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CONTROL DE LA TRANSMISION de T. CRUZI EN ARGENTINA
PROBLEMATICA DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS
Simposio internacional. Academia Nacional de Medicina.
Buenos Aires, 19-20 abril 1999
CONTROL DE LA TRANSMISION DE TRYPANOSOMA CRUZI EN LA ARGENTINA
1999
ELSA L. SEGURA, SERGIO SOSA
ESTANI, MARIA L. ESQUIVEL, A GOMEZ, OSCAR D. SALOMON y Grupo de
Desarrollo y Aplicación Operativa
Administración Nacional de
Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos G. Malbrán (ANLIS) y
Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación de Endemoepidemias de
la ANLIS, Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, Buenos
Aires
Key words: Chagas disease, Triatoma infestans, control,
reinfestation
Resumen
Aproximadamente
2 millones de personas en Argentina se hallan infectadas con
Trypanosoma cruzi, el agente etiológico de la enfermedad de Chagas,
por lo cual constituye la principal enfermedad tropical del país. Al
igual que en otros seis países del Cono Sur, Triatoma infestans es el
único o principal vector de T. cruzi entre los seres humanos y los
animales domésticos. En Argentina se estableció un Programa Nacional
de Control de Chagas en 1962. Dicho programa perseguía la
eliminación de las poblaciones domésticas y peridomésticas de T.
infestans a través del rociado con insecticidas, y el control
serológico de los donantes de sangre para prevenir infecciones
relacionadas con las transfusiones. Este programa redujo fuertemente
la prevalencia serológica de T. cruzi en todo el país. Por ejemplo,
en jóvenes de 18 a 20 años de edad reclutados para el servicio
militar, la seroprevalencia cayó del 10.0% en 1964 para aquellos
nacidos en 1944 al 1.9% en 1993 para aquellos nacidos en 1975. Sin
embargo, la estrategia vertical falló en alcanzar y sostener la fase
de vigilancia en una extendida área rural con población dispersa
debido a sus propias limitaciones intrínsecas y al reducido o
variable nivel de prioridad asignado a programas de salud rural. Se
desarrolló y ensayó una estrategia de control alternativa del T.
infestans en la Provincia de Santiago del Estero entre 1985-1989, y
1991-1992. Los resultados de esos proyectos demostraron que los
rociados insecticidas llevados a cabo con la participación de la
comunidad combinaron efectividad y compromiso de tal forma que
produjeron un fuerte impacto sobre la reinfestación y la extensión
del área bajo vigilancia entomológica. Esta experiencia ha sido
transferida en una cascada de responsabilidades al personal del
Programa Nacional de Control de Chagas, usando talleres
participativos, guías de procedimientos, y entrenamiento práctico.
Este personal transfirió la estrategia participativa usando métodos
similares a los usados por agentes de atención primaria de salud y a
voluntarios elegidos por sus propias comunidades (líderes
comunitarios). Luego de los talleres, los representantes o líderes
comunitarios recibieron todos los materiales necesarios para instalar
y desarrollar las actividades de vigilancia en ejecución:
insecticidas piretroides de tercera generación, bombas de rociado
manual, y sensores para detectar las infestaciones domiciliarias,
adquiridos por el Ministerio de Salud de la Nación. Desde 1993 a 1998
se entrenó un total de 15.000 agentes de atención primaria o
líderes comunitarios. Se roció un total de 675.000 casas con
insecticidas residuales en fase de ataque, y 850.000 casas entraron en
la fase de vigilancia. Esta es la primera vez que se logra la
cobertura total de las viviendas en riesgo en Argentina. La red de
laboratorios instaló un programa de control de calidad de los
procedimientos serológicos actualmente aplicados a los donantes de
sangre, al transplante de órganos, y a la detección y tratamiento de
recién nacidos de madres seropositivas para T. cruzi. Esperamos
interrumpir la transmisión de T. cruzi mediada por vectores con las
actividades finales que se desarrollarán en los próximos 18 meses.
