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REUNION ANATOMOCLINICA
LINFOMA, HEPATOESPLENOMEGALIA, HEMIPARESIA
J. H., sexo femenino, edad 70 años, H. C. 80194. Primera
internación
4/1/91 y falleció: 6/8/95. Primera internación: 4/1/91.
Enfermedad actual: Paciente trasladada desde Entre Ríos que se
internó por un nódulo cervical lateral derecho de 4 x 4 cm. En 1975
había sido histerctomizada por mioma; hay referencias de una
proctorragia y una peritonitis ese mismo año. Presentaba
hipercolesterolemia y depresión desde tres años antes.
Salvo el nódulo cervical, el examen físico fue negativo. El
laboratorio mostró un hematocrito de 42%, glóbulos blancos 6200/mm3,
Na 138, K3.8 mEq/l, fosfatasa
alcalina 38 UI/l, GOT 65 UI/l, GPT 45 UI/l, eritrosedimentación 32
mm, colesterol 242 mg/dl y orina normal. La punción de médula osea
reveló leve hipoplasia. La Rx de tórax era normal así como una
ecografía abdominal. Una ecografía mostró la adenopatía cervical
próxima al lóbulo tiroideo derecho. Una TC reveló compromiso
ganglionar laterocervical derecho y una denopatía pretraqueal. Se
efectuó una biopsia del ganglio cervical que fue informada como
linfoma de células pequeñas e intermedias clivadas y no clivadas
(linfoma maligno linfocítico de tipo intermedio). Se lo efectuó
radioterapia local (30 aplicaciones con un total de 4000 rads) con
buena respuesta. Le dió de alta el 25/1/91.
Por consultorio externo los controles ecográficos fueron normales, el
HbsAg negativo, y las transaminasas persistían algo elevadas. Como
presentara edemas se medicó con tiazidas y dieta hiposódica.
Segunda internación :(10/6/92). Motivo de internación: Como las
trasnaminasas alcanzaron cuatro veces el valor normal y se elevó la
fosfatasa alcalina se le efectuó una biopsia hepática
laparoscópica. Se observó leve hepatomegalia, pequeña ascitis,
superficie
hepática irregular y un nódulo de aspecto regenerativo. El informe
anátomo-patológico indicó indicó infiltración de espacios porta
por células linfoides pequeñas.
Se comenzó entonces la quimioterapia ambulatoria con ciclofosfamida
vincristina y prednisona (COP) cada 21 días, completando 6 ciclos
(terminó en enero de 1993). En un TC control se observaron tractos
fibrosos en tórax. Las transaminasas estaban ligeramente aumentadas,
la eritrosedimentación era 40 y un examen funcional respiratorio fue
normal. Una ecografía abdominal (19/10/93) reveló esplenomegalia y
se observó una eventración sobre la cicatriz de la laparoscopía.
Tercera internación: 11/1/94 Motivo de internación: Se internó para
reparar la eventración. Presentaba hepatomegalia leve y
esplenomegalia. No se palparon adenopatías. El
hematocrito era 34%, los glóbulos blancos 4500 mm3, la bilirrubina 70
mg/dl; fosfatasa alcalina 147 UI/l; GOT 29 UI/l; GPT 18 UI/l;
colesterol 219 mg/dl; tiempo de Quick 15 seg (70%); PTTK 53 seg que
coregía a 49 min con plasma normal. En la ecografía el hígado
aparecía homogéneo y se observó una esplenomegalía leve de 144 mm.
Se efectuó la eventroplastia sin complicaciones.
Tres meses después se advirtió un ligero aumento de las
transaminasas. La TC mostró esplenomegalia difusa leve y trazos
fibrosos secuelares en base pulmonar izquierda.
Cuarta internación: 5/10/94 Motivo de internación: Consultó por
náuseas, vómitos y dolor abdominal. Por ecografía se demostró
ascitis, hígado irregular esplenomegalia y dilatación de la porta.
No se observaron adenopatías.
Al examen físico se percutió matidez abdominal desplazable y se
palpaba el bazo. El hematocrito era 35%, los glóbulos blancos 4200;
urea 0,25 g/l; Na 140; K 4,6 mEq/l; pO2 75,8; pCO233, 1 mmHg; pH 7,49;
CO3H-25,2 mEq/l; a/A 0,67 (FiO2 0,21). Las proteínas eran 7,4 g/dl;
albumina 3,6 g/dl; el colesterol 181 mg/dl; tiempo de Quick 15 seg
(68%); PtTK 49 seg; fosfatasa alcalina 163 Ul/l; GOT 24 UI/l; GGT 16
UI/l; bilirrubina 0,40 mg/dl; LDH 193 UI/l; creatinina 1,07 mg/dl;
ácido úrico 3,6 mg/dl; Ca 8,7; P 2,9 mg/dl; HCV negativo; orina
normal. Se realizó la biopsia laparoscópica sin complicaciones que
reveló leve fibrósis portal. Respecto a la biopsia hepática
anterior hay una evidente disminución de los infiltados portales.
Se comenzó a tratarla con expironolactosa por consultorios externos.
