados al sangrado que favorece la
infección respiratoria.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Si la paciente tiene obstrucción
bronquial, me llama la atención que la capacidad vital sea de 1,21,
un 52% del teórico, ¿le parece que tiene también restricción
pulmonar?
Dr. Eduardo Berizzo: Creo que probablemente tenga cierto grado
de restricción por la lobectomía, además puede tener aumento de
intersticio por las infecciones crónicas repetidas y existiría por
lo tanto cierto grado de restricción, por lo menos parece tenerla
desde el punto de vista espirométrico. La otra cosa es que la
paciente evidentemente tenía hipertensión pulmonar y todos sabemos
que las enfermedades que provocan hipertensión pulmonar o rigidez de
los vasos pulmonares provocan restricción.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Una cosa que yo no veo clara en
absoluto es el VEF1 de 0.8 l, ¿Ud a qué atribuye la obstrucción
bronquial?
Dr. Eduardo Berizzo: Las bronquiectasias son la causa que hace
que los bronquios se comporten como un segmento de atrapamiento,
funcionando como una enfermedad obstructiva. Eventualmente, el patrón
de las bronquiectasias es un patrón obstructivo.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Cuando hay un patrón obstructivo no
es por las bronquiectasias, sino por otra enfermedad; las
bronquiectasias no tienen por qué dar obstrucción bronquial. Yo creo
que la paciente tiene bronquitis crónica.
Dr. Eduardo Berizzo: Lo que pasa es que como los bronquios
pierden elasticidad, tienen colapso prematuro y provocan atrapamiento
aéreo. Por otra parte para definir bronquitis crónica se debe
excluir a las bronquiec-tasias como causa de la broncorrea.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: La hipertensión pulmonar no se puede
explicar solamente por el grado de hipoxia, esta hipoxia no es
suficiente para la hipertensión pulmonar que tiene. Se observó
hipercapnia, que es otra posibilidad. Pero en esta época, presentaba
54 mmHg de PCO2 y un pH 7,43, de manera que era casi normal. Yo pienso
que debe tener destrucción del lecho, así que además de hipoxia e
hipercapnia, debería tener disminución del lecho vascular pulmonar
causado quizás por las bronquiectasias y la bronquitis crónica.
Dr. Daniel Rimoldi: Yo coincido que fue absolutamente difícil
poder compilar los datos de una historia de 5 años de evolución, 8
internaciones, innumerables seguimientos por Consultorio Externo y
quizás los datos endocrinológicos que constan en la historia no sean
los más representativos de la afección de la paciente, pero vamos a
tratar de poner un poco de luz sobre, lo que parece, no tiene tanta.
La historia endocrinológica se puede dividir en cuatro etapas. La
primera aparece en 1992, durante la segunda internación, cuando se
constata que clínicamente la paciente, que ya tenía sospechas
clínicas en el año anterior de haber presentado una función
hipertiroidea, tiene claros signos clínicos de hiperfunción que se
corroboran con los datos de laboratorio. Los datos de laboratorio del
10/04/92 marcaban una TSH absolutamente inhibida con valores muy
altos, para una paciente de 71 años, de tiroxina y de triodo
tironina. Los elementos clínicos observados eran el trastorno de la
función cardiovascular y el catabolismo marcado indicado por un
descenso de peso, en ese momento estaba en 31 kg, condición
catabólica y uno de los efectos del hipertiroidismo no controlado en
pacientes de esa edad. Prevalecen los signos cardiovasculares como
suele ser habitual. Esto motivó una prolongada discusión para
determinar las opciones terapéuticas y se decidió el tratamiento que
parecía más correcto que era darle antitiroideos para inhibir la
organificación, asociarle litio para inhibir la secreción de hormona
tiroidea y corticoides para disminuir la conversión periférica de
tiroxina en triodotironina y asimismo la secreción tiroidea. El
diagnóstico en ese momento creo que fue el acertado hipertiroidismo
inducido por iodo. La paciente tenía una larga historia de
tratamiento con amiodarona.
El exceso de ioduro en la circulación desencadena el mecanismo
conocido como de Wolff-Chaikoff: el ioduro en exceso inhibe la
organificación producida por la peroxidasa; otro mecanismo es el de
Jod-Basedow, como en el caso que nos ocupa, el iodo precipita todos
los elementos metabólicos volcando una cantidad enorme de hormonas
tiroideas a la circulación. Cuando se habla de amiodarona hay que
aclarar algunas cosas. La amiodarona es una molécula que por cada 200
mg tiene 75 de iodo. Cuando uno incorpora 200 mg/día en un mes,
aumenta 40 veces la cantidad de iodo en el líquido extracelular, con
un dispositivo bifásico de eliminación. Uno es rápido y depende de
la función renal; el otro es lento, dependiente del metabolismo
hepático. Hay estudios que muestran que la hipertiroxinemia, a pesar
de la suspensión de la amiodarona puede persistir 7 u 8 meses
después de la suspensión. La amiodarona provoca disregulación
metabólica y un efecto tóxico por acción citolítica y directa, por
lo tanto puede producir una lesión en la célula folicular que libera
grandes cantidades de hormonas y produce cuadros de hipertiroidismo.