Pero la sostenibilidad de tal programa depende, al menos, de un
trabajo adicional con la comunidad durante 10 años más, que permita
alcanzar un cambio de actitudes y prácticas relacionadas con la
infestación de la vivienda. Se necesitará un esfuerzo social para
cubrir estos gastos, pero los beneficios económicos esperados exceden
largamente el costo de cualquiera de estos programas, como lo sugieren
varios estudios de costo-beneficio.
Abstract
Control
of the transmission of Trypanosoma cruzi in Argentina 1999.
Approximately 2 million people in Argentina are infected with
Trypanosoma cruzi, the etiologic agent of Chagas disease, thereby
constituting the major tropical disease in the country. As in other
six Southern Cone countries, Triatoma infestans is the only or major
vector of T. cruzi among human and domestic animals. In Argentina, a
vertically structured National Chagas Control Program was established
in 1962. Such a program pursued the elimination of domestic and
peridomestic populations of T. infestans through insecticidal
spraying, and the serological control of blood donors to prevent
transfusion-related infections. This program strongly reduced the
nation-wide serological prevalence of T. cruzi in the population. For
example, in 18 or 20 year-old men drafted into military service, the
seroprevalence decreased from 10.1% in 1964 for those who had been
born in 1944 to 1.9% in 1993 for those born in 1975. However, the
vertical strategy failed to reach and sustain the surveillance phase
in widespread rural areas with disperse populations due to its
intrinsic limitations and the reduced priority level assigned to rural
health programs. An alternative, horizontally-structured control
strategy of T. infestans was developed and assayed in the Province of
Santiago del Estero between 1985-1989, and 1991-1992. The projects
demonstrated that insecticidal spraying carried out with community
participation combined effectiveness and commitment in such a way as
to produce a strong impact on house reinfestation and the extension of
the area under entomological surveillance. This experience has been
transferred in a chain of responsibilities to the personnel of the
National Chagas Control Program, using participating workshops,
procedural guidelines, and practical training. This personnel
transferred the strategy using similar methods to the field health
care agents and volunteers chosen by their own communities (community
leaders). After the workshops, the leaders received all the materials
needed to install and develop the ongoing surveillance activities:
third generation pyrethroid insecticides, manuals, hand-operated
sprayers, and sensor boxes to detect domiciliary infestations. From
1993 to 1998, a total of 15,000 health care agents or community
leaders were trained. A total of 675,000 houses were sprayed with
residual insecticides in the attack phase, and 850,000 houses entered
the surveillance phase. This is the first time that such large
coverage has been accomplished in Argentina. The network of
laboratories installed a quality assurance program to current
serological procedures applied to blood donors, organ transplant, and
the detection and treatment of new-borns to women seroreactive for T.
cruzi in Argentina. We expect to interrupt the vector-mediated
transmission of T. cruzi in the next 18 months, but the sustainability
of such a program depends on, at least, additional work with the
community to achieve a change of attitudes and practices related to
house infestation for the next 10 years. A social effort will be
needed to cover those expenses, but the expected economic returns
exceed largely the cost of any such program, as suggested by
cost-benefit studies. To illustrate, the annual treatment costs of one
Chagas patient can help maintain 25 households free from triatomine
bugs in Argentina.
Dirección postal: Dra. Elsa L. Segura, ANLIS-Malbrán, Av.
