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- EL ABSCESO DEL MUSCULO PSOAS ILIACO
ADRIAN SALVATORE, MIGUEL PAVLOVSKY, MIGUEL MAXIT, LUISA de
WOUTERS,
HUBER VALDIVIA
Servicios de Clínica Médica y Diagnóstico por Imágenes,
Hospital Privado de Comunidad, Mar del Plata
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- Palabras clave: psoas, absceso
Resumen
- Se
relata la experiencia del Hospital Privado de Comunidad en catorce
pacientes que sufrieron abscesos del psoas ilíaco, atendidos
entre 1983 y 1995. Se trata de una dolencia de diagnóstico
difícil como lo sugiere en parte la demora diagnóstica (seis
semanas de promedio) y el número y la variedad de diagnósticos
diferenciales mencionados al ingreso (promedio de tres por
paciente). Predominaron los pacientes de sexo femenino. La fiebre
fue el signo más frecuente. El dolor referido al muslo estuvo
presente en algo más de la mitad de los enfermos y el signo del
psoas se apreció en poco más de un tercio de los mismos. Aun
encontrándose este signo no siempre orientó al médico tratante
al diagnóstico correcto. De los catorce casos, dos fueron
considerados como primarios y doce como secundarios (a
osteomielitis, infección urinaria y tumores). La punción del
absceso fue de gran utilidad para detectar el germen causal; la
utilidad de los hemocultivos fue menor. Predominaron los gérmenes
Gram+ como agentes causales. La TAC fue de gran utilidad cuando se
correlacionaba con el cuadro clínico; la ecografía en cambio
sólo fue concluyente en un pequeño número de casos. El
tratamiento asoció el uso de antibióticos al drenaje por tubo o
punción. La mortalidad estuvo vinculada a neoplasias subyacentes.
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- Summary
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- Psoas
iliac muscle abscess
The experience with 14 patients affected of abscess of the psoas
iliac muscle, attended at a general hospital through 1983-1995 is
analized. This is a disease difficult to diagnose; it is usually
diagnosed after a long delay (average of 45 days); it affects
mainly women (rate F/M 11: 3), with a mean age in our patients of
50.4 years (14-79). The most frequent sign was fever (86% of the
patients). Pain involving the thigh was present in 57%, and the
psoas' sign in 36%. Even when this sign was present it did not
always orient to the correct diagnosis. In two cases, the abscess
was considered primary and in twelve it was associated to
osteomyelitis, urinary tract infection or tumor (cancer of colon,
metastasis in small bowell, melanoma and cancer of cervix). Gram
smears and cultures of the material obtained by puncture were
useful for detecting the causal germ, but blood cultures were
inferior in yielding it (1 positive in 8 cases). Gram positive
germs were predominant (Staphylococci coag. + in 4, Staph. coag. -
in one, b hemolytic Streptococci, 1). Gram negative germs were
associated with urinary tract infections and staghorn lithiasis.
In one case the etiology was TBC. Abdominal TAC was diagnostic
when correlated with clinical data in 100% of the cases; ecography
was diagnostic in only 2 of 11 cases. Patients were treated with
antibiotics and percutaneus drainage; the only deaths occurred in
patients with cancer.
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- Dirección postal: Dr. Adrián Salvatore, Servicios de
Clínica Médica y Diagnóstico por Imágenes, Hospital Privado de
Comunidad, Córdoba 4545, 7600 Mar del Plata, Argentina
Recibido: 25-VII-1995 Aceptado: 7-XI-1995
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La etiología del absceso del músculo psoas ilíaco (API) ha
variado a lo largo del tiempo, así como su tratamiento, siendo
difícil su diagnóstico debido a la proteiforme presentación.
Una reseña histórica nos lleva a 1881 cuando Herman Mynter
describe en el Buffalo Medical Club un absceso del psoas de origen
desconocido1; luego en 1886 Reginal Fitz reporta el primer absceso
cuyo origen es una apendicitis2. Hasta el año 1966 se consideraba
al API como sinónimo de espondilitis (mal de Pott) o sacroileitis
tuberculosa3. Revisiones de la literatura desde 1966 al presente
demuestran una disminución en la etiología tuberculosa4, 5
siendo el origen bacteriano no específico el predominante6, 7, 8.
La infección del músculo psoas ilíaco dada su situación
anatómica de contacto con estructuras abdominales, pélvicas y
raquis, suele ser consecuencia de la propagación de una
infección desde estructuras adyacentes; y ello explica la
confusión diagnóstica con patologías de esos órganos. Sin
embargo, una serie de casos al igual que el descripto por Mynter,
no tienen una causa obvia, por lo cual se divide a estos abscesos
en primarios y secundarios. Las formas clínicas de presentación
son variadas y sus manifestaciones insidiosas e inespe-cíficas
contribuyen a la demora en el diagnóstico.
