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COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS
The case of the frozen addicts. Working at the edge of the
mysteries of the human brain. J. William Langston, Jon Palfreman, New
York: Vintage Books, 1996, 309 pp
En la introducción de un artículo que forma parte del presente
número (1997; 57: 104-10), se menciona a la «epidemia de
Parkinson». Pues bien, es a propósito de esa «epidemia» que trata
este fascinante libro que casi podría cate-gorizarse como un thriller
por su creciente interés hasta la resolución del misterio. De sus
dos autores, Langston es el neurólogo responsable del primer
diagnóstico correcto en referencia a los 6 desconcertantes casos
ingresados en servicios de guardia de hospitales en el área de la
bahía de San Francisco, California, aquel verano de 1982, en tanto
que Palfreman es un escritor premiado por sus reportajes y también
productor televisivo de documentales médicas y científicas.
Langston, que en 1982 tenía 39 años y recibía un salario modesto
como jefe del departamento de neurología en el Santa Clara Valley
Medical Center, San José, es hoy el director del Par-kinson’s
Institute en Sunnyvale, California, y una autoridad internacionalmente
reconocida en enfermedad de Parkinson, siendo además editor por
Norteamérica de la revista Neurodegeneration y presidente de The
Parkinson’s Epidemiology Research Committee. Y es curioso que el
factor desencadenante de esa acelerada transición haya estado dado
por 6 adictos que incidentalmente habían consumido lo que al
principio se creyó una «mala heroína».
El prólogo del libro se inicia con la descripción del despertar
matinal de un hispánico con antecedentes delictivos: el hombre se
siente congelado, como de piedra, totalmente incapaz de moverse y
hablar, pero con plena lucidez. Y aunque no puede expresarse, para sí
no duda en responsabilizar de su presente condición a la droga
inyectada la víspera. A partir de ese prólogo, el relato continúa
detallando su internación primero en un servicio de guardia y luego
en neurología, bajo los sucesivos rótulos de simulación, sobredosis
de neurolépticos y esquizofrenia catatónica. Finalmente es examinado
por Langston, quien diagnostica un parkinsonismo de emergencia súbita
en un individuo joven. A los días, el paciente siempre sin habla y
con movimientos muy limitados, logra garabatear la palabra
«heroína». Y es entonces, a más de la sorpresa de reconocerlo como
lúcido, que se accede a la primera clave. Y con ello al posterior
intercambio de información que permite detectar otros cinco casos de
aparición concomitante: tres corresponden a hispánicos, y son la
compañera del paciente y, en la misma área de San José, un
narcotraficante callejero y una muchacha a la que había provisto de
la misma droga que él utilizaba para sí; concomitantemente y a 50
millas de San José, en Watsonville, se ha dado un cuadro similar en
dos hermanos convivientes, de origen anglosajón y consumidores de
larga data.
Cuando los respectivos médicos tratantes acuerdan ensayar el
tratamiento con L-dopa, se logra una mejoría espectacular; a los
pocos días, los 6 pacientes caminaban, hablaban, y se alimentaban y
lavaban por sí mismos. Consecutivamente, se impusieron dos
prioridades: recurrir a los medios locales (radio y televisión) para
informar que en las calles estaba circulando una «mala heroína», y
tratar de pesquisar restos de droga que hubieran quedado en las casas
de los pacientes. Se lograron obtener algunas muestras, y su análisis
arrojó un resultado sorprendente: no se trataba de heroína sino de
un compuesto químico que sólo logró identificarse como símil de la
meperidina.
Evidentemente, se trataba de una nueva droga obtenida por diseño.