Vélez Sarsfield 563, 1281 Buenos Aires, Argentina. Fax: (5411)
4303-1433 E-mail: esegura@anlis.gov.ar
La enfermedad de Chagas, producida por el Trypano-soma cruzi, se
desarrolla en el paciente en un proceso que comienza con una etapa
aguda caracterizada por la presencia de síntomas y signos clínicos
de diferente especificidad1. Luego evoluciona silenciosamente durante
un período variable de 10 a 30 años, al cabo del cual
aproximadamente un 30% de los pacientes presentan alteraciones
cardíacas de la transmisión o del ritmo de diferente gravedad2. Otra
manifestación de la etapa crónica de la enfermedad de Chagas, la
denervación nerviosa, provoca la pérdida de fibras musculares
estriadas y la consiguiente debilitación muscular3. Existe un eficaz
tratamiento específico parasiticida para los casos agudos utilizando
el nifurtimox y el benznidazol4, 5. Recientemente se ha aceptado la
utilidad de estas drogas en la etapa indeterminada de la
enfermedad6-8.
La principal vía de transmisión de T. cruzi es la vectorial, y el
Triatoma infestans (vinchuca) es su principal vector en Argentina y en
siete países sudamericanos. La vía de transmisión secundaria de T.
cruzi es a través de la sangre o los tejidos (TST): transmisión
transfusional9, transmisión vertical10, y por transplante de
órganos11. El control de la TST puede realizarse en el caso de las
transfusiones de sangre o en los transplantes de órganos, pero la
transmisión vertical del T. cruzi no puede prevenirse. Su control se
realiza mediante la detección del niño nacido infectado y su
tratamiento precoz12. Los nuevos casos de Chagas ocurren mayormente
antes de los 14 años en localidades que no habían sido rociadas con
insecticidas13.
La transmisión vectorial influencia la transmisión de T. cruzi por
otras vías. En ausencia de una vacuna para prevenir la transmisión y
frente a la expoliación sanguínea que sufren los habitantes de las
viviendas infestadas, el control químico de las poblaciones de
triatominos domiciliarios ha sido la vía de elección para la
interrupción de la transmisión de T. cruzi.14. A pesar del
importante avance del conocimiento sobre la constitución molecular de
T. cruzi, la respuesta inmune que el parásito genera en el huésped,
y la fisiopatología de la enfermedad, hasta fines de la década de
los años 1980 el programa de control de Chagas de Argentina no podía
alcanzar la eliminación sostenida del triatomismo domiciliario en el
área rural endémica, en base a un programa vertical y
centralizado15. También existía una tendencia mundial a disminuir
los recursos invertidos en salud pública, determinados por el
achicamiento del Estado y la consecuente pérdida de técnicos
operadores, insumos, y vehículos para trasladarlos.
Un breve repaso de la historia del Programa de Control de Chagas puede
aportar a la comprensión de su accionar. El Programa fue iniciado por
el Ministerio de Salud de la Nación de Argentina en 10 provincias en
1962, impulsado por los resultados de los estudios tanto
clínico-epidemiológicos de los Doctores Mauricio Rosembaum y José
A. Cerisola16, 17, publicados en 1957-1961, como de aplicación de
insecticidas18, 19. Estos datos permitieron relacionar la infección
por T. cruzi con el desarrollo de trastornos de la conducción
cardíaca en una importante proporción de los pobladores rurales de
Argentina. En 1963 el Ministerio evaluó que estos resultados
justificaban la creación de un programa específico. Así organizó
al Servicio Nacional de Control de Chagas. Además del control
vectorial, el Programa comprendía el control de la vía transfusional
y de otras vías de transmisión por sangre. Por ello se creó el
Laboratorio Sanitario, que en 1967 se convirtió en el Instituto de
Diagnóstico e Investigación en la Enfermedad de Chagas «Dr. Mario
Fatalá Chabén» (INDIECH). Este, desde 1997, constituye el Instituto
Nacional de Parasitología «Dr. Mario Fatalá Chabén» y el Centro
Nacional de Enfermedades Endémicas y Emergentes (CeNDIE), coordinados
por la ANLIS «Dr. Carlos G. Malbrán». Desde 1964 hasta 1993, se
desarrollaron métodos diagnósticos que fueron transferidos a las
jurisdicciones, y se organizó una red de más de 400 laboratorios20.
