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HIPERTENSION, INSUFICIENCIA RENAL Y ANGINA EN ENFERMEDAD
RENOVASCULAR Y CORONARIA-
Reunión anatomoclínica efectuada en el Instituto de
Investigaciones Médicas Alfredo Lanari el
5/V/1995.
Editores: Dres.
H. Lago y A. Grinberg.
M. A., sexo masculino, edad 71 años, H. C. 79766. Ingresó:
2-11-94 y falleció 3-11-94. A 3022.
Antecedentes: En 1963, por cáncer de testículo, se le
realizó orquiectomía, vaciamiento ganglionar y radioterapia.
En 1970 tuvo hiperuricemia y episodios de gota. En 1978
desarrolló hemorragia digestiva alta y la endoscopía demostró
úlcera duodenal. En 1985 se realizó hernioplastía inguinal
izquierda. En 1987 comenzó con hipertensión arterial, que se
trató con dieta. En septiembre de 1990 se registró
hipertensión arterial que llegó a 230/120 mmHg y en el fondo
de ojo se encontró hemorragia retiniana, motivo por el cual se
decidió su internación (1ra. internación).
La hipertensión arterial fue refractaria inicialmente al
tratamiento con nifedipina, captopril y diuréticos. Se
constató por laboratorio insuficiencia renal crónica. No
tenía antecedentes de diabetes, pielonefritis ni era fumador.
Al examen físico, además de la hipertensión, se le
auscultaron soplos en ambas arterias femorales.
El electrocardiograma tenía ritmo sinusal, bloqueo completo de
rama derecha y hemibloqueo anterior izquierdo.
La radiografía de tórax (Rx Tx) evidenció aumento de la
relación cardiotorácica. El ecocardiograma bidi-mensional
demostró dilatación de ventrículo izquierdo (56 mm), leve
engrosamiento septal con hipocinesia y buena función
sistólica. La ecografía renal mostró un riñón derecho de
7,2 cm y el izquierdo de 10,6 cm.
El hematocrito era de 44%, leucocitos 8000 por mm3, urea 2,1
g/l, Na 141, K 6,0 mEq/l, colesterol 226 mg/dl, sedimento
urinario normal, creatinina 3,8 mg/dl, clearance de creatinina
39 ml/min, gases con FlO2 de 0,21, PO2 92 mmHg, pH 7,32, PCO2 33
mmHg, CO3H- 17 mEq/l, a/A 0,92, anion indeterminado (anion gap)
24 mEq/l. La hipertensión arterial se controló y se otorgó el
alta con nifedipina, furosemida, metildopa y dieta hipoproteica.
Evolucionó con leve mejoría de la función renal y en enero de
1993 tenía creatinina de 2,45 mg/dl, urea de 1,2 g/l y
clearance de creatinina de 45,6 ml/min. Se cambió la metildopa
por atenolol.
Entre mayo y julio de 1993 volvió a deteriorarse la función
renal a 3,5 mg creatinina y a 25 ml/min el clearance de
creatinina, que coincidió con hipertensión arterial. El
23/6/93 se internó por segunda vez por hipertensión arterial y
dolor precordial atípico que hizo sospechar enfermedad
coronaria. Presentó además, lumbalgia y fiebre con próstata
dolorosa al tacto. El laboratorio mostraba hematocrito 41%,
leucocitos 11000 por mm3, urea 1,25 g/l, Na 137 mEq/l, K 4,4
mEq/l, sedimento urinario normal, ácido úrico 10 mg/dl,
creatinina 3,25 mg/dl, PO2 71 mmHg, PCO2 38,5 mmHg, pH 7,44,
CO3H- 19,2 mEq/l y a/A 0,62 con FlO2 de 0,21. El urocultivo pre
y post-masaje prostático fue negativo. Se controló la presión
arterial y el ECG no tuvo cambios significativos, por lo que se
dio el alta el 1/7/93. El 3/8/93 se internó nuevamente por
precordialgia atípica y fiebre. El ECG no mostró cambios y las
enzimas cardíacas fueron normales. Los leucocitos eran 5600 por
mm3, urea 0,91 g/l, Na 120 mEq/l, K 4,2 mEq/l, creatinina 3,76
mg/dl, clearance de creatinina 29 ml/min, GOT 16 U/l, GPT 26
U/l, gamaglutamil transpep-tidasa (GGT) 96 µ/l, CPK 54 U, LDH
238 U, PO2 90 mmHg, PCO2 29 mmHg, saturación oxígeno arterial
89,8%, pH 7,45, CO3H- 20 mEq/l, a/A 0,51.
Al examen físico se auscultaron rales crepitantes bilaterales
en ambas bases. La Rx de tórax evidenció infiltrados
intersticiales alveolares bibasales a predo-minio derecho. Se
medicó con antibióticos (Ampicilina-Sulbactam) y balance
hidrosalino negativo, evolucio-nando favorablemente. Se fue de
alta medicado con aspirina, nifedipina, furosemida y prazosin,
el 20/8/93. El 4/9/93 volvió a internarse por astenia, vómitos
y distensión abdominal. El abdomen se palpaba blando, indoloro
y depresible con ruidos hidroaéreos conser-vados. En la
radiografía de abdomen había distensión de asas colónicas.
