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VECTORES LIPIDICOS EN TERAPIA GENICA
VECTORES LIPIDICOS
NUEVAS ESTRATEGIAS APLICADAS A LA TERAPIA GENICA
EDER L. ROMERO1, MARIA JOSE
MORILLA1, LAURA S. BAKAS2, 3
1 Departamento de Ciencia y
Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes; 2 Departamento de
Ciencias Biológicas, Facultad de Ciencias Exactas; 3 INIBIOLP,
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de La Plata
Resumen
A
diferencia del resto de las moléculas biológicas, los fosfolípidos
son capaces de autoensamblarse espontáneamente. Con ellos es
relativamente simple generar estructuras selladas extremadamente
estables, de tamaño, forma y empaquetamiento controlables, llamadas
liposomas. En este artículo revisaremos el uso de liposomas para
generar vectores que mejoren los procesos de transfección en células
eucariotas, tanto in vivo como in vitro. Empleando vectores
lipídicos, es potencialmente posible enviar selectivamente un
segmento de ADN a cualquier sitio del cuerpo, forzarlo a ingresar al
interior celular y aun controlar el destino intracelular de la carga
transportada. La clave del éxito de la transfección por medio de
vectores lipídicos radica en que protegen mecánicamente al ADN de la
degradación plasmática, ofreciendo a la vez la oportunidad de
controlar su biodistribución, independientemente del tamaño del
segmento de ADN que se quiera expresar. Asimismo, son no
carcinogénicos y pobremente inmunogénicos. Los avances en la
química de síntesis de lípidos permitirán construir vectores cada
vez más eficientes, que compitan con los altos niveles de
transfección de los vectores virales, sumado a las ventajas de
extrema versatilidad, facilidad de preparación y bioseguridad propias
de las moléculas autoensamblables.
Palabras clave: liposomas, lipoplex, lípidos
catiónicos, encapsulación, terapia génica, transfección
Abstract
Lipid
vectors. New strategies for gene therapy. Phospholipids are
capable of spontaneous self- assembling, a remarkable differential
property if compared with the rest of biological molecules. By their
means it is relatively easy to generate extremely stable sealed
structures, with controlled shape, size and packing, known as
liposomes. In this article, we review the use of liposomes to improve
the transfection process in eucariotic cells, in vitro as well as in
vivo. By employing lipid vectors, it is feasible to selectively
transport a DNA segment to any target of the body, to force it to
enter a cell and once inside it, to exert a control on its ultimate
intracellular fate. The goal of lipid vectors to succesfully transfect
a cell in vivo, lies on the provision of a mechanical protection for
DNA against plasma degradation, together with the possibility of
controlling DNA biodistribution, independently of its size and
sequence. Moreover, lipid vectors are not carcinogenic and are poorly
immunogenic. Current challenge in lipid synthesis allows for a vector
design which should be efficient enough to compete with high
transfection levels of a viral vector, but with the extreme
versatility, simplicity and biosafety characteristic of self
assembling molecules.
Key words: liposomes, lipoplex, cationic lipids,
encapsulation, gene therapy, transfection
Dirección postal: Dra. Eder Romero, Departamento de
Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de Quilmes, Saenz Peña
180, 1876 Bernal, Argentina
Fax: (54-11) 4365-7100 e-mail: elromero@unq.edu.ar
Cómo y por qué buscar nuevas estrategias de liberación en
terapia génica
El tratamiento de enfermedades a través de la estrategia conocida
como terapia génica, consiste en introducir material genético
exógeno en células o tejidos para la cura o mejora de síntomas
asociados1. El material genético puede introducirse en forma de
largas cadenas de ADN o bien en forma ON de 15-20 bases de longitud.
En el primer caso, se busca expresar genes ajenos al genoma original;
en el segundo se desea reprimir la actividad de un único gen por una
variedad de mecanismos.
En sus diferentes formas, la terapia génica puede usarse en el
tratamiento de enfermedades adquiridas (cáncer), heredadas (fibrosis
cística) o como medida preventiva (vacunas). El desarrollo de este
campo se nutre de la biología molecular, que permite producir ácidos
nucleicos en cantidades considerables. Ha probado ser efectiva in
vitro, tanto en sistemas libres de células como en cultivos
celulares. Sin embargo su fin último debiera ser la aplicación
exitosa en seres vivos. Para lograr esto, los plásmidos y
oligonucleótidos deben ingresar al cuerpo (por vía endovenosa,
intraperitoneal, intramuscular, subcutánea, instilación o aerosol) y
atravesar una serie de barreras anatómicas hasta llegar a sus
células blanco, penetrar la membrana plasmática, atravesar el
citoplasma e ingresar al núcleo (excluyendo las estrategias
antisentido), donde deben expresarse y eventualmente, replicarse
correctamente.
Existen muchas maneras de hacer transfección in vitro; in vivo en
cambio, la presencia de barreras anatómicas que en cultivos celulares
no existen, genera formidables problemas. Es claro entonces que,
aparte del diseño correcto del vector de expresión, el cuello de
botella de la terapia génica es el logro de un vector que ayude a
atravesar esas barreras y permita la liberación eficiente de genes en
forma selectiva. Este vector debe ser estable in vitro e in vivo,
proteger al material genético de la degradación frente a nucleasas,
no-tóxico, no-inmunogénico y fácil de preparar en grandes
cantidades.