En 1963, el Programa comenzó con 10 estados provinciales, abarcando
un total de 19 desde 1970, todos los que constituían el área
endémica de Argentina. El Programa empleaba las estrategias de
control de insectos desarrolladas en los años 1940, propias de los
programas centralizados y verticales aplicados al control de la
Malaria. Estos programas contaban con un responsable a nivel nacional
y delegados jurisdiccionales. Estos contaban con numerosas brigadas
altamente capacitadas compuestas por tres técnicos, las que rociaban
con insecticidas la totalidad de las viviendas y peridomicilios de un
área en un corto período (fase de ataque). Posteriormente se
realizaban evaluaciones anuales de las viviendas tratadas en busca de
evidencia de reinfestación, y las viviendas reinfestadas recibían un
nuevo tratamiento selectivo (fase de vigilancia). Las decisiones eran
tomadas en áreas distantes del problema, y por lo general, disociadas
de los sistemas provinciales de salud. A pesar de los problemas, las
acciones de control vectorial y transfusional generaron una fuerte
disminución de la seroprevalencia anti-T. cruzi en la población,
como se demostró en varones de 18 o 20 años de todo el país. La
seroprevalencia cayó del 10.1% en 1964 para aquellos nacidos en 1944
al 1.9% en 1993 para aquellos nacidos en 197520. A pesar de ello,
seguían produciéndose casos de Chagas agudo (Dr. Gustavo Barbieri,
Centro de Patología Regional Santiago del Estero, comunicación
personal) y la vigilancia entomológica no se alcanzaba a instalar en
toda el área endémica. Para cambiar esta dinámica, se hacía
necesario investigar nuevas estrategias, alternativas15 a las usadas
por el Programa de control de Chagas.
Investigación de estrategias alternativas y sostenibles del control
de T. cruzi
Con el objetivo de desarrollar una estrategia alternativa de
control de Chagas, el Instituto Nacional de Chagas «Dr. Mario Fatalá
Chabén» y el Programa Nacional de Chagas desarrollaron un proyecto
de investigación operativa basada en la estrategia de Atención
Primaria de la Salud en el Departamento Río Hondo de la Provincia de
Santiago del Estero entre 1985-198915. En esta estrategia el agente
sanitario constituía un efector intermediario con la comunidad, y
empleaba tecnología apropiada para controlar la transmisión. Esta
fue una primera etapa hacia la transferencia a la comunidad de las
medidas de vigilancia entomológica de la transmisión15.
Con el objeto de determinar la presencia del vector en los domicilios
se desarrolló un Sensor Detector de Vinchucas (o sensor María, 21)
que fue más efectivo en la detección del T. infestans que el método
tradicional utilizado por el Programa de Control (búsqueda activa de
los insectos por dos personas durante 30 min en cada vivienda)15. Los
sensores tienen la apariencia de los cuadros comúnmente usados en las
viviendas21. Son cajas chatas que contienen un cartón plegado de
color rosa que simula las condiciones preferidas de habitación de los
triatominos. Este sensor es en realidad un laberinto21 que dificulta y
retarda la salida de los triatominos del mismo, posibilitando que
permanezcan en su interior hasta que sea revisado. El sensor también
permite el hallazgo de huevos, deyecciones, y exuvias de los
triatominos. El agente sanitario revisa estos sensores en cada una de
sus visitas a la vivienda y registra las novedades15. Los pobladores
de las viviendas recibieron información sobre la forma de
funcionamiento y utilidad del instrumento. El sensor además tiene la
particularidad de poder ser utilizado por el propio habitante de la
vivienda15. Efectuada la detección del vector se hace necesario su
control en el interior de la vivienda. Con este objetivo fueron
ensayados potes fumígenos y bombas de rociado de uso manual de 5
litros de capacidad, como las utilizadas en jardinería.