Los estudios de laboratorio mostraron hematocrito 38%, glóbulos
blancos 8300 por mm3, urea 1,75 g/l, Na 119 mEq/l, K 4,2 mEq/l y
crea-tinina 7,25 mg/dl. Se repuso sodio sin éxito y desarrolló
hipertensión arterial. Se trató con restricción hidrosalina y
diuréticos. El 6/9/93 inició hemodiálisis con blanco de urea
1,8 mg/min y Na 128 mEq/l. Un nuevo ecocar-diograma 2D mostró
hipertrofia ventricular izquierda concéntrica con adecuada
función sistólica, dilatación leve a moderada de aurícula
izquierda y esclero-calcificación aórtica.
El 13/9/93 presentó una presión arterial de 250/110 mmHg que
no respondió a nifedipina por lo cual pasó a la unidad de
terapia intensiva y comenzó a recibir nitroprusiato de sodio.
Simultáneamente apareció fiebre, 38°, relacionada con
catéter subclavio, pues se aisló por retrocultivo estafilococo
aureus sensible a ciprofloxacina, que fue el antibiótico que
recibió como tratamiento. Se realizó prueba de captopril con
buena respuesta, por lo cual quedó con esta medicación y
minoxidil, contro-lándose de esta forma la presión arterial.
El 7/10/93 se realizó la fístula arterovenosa y el 9/10 se
otorgó el alta. La ecografía renal mostró un riñón derecho
de 6,8 cm y riñón izquierdo 9,5 cm. Se realizó una
arteriografía renal que evidenció una estenosis significativa
del ostium de la arteria renal izquierda. No se visualizó
arteria renal derecha ni perfusión de ese riñón.
El 29/11/93 se internó por quinta vez para revascularizar la
arteria renal izquierda. El hematocrito era del 32% (ferremia
50, TIBC 224, saturación 22%), glóbulos blancos 8700 por mm3
(eosinófilos 31%), eritrosedimentación 90 mm, urea 1,1 g/l, Na
132 mEq/l, K 5,6 mEq/l. Se realizó derivación ilíaco-renal
con buena evolución postoperatoria. El centellograma de
perfusión renal postoperatorio mostró el loop desde ilíaca a
riñón con adecuado funcionamiento. El 21/12/93 se internó
nuevamente por fiebre y escalofríos post hemodiálisis. La
fístula arterio-venosa presentaba calor y rubor. Se trató con
vancomicina y ceftazidima con buena evolución.
El clearance de creatinina pasó de 5 ml/min a 14 ml/min luego
de la derivación ilíaco-renal y disminuyeron la frecuencia de
las diálisis de tres a dos por semana. El 10/6/94 fue internado
por dolor precordial de reposo de 10 minutos de duración sin
cambios electro-cardiográficos ni enzimáticos. El 8/7/94 se
realizó un estudio de perfusión miocárdica con
talio-dipiridamol que demostró isquemia septal e inferoapical y
un defecto apical. Se dio el alta con nitritos, bloqueantes
cálcicos y aspirina el 16/6/94. El 30/7/94 se realizó una
coronariografía que evidenció una lesión crítica en arteria
circunfleja, la coronaria derecha normal y la descendente
anterior hipoplásica. El 6/8 presentó angor sin cambios
electrocardiográficos ni enzimáticos. Se indicó atenolol,
nitritos, aspirina y diltiazem, y el 9/8 se realizó una
angioplastia translumiral percutánea de la circunfleja, sin
complicaciones, inicialmente, pero el 8/10 se internó
nuevamente por angor y supradesnivel del ST de V4 a V6. El
hematocrito era de 38%, la urea 2,3 g/l, Na 129 mEq/l, K 5
mEq/l, CK 67 µ, LDH 154 U, PO2 106 mmHg, PCO2 28,8 mmHg, pH
7,46, CO3H-20 mEq/l, a/A 0,91, con FlO2 de 0,30. Se inició
anticoagulación y se le colocó, el 18/10/94, un stent en
arteria circunfleja sin complicaciones. Quedó medicado con
aspirina, diltiazen, dipiridamol y acenocumarol.
El 2/11/94 se internó por 13ª vez por dolor precordial y
disnea progresiva de 3 horas de evolución. Además notó dolor
y cianosis de mano izquierda y livideces en miembros inferiores
y tronco.
Al examen físico se encontró respiración soplante en base
izquierda con hipoventilación. Tenía vibraciones vocales
ausentes y matidez en esta base pulmonar. El electrocardiograma
mostró ritmo sinusal, bloqueo completo de rama derecha,
hemibloqueo arterial izquierdo y un supradesnivel del ST de V4 a
V6 de 2mV. Se indicó nitroglicerina.
El hematocrito era 27%, glóbulos blancos 5800 por mm3, urea 1,2
g, Na 128 mEq/l, K 4,9
mEq/l, CPK 45 U, LDH 207 U, PO2 72 mmHg, PCO2 28 mmHg, pH 7,47,
CO3H-20,2 mEq/l,
a/A 0,62, anion gap 10,8 mEq/l, creatinina 6,8 mg, FAL 361 U,
GOT 46 U, GPT 53 U, GGT
132 U.
Durante la diálisis presentó hipotensión arterial, PO2 63
mmHg, PCO2 23 mmHg, pH 7,48, CO3H- 17,5 mEq/l, a/A 0,52,
temperatura axilar 37,3°C y rectal 38,5°C. Se punzó derrame
pleural izquierdo:
Líquido Suero
Proteínas 2,7 g/dl 6,2 g/dl
Glucosa 1,3 g/l 1,53 g/l
LDH 88 U 861 U
El citológico mostraba 2900 hematíes y 300 leucocitos con 95%
de linfocitos. Se indicaron anti-bióticos. El dolor precordial
cedió y se mantuvo hemodinámicamente estable. El 3/11/94 a la
madrugada presentó bruscamente bradicardia e hipotensión sin
respuesta a atropina e inmediatamente después asistolia que no
respondió a maniobras de reanimación. Se recibió post-mortem un
tiempo de protombina de 68 segundos y un KPTT de 90 segundos.