Desde unos pocos años atrás, y dada la ilegalidad del ácido
lisérgico y del PCP (fenilciclidina), químicos de desempeño
marginal habían desestimado por penalmente riesgosa la síntesis de
derivados de esas drogas, abocándose al diseño de otras nuevas y por
tanto difíciles de detectar y analizar. Por ejemplo, una droga que
aparentara ser heroína y actuara como tal, pero cuya fórmula
química correspondiera a un compuesto que, al no estar listado como
sustancia ilegal, pudiera ser fabricado, vendido y usado con
impunidad. A ese respecto, uno de los toxicólogos involucrados por
Langston en el análisis de las muestras recordó haber leído un
artículo referido a un caso de parkinsonismo en un joven adicto que,
en su casa de Bethesda, md, sintetizaba sus propias drogas para
consumo personal. El trabajo había aparecido en 1979 en una revista
de escasa difusión, el Journal of Psychiatry Research, y no había
suscitado repercusión alguna. Su lectura asombró a Langston: los
autores habían incluso logrado determinar que el compuesto era MPPP,
e identificarlo como análogo de la meperidina. El paciente,
recuperado de su parkinsonismo agudo luego del tratamiento con L-dopa
instituido entonces, había sido derivado al NIH Clinical Center,
donde un químico profundizó el análisis del compuesto detectando
además otros dos subproductos originados por síntesis defectuosa de
la meperidina.
Mientras el intento de reproducir la enfermedad por inyección de MPPP
en ratas fracasaba, el paciente aficionado a la química fallecía en
1978 por sobredosis de cocaína: el examen histopa-tológico posterior
mostró pérdida extensiva en sustancia nigra con diagnóstico
compatible con enfermedad de Parkinson. En base a esa información
Langston se afanó en ubicar al primer autor del trabajo; a la fecha
se desempeñaba como clínico general en Cleveland, ya que había
abandonado la neurología (su estadía en el NIH había correspondido
a una residencia en esa disciplina).
En cuando a la historia del trabajo, había sido rechazado primero por
The New England of Journal of Medicine por tratarse de un solo caso, y
luego por JAMA por considerar que el número de autores (7) era
excesivo. Y todo concluyó con su publicación en el primer número de
una revista todavía sin listar en los índices médicos. Ya en
posesión de tanta información valiosa, Langston consultó a Irwin,
director del Stanford’s Drug Assay Laboratory, quien sugirió
trabajar sobre uno de los dos subproductos originados en curso de la
síntesis de droga realizada por el estudiante-adicto. Y resultó que
el subproducto MPTP (1-metil-4-fenil-1, 2, 3, 6-tetrahidropiridina)
era el compuesto presente en los restos de la droga a que habían
accedido los 6 pacientes de San Francisco. Más aún, cuando el
compuesto se inyectó a monos, se logró la inducción del
parkinsonismo. Esos resultados originaron dos publicaciones que
cabría considerar competitivas: la liderada por Langston en Science,
y otra en Proccedings of the National Academy of Sciences, encabezada
por el equipo del NIH que, ante los hallazgos difundidos, había
decidido retomar el tema. Se concluía que de la oxidación del MPTP
resultaba una toxina mitocondrial que interfería con la actividad del
complejo I; se podía por tanto inferir que en la enfermedad de
Parkinson ocurría una disminución de la actividad de ese complejo.
A todo esto, los 6 adictos ya habían comenzado a sufrir las
complicaciones del tratamiento por L-dopa, aquellas tan bien
descriptas por Oliver Sacks en un grupo de pacientes
post-encefalíticos (Awakenings, London: Penguin Books, 1976).
Y aquí se abre un nuevo capítulo, el referido a la necesidad de
suspender ese tratamiento y a los intentos de su reemplazo vía
transplante de neuronas dopaminérgicas de origen fetal humano. Para
la intervención, se seleccionaron los pacientes menos deteriorados,
el hispánico que motivó el primer diagnóstico y las dos mujeres.
Como a la fecha tenía vigencia una moratoria del NIH en referencia a
transplantes de células humanas, se recurrió a un equipo de
neurocirujanos suecos, viajando los pacientes a Estocolmo entre 1992 y
1994. Fue a las semanas del trans-plante que se comenzó a insinuar
una lenta recuperación, que fue más evidente en la mujer más joven.
Si bien los resultados se describen como alentadores, el transplante
no es postulado como tratamiento de elección.