Se han podido desarrollar diferentes formas de transponer genes al
interior de las células. Por ejemplo, es posible introducirlos
directamente al interior celular por inyección de plásmidos
purificados o usar las técnicas de gene gun. Nosotros nos limitaremos
a revisar las características de aquellas técnicas que empleen
vectores de liberación de genes sitio-específicamente. Veremos que
hoy por hoy, los vectores ideales no existen.
Los ingenios propuestos como vectores pueden agruparse en tres tipos:
vectores físicos (electroporación, microinyección, bombardeo con
partículas), vectores químicos (DEAE dextrán, polibreno-dimetil
sulfóxido, precipitación por fosfato de calcio, liposomas,
conjugados con polilisina) y vectores biológicos (virus). Por razones
de eficiencia y bioseguridad, en la actualidad los vectores más
usados son los virales (adenovirus, retrovirus y virus
adeno-asociados, virus herpex simplex y lentivirus), los liposomas,
polímeros y péptidos. Los vectores virales poseen una eficiencia de
transfección muy elevada; asimismo sus problemas asociados son
varios, entre los que podemos mencionar inmunogenicidad (que elimina a
largo plazo la expresión transgénica), carcinogenicidad y limitada
capacidad de carga en término de tamaño de ácidos nucleicos. Traen
aparejada además la necesidad de contar con la tecnología para
desarrollar virus defectivos en sus mecanismos de replicación. Entre
los vectores no virales, los más usados son los liposomas, que
generan complejos catiónicos o como agentes encapsulantes. En ellos
enfocaremos nuestra revisión.
Si comparamos los vectores liposomales con los virales, las ventajas
de los primeros residen en su no inmunogenicidad, su toxicidad casi
nula y la carencia de limitación en el tamaño del ácido nucleico a
transportar. Su síntesis, además de simple, puede hacerse a la
medida para dirigirlo a un tipo celular dado, además de prepararse en
gran escala. Estos vectores son capaces de liberar ADN o ARN
superenrollado o lineal, con o sin proteínas asociadas, aun a
células que no se dividen y usualmente se preparan con lípidos
biodegradables. Por otro lado, las principales desventajas de los
vectores liposomales son su menor eficiencia de transfección y su
expresión transitoria; sin embargo, esta expresión de corta
duración puede aprovecharse para tratar enfermedades agudas o
crónicas que no requieran reemplazo de genes defectivos.
Actualmente existen kits comerciales para trans-fección génica in
vitro, a pesar de que in vivo aún existen graves problemas de
formulación. Veremos a continuación por qué las formulaciones
comerciales fallan al intentar transfecciones in vivo.
Encapsulación liposomal de ADN versus complejación en lipoplex
Desde 1970 se intentó usar liposomas para el encapsulamiento de
AN, aunque los resultados siempre fueron desalentadores. Fue sin
embargo a partir de la introducción de liposomas catiónicos –que
no encapsulan sino que forman complejos coloidales solubles con el ADN–
conocidos como lipoplex, que se logró liberar genes con una
eficiencia aceptable. Más tarde surgieron técnicas que permitieron
retornar a la encapsulación de ácidos nucleicos con mucha mayor
eficiencia que al principio. Tanto la encapsulación como el
complejamiento con liposomas catiónicos conforman lo que llamaremos
vectores liposomales (Fig. 1). La principal diferencia entre las dos
clases de vectores anteriormente citados radica en que sólo si se
encapsulan los AN, es posible explotar las propiedades de los
liposomas como sistema transportador de drogas, particularmente la
liberación sitio-específica del compuesto encapsulado. Sin embargo,
las formulaciones comúnmente empleadas en terapia contienen lípidos
cargados negativamente y por lo tanto una limitada capacidad para
ingresar al citosol. En cambio el lipoplex, a pesar que la
encapsulación no tiene lugar, la complejación con sus lípidos
catiónicos otorga estabilidad y compactación extra al ADN. La
elevada efectividad de la transfección observada con estos complejos
catiónicos, puede deberse a la atracción electrostática sufrida
hacia las membranas celulares cargadas negativamente. En este caso los
problemas a superar están relacionados con la limitada estabilidad
del complejo in vivo a causa de la interacción con componentes
séricos y la toxicidad celular observada. Actualmente se está
trabajando en el diseño de nuevos lípidos sintéticos que permitan
mejorar la eficiencia de la transfección en cada caso particular.
Como veremos a lo largo de este trabajo, la eficiencia del proceso de
transfección depende de un fino balance en cada uno de los pasos
involucrados, desde la preparación del vector hasta su expresión en
el núcleo. El equilibrio entre el enorme número de variables
involucradas aún no se ha encontrado.
Optimización del empleo de liposomas in vivo
El tipo de liposoma más conveniente para cumplir la función de
transportador de drogas suele ser el que posee mayor tiempo de
residencia en circulación (excepto que las células blanco sean los
macrófagos hepáticos y/o esplénicos). Estos liposomas, llamados
estéricamente estabilizados, se obtienen a partir de la inclusión de
diferentes tipos de moléculas hidrofílicas (estabilizadoras) que
impiden la opsonización de la partícula una vez en el torrente
sanguíneo. El estabilizador más exitoso y ampliamente usado es el
PEG2000. Estos transportadores de larga vida media tienen la
potencialidad de acumularse en el sitio de enfermedad, en zonas donde
exista una permeabilidad vascular anormal, por ejemplo procesos
tumorales o infecciones2.