En la actualidad, el desarrollo de la ecografía y tomografía han
facilitado y en especial acelerado su diagnóstico y tratamiento,
disminuyendo la mortalidad y necesidad de procedimientos
quirúrgicos.
Se ha revisado la experiencia en el Hospital Privado de Comunidad
de Mar del Plata con el fin de:
1. Establecer la etiología de los abscesos del psoas y compararla
con la bibliografía.
2. Establecer el tiempo que demandó llegar al diagnóstico y
determinar qué diagnósticos diferenciales se propusieron.
3. Determinar la frecuencia de aparición de los signos, síntomas
y anormalidades de laboratorio.
4. Evaluar la utilidad de los métodos de diagnóstico y del
drenaje percutáneo como tratamiento asociado a la
antibioticoterapia.
5. Determinar la frecuencia de los gérmenes causales.
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- Pacientes y métodos
Es un trabajo retrospectivo para lo cual se revisaron por archivo
las historias clínicas del Hospital Privado de Comunidad de Mar
del Plata entre 1983 y 1995, obteniéndose 14 de ellas con
diagnóstico y tratamiento de API.
Cabe señalar algunas definiciones para poder facilitar la lectura
de los resultados. Se considera fiebre al ingreso, a un registro
³ 37,8C; dentro de los síntomas y signos incluimos el
"signo del psoas", considerado como específico para el
diagnóstico de esta patología. Este es objetivado cuando el
paciente presenta flexión antálgica de muslo y pierna sobre el
abdomen.
Se interpreta como leucocitosis al RTO de GB > 10.000 mm3 y
anemia a una Hb < 14 gr% para el hombre y < 12 gr% para la
mujer; siendo la ERS tomada como patológica cuando fuera mayor de
50 mm en la primera hora.
Los informes ecográficos no concluyentes son aquellos que no
mencionan entre las posibilidades diagnósticas al API. Debe
remarcarse que los informes ecográficos fueron correlacionados
con la historia clínica adjuntada al solicitarlo, al igual que
las tomografías.
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- Resultados
La edad promedio fue de 50,4 años con un rango de 14 a 79 años.
Tal vez la edad promedio no represente fielmente la distribución
por edad. Se encontraron 5 casos en la séptima década de la vida
y 4 en la sexta, encontrándose el resto distribuido
heterogéneamente. Once pacientes eran mujeres y tres varones.
En esta serie los síntomas y signos más frecuentes fueron:
fiebre (12 ptes.), astenia y adinamia (8 ptes.), dolor referido al
muslo (8 ptes.), pérdida de peso (7 ptes.), signo del psoas (5
ptes.), dolor abdominal (5 ptes.), dolor lumbar (3 ptes.),
paraparesia, escalofríos y diarrea en 2 pacientes respectivamente
y finalmente masa palpable y dolor a la palpación abdominal 1
paciente (Tabla 1).
Dentro de los datos de laboratorio anormales al ingreso fue una
constante la eritrosedi-mentación acelerada, en todos los casos
por encima de 90 mm en la primera hora. Presentaron anemia y
leucocitosis 12 pacientes (85,7%).
Los agentes etiológicos involucrados fueron extraídos de los
cultivos de la punción del absceso que se realizó en 13
pacientes o de hemocultivo (un caso). En un caso no se envió
material a laboratorio.
De las 13 punciones 12 fueron positivas en el examen directo de
Gram. En cuatro casos no se obtuvo desarrollo en los cultivos. En
siete casos el germen involucrado fue un coco gram positivo: 4
Estafilococo coagulasa (+), 1 Estafilococo coagulasa (-), 1
Estreptococo Beta hemolítico grupo A y el caso 12 con cocos gram
(+) en el directo que no desarrollaron en el cultivo a pesar de no
haber recibido antibióticos previamente. Dos pacientes tenían
flora polimicrobiana (cocos gram (+) y bacilos gram (-)), uno
desarrolló E. Coli y el otro no desarrolló, habiendo recibido
anti-bióticos previamente. Se cultivaron enterobac-terias en tres
casos: 1 E. Coli, 1 Proteus Mirabilis y un paciente con E. Coli
más Proteus Mirabilis. El caso 13 presentó examen directo y
cultivo negativo para gérmenes comunes y Baar, pero se
interpretó como probable agente causal al "Micobacterium
tuberculosis" dentro de un cuadro de tuberculosis diseminada.