Así, en forma objetiva, el libro concluye con un capítulo (Unending
quest), en el que se resumen todas las incógnitas todavía vigentes
en torno a la etiología, patogenia, evolución y tratamiento de la
enfermedad de Parkinson, y la controversia que suscitan determinados
tópicos entre los médicos y científicos especializados en esa
entidad.
Cabe concluir que la «epidemia de Parkinson» desencadenó una serie
de eventos que llevaron, por ejemplo, a la creación de un instituto,
el planeado por Langston, en que la enfermedad se aborda con un
criterio multidisciplinario y en donde se desempeñan coordinadamente
tanto neurólogos clínicos como investigadores básicos; también
posibilitó el acceso a un modelo experimental, y con ello, a un
renovado interés por el parkinsonismo en otros centros biomédicos;
al respecto, DeLong, en la Universidad de Emory y en base al
parkinsonismo inducido por MPTP en monos con consiguiente
hiperactividad del núcleo subtalámico, ha demostrado que lesionando
dicho núcleo, a su vez conectado a la porción interna del globus
pallidus, se logra abolir la enfermedad provocada.
En síntesis, se trata de un excelente libro encuadrado en el género
de novela-no-ficción, aquel cuyas pautas estableció Truman Capote
con la publicación de In Cold Blood: es decir, el tratamiento de un
hecho real con técnicas de ficción, que es algo que no está al
alcance del periodista que no haya aprendido a escribir buena
ficción. El periodismo, decía Capote, siempre se mueve en un plano
horizontal al contar una historia, en tanto que la ficción se mueve
verticalmente, profundizando tanto los caracteres como los sucesos. La
síntesis de ambas aproximaciones está lograda sin duda en The Frozen
Addicts. Sin embargo, y en relación a los 6 individuos cuyas
fotografías apreciamos en el libro, y a cuyas pobres vidas accedemos
según detalles provistos por los autores, cabe plantearse hasta
dónde es válido un consentimiento informado para infringir el
derecho a la privacidad, particularmente en aspectos anecdóticos que
no son esenciales al caso clínico en sí.
Fundamentos de alergia para el médico general; Angel Alonso.
Buenos Aires: El Ateneo, 1996; 166 pp
El libro, dividido en 11 capítulos, está prolo-gado por el mismo
autor, quien en el capítulo I efectúa definiciones previas
indispensables para comprender los fenómenos alérgicos. El autor
vierte algunas definiciones subjetivas sobre la Inmunología de las
Alergias al describirla como «la hija díscola de la Inmunología»,
afirmando que el alérgico, es el «neurótico» de la
inmuno-patología mientras que la reacción autoinmune es como las del
«psicótico», porque se autoagrede sin razón aparente. Están
definidos los alergenos, la atopia, la paraalergia y la anafilaxia.
Los fenómenos alérgicos son clasificados en «función del tiempo»
de acuerdo a la tradicional clasificación de Gell y Coombs, sin
mencionarla. Están bien resumidos los conceptos sobre
hipersensibilidad inmediata describiendo los conocimientos actuales
sobre la biología molecular, como la diversidad genética de las
inmunoglobulinas y los receptores celulares. Tal vez hubiese sido
deseable la inclusión de dibujos y gráficos para que al lector le
sea más facil comprenderlos.
Los capítulos referentes a la historia clínica, métodos de estudio,
alergia respiratoria y cutánea, así como la digestiva y alimentaria
están correctamente desarrollados. El capítulo de alergia a los
medicamentos, está tratado con idoneidad en un tema donde el médico
no especializado tiene enormes dificultades para comprender y
aconsejar conductas hacia sus pacientes, que con o sin antecedentes
alérgicos necesitan utilizar ciertas drogas para su diagnóstico o
tratamiento. Un ejemplo lo constituye los frecuentes pedidos para
estudiar la hipersensibilidad a los medios de contraste iodados.
Están bien desarrolladas las alergias ocupaciones.