Una estrategia distinta es emplear liposomas con ligandos
superficiales que les permitan dirigirse específicamente hacia
células blanco que contengan los receptores apropiados. Los complejos
ligando-receptor deben ser internalizables por una ruta endocítica;
de otra manera sólo se cumpliría con el paso inicial de unión a la
membrana plasmática y no habría posibilidad de ingreso del contenido
encapsulado al interior celular.
No debe olvidarse que los liposomas rara vez se fusionan
espontáneamente con las membranas celulares. Si la formulación
liposomal no posee ninguna de las características anteriormente
mencionadas, la entrada al interior celular se dificulta enormemente a
menos que las vesículas sean fagocitadas. Sin embargo, si bien la
fusión de la membrana plasmática con el liposoma es un hecho poco
frecuente, es posible inducirla si se simulan ciertos mecanismos de
entrada virales, fundamentalmente de virus Sendai3. También se han
usado componentes sensibles a la caída de pH que se registra a
continuación de la endocitosis, de manera que el liposoma fusione su
membrana con la membrana endosomal4. Ambas estrategias finalizan en la
fusión intermembranas. Dado que la simple incorporación de material
fusogénico puede desestabilizar las membranas, hay creciente interés
en el uso de liposomas sensibles a pH con ligandos específicos unidos
a su superficie conocidos como inmunoliposomas5.
En términos generales, al formular liposomas capaces de encapsular
sustancias para ser transportadas hacia un tipo celular blanco, deben
reunirse las siguientes condiciones: capacidad para circular por largo
tiempo, unión específica a receptores celulares, con fusión
subsecuente disparada por mecanismos similares a los de los virus.
Encapsulación de ácidos nucleicos en liposomas
El empleo de liposomas como agentes para encapsular y liberar
sitio-específicamente AN, es una extensión natural de su aplicación
como sistema de liberación controlada de drogas.
Debido a que el ADN existe en solución como una molécula lineal6, su
eficiencia de encapsulación es mucho menor que para otras
macromoléculas. La eficiencia del proceso puede incrementarse
cambiando las propiedades físicas del ADN en solución. Es sabido que
la disminución del tamaño del ADN facilita su interna-lización. Sin
embargo, esta compactación ha de ser reversible, ya que para la
transfección y expresión genética el ácido nucleico debe estar
descondensado.
Es importante destacar que el ADN unido a proteínas o compuestos
orgánicos permanece competente para la transfección. El ADN puede
condensarse por asociación con proteínas o pequeñas moléculas
orgánicas para incrementar la eficiencia de transfección7. Sin
embargo, no todos los polielectrolitos catiónicos son apropiados para
condensar al ADN que se quiere encapsular; por ejemplo, los complejos
con histonas, forman agregados cuyo encapsulamiento es imposible8. La
asociación con lisozima, una proteína básica que se asocia con ADN
a pH fisiológico, origina un incremento de 100 veces en la eficiencia
de transfección. Resultados similares se obtuvieron condensando el
ADN con proteínas de bacteriófagos.
La desventaja del encapsulamiento de ADN en liposomas es que
prácticamente está limitado al uso de especies lipídicas cargadas
negativamente, lo que limita su aplicación in vivo. El mayor
inconveniente es su reducida interacción con las membranas celulares
y por lo tanto su incapacidad de ingresar al citosol. Actualmente se
intenta realizar modificaciones químicas de estas moléculas que
permitan superar el problema, incrementar su vida en circulación y
asegurar su ingreso al citosol.
La mayoría de las técnicas de encapsulación para aplicación in
vivo emplean liposomas sensibles al pH, que liberan el contenido en
respuesta a un pH bajo. Típicas composiciones son DOPE y un lípido
ligeramente ácido, como ácido oleico o hemisuccinato de colesterol
(CHEMS). El DOPE tiene una cabeza pequeña en relación con su
porción hidrofóbica, que desestabiliza las membranas por formación
de fases hexagonales HII cada vez que se halla en medios ácidos. Se
cree que la presencia de estos lípidos fusogénicos causa la
disrupción del endosoma y liberación del ADN atrapado al citosol.
Complejación de ácidos nucleicos en lipoplex
A diferencia de la encapsulación de ácidos nucleicos en
liposomas, la complejación de ácidos nucleicos para formar lipoplex
se lleva a cabo muy velozmente, entre segundos a minutos. El lipoplex
se forma por interacciones electrostáticas entre las cabezas de los
lípidos y las cargas negativas de los ácidos nucleicos. Cuando la
suspensión liposomal se pone en contacto con el ADN, la energía
liberada en la interacción durante la mezcla rápida es muy elevada;
presumiblemente, esta energía se use en reordenamientos de las
bicapas que conducen a la formación del complejo. Los lipoplex son
heterogéneos en tamaño y forma dependiendo de la relación lípido
catiónico/ADN, relación de cargas, concentración, estructura de
lípidos y método de preparación. Debe ser tenido en cuenta que la
interacción electrostática primaria depende de la fuerza iónica del
medio. La baja fuerza iónica de las soluciones empleadas en la
preparación del lipoplex maximizan esta interacción, mientras que en
condiciones fisiológicas la elevada fuerza iónica contribuye a la
desestabilización del complejo.