Una ecocardiografía reveló hipertrofia de septum basal (14 mm) con
cavidades y fracción de acortamiento normales.
Quinta internación 4/1/95 Motivo de internación: Refería dolor en
doso del hemitórax derecho y pérdida de 14 kg en los últimos seis
meses. Al examen físico presentaba ascetis, ligera hepatomegalia. No
se palpaba el bazo ni adenopatías. Una Rx de columna
dorsal fue normal; también fue normal una RMN. La parathormona era 88
pg/ml (VN 4-35 pg/ml). Se trató con analgésicos comunes.
Sexta internación: 7/4/95 Motivo de internación: Refería episodios
de disnea, tos y expectoración mucopurulenta y ocasionalmente
hemoptoica. Se palparon ganglios en ambas ingles y se observaron
aumento de vibraciones vocales matidez, hipoventilación
y rales crepitantes con pectoriloquía áfona en base derecha. El
hígado se palpaba agrandado; no se palpaba el bazo. El hematocrito
era 37%; los blancos 11400; glucosa 1,07; urea 0,36; Na 136; K 4,3;
pO2 72,3; pCO2 27,9; pH 747; CO3H-27,9; a/A 0,62 (FiO2 0,21),
fosfatasa alcalina 221; GOT 21; GPT >; LDH 468; GGT 13; tiempo de
Quick 15 seg (68%); PTTK 45 seg; colesterol 152; creatinina 1,26 y
ácido úrico 5,3. Un BAL no recogió secreciones purulentas, el
examen bacteriológico directo fue negativo y el cultivo desarrolló
Streptococcus viridans y neisseria spp. La citología fue negativa
para células neoplásicas. Una TC de tórax y de abdomen demostró
una formación sólida de probable origen pulmonar; con lesiones que
comprometía ambos pulmones, derrame pleural derecho y adenopatías
intertraqueobrónquicas y mediastinales derechas; a nivel
de la suprarrenal derecha se observaba una masa que comprometía la
porción superior del riñón y alcanzaba el hilio hepático, masa
retroperitoneal que involucraba la vena cava y desplazaba la aorta. La
ecografía mostró ascetis, derrame pleural derecho, hígado de
tamaño normal y superficie irregular, esplenomegalia moderada, imagen
hipoecoica en plo superior derecho compatible con tumor suprarrenal y
una adenopatía en hilio hepático. La ecocardiografía reveló alguna
disfunción diastólica. El líquido del derrame pleural
era un exudado que contenía regular cantidad de leucocitos con 81% de
linfocitos. Se trató con ceftriaxone y eritromicina. Como presentara
oliguria se expandió y presentó un cuadro de disnea, sibilancias,
ingurgitación yugular, rales y caída del a/A a 0,42 que se
interpretó como insuficiencia cardíaca. Pasó a la UTI y fue
asistida con C-PAP mejorando. La presión venosa central era 15 cm
H2O. Se agregaron diuréticos. El 18/4/95 presentó fibrilación
auricular por lo que recibió amiodarona. Mejoró. Se decidió punzar
la masa subdiafragmática derecha bajo control tomográfico (20/4/95).
El informe histológico fue linfoma. Nuevamente, presentó una
taquicardia supraventricular y oliguria y volvió a recibir amiodorona
con mejoría. El 22/4/95 se inició tratamiento con
ciclofosfamida, adriamicina, vincristina y prednisoma (CHOP); al día
siguiente se drenó el derrame pleural (1000 ml). Una semana después
la paciente estaba febril y neutropénica con hiponatremía (Na 113
meq/l). Se trató con ceftazidiva, amikacina y fluconazol y balance
electrolítico. Presentó luego diarrea; se investió la toxina de
Clostriatium difficile y se agregó metronidazol al tratamiento. El
6/5/95 un hemocultivo fue positivo para Klebsiella pneumoniae lo que
hizo cambiar los antibióticos a ceftazidine ciprofloxacina,
fluconazol y metronidazol. La evolución fue favorable y se dio de
alta el 18/5/95. Cuatro días después recibió el segundo ciclo de
CHOP.
El 8/6/95 observó paresia braquicrural derecha y un urocultivo fue
positivo para Staphylococcus aureus multirresistente por lo que
recibió teicoplanina.
Séptima internación (12/7/95) Motivo de internación: A la paresia
braquiocrural derecha se agregó dolor hipogástrico y se acentuó su
estado depresivo. Presentaba adenopatías
inguinales, signos de derrame pleural derecho; hepatoesplenomegalia
con reflejos osteotendinosos normales y fondo de ojo normal. El
hematocrito era 34, los blancos 4700; glucosa 1,22; pO2 63,2; pCO2
35,5; pH 7,52; CO3H-29,2; a/A 0,48 (FiO2 0,21); urea 0,40, Na 141;
K3,7; bilirrubina 7 mg/dl; Ca 8,2; P 3,8; fosfatasa alcalina 116; GOP
8; GPT6; LDH 234; tiempo de Quick 15 seg (60%); PTTK 48 seg, plaquetas
38.000, ácido úrico 3,7 y sedimento urinario inflamatorio. La
ecografía abdominal mostró ascitis moderado, hígado de tamaño
normal, heterogéneo y con nódulos de distinto tamaño,
esplenomegalia moderada homogenea, adenopatías múltiples celíacas y
de hilio hepático y suprarrenal derecha aumentada. La TC encefálica
demostró lo que parecían
colecciones con paredes gruesas que aumentaban su densidad tras la
administración de contraste; eran predominantemente frontales. La
biopsia estereotáxica de cerebro reveló infiltración por linfoma
maligno difuso de células hendidas y no hendidas.