- Discusión clínica
Dr. A. Grinberg: Se trata de un paciente de 71 años con
antecedentes de hipertensión arterial desde 1987, tratado con
dieta, que en 1990 se instaló en forma brusca con cifras de
alrededor de 230/120 mmHg, inicialmente refractaria al
tratamiento médico y con hemorragias en el fondo de ojo
(retinopatía hipersensible grado III), lo cual sumado a cifras
de urea y creatinina se catalogó de hipertensión acelerada.
Tenía soplos femorales y se constató ya en el año '90
asimetría renal de más de un centímetro. Esta historia
sugiere hipertensión de origen renovascular aunque nunca
auscultamos un soplo a nivel de las arterias renales. Una vez
internado, la presión arterial se controló con tres drogas.
En estos enfermos estaría indicado efectuar directamente una
arteriografía porque los métodos diagnósticos como el
centellograma radioisotópico sensibilizado con captopril y el
valor de la renina en venas renales pierden sensibilidad y
especificidad en insuficiencia renal. La cirugía o angioplastia
de la arteria renal retarda el ingreso a diálisis y mejora la
sobrevida. El criterio pronóstico, prequirúrgico más
importante es el tamaño renal, ya que si es mayor de 9,5 cm es
un marcador de buena evolución post-revascularización. Este
paciente tenía en 1990 un riñón de 10,6 cm (el izquierdo) y
el derecho atrófico y a pesar de la insuficiencia renal se
decidió tratarlo en forma conservadora con drogas
antihipertensivas. Fue seguido por consultorios externos desde
el año 90 hasta el 93, y la presión arterial fue controlada
con bloqueantes cálcicos, beta-bloqueantes y alfametildopa. La
insuficiencia renal mejoró; de 4 mg de creatinina pasó a 1,9;
el clearence que inicialmente era de 30 ml/min pasó a 62
ml/min. Entonces, se me podría preguntar ¿si el paciente
mejoró la hipertensión y la función renal por qué hacer una
arteriografía y revascularizarlo? Un problema es la
hipertensión renovascular y otro la enfermedad renovascular; en
ésta se ha visto que a dos años más del 50% de los enfermos
desarrollan estenosis mayores de la arteria renal
independientemente del manejo de la presión arterial. Por ese
motivo pienso que el paciente debió ser estudiado e intervenido
en 1990. Lo que ocurrió después fue la evolución natural
puesto que en junio del 93, volvió a deteriorarse, subió la
creatinina nuevamente a 4 mg, el clearence cayó a 20 ml/min, y
el paciente ingresó a hemodiálisis en octubre del 93. La
presión arterial se controló con enalapril. En ese momento fue
evaluado por el Dr. Bracco y su equipo de cirugía vascular que
tiene experiencia en revascularización de pacientes en
hemodiálisis en la que la cirugía es muy discutida porque la
función renal está muy alterada y este paciente tenía ya un
riñón con diámetro ecográfico de 9,5 cm. Se decidió hacer
una arteriografía renal que demostró una lesión crítica en
ostium de la arteria renal izquierda (la derecha no se
visualizó), motivo por el cual se decidió la
revascularización que se realizó sin complicaciones y el
paciente pasó de tener 5 ml a 15 ml/min de clearence de
creatinina y de tres a dos diálisis semanales. A partir de ese
momento desarrolló complicaciones cardiológicas; y si bien en
el año 90 ya tenía hipoquinesia de septum y aumento de la
relación cardiotorácica, en el 93 requirió dos internaciones
por dolor precordial incaracterístico sin cambios
electrocar-diográficos ni enzimáticos. En agosto de 1994 se
internó por dolor precordial típico en reposo de 10 minutos
con cambios electrocardiográficos: tenía injuria
subendocárdica y evidencia de isquemia en un estudio de
perfusión miocárdica con talio, motivo por el cual se realizó
un cateterismo cardíaco que demostró una lesión crítica en
la circunfleja dominante, una coronaria derecha permeable y una
descendente anterior hipo-plásica. Se decidió entonces
realizar una angioplastia percutánea de la circunfleja con
éxito inicial. Quedó medicado con betabloqueantes, diltiazem y
aspirina. Dos meses después, en octubre del 94, se internó
nuevamente por dolor precordial, supradesnivel del ST en toda la
cara anterior, sugiriendo la reoclusión de la circunfleja, que
se confirmó después. Esto decidió la colocación del stent
que se realizó con éxito el 18/10/94. El paciente reingresó
14 días después, el 2 de noviembre y falleció al otro día,
por la madrugada. El motivo de ingreso fue dolor precordial y
livideces en los miembros inferiores, con disminución del pulso
y cianosis de un brazo. Además tenía ingurgitación yugular
con colapso parcial. Se interpretó que podía estar cursando un
evento coronario y aunque no había cambios
electrocardiográficos significativos, se indicó
nitroglicerina. Además, como tenía rales y disminución de la
entrada de aire en pulmón izquierdo consideramos la posibilidad
de una neumonía o un cuadro séptico por el cual se le
administró antibióticos. Se hizo una punción de líquido
pleural que demostró ser un trasudado. La presencia de
livideces en los miembros inferiores y en un brazo con pulsos
conservados y el hecho de la colocación del stent días antes y
además, la anticoagulación, nos hizo considerar la posibilidad
de un ateroembolismo de colesterol, asociado a los
procedimientos de revascu-larización y descripto también en
pacientes anticoagulados. El diagnóstico se hace por las
lesiones en piel y las placas de Hollenhorst en el fondo de ojo,
que no vimos en ese momento, y la diseminación de las placas de
colesterol en todo el organismo con eosinofilia e insuficiencia
renal. La biopsia de piel y/o músculo pueden mostrar los
cristales de colesterol. En la noche del ingreso, antes de la
diálisis, el paciente se mantuvo estable. Horas más tarde
desarrolló bruscamente bradicardia e hipotensión y falleció a
pesar de las maniobras de reanimación. Probablemente la
anticoagulación excesiva, que verificamos post-mortem, haya
desarrollado en un paciente hipertenso con enfermedad vascular
generalizada una disección aórtica, con hemopericardio y
taponamiento cardíaco. La otra posibilidad es que como tenía
un pequeño derrame pericárdico un mes antes del fallecimiento,
éste se haya transformado por la anticoagulación en un
hemopericardio y un taponamiento cardíaco. Tenía hígado de
congestión crónica ya que se vio elevación de las enzimas por
tres y, después del shock, desarrolló gran elevación de las
enzimas hepáticas y la LDH, por lo cual probablemente agregó
una lesión de tipo isquémico. En definitiva, creo que se
trató de un paciente hipertenso con enfermedad vascular
generalizada, que desarrolló las complicaciones de estas
enfermedades, sobre todo coronarias y renales.