Se ha avanzado mucho en la química de síntesis de lípidos
catiónicos, piedra fundamental en la obtención de complejos de
elevada eficiencia de transfección. Básicamente todas las moléculas
de lípidos usados tienen una porción hidrofóbica, un grupo cabeza
polar y una zona de unión entre cadenas hidrofóbicas y cabezas
polares.
Ejemplos de lípidos comúnmente empleados en terapia génica son:
DOTMA, DOSPA, DOTAP, Tfx-50, DOSPER, DOGS y DDAB; TM y TPS; DMRIE y
DLRIE. Otro grupo de lípidos empleados en la preparación de
liposomas para terapia génica derivan del colesterol: DC-col, lípido
67, BGSC, BGTC.
Lipopoliplex: complejos liposomas-policationes-ADN
Existen ciertas dificultades asociadas a la administración in vivo
de los lipoplex: tienden a agregarse para formar partículas grandes y
heterogéneas, lo que disminuye su eficiencia de transfección, y se
unen inespe-cíficamente a componentes séricos negativos. Las
proteínas séricas pueden disgregar al lipoplex, lo que causa la
destrucción prematura del ADN; por último, los lipoplex son
rápidamente destruidos por el sistema mononuclear fagocitario (SMNF).
Si se tiene en cuenta que la causa principal de agregación de los
complejos es la pobre condensación del ADN con lípidos catiónicos,
esto puede impedirse por el agregado de policationes, que aumenten el
grado de condensación del ADN. Así, al agregar un policatión de
elevada densidad de carga a una mezcla de ADN y lípidos catiónicos,
se forma un vector autoensamblado más compacto que el lipoplex,
denominado lipopoliplex9. A este efecto, puede usarse L-polilisina o
protaminas provenientes de esperma10. Las protaminas parecen ser más
efectivas que las polilisinas y menos tóxicas para uso humano; son
moléculas pequeñas (5000 PM), con un 66% de residuos de arginina. Se
cree que poseen señales de localización nuclear (SLN) que pueden
facilitar la entrada de los genes al núcleo desde el citoplasma, lo
que constituye una ventaja sobre la L-polilisina.
Vectores lipídicos y oligonucleótidos: una perspectiva diferente
La captación celular de los ON antisentido desnudos es muy pobre.
En forma de lipoplex o encapsulados en liposomas, la captura celular
se incrementa. Sin embargo, el diseño de vectores de targeting de ON
está menos desarrollado que para las largas secuencias de ADN. La
generación de lipoplex es dificultosa, dado que los ON son segmentos
cortos que no forman estructuras ordenadas, ya que no pueden
condensarse y no tienen rigidez. Por otro lado, su encapsulación en
liposomas aún no ha podido llevarse a cabo con elevada eficiencia,
dada su extrema hidrofilicidad y su carácter ácido. A pesar de las
dificultades para lograr la complejación o encapsulación de ON en
vectores lipídicos, estas pequeñas moléculas ofrecen la siguiente
ventaja: unos pocos ON antisentido son suficientes para ejercer una
actividad terapéutica, ya que la cantidad de moléculas de ARNm es
pequeña comparada con el número de copias de proteínas que produce.
Asimismo, la inactivación de la traducción también se dispara a
través de la activación de ARNasa H; este mecanismo catalítico de
amplificación de señales reduce la cantidad de ON necesarios para
bloquear eficientemene la expresión de un gen.
La liberación in vivo de ON encapsulados en liposomas aún no ha sido
adecuadamente estudiada. A diferencia de los liposomas, los complejos
catiónicos parecen ser mejores para proveer una liberación
intracelular de ON antisentido, al menos in vitro. Probablemente estos
complejos sean captados por endocitosis y el camino endocítico se
interrumpa, permitiendo la liberación intracitoplasmática del
material encapsulado, que luego se transporta al interior del núcleo
por un proceso independiente de energía.
Estabilidad de liposomas y lipoplex in vivo
Ciertos parámetros son útiles para caracterizar las formulaciones
liposomales o complejos lipídicos; citaremos: a) porcentaje de carga,
definida como la cantidad de carga de droga asociada a liposomas o
complejos catiónicos en comparación con la cantidad de droga libre
en solución u otro estado, b) eficiencia de carga o porcentaje de
encap-sulación, correspondiente al monto de agente capturado en la
preparación y c) liberación o cantidad de agente liberado de las
partículas transportadoras en diversas condiciones que induzcan
pérdida o liberación controlada.
En general, para la administración endovenosa se requiere un alto
porcentaje de carga seguido de una alta tasa de liberación en el
sitio blanco. Los liposomas pueden cumplir con este requerimiento; si
se diseñan apropiadamente, retienen el material genético encapsulado
in vivo eficientemente y puede regularse la tasa de liberación de
material genético, a la vez que se lo protege mecánica y
fisicoquímicamente11. Los lipoplex, en cambio, son extremadamente
inestables en plasma12.
El proceso de transfección
El proceso de transfección es complejo. Los pasos probables están
resumidos así: (Fig. 2).
1. Unión de complejos o liposomas a moléculas en fluidos
biológicos.
2. Transporte desde el sitio de inyección hasta la superficie celular
blanco.
