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María Marta Bracco,
Beatriz Ruibal-Ares En 1996 varios trabajos, casi simultáneamente publicados, revolucionaron la investigación sobre SIDA demostrando el papel que desempeñaban los receptores para a y b quimioquinas como co-receptores para la infección por virus de la inmunodeficiencia adquirida, HIV1, 2, 3. En una revisión de Davaro y Bottaro, publicada en 1998 en Medicina4, se discute el papel de las quimioquinas y sus receptores en la infección por HIV. Se reconoció que las b quimioquinas podían interferir la infección de células mononucleares en cultivos primarios por virus «macrofagotrópicos»5 sugiriendo que la inhibición ocurría por competencia con el receptor para b quimioquinas, CCR-5. En líneas generales, actualmente se admite que este co-receptor es de fundamental importancia para la transmisión de HIV a través de las mucosas y para la transmisión de HIV de la madre infectada a su hijo6, 7. A medida que la enfermedad asociada a la infección por HIV progresa, se detectan cepas de HIV más agresivas, capaces de inducir la formación de sincicios, que infectan con gran eficiencia líneas de linfocitos CD4 en crecimiento continuo (cepas HIV «linfotrópicas»). En estos casos, el co-receptor utilizado es el receptor CXCR-4, cuyo ligando natural es una a quimioquina, el factor derivado de estroma (stromal derived factor-1, SDF-1)8. La situación se complica aún más, pues se ha descubierto que muchos otros receptores para quimioquinas pueden funcionar como co-receptores para HIV y que algunos de ellos pueden tener gran importancia en determinados tejidos, como se demostró para el CCR3 que puede actuar como co-receptor para la multiplicación de HIV en el sistema nervioso central9. Entre los hechos que contribuyeron a establecer la importancia de las quimioquinas y sus receptores en la infección por HIV, se destaca la observación de que los individuos homocigotas que presentan una deleción de 32 pares de bases en el gen que codifica para el receptor de b quimioquinas, CCR-5 (CCR-5D32-/CCR-5D32-) son resistentes a la infección por HIV (transmisión sexual)10. En este número de Medicina se publica un estudio sobre la frecuencia de detección del alelo mutado de CCR-5 en la población chaqueña11. En nuestro país, los estudios de Mangano y col.12, referidos a la distribución del alelo CCR-5D32 en niños argentinos y su relación con la transmisión vertical de la infección, fueron pioneros en este campo. Estudios de este tipo son necesarios para establecer parámetros de referencia en la población local, ya que las frecuencias observadas en la población caucásica, no necesariamente ocurren en la población amerindia13. Pero no todas las interacciones de HIV con las células del sistema inmune ocurren por vía de CD4 y los co-receptores de quimioquinas. En una reunión reciente sobre avances en la biología de HIV y su aplicación en el diseño de protocolos terapéuticos contra HIV, Yvette van Kooyk mostró resultados que contribuyen a aclarar las etapas iniciales de la infección con HIV a través de las mucosas14. Demostró que una molécula expresada en la superficie de las células dendríticas de la mucosa pero no en las células de Langerhans, era capaz de unir HIV y transportarlo a los distintos órganos linfáticos, donde ocurre la replicación de HIV en los macrófagos y linfocitos CD4+15. Esta molécula, llamada DC SIGN, pertenece a la familia de lectinas tipo II C y es igual a la molécula que fuera descrita por Curtis y col. en 1992, como lectina de tipo C capaz de unir la glucoproteína de envoltura de HIV, gp12016. Las células dendríticas que transportan HIV unido a DC SIGN no albergan la replicación de HIV pero lo entregan a las células «blanco» para este virus, por lo que se piensa que un receptor de este tipo, independiente de CD4 y de CCR-5, puede tener gran importancia en la infección primaria por vía mucosa. De manera que no todo está dicho sobre receptores y co-receptores para HIV y esperamos ver grandes avances en este campo en los próximos meses.
Bibliografía
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