El capítulo correspondiente al tratamiento de las enfermedades
alérgicas es el más extenso y el mejor encarado. Hace referencia a
los recursos terapéuticos tradicionales con una actualización sobre
las últimas drogas disponi- bles. Sobre el tema de la inmunoterapia,
que siempre fue motivo de controversia, brinda información clínica y
destaca los últimos trabajos que refieren los cambios que esta
terapéutica es capaz de producir en los mecanismos molecula- res de
la hipersensibilidad en beneficio del pa-ciente.
Con respecto a la historia de la alergia en la Argentina llama la
atención la falta de mención de varios destacados especialistas en
la disciplina alergo-inmunológica. La publicación cumple con los
objetivos del autor, al ofrecer resumi-damente una información
actualizada al médico general. Sin embargo, carece de una
descripción ordenada de los mecanismos inmunológicos, para que el
lector pueda integrarlos. La falta de datos bibliográficos y de notas
al pie de página es un inconveniente para el lector que desea
profundizar los temas que le interesan.
Virología médica, Guadalupe Carballal, José Oubiña. 2da.
Edición. Buenos Aires: El Ateneo, 1996, 541 pp
Los autores de este libro son docentes universitarios que generosa
y didácticamente han pretendido hacer confluir aspectos básicos y
biomédicos referidos a la patogenia, el diagnóstico y la profilaxis
de las infecciones producidas por virus, clamidias y rickettsias. Su
contenido, al decir de los propios autores, está dirigido a alumnos
de pregrado y postgrado en microbiología, a médicos y residentes en
clínica médica e infec-tología y también a bioquímicos y
biólogos orientados al diagnóstico virológico. Para cada uno de
estos grupos de potenciales lectores, los autores aconsejan qué
capítulos deben leer preferen-cialmente.
La nueva edición incluye nuevos aportes como genética viral,
bioseguridad, virus emergentes y parvovirus, además de los
correspondientes aspectos de biología molecular en cada caso. Los
medicos asistenciales pueden encontrar en este libro la oportunidad de
actualizarse en referencia a las enfermedades virales que a diario
deben enfrentar, incluidas las respuestas a las muchas preguntas que
formulan los pacientes y sus familiares, sugeridas por la divulgación
virológica a cargo de los medios de comunicación, que generan en el
público más ansiedad que ilustración cultural útil a la
prevención.
Uno de los valores más destacables de la obra es informar acerca del
impacto de las infecciones virales en la Argentina.
La impresión es muy buena y las figuras son todas muy ilustrativas.
Myocardial ischemia: mechanisms, reperfusion, protection. M.
Karmazyn. (ed)
Basel: Burkhäuser, 1996, 515 pp
Los mecanismos íntimos de la isquemia miocárdica, de la repercusión
y de la disminución del daño secundario a la injuria, son fenómenos
complejos, multifactoriales y parcialmente conocidos. Sin embargo, se
sabe que pueden afectar estructural y bioquímicamente al corazón
como para explicar todos los estadíos de disfunción miocárdica.
También la alteración de actividad y respuesta endotelial a las
distintas influencias locales y metabólicas está vinculada a
aquellos mecanismos. De ahí el esfuerzo de numerosos investigadores
para explicar estas interrelaciones y su vinculación con los
fenómenos clínicos.
El libro aglutina una serie de revisiones heterogéneas y atractivas
que analizan la mayoría de los conocimientos de avanzada en esos
terrenos. La influencia moduladora de la respuesta endotelial al
óxido nítrico en condiciones fisiológicas y patológicas, están
bien tratadas. Lo mismo sucede con los intrincados procesos asociados
al daño-beneficio por reperfusión, así como al de la hibernación,
el atontamiento y la protección de la injuria. Otra parte interesante
es el estudio sobre el remodelamiento. Quizás, la lectura sea algo
dificultosa por la abundancia de detalles bioquímicos y de
fisiología básica, sin la interre-lación clínica correspondiente.
Es posible que a eso contribuya la secuencia de revisiones sobre temas
tan diversos. Sin embargo, la línea argu-mental es coherente y los
diversos tópicos están actualizados, aun en el caso de temas conoci-
dos.
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