Se hemocultivó a 8 pacientes y sólo uno fue positivo en 2/2
muestras con Estafilococo coagulasa (+); el mismo presentó cocos
gram (+) al directo del material del absceso, con cultivo negativo
bajo antibióticos (Caso 5, Tabla 2).
La patología causal más frecuente fue la osteomielitis piógena
(5 casos). En tres casos fue de localización sacroilíaca: dos
por E. coag. (+) (uno como foco secundario de sepsis de la
comunidad) y un E. coag. (-); otro presentó compromiso de
articulación coxofemoral en paciente diabético con flora
polimicrobiana; el caso 10 fue un paciente parapléjico que
presentó absceso de músculo ilíaco izquierdo originado por una
artro-osteomielitis coxofemoral secundaria a una escara infectada,
el germen aislado fue E. beta he-molítico grupo A. En todos se
llegó al diagnóstico con el apoyo de gammagrafía ósea (Tabla
2). La infección urinaria fue hallada como patología causal en 3
casos (casos 1, 8 y 9) determinándose en el primero, la presencia
de abscesos perinéfricos en la TAC de abdomen, que desarrollaron
E. coag. (+) en el cultivo. Hubo correlación entre el germen del
urocultivo y del material del absceso en los dos restantes con
desarrollo de enterobacterias (Tabla 2). Debe comentarse la
presencia de litiasis coraliforme como causa de infección
urinaria recurrente en el caso 8, de litiasis con reflujo
vesicoureteral bilateral en el caso 9 y litiasis más diabetes en
el caso 1.
Tres casos de la serie estuvieron asociados con neoplasias. Un
paciente con cáncer de colon izquierdo, con obstrucción del 90%
de la luz, diagnosticado posteriormente al drenaje del absceso. Un
segundo caso secundario a complicación posquirúrgica de una
obstrucción intestinal secundaria a metástasis de melanoma, que
fistulizó a piel y cabe mencionar particularmente el caso 12
donde la alteración de la arquitectura muscular por la
infiltración neoplásica del cáncer de cuello uterino (por
contigüidad) puede haber favorecido la formación del absceso.
En el caso 13, secundario a TBC diseminada con localización
ginecológica, pleuroperitoneal y dérmica, se llegó al
diagnóstico por biopsia de peritoneo que presentó peritonitis
granulomatosa tuberculoide con focos de necrosis y tinción de
Zeil Neilsen negativa, la buena respuesta del cuadro al
tratamiento con tuberculostáticos apoya esta hipótesis
diagnóstica. Debido a la ausencia de patología causal 2 casos
fueron interpretados como primarios; el hallazgo en el material de
punción de un Estafilococo coag. (+) en el paciente número 3 de
la serie lo caracteriza sin dudas como tal. El otro será
comentado en la discusión. Sólo 3 pacientes de la serie eran
diabéticos.
El tiempo promedio de demora diagnóstica fue 45 días con un
rango de 7 a 210 días. Con respecto a los diagnósticos
diferenciales planteados en los cinco pacientes que presentaron
signo del psoas al ingreso, sólo en tres de ellos se consideró
la posibilidad de un API inicialmente (infección intraabdominal y
tumor retrope-ritoneal fueron los diagnósticos propuestos al
ingreso en los otros dos pacientes).
Se consideraron tres diagnósticos diferenciales de ingreso por
paciente, siendo los más frecuentes infección urinaria,
carcinoma de origen variado, lumbociatalgia, endocarditis
bacteriana y trombosis venosa profunda.
En todos se confirmó el diagnóstico por medio de Tomografía
Axial Computada. La TAC del absceso de etiología tuberculosa
mostró calcificación y localización bilateral, aclarando el
compromiso pleural y ginecológico.
La ecografía presentó dificultad para visualizar abscesos
pequeños e informó erróneamente masas de características
sólidas en algunos casos. Se realizó en 11 pacientes siendo el
informe de 2 concluyente para el diagnóstico; en otros 7 la
ecografía no fue concluyente presentando alteración pero no
indicando el diagnóstico; en 2 casos fue informado como normal
(Tabla 2).
Se realizó colon por enema en 3 pacientes, siendo anormal sólo
en uno con diagnóstico de cáncer de colon izquierdo que fue la
causa predisponente. El tratamiento utilizado fue la
antibioticoterapia en todos, asociado a la colocación de tubo de
drenaje por punción percutánea en nueve de los casos, punción
percutánea en dos con evacuación del material purulento, drenaje
quirúrgico en dos y espontáneo a través de fístula en uno.