Al comparar esta metodología de detección y tratamiento químico en
manos de un agente de salud de la comunidad con las acciones
desarrolladas por el Programa de control en una etapa de vigilancia se
obtuvieron los siguientes resultados: El sensor detectó un mayor
número de viviendas infestadas que el programa de control15. La
reducción del número de insectos capturados en el interior de la
vivienda fue mayor cuando éstas estuvieron bajo la responsabilidad
del agente sanitario (16.6 veces) que cuando fueron vigiladas por el
Programa de control habitual (4.6 veces). Partiendo de una infección
inicial por T. cruzi del 38% en los T. infestans capturados en las
viviendas, luego de 3 años de vigilancia en las áreas en que
trabajó el agente sanitario no se detectó infección en los
vectores15. En las viviendas trabajadas por el Programa de control la
infección de las vinchucas fue del 10%. Los costos de las acciones
efectuadas por el agente sanitario fueron 5 veces más bajos que los
realizados por el Programa de control17.
El proyecto de intervención con la comunidad fue una segunda etapa en
el acercamiento a ella y en la transferencia de conocimientos y
herramientas. La alternativa desarrollada entre 1991 y 1992 se basa en
la participación comunitaria, entendida como el proceso por el cual
los individuos y las familias asumen la responsabilidad por su propia
salud y bienestar23. La participación es un proceso dinámico en el
cual la gente está conscientemente involucrada en el planeamiento,
implementación, monitoreo, y evaluación de las actividades que
afectan su bienestar23. Esto implica que la comunidad misma selecciona
sus prioridades, colabora con el desarrollo de recursos humanos y la
provisión de recursos materiales, utiliza dichos recursos e
implementa las actividades. La tecnología a utilizar es apropiada a
las condiciones globales del contenido histórico-social de la
comunidad, y en lo posible debe basarse en recursos locales. En el
enfoque participativo la gente está motivada para discutir sus
problemas, y sus puntos de vista son tenidos en cuenta. Se la estimula
a reconocer su propio conocimiento y habilidades. Se desarrollaron y
ensayaron manuales y talleres participativos, con los que se diseñó
un conjunto de actividades probadamente eficaces23. Estos
procedimientos de vigilancia entomológica y tratamiento de las
viviendas infestadas fueron transferidos gradualmente a la comunidad a
través de sus representantes. Los procedimientos se describen a
continuación.
Transferencia de la estrategia participativa empleada entre 1993
y 1998
A fines de 1992 comenzó la transferencia al Servicio Nacional de
Control de Chagas de la Argentina. La transferencia a la comunidad se
inició formalmente en 1993, con las acciones horizontalizadas
utilizando una estrategia participativa. La instrumentación de una
cascada de efectores con conducción horizontal permitió una rápida
extensión del programa, logrando de esta manera una cobertura del
100% del área de riesgo en 5 años, un período relativamente corto
si se considera la dimensión del área geográfica cubierta. Desde
1993 a 1998 se entrenó un total de 15.000 agentes de atención
primaria o líderes comunitarios. La cascada de efectores operó de la
siguiente manera:
1) Transferencia a efectores nacionales: realizada mediante talleres
coordinados por los investigadores que desarrollaron la estrategia
horizontal15, 23, y todos los técnicos nacionales que desarrollaron
la estrategia con participación comunitaria 1991-1992).
2) Supervisores nacionales: en 1992 el Servicio Nacional de Chagas
tenía en sus delegaciones 300 técnicos bien entrenados para las
tareas de rociado con insecticidas, entre ellos 30 evaluadores
entomológicos. Todos estos técnicos se capacitaron en 20 talleres
realizados en servicio, en grupos que no superaban los 40 técnicos
nacionales. Cada agente recibió un mínimo de 3 talleres en el
término de 6 meses. De esta fuerza de tareas de 300 hombres, se
seleccionaron 200 a los que se les denominó supervisores, en un
proceso de selección que demandó 2 años y que comprendió una serie
de repeticiones de Talleres y Evaluaciones sobre la calidad del
trabajo a desarrollar.
