12 de enero de 2021
Desde la Sociedad Argentina de Investigación Clínica (SAIC) estamos observando con preocupación la difusión de información falsa pseudocientífica, que parece tener como objetivo generar temores en la población y evitar que las personas se vacunen para protegerse de la infección causada por el virus SARS-CoV-2. Llama la atención que muchas personas que manifiestan este temor se han inyectado a lo largo de su vida numerosas vacunas contra todo tipo de infecciones virales o bacterianas,y reciben todos los años las conocidas vacunas antigripales. Debido a esta situación nos sentimos en la obligación de transmitir a la población nuestro total y absoluto convencimiento de que todas las vacunas contra la COVID-19 que la ciencia mundial ha producido en tiempo récord y han avanzado satisfactoriamente en la fase definitiva de investigación clínica (fase 3), tienen la máxima seguridad que es posible obtener y constituyen la única herramienta eficaz para vencer la pandemia, que tanto daño está causando a la humanidad en general y a nuestro país en particular. El mecanismo básico de acción de las vacunas actuales contra la COVID-19 es esencialmente el mismo que se viene utilizando desde que Edward Jener lo aplicó en la primera vacuna contra la viruela en 1796 y que finalmente permitió erradicar esta enfermedad en 1980. El mismo consiste en inyectar el agente patógeno inactivado o alguno de los elementos que lo constituyen para estimular el sistema inmunológico a producir defensas específicas. A partir de ese momento, estas defensas quedan preservadas y listas para atacar al patógeno en el caso que éste ingrese a nuestro cuerpo. La vacunación imita un proceso que ocurre naturalmente durante toda nuestra vida, ya que cuando el cuerpo es invadido por un microorganismo patógeno se pone en marcha una respuesta similar, denominada inmunidad natural. En otras palabras, podríamos decir que permanentemente nos estamos “vacunando”, pero a riesgo de sufrir complicaciones severas al cursar la enfermedad natural. La vacunación ha permitido erradicar o controlar fuertemente enfermedades como difteria, tétanos, tosferina, poliomielitis, sarampión, rubéola,parotiditisy gripe, además dela ya citada viruela, entre otras. Vale remarcar que en 2018 hemos asistido en nuestro país a un importante incremento de los casos de sarampión, debido a que muchos padres han dejado de vacunar a sus hijos. Muchas personas transmiten su preocupación en el sentido que ninguna vacuna se ha creado en tan poco tiempo como las actuales vacunas contra la COVID-19. Es cierto que los procesos de verificación de seguridad y efectividad de estas vacunas se han desarrollado excepcionalmente rápido, lo cual es lógico dada la gravedad de la pandemia. Grupos de investigación se pusieron a disposición de este objetivo y varios estados tomaron como responsabilidad aportar a las fases clínicas, incluyendo nuestro país que ha participado en la fase 3de varias vacunas. Por otro lado, es importante resaltar que se han cumplido todos los pasos que se requieren para comprobar la seguridad y efectividad de las vacunas, y las mismas han sido autorizadas para su aplicación en seres humanos por las más importantes y prestigiosas agencias regulatorias de medicamentos del mundo, incluyendo la ANMAT en nuestro país. Respecto de la primera vacuna a la cual ha accedido nuestro país -la Sputnik V-luego de la aplicación de cerca de 90.000 dosis se reportó menos del 4% de reacciones adversas (como fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares o molestias en el sitio de inyección), siendo en la gran mayoría de los casos leves o moderadas.Este porcentaje se encuentra dentro del rango esperable para otras vacunas antivirales probadas incluidas en el calendario. Se está empezando a avanzar en pos del objetivo de vacunar a una proporción importante de la población, que a futuro permitirá controlar la pandemia. Es absurdo tirar por la borda todo el sacrificio que la sociedad ha realizado hasta ahora. Mientras se alcanza este objetivo debemos seguir sosteniendo las medidas preventivas: usar tapabocas, respetar el distanciamiento y evitar las aglomeraciones, usar alcohol en gel y lavarse las manos con frecuencia, y ventilar los espacios cerrados. En síntesis, recomendamos mantener los cuidados y vacunarnos tan pronto como sea posible. Es el único camino para controlar la pandemia, y así salvar vidas y solucionar los problemas sociales y económicos que está causando. Para finalizar queremos hacer nuestras las palabras vertidas en la reciente:“Declaración de la comunidad universitaria y científica argentina frente ala campaña de vacunación COVID-19”cuya lectura recomendamos enfáticamente (el documento puede leerse en la página de nuestra sociedad https://www.saic.org.ar/): “Instamos a los medios de comunicación y a las distintas expresiones de la política partidaria a brindar un tratamiento responsable de la temática relacionada con las vacunas contra COVID-19. La eficacia de las vacunas, el resultado de estudios científicos, el rol de profesionales de la salud y organismos de regulación, no pueden ser puestos en duda en la búsqueda de rédito político coyuntural”.
Comisión directiva de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica
Presidente Alejandro Curino
Vicepresidente Daniel Alonso
Secretario Alejandro Urtreger
Tesorera Laura Todaro
Prosecretaria Stella Ranunculo
Combatientes de Malvinas 3150 (en Revista Medicina) | 1427-Capital Federal. Tel: 4523-4963 .
E-mail:secretaria@saic.org.ar., www.saic.org.ar
Sociedad Argentina de Investigación Clínica Personería Jurídica Nº C-5336Reg. Nac. de Entidades de Bien Público Nº 786
COMUNICADO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA ACERCA DE LA NECESIDAD DE VACUNACIÓN PARA COVID
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