La técnica utilizada para colocación de un tubo de drenaje
percutáneo fue bajo anestesia local, localizando el absceso
previamente por TAC; y bajo control radioscópico se realizó el
drenaje con guía metálica, dilatador de piel, catéter
multife-nestrado de 16 French y luego se lavó la cavidad con
solución fisiológica.
Sólo un paciente tratado con tubo de drenaje percutáneo,
presentó recidiva a los tres meses debido a la persistencia de
los cálculos coralifor-mes; los casos evacuados por punción no
manifestaron evidencias de recidiva. Sólo uno de los 2 casos en
los que se realizó abordaje quirúrgico, presentó al mes de
realizado formación de abscesos glúteos por el mismo germen
(Caso 4). El caso 9 presentó episodios recurrentes de abscesos
perianales y escrotales. No se observó mortalidad relacionada con
el episodio infeccioso. Solamente tres pacientes fallecieron en el
seguimiento, debido a su enfermedad neoplásica de base (cáncer
de colon, metástasis intestinal de melanoma y cáncer de cuello
uterino). Todos los pacientes fueron seguidos hasta la actualidad
y sólo se desconoce la evolución de uno luego del sexto mes del
alta.
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- Discusión
El origen de los API primarios sigue siendo un enigma, habiéndose
propuesto la diseminación linfática o hematógena desde un sitio
oculto asociado o no con un traumatismo u otro factor de isquemia
muscular que favorezca la siembra en el músculo9,10, 11, 12, 13.
Se ha demostrado que la inyección de dosis subletales de
Estafilococo dorado endovenosa en animales de experimentación no
es suficiente para causar la formación de abscesos
intramusculares en músculo sano14. Apoyan esta hipótesis el
hecho de que en un total de 562 casos de septicemia por E. aureus
(de 3 series distintas) el absceso muscular fuera encontrado sólo
en 2 casos15, 16, 17, 18.
De un total de 367 casos de API revisados por Ricci et al de la
literatura mundial6 286 fueron considerados primarios, de los
cuales 200 ocurrieron en países en vías de desarrollo con
predominio en menores de 20 años. El 88,4% fueron causados por
Estafilococo dorado, el 4,9% Estreptococos, el 2,8% E. coli; 41,7%
presentaron hemocultivos positivos. La mortalidad de este grupo
fue de 2,4%.
Los abscesos secundarios actualmente se ven principalmente en
pacientes con enfermedad de Crohn (en Estados Unidos y Europa),
seguido por apendicitis, inflamaciones o neoplasias de colon,
infecciones óseas, discales y de vías urinarias6, 7, 8, 19, 20,
21. Los enfermos crónicos, así como los alcohólicos y
desnutridos, están predispuestos12-22. Los abscesos se presentan
en pacientes de edad avanzada y de acuerdo con la revisión de
Ricci6, los cultivos de flora mixta se ven en un 55,7% conteniendo
el 82% gérmenes entéricos. La mortalidad fue de 18,9%.
En esta serie se encontró como causa principal del absceso del
psoas la osteomielitis. Consideramos que debido a la baja
incidencia de enfermedad de Crohn en Sudamérica, es que no cobra
mayor importancia la patología inflamatoria intestinal como
factor predisponente de absceso del psoas. La Tabla 3 muestra la
diferencia entre esta serie y la de la Mayo Clinic en relación a
la patología predisponente. Otra de ellas muy poco frecuente, la
hidatidosis23, 24, ha sido descripta en 5 pacientes de una serie
de 18 casos. Esta elevada frecuencia tal vez se deba, como lo
remarcan sus autores, al área rural que rodea al Hospital; si
bien nuestro hospital se encuentra en situación geográfica
similar no tenemos la misma experiencia.
El origen tuberculoso fue menor a lo esperado. Tal vez el aumento
de la incidencia de la tuberculosis como complicación del
síndrome de inmunodeficiencia adquirida haga reaparecer esta
etiología entre las más frecuentes.
Dos casos de la serie no tienen causa predisponente. Un paciente
con cultivo con E. Coli sólo presenta como causa predisponente el
tratamiento con corticoesteroides en forma prolongada por
hepatitis crónica (Caso 6). El caso 3 fue interpretado como
estafilocóccico primario debido a la ausencia de factor
predisponente y el hallazgo en el cultivo del absceso de
estafilococo coagulasa (+). Presentó un curso similar al
descripto en otras publicaciones, de comienzo insidioso lo cual
explica una demora diagnóstica de 2 meses y con buena evolución
al realizar el tratamiento.