El sensorio se fue deteriorando con períodos de desorientación;
recibió tratamiento radiante pero el estado de conciencia empeoró
(Glasgow 8-9/15). Presentaba desviación conjugada de la mirada a la
derecha y sólo respondía a estímulos dolorosos. El coma se hizo
más profundo; presentaba acidosis metabólica e hipoglucemia a pesar
de recibir glucosa y bicarbonato; hemoglucotest 40 y 70, pO2 293; pCO2
28,5; pH 6,97 y CO3 H-6,3. Se produjo bradicardia extrema y paro
cardiorespiratorio el 6/8/95.
Discusión radiológica
Dra. G. Di Paola: Las radiografías de tórax de marzo de
1991 hasta octubre de 1994 son normales.
Dr. R. Re: En la tomografía computada (TC) de 1994 se observa
esplenomegalia y un pequeño engrosamiento de un pilar del diafragma
que no parece tener significado. La resonancia magnética nuclear
(RMN) de columna de enero de 1995 es normal, sin embargo la
seleccioné para mostrar la base del pulmón, en la que no se ve
derrame, y el polo superior del riñón derecho que se ve normal. En
abril del mismo año se observa en la TC una imagen tumoral que
compromete al pilar del diafragma y al polo superior del riñón; no
se puede visualizar la suprarrenal derecha ya que la masa compromete
todo el
retroperitone involucrando a la vena cava. Estas imágenes se
acompañan de derrame plaural y una formaciones de densidad sólida en
ambos parénquimas pulmonares, siendo la más importante la que
compromete al hilio. En ese período fue presentada al Ateneo y, como
además tenía adenopatías mediastinales de gran volumen, lo
interpreté como un cáncer de pulmón agregado al linfoma.
Dra. G. di Paola: En la radiografía de tórax de abril de 1995
se visualiza un infiltrado intersticio-alveolar bilateral a predominio
de base derecha con una elevación del hemidiafragma, y rectificación
y borramiento del seno costofrénico homolateral que se correlaciona
con los hallazgos de la TC.
Dr. R. Re: El 20/04/96 se hizo una biopsia de la masa que
estaba debajo del diafragma que resultó ser linfoma; se trató y en
la imagen post-tratamiento se observa una disminución de la masa
retroperitoneal, de la hiliar, de las adenopatías mediastinales y del
derrame pleural, aunque persisten algunas imágenes pequeñas de menor
densidad a la derecha y también contralaterales.
Dra. G. di Paola: En la radiografía de tórax posterior al
tratamiento persisten algunas imágenes intersticiales a predominio de
base derecha, con rectificación del hemidiafragma y un ligero
borramiento del seño costofrénico homolateral. Dr. R. Re: La TC de
cerebro revela imágenes hipodensas bifrontales, que con contraste
muestran un marcado aumento de la densidad de la región perilesional,
paredes gruesas e irregulares que me hicieron pensar en un absceso de
cerebro. La biopsia estereotáxica de esta masa, que muestra efecto de
masa y disminución de tamaño de los ventrículos, evidenció
linfoma.
Discusión clínica
Dr. R. Freue: En 1991 la paciente tenía 65 años e ingresó
por una adenopatía cervical derecha palpable, objetivada también en
la TC, de la que se obtuvo biopsia y se diagnosticó linfoma de
células pequeñas clivadas y no clivadas. Se la estadificó con una
TC de cuello, tórax, abdomen y biopsia de médula ósea, siendo
normales, por lo que se consideró una enfermedad local y se trató
con radioterapia local. Quiero destacar que tenía un leve aumento de
las transaminasas (40 y 45 de GOT y GPT respectivamente), que
probablemente correspondía a infiltración linfomatosa del hígado,
de manera que tenía
infiltración a ambos lados del diafragma. Esto suele ocurrir en un
alto porcentaje en los linfomas de grado intermedio cuando son
diagnosticados; tienen enfermedad en múltiples órganos dado el muy
lento crecimiento. Se hizo entonces una biopsia hepática en junio de
1992 en la cual había infiltración de elementos linfoides en los
espacios porta, por lo cual recibió 6 ciclos de COPP que produjeron
remisión de la enfermedad y, en junio de 1994, una nueva biopsia
hepática evidenció fibrosis portal leve. Entre la primera
internación en
1991 y 1995, venía ocasionalmente a controlarse dado que vivía en
Entre Ríos.