3) Transferencia a efectores provinciales23: realizada mediante
talleres en servicio dados por (i) Investigadores, (ii) Supervisores
nacionales, y/o (iii) Jefes de Programa provincial, a los técnicos de
los estados provinciales. Quedaron así capacitados un promedio de 20
técnicos por cada una de las 19 provincias intervinientes.
4) Transferencia a efectores comunitarios: los supervisores nacionales
y provinciales capacitaron y capacitan a los agentes sanitarios,
municipales o a representantes comunitarios en talleres locales.
En cuanto al control y la detección de la transmisión por vía
sanguínea, se desarrollaron: (i) Equipos de diagnóstico por
reacciones inmunoenzimáticas y la capacitación correspondiente, y
(ii) el control de calidad del diagnóstico serológico de la
infección por T. cruzi.24. Ambos se transfirieron a la Red Nacional
de Laboratorios. El Programa, a través de los laboratorios del Centro
Nacional de Control de Calidad de Biológicos (miembro de la ANLIS Dr.
Carlos G. Malbrán), el Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario
Fatalá Chabén (miembro de la ANLIS Malbrán), y el Servicio Nacional
de Chagas, desarrolla la capacitación continua de recursos humanos de
la Red, la distribución de reactivos, y el control de calidad de los
procesos y del diagnóstico. Se desarrollaron varios subprogramas:
1. Control de la sangre a transfundir.
2. Detección y tratamiento tripanocida de los niños menores de 15
años en las zonas bajo vigilancia entomológica.
3. Detección y tratamiento de los niños recién nacidos de madre
infectada por T. cruzi.
4. Control de los dadores y receptores de transplantes de órganos.
Evaluación
Después de finalizada la transferencia de tecnología, los
investigadores tomaron el rol de evaluación del programa en total,
quedando el CeNDIE/ANLIS Malbrán como evaluador externo nacional del
Programa. El sistema permite realizar una evaluación rápida a
distancia, teniendo en cuenta tres indicadores de la situación de la
transferen-cia de la estrategia de control a la comunidad: vigilancia,
compromiso, y transferencia. La metodología de selección y tamaño
de las áreas y localidades a evaluar en cada nivel están
determinadas en el Manual distribuido a los Jefes nacionales y
provinciales de Programa25. Esto permite hacer un seguimiento de la
calidad del trabajo desarrollado en campo en función de la
transferencia de la vigilancia a la comunidad, de modo de asegurar la
soste-nibilidad del control y poder instrumentar medidas correc-tivas
rápidas en los diferentes niveles de responsabilidad.
Resultados
Al comenzar el programa con la estrategia participativa y
tecnología apropiada, la infestación domiciliaria promedio del país
fue del 25%. A raíz de ello, entre 1993 y 1998, se debieron rociar en
fase de ataque con insecticidas unas 675.000 viviendas. En 1992, la
cobertura de instalación de la vigilancia entomológica para el total
del área en riesgo (850.000 viviendas) fue menor del 40% (320.000
viviendas). Los programas provinciales utilizaron la estrategia
normatizada por el Programa Nacional en sus respectivas
jurisdicciones. Los efectores variaron desde agentes rentados,
sanitarios o municipales, hasta voluntarios designados en
representación de las comunidades. Las acciones provinciales se
reforzaron por el Servicio Nacional de Chagas (SNCh) y sus sedes en
Catamarca, Córdoba, Salta, Santa Fe y Tucumán. Desde 1994, avanzado
el proceso de reforzamiento en las provincias donde el Programa
Nacional tiene bases, sus agentes pudieron actuar apoyando a la
provincia de Santiago del estero, cubriendo el área desde los 4
puntos cardinales: Norte (SNCh Tucumán y SNCh Salta), Oeste (SNCh
Catamarca), Este y sur (SNCh Córdoba).