-
- Dr. J. Bastardi: El Dr. Grinberg ha descripto la
totalidad del caso. Es cierto que en el año 90 junto con la
hipertensión arterial grave que después demostró su origen
renovascular y requirió un by-pass 3 años después, tenía
algunas evidencias de cardiopatía coronaria. Por ejemplo,
tenía un septum hipertrófico e hipoquinético en la parte
distal. Dos años después se encontraron otros datos
orientadores hacia esta enfermedad en forma de precordialgias,
ya más reiteradas, manteniéndose las alteraciones
ecocardiográficas, y presentando alguna alteración
electrocar-diográfica, en el sentido de elevaciones del
segmento ST. En ese momento, planteamos que podía ser
expresión de una repolarización precoz con poco carácter
patológico pero quedó planteada la posibilidad de que tuviera
efecto electrocardiográfico de Prinzmetal. El paciente
presentaba además un bloqueo bifascicular, un poco discutible
por la posibilidad del fenómeno de la ilusión en eje en el
plano frontal, el hemibloqueo anterior podía ser no tan claro y
entonces el bloqueo ser solamente de la rama derecha. Tenía
también una auscultación que orientaba hacia una ligera
alteración esclerocalcificada en la válvula aórtica, que fue
confirmada por un ecocardio-grama pero con apertura conservada.
Además se observó hipocinesia distal del septum
interven-tricular y podría decirse que a mediados del 93 el
paciente tuvo un cuadro de angina de reciente comienzo. Esto nos
hace pensar, que hay que poner a veces más énfasis en el hecho
clínico de la isquemia en forma más global que en el hecho
aislado de la angina, como síntoma de la isquemia ¿Por qué
decimos esto que es más válido hoy que años antes? Lo decimos
porque cuando hay angina, ésta puede corresponder a lesiones
coronarias de muy distinta localización, naturaleza y gravedad,
y también, porque hay pacientes que tienen, por ejemplo,
lesión de múltiples vasos, con una afectación funcional
cardíaca importante sin manifestar angina y mejorar la función
con la revascularización. Después está el problema ya antiguo
del umbral del dolor para la angina y la existencia de la angina
silente. De modo tal que creo que se tiene que revalorizar todo
lo que puede indicar isquemia y proceder en conse-cuencia y no
solamente basarse en el fenómeno anginoso. Ya con la idea de
que el paciente tenía que ir a algún tipo de corrección de su
en-fermedad coronaria de base, teniendo hiperten-sión arterial
e insuficiencia renal crónica, puede decirse que la evolución
es "distraída" porque se optó por resolver la
estenosis crítica de la arteria renal izquierda haciendo un by
pass ilíaco-renal. Y eso evidentemente sacó a todos del
contexto de lo coronario. Los últimos meses del año 94, o sea
4 años después del comienzo, se hizo el diagnóstico de
obstrucción crítica de la circunfleja izquierda que proviene
de una coronaria izquierda dominante, teniendo normal la
coronaria derecha e hipoplásica la descendente anterior, y fue
enviado a ser sometido a una angioplastia, que fue seguida más
o menos al mes, por la colocación de un stent. Es decir, que la
primera constituyó un éxito apenas relativo, o fracaso, en
este campo de las complicaciones de la angio-plastia, desde la
oclusión inmediata, antes de la media hora, hasta la aparición
un poco más tardía de angina. El stent tiene la ventaja de
disminuir la frecuencia de estenosis, de los fenómenos
angionosos y también la necesidad de nuevas
revascularizaciones. Me parecen aceptables los planteos del Dr.
Grinberg respecto de la muerte que se produjo dentro de los 20
días después de la segunda angioplastia. Con respecto a la
causa de muerte, no parece haber tenido un accidente coronario
pues no tuvo cambios enzimáticos en los últimos días y
tampoco tuvo cambios electrocardiográficos significativos, de
modo que quizás no fue una complicación del stent.