En abril de 1995, se internó por una bronconeumonía y una
reactivación del linfoma. Tenía adenopatías periféricas escasas,
las más notorias eran las inguinales derechas, las mediastinales
(vistas por TC), en el hilio-hepático, y tenía imágenes pulmonares,
con derrame pleural derecho que fue punzado y resultó un exudado
linfocitario. Se objetivó una masa en la región suprarrenal derecha
que no se pudo establecer si correspondía a la suprarrenal, se
biopsió y el diagnóstico resultó linfoma, por lo que recibió dos
ciclos de CHOPP con excelente respuesta. En las TC de mayo de 1995
previas al segundo ciclo de
CHOPP ya se veía una notoria disminución de las masas pulmonares,
del derrame pleural y menor compromiso infradiafragmático. En el
período final tenía adenopatías periféricas, nódulos hepáticos,
el bazo aumentó de tamaño (de 124 mm a 170 mm) y la masa suprarrenal
que persistía aunque había disminuido de tamaño.
En abril de 1995 consultó por depresión, pero como previamente ya la
padecía, no se pensó en compromiso de SNC por el linfoma; el mes
siguiente tenía signos neurológicos focales con imágenes
bifrontales, edema cerebral y efecto de masa en la TC ¿Por qué se
biopsió si parecía obvio que era progresión del linfoma? En ese
mismo mes, tuvo múltiples complicaciones infecciosas; la última de
ellas, una infección urinaria por estafilococo meticilino-resistente
insuficientemente tratado (abandonó el tratamiento) por lo que
quisimos descartar abscesos cerebrales. Hecho el diagnóstico de
linfoma en SNC, recibió
radioterapia; y a mi criterio falleció por complicaciones de la
misma: deterioro neurológico por edema cerebral que se comprobó en
la última TC cerebral cercana a la muerte.
En abril de 1995 la paciente ingresó con síntomas de insuficiencia
cardíaca congestiva ya que con pequeños aportes de volumen,
desarrollaba edema de pulmón y edemas periféricos, lo que requirió
su paso por terapia intensiva. Esto no se condecía con los estudios
auxiliares; un ecocardiograma bidimensional (se aclara que tiene muy
mala ventaja) mostró cavidades ventriculares pequeñas: ventrículo
izquierdo de diámetro diastólico de 40 mm y fracción de
acortamiento de 43% sin hipertrofia ventricular izquierda. Me planteo
si desarrolló una enfermedad restrictiva del ventrículo izquierdo,
por ejemplo, una amiloidosis. No hay una clara evidencia de ésta
afección en otras localizaciones pero la presencia de insuficiencia
cardíaca, episodios de taquiarritmias
supraventriculares no asociadas a alteraciones
hidroelectrolíticas ni a isquemia, aurícula izquierda grande, la
derecha probablemente grande, ventrículos chicos y un patrón en el
doppler cardíaco de disfunción diastólica, me obligan a plantear
este diagnóstico. La segunda posibilidad es que haya tenido
infiltración miocárdica o pericárdica por el linfoma pero no tuvo
derrame pericáridoc en el ecocardiograma.
La patología pulmonar pareció vincularse al linfoma; luego de muchas
discusiones en torno a biopsia de la masa pulmonar, la
fibrobroncoscopía con biopsia transbronquial descartó infecciones
por gérmenes comunes y tuberculosis; ésto sumado a la buena
respuesta a la quimioterapia, le puso el sello de linfoma. Otro punto
de discusión es la causa de las infecciones que había padecido; creo
que fue multifactorial; desnutrición, inmunosupresión por el linfoma
y por la quimioterapia, con la cual desarrolló neutropenia y sepsis
por
Klebsiella, luego del primer ciclo de CHOPP, que coincidió con el
nadir de los glóbulos blancos. Se trató y se sobreinfectó debido a
los tratamientos antibióticos recibidos. La última internación tuvo
relación con el compromiso neurológico por el linfoma, los cultivos
fueron negativos y no hubo fiebre, pero posteriormente desarrolló
Candida en el urocultivo, así que no descarto que haya fallecido,
además de la complicación neurológica del linfoma, de una
candidiasis diseminada.
En definitiva, en esta última internación tenía compromiso focal
por el linfoma (por la clínica y las imágenes) y creo que el
deterioro agudo se relacionó con la irradiación del SNC, que
provocó edema cerebral agudo. ¿Por qué mejoró su cuadro sistémico
con quimioterapia y falleció por la consecuencias del linfoma
cerebral? Dejo como inquietud la posibilidad de que la quimioterapia
no haya atravesado la barrera hematoencefálica y, como autocrítica,
no haber suspechado previamente la presencia del linfoma en el SNC.
Dr. a. Roncoroni: ¿Qué antiguedad tenía la adenopatía?
Dr. R. Freue: La biopsia que le hicieron en otra institución
fue en 1990; 6 a 7 meses antes de la consulta en el IDIM.