Durante el período 1993-1998 se realizaron 4.917 talleres
participativos donde asistieron por primera vez o se reentrenaron
15.500 agentes comunitarios, docentes, y agentes sanitarios. Se
realizaron 50 talleres para médicos y bioquímicos.
En 1996 el SNCh Tucumán reforzó a la provincia de Santa Fe, donde
los 3 departamentos considerados de riesgo no habían sido rociados
con insecticidas en fase de ataque en los últimos 20 años. A partir
de esta acción los 3 departamentos endémicos recibieron 2 rociados
por vivienda, y se está instalando la vigilancia con una reducida
comisión nacional, con sede en el norte de la provincia donde se
localiza el problema. También en 1996, el SNCh Córdoba comenzó a
reforzar a las provincias de La Rioja (con apoyo del SNCh Catamarca),
San Luis, y San Juan. Salvo en San Luis, estas acciones han
finalizado.
El rápido avance en la instalación de la vigilancia fue posible por
el trabajo de los líderes y representantes de la comunidad. En los 6
años se han puesto en vigilancia unas 830.000 viviendas. La
estrategia participativa adoptada por el Programa de Control para la
eliminación de la transmisión es el único sistema que asegura el
mantenimiento sustentable de las acciones en el tiempo, no sólo
considerando las situaciones locales, sino evaluando las tendencias
socioeconómicas globales. El proceso de ajuste presupuestario del
Estado en que se encuentran hoy y se proyectan para el futuro
inmediato las economías mundiales, proceso del que Argentina no está
excluida, refuerza aún más la necesidad de aplicar una estrategia de
diversificación de actores y responsabilidades operativas. En este
escenario, y para el logro de los objetivos propuestos, ha sido
fundamental el mantenimiento de la prioridad que el Ministerio de
Salud de Argentina ha concedido al funcionamiento del Programa.
Con los laboratorios de la Red, los Institutos de la actualmente ANLIS
Malbrán desarrollan la capacitación continua de recursos humanos,
distribuyendo reactivos y realizando el control de calidad de los
procesos y del diagnóstico. Estas actividades se aplican al
diagnóstico y control de la sangre a transfundir, del niño recién
nacido, y la vigilancia serológica. En el período 1992-1998, se
estudió un total de 112,724 embarazadas en maternidades del área
endémica. La prevalencia de serología positiva al T. cruzi fue de 9%
en 1997 y del 6% en 1998. La Red de laboratorios de control de Chagas
en la sangre a transfundir realiza el control de un promedio de
520.000 donaciones por año; estos datos incluyen solamente la
información recibida en el Centro Nacional Red de Laboratorios de
ANLIS Malbrán. A través de la Sociedad Argentina de Transplantes de
órganos, se han difundido las normas de control propuestas en 1994
por el Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala
Chabén11.
Dentro de las actividades del Programa, entre 1994 y 1998, se ha
estudiado un total de 500,040 niños de 6 meses a 14 años de edad que
residían en el área bajo vigilancia entomológica. Los niños
confirmados infectados se dirigieron a atención médica.
Perspectivas futuras
Existe una alta posibilidad de terminar de controlar la
transmisión de T. cruzi en la Argentina con los trabajos a
desarrollar en los próximos 18 meses. Sin embargo, la sostenibilidad
de las acciones dependerá de trabajo adicional con la comunidad al
menos durante 10 años más. Este trabajo es necesario para alcanzar
un cambio de actitudes y prácticas en la población afectada en lo
relativo a la infestación de sus viviendas, al tiempo que se genere
un esperado cambio económico-social que profundice los procesos de
bienestar de la población.
