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PAUTAS PARA EL RETIRO O LA ABSTENCION DE TRATAMIENTOS DE SOPORTE
VITAL EN PACIENTES EN SITUACIONES CLINICAS IRREVERSIBLES.
Comité de etica, Hospital
Privado de Comunidad de Mar del Plata
1. Se consideran tratamientos de soporte vital a todos aquellos que
se instituyen con
el objetivo de prolongar la vida del paciente. Incluyen algunos de
alta complejidad como la reanimación cardiopulmonar, unidad de
terapia intensiva, respiración artificial, diálisis, etc. y otros de
complejidad decreciente como la quimioterapia antineoplásica, los
antibióticos, las transfusiones, la oxigenoterapia y la alimentación
e hidratación artificiales.
2. Estos medios terapéuticos no son siempre obligatorios. Pueden no
iniciarse, o retirarse una vez iniciados, si de su prosecución sólo
pudiera esperarse "una prolongación precaria y penosa de la
existencia", como dice la Declaración vaticana sobre eutanasia
de 1980.
3. En ese caso deberá asegurarse que la decisión que se tome no
inducirá en el paciente
más sufrimiento del que padece ya.
4. Asimismo, el diagnóstico de irreversibilidad de la situación debe
verificarse con la máxima certeza posible.
5. Debe considerarse prioritaria la participación protagónica de
quien efectivamente
desempeñe el rol de médico de cabecera del paciente; en todos los
pasos, desde el
diagnóstico de irreversibiliad hasta la muerte y en la comunicación
con el paciente, la familia y el resto del equipo.
6. Por tratarse de una decisión grave, deberá meditarse antes de su
ejecución sobre todo en cuanto a cargas y beneficios. Es decir, si se
trata de un tratamiento proporcionado o
desproporcionado para la situación particular de ese paciente en ese
momento (se entiende como tratamiento proporcionado, aquel que
justifica las cargas que produce para el paciente, la familia y la
sociedad en su conjunto, por el beneficio que se espera de él).
Deberán considerarse todas las consecuencias identificables de la
decisión a tomar; inmediatas y mediatas, incluyendo las implicancias
legales.
7. Dado el gran impacto emocional que producen en el equipo de salud
estas decisiones
deben consensuarse entre sus integrantes, incluyendo a los enfermeros,
trabajadores
sociales y todo otro involucrado.
8. Debe mediar un consentimiento informado, en lo posible escrito,
asentado en la historia clínica. Del paciente si lo puede dar o si
hay directivas previas confiables. En su defecto, de la familia; no en
función de su opinión, sino tratando de transmitir o al menos
interpretar los deseos del paciente.
9. Todo el proceso de toma de decisiones y su seguimiento posterior
deben también figurar en la historia clínica, de manera clara y
explícita.
10. La renuncia a los tratamientos de soporte vital hace más
necesaria aún por razones de buena práctica médica, la
preocupación por el cuidado del paciente y la familia, tratando de
descubrir y satisfacer sus necesidades, asegurando la continuidad de
la asistencia hasta la muerte del paciente. También la buena
práctica médica exige que, una vez tomada la decisión de renunciar
a la prolongación de la vida, se desista asimismo de todo otro
procedimiento de carácter diagnóstico, pronóstico, etc. que no sea
esencial para el buen cuidado del paciente, cuidado que significa
sobre todo el alivio del sufrimiento y la promoción de la calidad de
la vida remanente.
11. La calidad de la comunicación, que circule entre todos los
actores (paciente-familia-
equipo de salud) es fundamental para que se pueda efectivizar lo
postulado en los puntos 5 al 10. Todo el esfuerzo y el tiempo que se
empleen para mejorarla estarán justificados por la facilitación que
producirá para el logro de los objetivos y la reducción del nivel de
la conflictividad inherente a circunstancias tan difíciles. Si es
necesario deberá apelarse a los conocimientos y habilidades de los
expertos en comunicación, que en el equipo de salud pueden ser el
psicólogo, la trabajadora social o el capellán. La buena calidad de
la
comunicación incluye la coherencia entre lo que se dice y lo que se
hace (lenguaje gestual) y entre los mensajes emitidos por los
distintos comunicadores y la conveniencia de que haya de todos modos
un comunicador principal, rol que también es, en principio, privativo
del médico de cabecera.
12. Si a pesar de la consideración de estas pautas subsisten dudas
sobre cuál sea la
conducta correcta en el caso en cuestión puede recurrirse a la
consulta con el Comité de
Etica. También se puede recurrir al Comité por cualquier otra
cuestión que este pueda
canalizar, dentro de sus incumbencias.
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