Dra. M. Molina: La TC de cuello, tórax y abdomen de enero de
1991 evidenció un conglomerado de ganglios del lado derecho del
cuello. A lo largo de los 5 años, venía periódicamente desde Entre
Ríos, o sea que pasaba varios meses sin control. Pero la realidad es
que desde fines del 90 hasta enero del 95, tuvo una sobrevida con una
adecuada calidad de vida y la enfermedad se agravó en el curso del
año 95. La biopsia ganglionar de la única masa palpable que tenía
hecha en el IDIM (1991) fue informada como linfoma de tipo
linfocítico intermedio, que era la manera como se clasificaban en ese
momento, y correspondía a lo que también se llamaba linfoma de la
zona del manto. Hoy en día éste linfoma pertenece al grupo,
relativamente homogéneo en algunos aspectos, llamados linfomas de
bajo grado por el tipo de evolución que presentan, caracterizados por
presentar células de tipo linfoide, pequeñas, algunas clivadas y
otras no clivadas. Los del manto, aunque pertenecen histológicamente
a ese grupo, hoy en día se considera que tienen una evolución más
agresiva que el resto de ese grupo; SMC, que los linfomas marginales,
que los foliculares, en general, los de linfocitos pequeños B
similares a la linfática crónica. Actualmente se considera un
linfoma prácticamente incurable que suele
tener una evolución de 5 a 6 años promedio, que es la evolución que
tuvo esta paciente. En la mayoría de los casos se presentan como
enfermedades extendidas desde el inicio de la enfermedad, con muchas
masas ganglionares, con compromiso extranodal y suelen ser estadíos
III y IV desde el comienzo. Esto no sucedió en ésta paciente, la que
estadificamos en enero 91 y tomamos la decisión de tratarla solamente
con radioterapia en el cuello porque la consideramos un estadío I.
Retrospectivamente, si se analiza su evolución, también creo que
tenía un estadío IV con compromiso de hígado en el comienzo de la
enfermedad y eso explicaría el leve aumento de transaminasas ya desde
la
primera internación, aunque en ese momento no se veía nada, ni por
ecografía ni por tomografía. Si hubiésemos planteado hacer un
biopsia de hígado, inicialmente, quizás hubieran aparecido los
infiltrados linfoides periportales. Otra característica que tienen
estos linfomas es que existen las formas lentas que tienen una
evolución de 4 a 5 años y terminan haciéndose resistentes a los
tratamientos, pero también hay formas agresivas a corto plazo, que no
parece ser éste caso. No es frecuente que en la etapa final se
transformen en linfomas de células grandes, como sucede en el resto
de los linfomas no-Hodgkin, sobre
todo en el grupo de células pequeñas. Los linfomas del manto aún en
las etapas terminales con formas agresivas, muestran poca variación
en el tamaño celular; solamente se ven algunos casos (entre 10 y 15%)
en que los linfocitos no se transforman en células grandes sino en
formas un poco más blastoides. De acuerdo a las descripciones de los
patólogos de las biopsias del último año, los linfocitos de la
biopsia de la masa renal o suprarrenal derecha y los linfocitos del
cerebro, parecen ser similares a los observados en la biopsia original
de cuello, de acuerdo con lo que se describe para los linfomas de las
células del manto, que en los últimos 10-12 años se han tratado de
separar como un grupo
particular y se encuentran muy pocos artículos con descripciones
sobre la evolución clínica de estos enfermos y sobre el compromiso
de distintos tejidos. En cambio, hay una explosión de artículos
referidos a estudios citogenéticos y de biología molecular en todos
los limfomas pero, en los linfomas de las células del manto, se
observan una serie de fenómenos llamativos y patognomónicas que
ayudan en aquellos casos en que el diagnóstico citológico es
difícil. Se asocian en un porcentaje de alrededor de un 70% con
estudios citogenéticos y de biología molecular que demuestran una
traslocación casi patognomónica: la tras (11;14). En el cromosoma 11
está el locus bell que hace la traslocación del cromosoma 14, a la
región donde se encuentra el gen que codifica para la
cadena pesada de la inmunoglobulina (JH). A raíz de la traslocación
y yuxtaposición del material genético en esa zona, se produce una
sobreexpresión de otro gen llamado PRAD1. Esta ciclina interviene en
el ciclo celular, en la transición G1-S que codifica para una nueva
ciclina llamada CYCLIN-D1. Dicha traslocación se detecta hasta en un
70% de los enfermos. Si se busca el PRAD1 y la sobreexpresión, el 90%
de estos enfermos la tiene; entonces, Si se busca el PRAD1y la
sobreexpresión, el 90% de estos enfermos la tiene; entonces, lo que
hacen de alguna manera es estimular la proliferación de un gen
neoplásico. Actualmente, la ciclina-D1 se detecta por técnicas de
inmunohistoquímica en el 95% de los linfomas de las células del
manto. Se mencionó que en la etapa final la paciente tuvo una buena
respuesta a la quimioterapia (CHOPP) en lo que se refiere al linfoma
periférico en tórax y abdomen, se describieron las modificaciones y
las mejorías tomográficas y ecográficas a pesar de la probable
progresión de la lesión en SNC. Estoy de acuerdo con el Dr. Freue en
que no jerarquizamos lo suficiente los cambios de
personalidad que manifestó entre abril y mayo, durante esa larga
internación con múltiples complicaciones. Le prestamos atención
cuando se presentó en consultorio externo con hemiparesia braquirural
derecha, pero creo que el linfoma en SNC lo tenía desde varios meses
antes. El tipo de drogas (esquema CHOPP) para linfoma periférico fue
el adecuado, deda la respuesta y mejoría de cuadro torácico y
abdominal pero creo que no fue el mejor si se hubiera supuesto que
tenía compromiso linfomatoso del SNC. La ciclofosfamida tiene mal
pasaje y es una droga hidrosoluble, por lo cual es muy pequeño su
efecto a nivel del SNC. Las antraciclinas son de molécula muy grande
y tampoco
atraviesan la barrera hematoencefálica. En el período final tuvo una
"explosión" del linfoma y previo a la muerte tenía
fosfatasa alcalina y bilirrubina elevadas, con transaminasas elevadas
como nunca había tenido y con nódulos en todo el hígado. Y ésto lo
desarrolló en 20 días, paralelamente al empeoramiento de la lesión
cerebral. De ésta manera, creo que tuvo progresión del tumor y que
ésto se debe, aunque no lo podamos comprobar, a lo que se describe
para los linfomas de las células del manto (y para otras neoplasias
sólidas) a que desarrollan, ya sea por la enfermedad o por los
tratamientos, mutaciones de la
proteína P53, que se detecta hasta en un 50% de los tumores sólidos.