Un esfuerzo social será necesario para cubrir los gastos del Programa
en los próximos 10 años, pero la tasa interna de retorno económico
del control de la transmisión excederá ampliamente este esfuerzo,
tal como lo su-gieren estudios de costo-beneficio26, 27. El costo del
tratamiento anual de un paciente cursando la etapa crónica27 puede
ayudar a mantener la vigilancia en 25 viviendas de las 850.000 bajo
vigilancia entomológica en Argentina. En otros términos, con los
recursos invertidos en el tratamiento de los 700.000 a 800.000
pacientes crónicos de la Argentina, se podría financiar la actividad
de 10 programas como el de Chagas. Es indispensable prevenir la
aparición de nuevos infectados, sean de origen vectorial, congénito,
transfusional u otro, que impliquen una carga adicional de enfermedad
para nuestra población.
Agradecimientos: A todos los habitantes del área rural
semiárida de la Argentina, con los que compartimos la vocación de
proteger a los niños de la infección por T. cruzi. A los
funcionarios del Ministerio de Salud de la Nación, que creyeron en la
efectividad de la aplicación de bases científicas al Programa de
Chagas. Al Dr. Ricardo Gürtler por la revisión del manuscrito.
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y III). Estimación de costos directos e indirectos. Hospital Nacional
de Clínicas, U.N.C. (1990-1992). Trabajo final para optar al título
de Diplomado en Salud Pública. Escuela de Salud Pública. Universidad
Nacional de Córdoba, 1994.
Grupo de Aplicación Operativa
Delegación Sanitaria Federal de Santiago del Estero: Rosita Pasqual y
José Gómez.
Ministerios de Salud provinciales: Lía Herrera de Bizzotto
(Catamarca), Ricardo Leguizamón, Gustavo Barbieri y Teresita de
Pereyra (Santiago del Estero), Jorge Nassir y Graciela Marcon (Chaco),
Alberto Pozzi e Hila Genre de Riboldi (La Rioja), Lilian Della Cha
(Neuquén), Dina de Basualdo (Formosa), Carlos Ripoll y Laura Paredi
(Jujuy); Graciela Franccini de Machuca y María E. Rivas (Corrientes);
Héctor Bernabé (Mendoza); Juan Verón (San Juan); Norma B. de
Espinosi (La Pampa); José Yamashiro (Misiones); Manuel Arca (Entre
Ríos), Raquel Arrieta de Rodríguez (San Luis), Juan C. Bossio,
Cristina Maidana, Graciela Ackar, Juan C. Albi (Santa Fe), Gabriela
Millet y Estela Fontanetto (Córdoba), Nell Bainberg, Susana Romeo y
Edmundo Larrieu (Río Negro), Cristina Mallimaci y Carlos López
(Tierra del Fuego), Marta Verón (Buenos Aires), Graciela López
Lozsada (Ciudad de Buenos Aires), Guillermo Manera (Chubut), Wilma
Krause y Hortencia Cano (Santa Cruz).
Este trabajo está dedicado a la memoria del Dr. Julio A. Cichero y
es un Homenaje al Dr. Humberto Lugones
Grupo de Desarrollo Operativo
Servicio Nacional de Chagas: Sonia B. Blanco, Roberto Chuit
(1985-1997), Víctor Vigil, Cyntya Spillmann, Liliana Tulian, Delmi
Canale y Gladys Romero de González (Córdoba), Joaquín Zárate e
Isolina Flores (Tucumán), Mario Zaidenberg (Salta), Blanca B. de
Bravo y Silvia Canil de Avalos (Catamarca).
Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud «Dr.
Carlos G. Malbrán»: Centro Nacional de Control de Calidad de
Biológicos: Estela N. Cura; Instituto Nacional de Parasitología
«Dr. Mario Fatalá Chabén»: Analía C. Pérez (1985-1989), Ana M.
De Rissio, Concepción A. Luna, Elsa B. Velázquez, Manuel Alvarez,
Nora Malagrino; Instituto Nacional de Producción de Biológicos: Juan
C. Lansetti y Marta Lauricella. Centro Nacional Red de Laboratorios:
Mirta A. Carlomagno.
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