-
- Dra. D. Verón: Cuando se internó con brusco
deterioro de la función renal nos planteamos la causa de
enfermedad renal y entre los antecedentes figuraba gota,
diagnóstico hecho hacía varios años, e hipertensión
arterial. La gota y la enfermedad renal han sido relacionadas
desde hace muchos años pero después de estudios efectuados y
comunicados desde el 79, en donde se evaluaron más de 700
pacientes con gota y se siguió la evolución hasta 12 años
después de la enfermedad renal, se advirtió que la
hiperuricemia sola no se relacionaba a la insuficiencia renal,
salvo cuando se asociaba a hipertensión arterial o
ateroesclerosis. En este paciente las dos condiciones estaban
dadas, es decir, tenía hipertensión arterial, ateroesclerosis,
y presentaba asimetría renal y en una circunstancia el empleo
de captopril deterioró bruscamente la función renal que
mejoró cuando fue suspendido. Además tenía soplos femorales y
disminución de los pulsos en ambos miembros inferiores. Así
que creemos que la enfermedad vascular y la ateromatosis de los
vasos renales, junto a la gota y a la hipertensión arterial
fueron las causas de su insuficiencia renal. En 1990 indicamos
la arteriografía renal porque creíamos que en ese momento se
debía tratar, lo que fue debatido y se decidió el tratamiento
médico. El paciente mejoró hasta llegar a creatininas de 1,5 a
1,9, 6 meses a un año después de la primera internación y se
mantuvo con presión arterial estable pero con importante
requerimiento de antihipertensivos hasta 1993, cuando ingresó
por deterioro de la función renal con creatininas de hasta 9
mg/dl y comenzó con hemodiálisis. Creemos que la hipertensión
arterial y, sobre todo, la falta de tratamiento de su enfermedad
vásculo-renal, estuvo en relación con la evolución posterior.
En cuanto al éxito del tratamiento, ya sea con angioplastia o
cirugía de las arterias renales, es muy importante efectuar el
procedimiento en forma precoz para estabilizar los niveles de
creatinina de los pacientes que ya tienen deteriorada la
función renal. Este paciente tuvo múltiples complicaciones y
no era un buen candidato para comenzar el tratamiento
hemo-dialítico; pensamos incluirlo en plan de diálisis
peritoneal pero se optó por la hemodiálisis. Tuvo un catéter
subclavio que se infectó luego se le colocaron cánulas de
Scribner que se obstruyeron y después se hizo una fístula
arteriovenosa. Durante el período que estuvo en diálisis, del
93 al 94, tuvo hipertensión arterial, de difícil manejo,
obstrucción e infección de los accesos vasculares,
complicaciones cardiovasculares como angina de pecho y recibió
las dos angioplastias. Creemos que tuvo varios cuadros
compatibles con embolia de colesterol pues presentó eosinofilia
en varias oportunidades, en relación quizás a las
arterio-grafías que se efectuaron. Se efectuó la cirugía de
su arteria renal izquierda y luego el paciente recuperó la
diuresis residual: tenía previamente 500 ml y luego de la
cirugía mantuvo diuresis de 1500 ml con un filtrado de 12
ml/min, siendo el anterior de alrededor de 5. Esto no le sirvió
para evitar el tratamiento dialítico, porque se des-compensaba
hemodinámicamente por la sobre-carga hídrica pero se pudo
disminuir el número de diálisis por semana. La presión
arterial se controló parcialmente con gran requerimiento de
drogas antihipertensivas. En la última internación, antes de
morir, con extracciones de 500 ml se hipo-tensaba fácilmente y
hubo que sacarlo de diálisis y trasladarlo a terapia intensiva.
Respecto de la causa de muerte, estamos de acuerdo con el Dr.
Grinberg; pensamos que puede haber tenido un taponamiento
cardíaco pero nos llama mucho la atención el aumento final de
la LDH que llegó a 10.000 unidades, por lo que pensamos que una
hemorragia o alguna otra complicación pulmonar pudieron jugar
algún papel.
- Dr. P. Zaefferer: Coincido que en 1990 se debió
efectuar una arteriografía pese a que la falla renal se hubiera
atribuido a la medicación que estaba recibiendo. Es muy
interesante lo que se dijo sobre la longitud renal medida por
eco porque cuando ésta es mayor de 9,5 cm se tiene mucho mejor
pronóstico al revascularizar que los de menor longitud. Pero
también hemos realizado revascularizaciones en pacientes con 8
cm de longitud obteniendo un buen resultado. Ahora bien, no
tenemos la arteriografía del 90 con lo cual no podemos predecir
lo que pudo haber pasado si se hubiera revascularizado. También
estoy de acuerdo que en 1993, aun con caída de la función
renal y con medicación adecuada y en hemo-diálisis había que
hacer una arteriografía. En un paciente aterosclerótico,
añoso, es muy difícil hacer una angioplastia porque las
lesiones son del ostium y generalmente la placa de
ateroescle-rosis va desde la aorta hacia el ostium y aunque uno
puede dilatarla, inmediatamente se vuelve a reestenosar, de
manera que no es una solución definitiva. El by pass con vena
safena está indicado, ya sea a la ilíaca o aorta, y depende
cómo estén las arterias; creo que se hizo lo correcto.
Lamentablemente, el paciente no pudo salir de diálisis pero
mejoró algo su función renal y controló mejor los líquidos,
lo cual es muy importante. Existe una controversia sobre si se
debe hacer una biopsia renal previa a la intervención. Las
biopsias pueden dar focos de necrosis y obstrucción tubular u
otras lesiones pero nada de esto contraindica la
revasculari-zación.