Al adquirir la mutación del P53, las células dejan de entrar en
apoptosis y entonces el tumor progresa y se hace imparable, totalmente
resistente a las distintas quimioterapias. Desde ya, esto sucede a
nivel molecular que nosotros no podemos corroborar pero creo que es la
explicación de la evolución final.
Dra. S. Quadrelli: El compromiso pulmonar durante la sexta
internación parecía deberse al linfoma y la evolución parece
haberlo confirmado. Los diagnósticos alternativos en un paciente con
una enfermedad linfohematológica son una infección concurrente o
linfoma. En éste caso había varios datos que desde el punto de vista
de las imágenes avalaban el segundo de éstos diagnósticos; la masa
adenopática y el compromiso parenquimatoso sin broncograma aéreo con
forma nodular. Aunque el diagnóstico de infección era poco probable,
se hizo un lavado broncoalveolar (BAL) por la relativa facilidad que
tiene descartar este diagnóstico. Este procedimiento fue negativo, lo
cual si bien no es excluyente (la sensibilidad del BAL no es del 100%)
junto con los datos radiológicos parece descartarlo. Otros
diagnósticos alternativos parecen poco probables; una neoplasia
pimaria de pulmón hubiera sido dificil de aceptar por el hecho de ser
multicéntricos y por el compromiso ganglionar tan significativo. Los
únicos tumores que se comportan con compromiso ganglionar bilateral
masivo son los carcinomas de pequeñas células que en general son
más pequeños y muy raramente multicéntricos. Creo que el hecho de
que la citología del líquido fuese negativa no excluye el linfoma, y
la franca linfocitosis es un dato a favor, de tal manera que todo
parece indicar (y mucho más la evolución) que esto haya sido
compromiso por su enfermedad de base.
Dr. J. B. Palmitano: El motivo de la primera biopsia hepática
en 1992 fue que presentaba una ligera elevación de las transaminasas
y llamativamente se vió compromiso por linfoma en los espacios porta.
Esto transformaba un estadío I en un estadío IV y motivó el
tratamiento con quimioterapia con una evolución favorable en los 2
años siguientes. Posteriormente consultó a mediados de octubre de
1994 con aumento de peso, edemas, astenia y malestar general y,
reviendo la situación de la paciente, nos replanteamos con la Dra. M.
Molina el diagnóstico de linfoma hepático, lo que motivó la segunda
biopsia de hígado, ya que en esos 2 años de evolución no tenía
evidencias de linfoma. Como tenía
ascitis en la primer laparoscopía en 1992 y el bazo que en 1992 era
normal había crecido significativamente, pensamos que tenía una
hepatopatía previa distinta del linfoma. Sin embargo, los marcadores
virales y serológicos eran negativos y no había otra etiología
distinta al linfoma que justificara éstos hallazgos. Además en la
primera biopsia hepática había infiltración por células
linfoideas. En la segunda biopsia de hígado en 1994 tenía fibrosis
portal leve sin infiltración por linfoma. Había índices
ecográficos y por doppler que demostraban que el hígado era de
tamaño normal o disminuído, con una superficie finamente irregular
lo que también se vió en la laparoscopía. En el estudio doppler se
observó un índice de congestión elevado, de lo que se infiere un
aumento de la resión portal Posteriormente tuvo un corto período de
evolución favorable hasta abril de 1995 cuando desarrolló las
complicaciones que la llevaron a la muerte. Seguramente en la
necropsia va a tener compromiso hepático importante, de tipo nodular,
típico del linfoma. Retrospectivamente creo que la conducta fue
adecuada y me parece que no tiene una cirrosis de otra etiología
distinta de la de su enfermedad de base, aunque ésto constituye una
rareza.