3. Unión a la superficie blanco.
4. Captura celular por endocitosis.
5. Liberación del complejo del endosoma.
6. Descobertura del ADN
7. Captura al interior nuclear.
8. Expresión del gen.
Es sabido que las moléculas pequeñas entran por difusión pasiva y/o
transporte activo al interior celular. Las moléculas grandes en
cambio, penetran por fusión de membranas, pinocitosis, endocitosis,
fagocitosis y/o endocitosis mediada por receptores.
La relación estequiométrica lípidos catiónicos/ADN, la forma del
complejo y el tipo de lípido del lipoplex o liposoma afecta la tasa
de entrada del vector liposomal a través de la membrana celular13. En
un primer paso el transportador lipídico se asocia con la membrana
celular aparentemente a través de la interacción con proteoglicanos
sulfatados, luego es internalizado, principalmente por endocitosis.
Las transfecciones a líneas celulares deficientes en proteoglicanos
han fallado debido a deficiencias a nivel de la unión superficial y
la internalización posterior4. Sin embargo, aquellos lipoplex que
tuvieron mejores uniones superficiales, no necesariamente produjeron
los mayores niveles de expresión transgénica15.
Una vez que el vector lipídico es incorporado a las células, el
plásmido y su vector son retenidos en los endosomas, que se mueven a
lo largo de los filamentos del citoesqueleto alejándose de la
membrana celular vía filamentos de actina, usando GTP como fuente de
energía. Las miosinas de clase I también participan en los caminos
endocíticos. La interacción de los lípidos con las membranas
endosomales juega un rol muy importante en la transfección. El
material dentro de los endosomas tiene tres destinos eventuales: I)
fusionarse con lisosomas, donde las enzimas lisosomales digieren el
material exógeno, II) translocarse fuera de las células o III)
liberarse al citosol. Es sabido que la expresión transgénica se
incrementa cuando el contenido plasmídico endosomal se libera al
citosol III. DOPE, un lípido adyuvante, participa en la ruptura de la
membrana en condiciones ácidas, por sufrir una transición a fase
hexagonal II. Si se sustituye DOPE por DOPC, estabilizador de la
estructura de bicapa, la expresión transgénica disminuye16. Ciertos
lípidos o polímeros sintéticos tienen capacidad buffer, como la
polietilenimida que inhibe la actividad de enzimas lisosomales
acídicas por disminución de concentración de protones, promoviendo
la liberación del plásmido17. También son capaces de aumentar la
expresión transgénica los inhibidores de enzimas lisosomales
catepsina D y cloroquina.
La fusión con proteínas virales como la hemaglutinina puede
desestabilizar membranas endosomales por cambios de conformación a pH
ácido. Así, se han usado péptidos fusogénicos que copian las
funciones de las proteínas de fusión virales e incrementan la
eficiencia de transfección transgénica. Estos péptidos tienen una
estructura de a-hélice hidrofóbica a pH ácido que cambian a
conformación al azar e hidrofílica a pH neutro.
Los modelos in vitro que usan liposomas cargados negativamente para
simular el entorno endosomal, sugieren que los plásmidos son
liberados de los endosomas como moléculas desnudas, por atracciones
electros-táticas entre lípidos catiónicos y lípidos aniónicos, en
la hoja citoplasmática de la membrana endosomal18. El plásmido
liberado subsecuentemente entra al núcleo y ocurre la transfección.
Sin embargo, la penetración nuclear es uno de los pasos más
difíciles del evento de transfección intracelular. La transfección
a células sincronizadas muestra que los eventos mitóticos pueden
incrementar la eficiencia de transfección19. La expresión
transgénica puede incrementarse por lo tanto, estimulando la
proliferación celular, ya que durante la mitosis se produce la
apertura nuclear que permitiría el ingreso del plásmido. Es posible
dirigir la entrada al núcleo si se usan histonas unidas a plásmidos
que proporcionan secuencias consenso de SNL18.
En definitiva, no se conocen bien los mecanismos de entrada de
plásmidos al núcleo. Una hipótesis, nacida de observaciones por
microscopia electrónica, sugiere que los lípidos de complejos
ADN-liposomas pueden fusionarse con la envoltura nuclear para
facilitar la entrada nuclear del plásmido. La entrada de ciertos
plásmidos es independiente del proceso de proliferación celular;
este sería un tipo de entrada especial, dependiente de la secuencia
específica del plásmido.
Una vez dentro del núcleo, el proceso de transcripción está
finamente regulado y requiere de la presencia de factores
transcripcionales del hospedador para iniciar la reacción. La tasa de
transcripción depende de la estructura genética del vector, como la
fuerza del promotor y la presencia de un enhancer. La mayoría de los
vectores actualmente usados incluyen fuertes promotores virales, como
el promotor del citomegalovirus. Un problema es que ciertos promotores
no virales son capaces de inducir una respuesta inmune, a través de
la generación de altos niveles de citoquinas, como factor de necrosis
tumoral a y g-interferón, las cuales siner-gísticamente inhiben la
expresión transgénica20. Comparado con los promotores virales, un
promotor b-actina constitutivo produce 5 veces mayor expresión
transgé-nica bajo las mismas concentraciones de citoquinas que en el
caso anterior. Como la degradación nuclear del plásmido liberado
causaría una expresión transgénica transitoria, el diseño de un
vector episómico podría resultar en expresión transgénica
aumentada y duradera. Hay un vector episómico, producto de una
modificación del vector SV40 (107/402-T) que contiene un antígeno
grande SV40 T mutado en posiciones 107 y 402, que ofrece replicación
del vector en modelos tumorales y duración prolongada de la
expresión transgénica. El uso de un vector episómico derivado del
papovavirus humano también ha demostrado una duración prolongada en
la expresión transgénica in vivo por hasta 3 meses21.