- Dr. S. Volman: Cuando se hizo la cineco-ronariografía,
se encontró la coronaria derecha sin lesiones significativas ni
compromiso hemodiná-mico, la descendente anterior hipoplásica
pero con ramas diagonales bastante importantes que irrigaban
bien la cara lateral y la cara inferior junto con la
circunfleja. En cuanto a esta última se encontró una lesión
crítica del tercio proximal con una placa larga y dura al
intentar la angioplastia y con límites poco precisos, lo cual
habla de lo dificultoso que fue el procedimiento. Se trataba de
una placa tipo B que tiene una probabilidad de reoclusión de
alrededor de un 20-30%. Las placas de tipo A que son lesiones
chicas, bien delimitadas, que pueden provocar el mismo
compromiso hemodinámico, tienen un índice de reoclusión del 5
al 7%. Cuando se decidió la angioplastia el paciente tenía un
cuadro clínico compatible con angor recurrente. Se efectuaron
entre 3 y 4 insufla-ciones y durante las mismas presentó dolor
precordial y supra-desnivel del ST que cedió. Fue un
procedimiento con éxito primario porque a posteriori no tuvo
angor ni cambios en el ECG y se fue de alta con blo-queantes
cálcicos y antiagregantes plaquetarios. No hubo necesidad de
dejarlo anticoagulado porque la lesión residual fue de 30% y
sin imagen de trombo fresco. A 2 meses de la angioplastia
presentó una reoclusión (que ocurre hasta los 3 meses, pues
más tarde se habla de reestenosis) y se intentó hacer primero
la dilatación sin éxito por lo cual se decidió la colocación
del stent quedando con flujo coronario permeable TIM 2-3. Un
punto muy discutido es el tiempo en el cual mantener la
anticoagulación después del proce-dimiento. Mucho depende de
la dificultad del pro-cedimiento. Se decidió que a este
paciente se lo mantendría anticoagulado por tres meses. El
evento final fue un nuevo episodio de dolor pre-cordial y es
probable que haya sido por compli-caciones de la placa, o sea,
una nueva reoclusión, pues se trataba de una placa muy dura.
- Dr. G. Montiel: Las complicaciones infecciosas más
frecuentes en este tipo de pacientes son las asociadas a
catéteres de diálisis o a la fístula. No hay evidencias de
endocarditis, ni oportunidad de contagio de hepatitis B o C que
también son frecuentes. Tiene una lesión pulmonar que no
evoluciona por lo cual la posibilidad de tuberculosis o de
reactivación parece poco probable. En cuanto al evento final,
tenía marcadores de respuesta inflamatoria sistémica: fiebre,
taqui-cardia, taquipnea y shock quizás relacionado a una
neumonía pero me inclino a pensar que el evento final se debió
a complicaciones de causa cardiovascular. En la última
internación, al ingreso se habla de semiología de derrame
pleural. Se describe buena entrada de aire bilateral y más
tarde un soplo tubario en tercio medio con pectoriloquia, que
sugiere una neumonía o condensación con bronquio permeable. La
presencia de signos de insuficiencia cardíaca derecha en la
última internación, que no estaban referidos en la evolución
anterior, podrían implicar un trombo-embolismo de pulmón que
es difícil por la anti-coagulación, o un infarto de
ventrículo derecho, poco probable porque la coronaria derecha
era normal o alguna complicación en pericardio. El cateterismo,
¿lo hicieron por femoral?
-
- Dr. S. Volman: Sí.
- Dr. G. Montiel: ¿Qué posibilidad hay de que el stent
haya migrado?
-
- Dr. S. Volman: Sería muy raro pues se fija bastante
bien a la pared vascular; puede migrar si no se toman los
recaudos apropiados, por ejemplo, que el diámetro del stent no
sea el adecuado y su calibre sea pequeño. Además, si se piensa
en la migración, ésta sucede de inmediato cuando se restablece
el flujo.
- Dr. G. DeFeo: Es de gran valor hacer el diagnóstico
diferencial entre una disección como complicación del
procedimiento o embolia de colesterol. Es claro que la livedo
reticularis pudo corresponder a cualquiera de las dos entidades
pero la presencia de pulsos es un dato que fortalece el
diagnóstico de embolias colesterí-nicas. Se mencionó al
tromboembolismo de pulmón como una posibilidad alejada debido a
que el paciente estaba anticoagulado. Esto es cierto, pero en un
enfermo que desarrolla shock, falla cardíaca derecha y muerte a
pesar de la anticoagulación, el tromboembolismo de pulmón debe
ser también considerado.
-
- Dr. M. Franchino: El problema que plantea el
diagnóstico de embolia de colesterol es que afecta arterias de
pequeño calibre y difícilmente pueda explicar el predominio
del miembro superior izquierdo. Tenía palidez, frialdad,
cianosis, dolor y disminución de pulso al ingreso, en el
miembro superior izquierdo. Este es un aspecto, el único
quizás, que va en contra del diagnóstico de embolia de
colesterol aunque pudo haberse dado. La baja perfusión que
presentó el paciente pudo haber condicionado también una
isquemia mesentérica grave porque se observó disminución de
ruidos hidroaéreos con temperatura diferencial de más de un
grado.
- Dr. J. Bastaroli: No hemos mencionado la posibilidad de
que aparezca infarto del miocardio. Quiero agregar datos de las
cavidades cardíacas: hay una ligera dilatación, una
hipertrofia izquierda, esclerocalcificación leve de la
sigmoidea aórtica y alguna evidencia de presión de fin de
lleno elevada en el ventrículo izquierdo, evidencia de orden
ecocardiográfico.