En los que se produjo el mecanismo de Jod-Basedow y que fueron
tiroidectomizados posteriormente, se encontró involución de
folículos con distensión coloide, lesiones degenerativas y
destructivas con granulaciones y vacuolizaciones en el citoplasma,
fibrosis y, además, infiltrados inflamatorios, en los que pueden
aparecer plasmocitos que aparentemente están involucrados en el
mecanismo inmunológico. Por lo tanto, creo que, en 1992, tenía un
hipertiroidismo inducido por el iodo. De 1992 a 1994, con tratamiento
farmacológico, la paciente estuvo mejor, recuperó peso, llegó a los
45 kg, y los parámetros cardiovasculares mejoraron. En una de las
internaciones, con valores hormonales tiroideos normales, se suprime
la medicación con danantizol, lo que provoca una recidiva del
hipertiroidismo. Se indica otra vez el danantizol, se la pone
eutiroidea y se llega hasta el año 1995 cuando, una vez más, ante la
suspensión del danantizol, hace una nueva recidiva. Entonces
decidimos hacer tratamiento con iodo radioactivo. Siempre, quiero
aclarar, el hipertiroidismo tiene 3 opciones terapéuticas: una es la
farmacológica, la otra es la quirúrgica y la otra es la de iodo
radioactivo, las dos últimas terapias se denominan ablativas.
Creo, en síntesis, que se va a encontrar claramente el bocio, de
características multinodulares, y quizás aparezca alguna de las
lesiones que la amiodarona puede producir.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Cuando se suspendió la amiodarona no
pasó nada, ¿no?, evidentemente no la necesitaba. ¿Qué opina
cardiología?
Dr. Alejandro Adilardi: Vino tratada, pero probablemente haya
tenido alguna arritmia en algún momento aunque no tuvo ninguna
consecuencia con la interrupción. Por otro lado la paciente no tenía
antecedentes cardiovasculares patológicos de importancia, de modo que
casi todo lo que hemos encontrado, desde 1991 en adelante, es
consecuencia de su enfermedad pulmonar. Lo único que podría
mencionarse como hallazgos ecocardiográficos es una degeneración
mixomatosa de la válvula mitral que fue vista en dos ecos y
probablemente pueda encontrarse en la anatomía patológica, aunque
prácticamente no traía insuficiencia mitral. El angor de esta
paciente siempre fue dudoso; presentó un episodio en 1990, después
no se reitera. Tuvo acá otro episodio, hubo unos cambios de onda T en
la cara anterior pero el bloqueo de rama derecha y la sobrecarga de
cavidades derechas pueden ser responsables del cambio
ecocardiográfico. No hubo elevación enzimática en ningún momento.
En cuanto al corazón derecho, vemos que ha venido sufriendo la
sobrecarga paulatina, en algún grado incrementada desde 1990 hasta el
día de su muerte, con una severa hipertensión pulmonar y un corazón
pulmonar crónico. Clínicamente tenía segundo ruido desdoblado,
amplio, con componente pulmonar aumentado, regurgitación yugular,
dilatación de vena cava inferior sin colapso inspiratorio, edema
periférico, hepatometaglia y en el eco, dilatación de aurícula y de
ventrículo derecho, insuficiencia tricuspídea moderada y después
severa e hipertensión pulmonar de hasta 74 mmHg que después bajó a
54 mmHg. De modo que este corazón pulmonar crónico, podemos
considerarlo secundario a la enfermedad pulmonar, por pérdida del
lecho vascular. No encuentro otra causa que pueda provocar esta
hipertensión pulmonar. No hubo indicio de tromboembolismo recurrente,
no tiene otros antecedentes de shunt que hayan sido recabados en la
historia y tampoco se han encontrado en los sucesivos Doppler de modo
que la pérdida del lecho vascular, inclusive con algún grado de
enfisema puede ser la responsable de esta hipertensión pulmonar. No
ha tenido infarto durante la internación, no ha tenido arritmias, de
modo que la causa de muerte debe estar relacionada con lo mencionado
por el Dr. Berizzo en cuanto a la hemoptisis y a sus complicaciones.