Cabe mencionar la difícil distinción existente entre el API
primario por estafilococo coagulasa (+); y el que se puede
observar en la piomiositis tropical (que puede desarrollarse en
áreas no tropicales)25. La piomiositis tropical suele ocurrir en
población joven con antecedentes de traumatismo previo y el
rendimiento de los hemocultivos es bajo (5%). En contraste el API
primario por estafilococo coagulasa (+) suele no tener antecedente
de traumatismo y el hemocultivo es positivo hasta un 40%6.
Las manifestaciones clínicas del absceso del psoas suelen ser
poco específicas y resulta imposible establecer el diagnóstico
durante un tiempo. El relato del dolor sin localización exacta y
la larga evolución desorientan al médico, hasta que comienza con
temperaturas en picos. Signos más específicos como el
"signo del psoas" han sido vistos hasta en el 15-30% de
los casos19. En nuestra serie fue hallado en los casos 3, 4, 6, 7
y 12 (35,7%) y se relacionó con gran tamaño del absceso en la
tomografía. No se encontró relación entre un mayor tiempo de
evolución y la aparición de este signo, ni con los gérmenes
involucrados. En la serie, la demora diagnóstica promedio fue de
6 semanas lo que concuerda con lo publicado13.
La ubicación anatómica del músculo psoas ilíaco pone de
manifiesto los posibles diagnósticos diferenciales que podemos
plantearnos.
El dolor lumbar irradiado a muslo, motiva también la
disquisición diagnóstica de una discopatía, llegándose en
ciertos casos a practicarse una mielografía. También puede
pensarse en infección urinaria o artritis séptica de cadera26.
El cuadro de repercusión general, y la presencia de fiebre con
eritrosedimentación acelerada sin foco claro, motiva en algunos
casos la presunción diagnóstica de endocarditis bacteriana de
evolución subaguda.
Previamente a la introducción de nuevos métodos por imágenes,
la pielografía endovenosa era considerada como el método
diagnóstico de elección (orientaba el diagnóstico en un 50% de
los casos).
Con el advenimiento de la ecografía, tenemos un método de mayor
eficacia, poco costo y fácil realización. Aunque suele fallar
cuando el absceso es pequeño, cuando se trata de un flemón o se
ve dificultada por gas interpuesto en intestino. Debe considerarse
además la calidad de los equipos y el oficio del ecografista.
A pesar de ser más costosa, la tomografía demuestra claramente
la anatomía normal y anormal y debido a su sensibilidad (100%) es
considerada el método de elección para la detección del absceso
del psoas. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que puede
requerir una precisa correlación clínica para diferenciarlo de
un tumor o un hematoma27. En el pasado, los abscesos del psoas no
tratados o que recibían únicamente antibioticoterapia tenían
una mortalidad cercana al 100%. Para su manejo óptimo se requiere
drenaje del mismo asociado a antibioticoterapia. La mortalidad en
estos casos es mucho menor, 2,5% en los abscesos primarios
(generalmente por retardo o por terapéutica insuficiente) y 18,9%
en los secundarios (en su mayoría por sepsis a punto de partida
gastrointestinal)6, 8, 28.
El drenaje percutáneo resulta adecuado8, 28 cuando no se tiene
indicación de cirugía a cielo abierto, ya que es un método de
menor costo que la cirugía, de baja morbilidad y con bajo índice
de recidivas cuando se le asocia a una antibioti-coterapia
adecuada. La cirugía queda limitada a los casos en que deben
realizarse resecciones intestinales, como en la enfermedad de
Crohn o adenocarcinoma de colon, donde de no resecarse el segmento
de intestino enfermo, aumenta la probabilidad de recidiva.
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- TABLA 1.- Signos y síntomas al ingreso
n %
- Fiebre 12 85,7
Astenia adinamia 8 57,1
Dolor referido al muslo 8 57,1
Pérdida de peso 7 50,0
Signo psoas 5 35,7
Dolor abdominal 5 35,7
Dolor lumbar 3 21,4
Paraparesia 2 14,2
Diarrea 2 14,2
Escalofrío 2 14,2
Dolor a la palpación 1 7,1
Masa palpable 1 7,1
TABLA 3.- Causas de absceso del psoas. Comparación de 2 series
Mayo Clinic H.P.C.
(n = 43) (n = 14)
1974-86 1983-95
- Enfermedad intestinal 32,5% -
Crohn 23% -
diverticulitis 4,6% -
cáncer 4,6% 21,4%
osteomielitis 25% 35,7%
complicación posquirúrgico 11,6% 7,1%
estafilococo prim. 6,9% 7,1%
absceso pancreático 4,6% -
infección urinaria - 14,3%
absceso perinéfrico 4,6% 7,1%
TBC 2,3% 7,1%
vertebral ginecológica
causa no determinada 2,3% 14,2%
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