-
- Dr. H. Calbosa: Es difícil interpretar todos los
fenómenos de un cuadro agudo frente a un presunto fracaso de un
procedimiento coronario de salvataje y qué es lo que se debe
hacer cuando el paciente está shockado. La razón de la
indicación del atenolol en bajas dosis con bloqueo de rama
derecha, hemibloqueo anterior izquierdo y probable insuficiencia
cardíaca que podría provocar una iatrogenia grave, fue que la
insuficiencia cardíaca se vinculó a episodios isquémicos y a
hipervolemia, pues no se lo podía dializar adecuadamente dada
la inestabilidad hemodinámica. En realidad, es difícil cuando
uno no tiene un ecocardiógrafo al lado de la cama del enfermo,
considerar si la presunta enfermedad coronaria reactivada puede
ser la causa y uno trata a veces con cierto empirismo las
manifes-taciones de recurrencia de la angina de pecho. Hay datos
claros. Los enfermos renovasculares presentan una clara
relación inversa de flujo en el seno coronario con los niveles
sanguíneos de angiotensina. A tal punto, que la curva de
auto-rregulación para flujo cardíaco, donde el flujo es
independiente en un determinado trecho de las presiones
arteriales, en los enfermos con hiper-tensión renovascular
asociada a enfermedad coronaria, esa curva muestra el inicial
ascenso de flujo en función de la presión arterial pero el
flujo cae al aumentar la misma, lo que depende estrictamente de
los niveles de angiotensina circulante. De ahí que se postule
el uso de dosis bajas de betabloqueantes asociados con
inhi-bidores de la enzima convertidora para mejorar el
rendimiento cardíaco. Además se postula la remodelación
cardíaca por los inhibidores de la enzima de conversión. Este
es un enfermo que ya tenía alteraciones estructurales en las
coronarias y uno de los procedimientos angioplásticos había
fracasado, así que a eso responde la razón por la que estaba
betabloqueado aunque obviamente cualquier shock merece la
suspensión de los betabloqueantes porque se requieren las
res-puestas que los betabloqueantes bloquean. Creo que el final
fue una necrosis hepática masiva por la hipotensión arterial.
Creo que los diagnósticos son casi de acertijo pero tengo la
sensación que el hecho que haya tenido más foco sobre una mano
con conservación de pulsos, me hace pensar que un mecanismo
central pierde peso a favor del mecanismo periférico y el
mecánico periférico en un enfermo que está anticoagulado y
que tiene una prótesis endovascular y que ha sufrido un
cateterismo en los últimos días es el embolismo de colesterol.
- Dr. A. J. Roncoroni: ¿El paciente llegó shockado?
- Dr. H. Calbosa: No, no llegó shockado. Llegó con
130/70, después se shockó en diálisis.Quiero decir, no le
dimos atenolol cuando estaba shockado.
- Dr. A. J. Roncoroni: Creo que este enfermo tenía una
lesión vascular generalizada y antigua que afectó diversos
parénquimas, entre ellos, el renal y el miocárdico. Pienso que
en el último episodio hubo también necrosis hepática aunque
quizás las enzimas sólo indican una situación secundaria al
shock y la causa del shock no es clara. Hemos descartado la
posibilidad de infección y entonces nos quedan la embolia
vascular generalizada, el infarto de miocardio o la disección
aórtica. Existe la posibilidad de tromboembolismo pulmonar,
hemorragia pulmo-nar o hemorragia digestiva final que justifique
la caída de hematocrito. Con respecto al nódulo pulmonar,
pienso que es una secuela de alguna neumopatía previa y como no
tenemos una nueva TC, no sabemos si creció; ciertamente no
creció como lo hacen los tumores.
- Discusión anatomopatológica
Dr. J. A. Barcat: El cadáver presentaba múltiples
hematomas cutáneos, recientes, y la cicatriz de la
intervención que se le había efectuado: la conexión entre las
arterias ilíacas y renal izquierda; también viejas cicatrices
por hernioplastia y orquiectomía con extirpación de ganglios
inguinales. La cavidad peritoneal contenía 500 ml de trasudado
y en la cara peritoneal del diagrama y en la superficie del bazo
se veían placas hialinas; idénticas placas tenían la cara
pleural del diafragma y la pleura parietal; placas como las que
se describen en los expuestos al asbesto.
- Dr. R. Ré: En la TC se veían esas placas, no en las
radiografías.
- Dr. J. A. Barcat: El saco pericárdico contenía
alrededor de 1000 ml de líquido sanguinolento, sin coagular, a
tensión; existía una pericarditis fibrinosa en organización,
se veían vasos de neoformación, de una antigüedad de 5-6
días, la causa no la podemos determinar por el examen
histológico (Fig. 1, 2). Nos parece que la causa de la muerte
puede haber sido el taponamiento cardíaco: el hígado tenía
grave éstasis centrolo-bular con alteraciones regresivas de los
hepa-tocitos. El corazón pesaba 480 g, tenía hipertrofia
ventricular izquierda (17 mm). La circulación coronaria era
predominantemente izquierda, la descendente anterior era
pequeña, con buena luz, tenía placas fibrosas en la íntima y
rápidamente se hacía profunda; la circunfleja era grande,
pasaba la cruz posterior y terminaba en una descendente
posterior; es la arteria dilatada con la angioplastia y donde
estaba colocado el abridor (stent), estaba permeable y el
"stent" en su sitio y funcionando (Fig. 3). La
coronaria derecha era chica y se hacía descendente antes de la
cruz, tenía unas pocas placas fibrosas en la íntima. En
miocardio existía fibrosis intersticial, de poca magnitud, en
cara posterior de ventrículo izquierdo. La aorta y sus grandes
ramas tenían graves lesiones ateros-cleróticas complicadas;
sólo pudimos examinarla hasta unos 11 cm por debajo de la
mesentérica inferior; el "by-pass" colocado entre la
ilíaca y renal izquierda estaba permeable, por lo menos al
llegar a la renal. El riñón izquierdo medía 85 mm de polo a
polo y tenía gruesas cicatrices vasculares; la arteria estaba
casi totalmente ocluida a poco de su comienzo, luego se veían
la entreda del "by-pass" y de allí en adelante estaba
permeable; el derecho medía 65 mm, la boca de la renal en la
aorta tenía placas ulceradas, luego una oclusión casi completa
por 1 cm y luego se hacía permeable. No recuerdo si se
mencionó qué lesiones tenía esta arteria.