Dr. Guillermo Benchetrit: Tuvo episodios de diarrea y existe la
posibilidad de que tuviera hipogamaglobulinemia asociada. Otra
posibilidad es que tuviera diarreas asociadas a Giardias que se
buscaron en una sola oportunidad y no se encontraron. En cuanto al
origen de las bronquiectasias, si bien las causas pueden ser
múltiples, no hay antecedentes claros de TBC, pero son bilaterales,
lo que se puede ver en la TBC, pero no es frecuente. Después
presentó infecciones reiteradas por bacilos Gram negativos, como: la
presencia de Pseudomonas y recibió tratamiento antibiótico para cada
episodio. Es muy discutible el tratamiento continuo con antibióticos
por la aparición de resistencia y la poca utilidad clínica. Coincido
que tuvo una hemoptisis final, es probable que haya tenido
bronconeumonía, que haya podido abscedarse alguna lesión y podría
plantearse, si bien no es necesario para explicar el cuadro, la
sobreinfección por Aspergillus y que tuviera una aspergilosis
pulmonar con algún grado de invasividad que produjera la hemorragia,
pero esto es una alternativa que no es imprescindible para explicar lo
que le pasó. No hay datos para pensar en una reactivación de TBC,
pero tampoco es necesaria.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Creo que como causa de muerte, pudo
tener un tromboembolismo, en esta circunstancia es fácil tenerlo, no
es claro que lo haya tenido. Por otra parte, el tromboembolismo en
general no produce hipercapnia salvo cuando se compromete la
circulación cerebral; me parece más fácil de que esta enferma tenga
una bronconeumonía, debido a una aspiración de contenido gástrico y
una suma de eventos pudo jugar algún papel en la hipercapnia final
que llevó el pH a 6.95, de manera que tenía una acidosis capaz, ella
sola, de provocarle la muerte. Yo creo también que es posible que
tenga zonas de enfisema como crípticamente a veces nos dicen los
patólogos.
Discusión anatomoclínica
Dra. Clarisa L. Alvarez: La autopsia mostró que el corazón
pesaba 280 g, el ventrículo derecho medía 3 mm de grosor, con
cavidades derechas dilatadas. La arteria pulmonar presentaba
engrosamiento de la pared con dilatación de la luz. El lado izquierdo
no mostraba lesiones significativas. El «cor pulmonale» era de
moderada magnitud en relación al daño pulmonar crónico que
presentaba la paciente. El pulmón derecho presentaba adherencias
firmes a la parilla costal debido a la amputación del lóbulo medio y
del segmento basal inferior realizada 30 años antes como tratamiento
de las bronquiectasias. El resto del lóbulo inferior estaba
atelectásico y con fibrosis. En el pulmón izquierdo, lóbulo
inferior, había dilataciones bronquiales que contacta-ban con la
pleura, con mayor dilatación a nivel de la porción distal, de
paredes anfractuosas y contenido mucopu-rulento correspondiendo a
bronquiectasias saculares postinflamatorias (Fig. 1). La pared de las
bronquiectasias mostraba destrucción del cartílago, hipertrofia del
músculo liso, infiltrado inflamatorio crónico con abundantes
plasmocitos y arterias bronquiales prominentes. Había exudado
mucopurulento y restos de hemorragias antiguas en la luz. Alrededor de
las bronquiectasias había fibrosis y atelectasia. Se encontró
además enfisema de tipo centrolobular, principalmente en los lóbulos
superiores. En resumen, eran pulmones parcialmente destruidos con
bronquiectasias saculares bilaterales y predominantemente inferiores
de tipo no obstructivo o postinflamatorias. No se encontró una causa
primaria predisponente de las bronquiectasias. La tiroides estaba
aumentada de tamaño, nodular, pesaba 130 g y correspondía a un bocio
coloide. No se hallaron signos de tirotoxicosis. El estómago
presentaba pequeñas ulce-raciones agudas más importantes en techo y
antro, con contenido gástrico sanguinolento. Se halló, como evento
final, una pancreatitis focal terminal y una encefalopatía
metabólica. El resto de los hallazgos fueron una atero-matosis grave
de aorta y ramas con arterioloesclerosis coronaria y leve
miocardiofibrosis.
Diagnóstico anatómico (A 3107)
Antecedentes de bronquiectasias de 30 años de evolución.
1. Status post amputación de lóbulo medio y segmento basal inferior
derecho. Bronquiectasias bilaterales, saculares, postinflamatorias.
Atelectasias y fibrosis cicatrizal. Enfisema centrilobular.
Hipertrofia ventrículo derecho con dilatación (3 mm). Corazón (280
g). Ulce-raciones gástricas agudas. Pancreatitis focal terminal.
Encefalopatía metabólica.
2. Bocio coloide (130 g). Ateromatosis de aorta y ramas.
Arterioesclerosis coronaria.
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