Problemas inherentes a la administración in vivo de lipoplex
Cuando se piensa en extrapolar resultados experimentales de
sistemas in vitro a condiciones in vivo, es importante saber que no se
ha hallado correlación en la eficiencia de transfección entre ambas
condiciones. Por ejemplo, la relación óptima ADN/lípidos
catiónicos es diferente en ambas condiciones. La estabilidad de los
complejos en plasma es uno de los factores más importantes que hacen
a la diferencia entre resultados in vivo e in vitro. In vivo se
requiere un exceso de cargas positivas del complejo para neutralizar
las proteínas séricas de carga negativa22. Asimismo, el
comportamiento de las células en cultivo suele diferenciarse mucho
del de las células in vivo, por ejemplo con respecto a la capacidad
fagocítica. En cultivos celulares se requiere poco ADN para la
transfección y no importa si está precipitado. La aplicación de
complejos o liposomas precipitados a un cultivo celular no reduce la
eficiencia de transfección; las mismas condiciones aplicadas in vivo,
generan una eficiencia de transfección sumamente baja. Las razones de
este fracaso residen en el gran tamaño y la desigual morfología de
los complejos generados a partir de kits comerciales. Asimismo, la
transfección es dosis dependiente y usando kits comerciales la dosis
de ADN transferida es muy baja para ser empleada in vivo, dada la
degradación que sufre en circulación. Debe tenerse en cuenta que in
vivo, fundamentalmente en la administración endovenosa, están en
juego la farmacocinética, biodistribución y estabilidad del
lipoplex. En el otro extremo, si los lipoplex van a ser administrados
localmente, pueden usarse las mismas formulaciones que para
transfectar in vitro, como es el caso de la administración
intratumoral (que proporciona una mínima interacción con el entorno
fisiológico, disminuyendo los problemas de degradación), la
instilación intratraqueal, aerosoli-zación o ruta intraperitoneal.
La administración intramus-cular y subcutánea son casos intermedios
entre los extremos in vitro y la administración intravenosa. Es claro
entonces, que para cada ruta de penetración los lipoplex deben tener
una estructura y carga neta diferentes; por ejemplo, para la vía
endovenosa deben ser muy pequeños y muy compactos, lo que no es
fundamental para trabajar in vitro. Independientemente de la
destrucción que pueden sufrir por parte de las proteínas
plasmáticas, una vez en sangre los lipoplex circulan libremente hasta
que son capturados, fundamentalmente por las células de Kupffer en el
hígado. No están capacitados para extravasar ni siquiera a través
de las fenestraciones endoteliales hepáticas23. La biodistribución
de estos complejos, dependerá de la tasa relativa de fagocitosis de
los macrófagos hepáticos y esplénicos, y a la posibilidad de
atrapamiento mecánico en sitios donde los capilares tienen una luz
demasiado angosta como los pulmonares. La biodistribución en ratas,
luego de la administración endovenosa, muestra que el pulmón es el
órgano más transfectado (en células endoteliales), obedeciendo a un
comportamiento del tipo dosis-respuesta24, 25. En hígado y bazo en
cambio los lipoplex son capturados fundamentalmente por los
macrófagos.
En terapia génica se cuenta con la ventaja de poder expresar
selectivamente proteínas en sitios particulares, ubicando promotores
tejido-específicos en el transgen. Si bien los lipoplex son
inestables en plasma, parte de su inestabilidad consiste en la
formación de agregados, durante los cinco primeros minutos de
circulación; a continuación se descomponen por interacción con
proteínas plasmáticas. Frecuentemente, se registra leucopenia y
trombocitopenia asociada a su administración. Estos agregados son
importantes a la hora de transfectar pulmones, ya que las partículas
quedan atrapadas en la luz del angosto endotelio capilar. Regulando
las relaciones lípidos catiónico: adyuvante y ADN: lípido cargado,
puede controlarse la agregación. La naturaleza del lípido adyuvante
afecta la tasa de agregación; por ejemplo, sustituyendo DOPE –un
adyuvante común in vitro– por colesterol, se obtiene expresión
transgénica más intensa y por más tiempo in vivo; de esto se
desprende que los complejos con DOPE son más lábiles in vivo que in
vitro.
Administración en animales modelo
La eficiencia de la transfección en animales modelo se mide a
través de la expresión de una proteína reportera, la CAT. El blanco
tisular más estudiado en animales experimentales es el pulmón. Un
hecho a remarcar es que de acuerdo a la ruta de administración, no
sólo las formulaciones han de ser distintas, sino que las eficiencias
de transfección son en extremo variables. En términos generales, la
administración de lipopoliplex por vía sistémica produce
transfecciones muy poco eficientes. Empleando instilación traqueal,
los órdenes de expresión son de 15-125 ng proteína CAT/mg de
proteína en pulmón. En contraste, los niveles de expresión
obtenidos por administración sistémica a blancos pulmonares son
mucho menores: unos 1-2 ng CAT/mg de proteína en pulmón. Cambiando
el tipo de lípido, recientemente se ha logrado incrementar muchísimo
los niveles de expresión luego de la administración sistémica de
complejos de DOTAP: 0.5 µg cat/mg de proteína en pulmón de ratón.