Dra. L. Cura:Las complicaciones metastásicas del linfoma en
SNC son muy raras. En una serie de 592 pacientes, Levitt observó que
8 tenían metástasis en SNC, siendo más frecuente la infiltración
meníngea. Sin embargo, ésta paciente tenía una metástasis
intracerebral. Las características del examen físico correspondían
claramente con estas masas que fueron biopsiadas y cuyo diagnóstico
fue linfoma. En estos pacientes no hay acuerdo sobre cual es el
tratamiento ideal, pero la radioterapia y la quimioterapia sistémica
e intratecal son los más aceptados. La radioterapia puede dar como
complicación necrosis
de la sustancia blanca del cerebro y del tronco encefálico o, en
menor grado, puede generar desmielinización del SNC con preservación
axonal. No creo que sea el caso de esta paciente, ya que éste tipo de
complicaciones suelen presentarse entre los 3 meses y 3 años de
iniciado el tratamiento y desarrollan infiltración fibrinoide de la
pared de los vasos cerebrales que genera trombosis y necrosis
cerebral. Sin embargo, ésta paciente falleció a la semana de la
radioterapia tenía edema cerebral y éste puede estar relacionado con
la causa de su muerte, dependiendo de la dosis y el tiempo de
irradiación.
Dr. A. Nicastro: Este grupo de linfomas está cambiando el
enfoque del tratamiento del cáncer. Son de bajo grado porque son de lento
crecimiento pero
son prácticamente intratables. En este tipo de linfoma la
terapéutica no consiste
en destruir la célula neoplásica porque aparentemente es casi
imposible de hacerlo. El enfoque actual es cambiar la decisión celular, cambiar la
muerte por lesión por la muerte programada (apoptosis). La cantidad de rupturas
del DNA de un linfocito por día es extraordinariamente alta. Se producen
cerca de 5 mil lesiones diarias. Lo más importante es el mecanismo reparante del DNA
y ese mecanismo debe ser resguardado. Las células se reparan en reposo, por
lo tanto, si la célula tiene alta actividad de ciclina no uede repararse
nunca y evidentemente el daño del DNA se va a perpetuar en todas las
células. Lo mismo sucede con la expresión bcl2; la célula no va a la apoptosis
por lo tanto el
DN dañado persiste. Lo mismo ocurre con la mutación del P53 que es
una proteína que detiene el ciclo celular en G0 y G1, permitiendo la
reparación del DNA. O sea, en éstas enfermedades falla esencialmente el mecanismo
reparante. Por lo tanto, el concepto actual es cambiar la decisión
celular en cuanto que vaya a reposo para poder repararse y no destruirla. Este es
el concepto actual y el enfoque que se está dando al cáncer y este tipo
de linfoma en el que se puede conocer lo que le pasa a la célula.
Dr. A. Roncoroni: ¿Hay alguna medicación para reparar el DNA?
Dr. A. Nicastro: Actualmente se están utilizando nuevos análogos de
purinas capaces de inducir apoptosis, pero la investigación de agentes
capaces de modular la expresión de bcl2 y de la proteína P53 está en sus
comienzos.
Dra. S. Predari: Esta paciente tuvo varios episodios infecciosos
siendo uno de los más importantes la bacteriemia por Klebsiella penumoniae a punto
de partida probablemente intestinal. Digo ésto porque ante el cuadro diarreico
sufrido por la paciente estudiamos un corpocultivo que mostró una severa
disbacteriosis en la materia fecal, aislándose como flora única Klebisiella pneumoniae
multiresistente, con igual bio y antibiotipo que la cepa de los
hemocultivos. Esta enterobacteria es ampliamente conocida como agente etiológico de
neumonías, infecciones urinarias, del tejido celular subcutáneo y sepsis en el
medio
hospitalario. Son múltiples sus factores de virulencia desde
elpolisacárido capsular con sus al menos 77 serotipos que la tornan resistente a la
opsonofagocitosis, sus fimbrias, el lipopolisacárido y otras toxinas
como proteasas, hemolisinas, etcétera. En ciertas cepas de Klebsiella
pneumoniae se ha descripto una citotoxina con actividad enterotóxica, que ha sido
bien estudiada en Klebsiella oxytoca, que comparte propiedades con la
Shiga-like toxina de Escherichia coli enterohemorrágica, aunque es mucho menos
potente.
Es en citotoxicidad y enterotoxicidad semejante a la toxina A del
Clostridium difficile, aunque estructuralmente son dos toxinas no relacionadas.
La administración de ciertos antibióticos como cilindamicina,
lincomicina y beta- lactámicos, recordemos que la paciente había recibido cefalosporinas
de tercera generación, no sólo puede causar la proliferación selectiva de C.
difficile resistente a ellos en el colon humano, sino también la proliferación
de éstas cepas enterotóxicas de K. pneumoniae o de K. oxytoca, como ya fuera
descripto en la literatura, y creo que ha sucedido en ésta paciente. Las
complicaciones infecciosas que presentó posteriormente fueron las características
de los
pacientes neutropénicos febriles sometidos a múltiples
procedimientos, con distintos dispositivos, catéteres, ARM, esquemas quimioterapéuticos
y múltiples antibióticos; desarrolló una infección por Staphylococcus aureus
multirresistente a partir de una vía central, con infecciones urinarias concomitantes
y luego infecciones urinarias por distintas especies de Candida: C. albicans,
C. tropicalis, y en la última internación, 4 días previo a la muerte, por Candida
kefyr que, en realidad, es poco frecuente y es el nuevo nombre de la Candida
pseudotropicalis. No sería nada raro encontrarnos con una infección
cadidiásica basta te más seria que la simple infección urinaria previa a su
muerte.