- Dr. A. Grinberg: No tenemos la película, sólo un
escueto informe que dice que la arteria renal izquierda tenía
una estenosis crítica.
- Dr. J. A. Barcat: Cuando se hizo la primera ecografía
el riñón izquierdo medía 106 mm y el derecho 72 mm, cuatro
años después 85 y 65 mm; el derecho no podía reducirse más,
la luz de la arteria era una hendidura y casi no debe haber
habido flujo; las lesiones renales eran consecuencia de esta
estenosis aterosclerótica: atrofia tubular, apiñamiento y
esclerosis glomerular, arterias pequeñas con engrosamiento
fibroelástico de la íntima (Fig. 4). El riñón izquierdo, el
mejor irrigado, tenía iguales lesiones pero de menor magnitud y
en él se encontraron numerosas embolias de colesterol o
ateroembolias en arterias de todos los calibres (Fig. 5).
Idénticas embolias había en arterias cutáneas y esplénicas
(Fig. 6). Las embolias son viejas, están incorporadas a la
pared; no corresponden a un fenómeno reciente, segura-mente
ocurrieron cuando se hizo el "by-pass". En arterias
pequeñas y arteriolas existían lesiones de arterioloesclerosis
hialina e hiperplásicas, no se encontró necrosis de la pared
arteriolar. Los otros hallazgos no tuvieron, creemos,
trascendencia clínica; el sistema nervioso central no fue
exa-minado. En síntesis, las enfermedades principales son la
hipertensión arterial y la aterosclerosis que mutuamente se
agravaron. La causa de la muerte la pericarditis
fibrinohemorrágica, tal vez haya sido agravada por la
anticoagulación.
-
- Dr. A. J. Roncoroni: El enfermo tenía un litro de
líquido hemorrágico en el pericardio, ingurgitación de las
yugulares, hipotensión arterial, todos signos de un derrame
pericárdico ¿por qué no se punzó?
- Dr. A. Grinberg: Se interpretó que el dolor
precordial, a 10 días de la colocación del "stent",
era un accidente coronario, no un taponamiento cardíaco.
- Dr. A. J. Roncoroni: ¿Los ruidos cardíacos se oían
alejados?
- Dr. A. Grinberg: Sí.
- Dr. H. Calbosa: En un enfermo con shock cardiogénico
se plantean dos opciones: está vinculado a lesión del músculo
cardíaco o está taponado. En este caso se pensó en un evento
coronario y no en el taponamiento.
Dr. A. Grinberg: Quiero agregar que del valor del tiempo
de coagulación, la sangre era casi incoagulable, nos enteramos
después que el enfermo había fallecido; en ese momento pensé
en el taponamiento.
- Dr. H. Calbosa: El diagnóstico de taponamiento
cardíaco es clínico y no requiere de un eco ni de un
electrocardiograma; y se resuelve con una punción.
Lamentablemente no lo pensamos y ahí está el error. Esta es la
enseñanza. De la embolia de colesterol se debe pasar a lo
básico; un individuo que se está dializando, tiene las
yugulares ingurgitadas y presenta shock puede tener
insuficiencia cardíaca o un taponamiento. La insuficiencia
cardíaca se trata, a veces, en dos o tres horas, el
taponamiento se trata en dos minutos.
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- Diagnóstico anatómico (A 3022)
1) Pericarditis fibrinohemorrágica grave, con taponamiento
(1000 ml) Estasis hepático,
esplénico y visceral; ascitis (500 ml).
2) Historia de hipertensión arterial: cardiome-galia (480 g)
con HVI (17 mm); arterioloesclerosis hialina e hiperplásica.
Nefroesclerosis arteriolar. Grave aterosclerosis de aorta y
ramas. Ate-rosclerosis renal con "by-pass"
ilíaco-renal izquierdo, oclusión de renal derecha. Embolias de
ateroma en piel, bazo y riñón izquierdo. Ateros-clerosis
coronaria: oclusión reparada con angio-plastia y
"stent", circunfleja izquierda; cardiofibro-sis
(micro). Estasis y edema pulmonar.
3) Placas hialinas pleurales y peritoneales. Pancreatitis
crónica. Litiasis vesicular.
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- Fig. 1.- Corazón; vista externa.
Fig. 2.- Saco pericárdico; superficie interna. H y E.
Fig. 3.- Corazón: arteria circunfleja izquierda con
"stent" (flecha). a: aorta.
Fig. 4.- Riñón derecho; H y E.
Fig. 5.- Riñón izquierdo; H y E.
Fig. 6.- Bazo; arteria penicilada; H y E.
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