También se halló expresión en otros 12 tejidos, aunque de 100 a
1.000 veces menores. Transportadores que unan un ligando adecuado (por
ejemplo, asialofetuína) incrementan la expresión en el hígado hasta
7 veces. En resumen, para cada tipo de célula blanco deben prepararse
transportadores ad-hoc.
Administración en humanos
Actualmente la terapia génica con vectores lipídicos se halla en
etapa de pruebas clínicas en humanos, sólo para vectores del tipo
lipopoliplex, no aún para liposomas. Es sabido, por ejemplo, que la
expresión por parte de células tumorales de la proteína HLA-B7
(perteneciente al sistema inmune y componente del antígeno mayor de
histocompatibilidad), induce la generación de linfocitos T
citotóxicos responsables de reconocer tales células como extrañas y
eliminarlas selectivamente. En protocolos clínicos se inyectaron
lipopoliplex con el ADNc de HLA-B7 intratumoralmente, a unos 90
pacientes que fallaron en responder a terapias estándar de
tratamiento de cáncer. El 60% de los pacientes sufría de melanoma
maligno. En un 33% de los casos, el tumor en el sitio de la inyección
regresó completamente. En un 5%, el tratamiento con lipopoliplex fue
capaz de reducir los tumores que no habían sido inyectados.
También se usaron lipopoliplex para expresar genes de la proteína
del sistema inmune interleucina 2 (IL-2) para tratar tumores renales.
Es sabido que la administración endovenosa de IL-2 desnuda, trae
aparejados serios efectos colaterales; sin embargo al complejarla con
lipopoliplex e inyectada intratumoralmente, se observó un gran
incremento local de la concentración de IL-2, sin efectos tóxicos
locales o sistémicos.
En fibrosis cística, los lipopoliplex de DC-col se han utilizado en
forma de aerosol, para liberar localmente genes de CFTR (proteína
reguladora de conductancia transmembrana) defectiva en esa enfermedad,
a células del epitelio nasal26, 27. En 6 de los 7 pacientes se
detectó ARNm de CFTR, sin toxicidad asociada. El defecto en el canal
de conducción de cloruros mediados por AMPc, típico de la fibrosis
cística, se rectificó parcialmente en algunos pacientes. Similares
resultados se obtuvieron recientemente con formulaciones de DOTAP
combinado con DC-col28, 29.
En la leucodistrofia de Canavan, una enfermedad autosómica recesiva,
luego de la inyección intracraneal directa de lipopoliplex de
L-polilisina, DC-col y un gen de la aspartoacilasa (ASPA),
desaparecieron los signos de acumulación de N-acetil aspartato, un
metabolito neurotóxico, en o cerca del sitio de inyección. Tampoco
se observaron efectos tóxicos30.
Conclusiones
Los virus son efectivos en transferir genes a células, porque han
evolucionado mecanismos especializados que les permiten unirse a tipos
celulares específicos y liberar eficientemente su carga al interior
celular. Sin embargo, los problemas asociados a su uso como vehículo
de liberación asistida de genes son: a) algunos virus pueden
disrumpir el ADN de las células que infectan; b) los virus atenuados
pueden cambiar una vez en el interior del hospedador y volver a tener
actividad patogénica y c) el paciente puede generar una respuesta
inmune contra el virus. Esto último podría destruir al virus y a las
células infectadas antes de que el gen enviado actúe, inutilizando
la estrategia terapéutica. Por estas razones, se trata de buscar
vectores que no sean agentes infecciosos para descargar genes u ON
exógenos en células enfermas. Asimismo, debe considerarse la
posibilidad de que se requieran tratamientos repetidos, en vez de una
única dosis de terapia que produzca una cura permanente. Los vectores
lipídicos pueden ser muy útiles en los tratamientos repetidos, ya
que no generan respuestas inmunes. Tampoco existe el peligro de daño
por reactivación ni de disrupción de genoma; esto pone a los
vectores lipídicos muy por encima de los virus en términos de
bioseguridad. Por otro lado, los datos reunidos al presente indican
que las eficiencias de transfección in vivo de los lipoplex,
comparadas con las eficiencias de los vectores virales son bastante
inferiores. En términos generales, puede hacerse la siguiente
estimación: algunos virus son casi 100% efectivos en la liberación
de su genoma a las células invadidas; esto implica que 103 virus
infectarán a 103 células que son sus blancos naturales, es decir,
invadirán eficiente y selectivamente 103 células del tipo correcto.
En cambio para transfectar 103 células con lipoplex, se requerirán
aproximadamente 106 copias de genes terapéuticos en 106 lipoplex:
esto significa que su eficiencia es 1.000 veces menor. Si bien los
lipoplex se obtienen simple y velozmente, no pueden almace-narse;
deben ser preparados y administrados en el momento. Al presente, la
forma y el tamaño de los lipoplex son casi incontrolables y es sabido
que la forma y tamaño son factores de peso a la hora de definir una
determinada biodistribución, cuando se administran sisté-micamente.