Dr. H. Calbosa: El cuadro final fue shock probablemente producto de
una sépsis y tenía acidosis metabólica severa. Creo que la sepsis agravó el
cuadro neurológico independientemente de la radioterapia.
Dra. M. Molina: Un dato llamativo es que 48 hs antes de la muerte se
anemizó a 25% de hematocrito, con eritroblastos en sangre periférica,
probablemente por hemorragia digestiva. Los linfomas de células del manto con
compromiso gastrointestinal se conocían como poliposis múltiple linfomatoide de
intestino y no se sabía si era una lesión benigna. Hoy en día se sabe que es la
forma intestinal de los linfomas de células del manto y tienen la misma
traslocación, la misma alteración de biología molecular que el linfoma de células
del manto.
Dr. A. Roncoroni: Esta enferma tuvo múltiples biopsias (salvo de
pulmón) y parece evidente la infiltración por linfoma. No me queda claro la
causa de la insuficiencia cardíaca. Es interesante ver lo que ocurrió en el SNC
ya que lo único que se vió fue edema cerebral, probablemente como resultado de
la radioterapia. La causa de muerte parece haber sido el shock séptico.
Discusión anatomopatológica
Dra. Clarisa L. Alvarez: En primer lugar mencionaré los hallazgos de
las biopsias: la primera se realizó en enero de 1991, correspondía a un
ganglio cervical y se informó como linfoma maligno de células pequeñas e
intermedias clivadas y no clivadas, citologicamente compatible con un linfoma de
tipo intermedio o linfoma del manto.1
La segunda biopsia se realizó un año y medio después y mostró
infiltración de los espacios porta por elementos linfoides pequeños y se lo
correlacionó con el linfoma que padecía la paciente.
La tercera biopsia fue 4 meses después de la anterior, se biopsió el
hígado nuevamente que mostraba solo fibrosis portal, es decir que el
tratamiento había sido efectivo ya que se habían borrado los infiltrados.
La autopsia mostró una gran diseminación del linfoma, con una masa
dominante en la adrenal derecha que hacía cuerpo con el hígado que estaba
visiblemente afectado. Había además ganglios peripancreáticos comprometidos con
trombosis de la vena porta y de la esplénica. Además tenía lesión
por linfoma en la adrenal contralateral izquierda.
El hígado pesaba 2.500 g2 y tenía superficie irregular de aspecto
nodular con infiltración por linfoma. Los riñoes pesaban 140 g el derecho y 160
g el izquierdo y tenía infiltración nodular por el linfoma. Los pulmones estaban
menos lesionados, tenían pequeños nódulos blanquecinos menores de 1 cm
Histológicamente se vio infiltración linfomatosa de los linfáticos
perivasculares que se extendía al intersticio pulmonar. Además había un
tromboembolismo pulmonar de aspecto reciente, no neoplásico. El cerebro3 pesaba 1380
g y tenía infiltración linfomatosa bifrontal con áreas nodulares nodulares
rojizas con
hemorragias y linfoma. En los cortes histológicos se vio lesión en
las meninges, en los espacios de Virchow - Robin y en el parénquima adyacente.4
La tiroides estaba atrófica y tenía un pequeño nódulo
microscópico de infiltración por linfoma. Se halló además infiltración focal en el corazón e
hipófisis. La médula ósea no estaba comprometida.
Se hizo el inmunofenotipo del linfoma con los anticuerpos que
disponíamos, mostrando CD 20 +++, CD3 - , CD 43+ (aislado) y CD30 -. Para
caracterizar el linfoma del manto tendríamos que tener CD 5+, CD10 - y Lambda +. No
disponemos de estos anticuerpos, pero los que hicimos fueron
compatibles, por lo cual pensamos que se trata de un linfoma B de células pequeñas
clivadas que podría corresponder a un linfoma del manto como sugirió en la
primera biopsia del año 91. Como evento final se halló una bronconeumonía bilateral aguda.
Diagnóstico anatómico (A. 3058)
1) Linfoma B de células pequeñas clivadas (probable linfoma del
manto) con compromiso de adrenales bilateral e hígado (2500 g) Trombosis neoplásica de vena esplénica y porta.
Infiltración linfomatosa en pulmones, riñones, cerebro, banglios.
Infiltración focal en tiroides, hipofisis y miocardio. Bronconeumonía bilateral aguda.
2) Tiroiditis atrófica.
Bibliografía
Warhke RA et al. Tumors of the Lymph notes and spleen.
Armed Forces Institute of Pathology, 1995
Fig. 1.-- Ganglio cervical H. E.
Fig. 2.-- Hígado
Fig. 3.-- Cerebro (cortes frontales)
Fig. 4.-- Cerebro H. E.
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