Por ello y por su absoluta inestabilidad en plasma, su uso está
limitado a la administración local. Los liposomas son vectores mucho
más estables in vivo que los lipoplex; en esto y en el hecho de que
pueden sintetizarse con ligandos y estructuras adecuadas que permitan
dirigirlos hacia un blanco celular particular radica su enorme
potencialidad. Sin embargo, la optimización de la encapsulación de
una droga en particular es trabajosa y difícil de escalar
industrialmente. El tiempo de almacenamiento de las formu-laciones es
bajo, en general de unos pocos meses y aún no se conocen datos
relativos a los AN; sin embargo, su almacenamiento es posible, lo que
abre buenas perspectivas en el campo farmacológico. Actualmente
existen en el mercado sólo cinco formu-laciones liposomales de drogas
antiparasitarias y antineoplásicas. Si bien el desarrollo de una
formulación liposomal es lento y los problemas de escalaje industrial
son grandes, dado que es posible incrementar el índice terapéutico
de una droga encapsulada hasta 103 veces, la estrategia de
encapsulación liposomal de AN ofrece un campo inexplorado que
mereciera investigarse todavía más.
Las soluciones salinas de oligonucleótidos fosforo-tioatos, (los más
estudiados), inyectadas endovenosa-mente se distribuyen ampliamente
por todos los tejidos, con excepción del cerebro. Esto tiene una
ventaja potencial en caso que la enfermedad presente una variedad de
tejidos blanco, ya que los oligonucleótidos llegan masivamente a casi
todos los tejidos. En tanto el antisentido no afecte los tejidos
sanos, no sea tóxico y su actividad bloqueante sea suficiente por sí
misma como para revertir la enfermedad, esta estrategia no presenta
inconvenientes. Este es el único caso en que los ON antisentido
funcionan con moderada eficiencia in vivo en animales modelo y en
ciertos estudios clínicos.
Uno de los principales problemas asociados a la administración in
vivo de los ON fosforotioato, es la necesidad de contar con un sistema
que desvíe la distribución sistémica únicamente hacia los tejidos
blancos, dada su elevada toxicidad renal, independientemente de su
secuencia. Utilizar un sistema transportador, ya sea liposomal o
lipoplex, para modular su biodistribución y para reducir su
toxicidad, otorgaría la ventaja de incrementar la exposición a
tejidos enfermos para una misma dosis, o aun dosis menores, lo que
reduciría el elevado costo de estos derivados.
Una alternativa a la administración sistémica de los
oligonucleótidos, ya sea encapsulados, complejados o libres, es la
inyección intra-cerebroventricular o vía catéter asociado con
angioplastia; también la inyección directa en tumores y
administración en la vía porta para targeting en el hígado. La
administración local de complejos catiónicos antisentido puede ser
una estrategia efectiva, ya que por este medio se puede lograr
liberación intracelular muy eficiente; con liposomas sería muy
costoso y no justificable. Sin embargo, aún falta mucho trabajo para
demostrar que esto puede llegar a funcionar efectivamente en
enfermedades humanas. Por último, el targeting a tumores sólidos, ya
sean lipoplex o liposomas, y la liberación intracelular
verdaderamente eficiente, es todavía una realidad no cumplida. Quedan
por desarrollarse sistemas transportadores de drogas altamente
estables en circulación (los lipoplex son lábiles) que puedan
penetrar efectivamente la masa tumoral y su extravasación quede
reducida a las inmediaciones de la vasculatura (no es posible reducir
el diámetro de un liposoma por debajo de los 50 nm), sin acceder a
las zonas más profundas.
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Fig. 1.– Representación esquemática de varios modelos de lipoplex.
I Modelo estequiométrico. II ADN condensado recubierto por lípidos.
III ADN condensado, encapsulado en liposoma de estructura elongada.
IV. Agregados esféricos con halo fibrilar (espaghetti y albóndigas).
V. Estructuras de fase hexagonal inversa, con hélices de ADN formando
canales acuosos en fase líquido cristalina. VI. Modelo de fase
lamelar intercalada: ADN condensado bidimen-sionalmente en sandwich
con bicapas catiónicas que forman fases lamelares intercaladas. Puede
presentarse como estructuras planas o esféricas.
Fig. 2.– Eventos intracelulares: desde la formación de los
complejos ADN-liposomas hasta la síntesis de proteínas.
Abreviaturas
ADN: ácido desoxirribonucleico
ARN: ácido ribonucleico
CAT: cloramfenicol acetil transferasa
DC-COL: (3b [N-(N’-dimetilaminoetil)-carbamoil] colesterol)
DMPC: 1,2 dimiristoilfosfatidilcolina
DMRIE: (±)-N-(2-hidroxietil)-N, N, dimetil-2,3-bis
(tetradecicloxi)-1-propaminim bromide)
DOPC: 1,2 dioleoilfosfatidilcolina
DOPE: 1,2 dioleoilfosfatidiletanolamina
DOSPA:
2,3-dioleoiloxi-N(2(espermincarboxiamido)etil)N-N-dimetil-1propanoamonio
trifluoroacetato
DPPC: 1,2 dipalmitoilfosfatidilcolina
DSPE: 1,2 diestearoilfosfatidilcolina
EDTA: etilendiaminotetracetato
ON: oligonuceótidos
PEG: polietilenglicol
SMNF: sistema mononuclear fagocitario
SLN: señales de localización nuclear
VML: vesículas multilamelares
VU: vesículas unilamelares
VUG: vesículas unilamelares grandes
VUP: vesículas unilamelares pequeñas
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