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CARTAS AL COMITE DE REDACCION
Federico I. Mordeglia
(1931-1995)
El Comité de Redacción
Hace ya más de un año, fue el 5 de diciembre de 1995, que
falleció el Dr. Federico I. Mordeglia, integrante del Comité de
Redacción de la Revista Medicina desde 1982. Se había graduado de
médico en 1954, y desde 1955 se incorporó a la III Cátedra de
Medicina, bajo la dirección de Alberto C. Taquini al comienzo y la de
Alfredo Lanari después. A partir de 1960, se desempeñó por dos
años en París, como becario del gobierno francés. Su vocación
docente, que habría de culminar con su designación como Profesor
Adjunto de Medicina, se evidenció tempranamente. Cuando la III
Cátedra fue trasladada a lo que es hoy el Instituto de
Investigaciones Médicas, Mordeglia se destacó por la colaboración
brindada a Lanari y a sus sucesores, tanto en sus actividades docentes
como asistenciales. Fue particularmente apreciable su labor en
aquellos difíciles comienzos del Instituto, cuando pocos comprendían
la importancia de la dedicación exclusiva y de la iniciación del
sistema de residencias hospitalarias.
Todo su quehacer médico se caracterizó por el equilibrio de sus
actos y la exactitud de sus diagnósticos. Desde su graduación se
inclinó por la cardiología, especialidad en la que se destacó tanto
en el aspecto asistencial como en la investigación clínica, siendo
de destacar sus publicaciones acerca de las complicaciones
cardiológicas de la insuficiencia renal aguda y del tromboembo-lismo
pulmonar.
Mordeglia era un gran lector, y no sólo de temas médicos; le
interesaban los clásicos, la historia, la música, la pintura y el
cine, además de ser un reconocido gourmet. Muy querido, consultado y
respetado por sus amigos, colegas y alumnos, Mordeglia siguió con
profundo interés y gran preocupación el devenir de los grandes temas
de nuestro tiempo, en especial aquellos tópicos relacionados con la
enseñanza a nivel universitario, manifestándose opositor a aquellos
sistemas que conducen a la superpoblación estudiantil y que por tanto
imposibilitan aquel directo trato docente-alumno que Mordeglia
preconizaba y practicaba.
Su paso por la Revista Medicina será siempre recordado por la
ecuanimidad de sus juicios y lo parejo de su carácter. En el curso de
su última enfermedad mostró serenidad y coraje, que son virtudes
difíciles de encontrar en un paciente médico que conozca el
diagnóstico y pronóstico de su enfermedad. Renunció a su cargo en
el Comité Editorial cuando creyó que no podría cumplir con lo que
él juzgaba sus obligaciones, y al hacerlo dejó un espacio difícil
de llenar.
Eutanasia
Eduardo J. Schnitzler
En relación al artículo original «Encuesta entre médicos
argentinos sobre decisiones concernientes al final de la vida de los
pacientes»1, agradecería publicaran las siguientes consideraciones:
1. Sería de interés conocer los criterios de selección de la
muestra encuestada. Si ha sido accidental, mencionar esta condición
puede descartar o no algún sesgo, validando la represen-tatividad de
la muestra.
2. El contenido seleccionado de las preguntas se ha basado en los
problemas elegidos por los autores en relación a la frecuencia o
importancia con que son considerados por la literatura médica
mundial. No caben dudas que uno de los temas considerados (alivio de
los síntomas) es relevante en las decisiones concernientes al final
de la vida (DCFV). Otros temas como consideraciones sobre la
futilidad, la limitación de tratamientos o el encarnizamiento
terapéutico no incluidos en la encuesta, son también de importancia.
Cabría preguntarse si el tema de la eutanasia es realmente el más
importante en función de las DCFV asumidas o bien su importancia
radica en la discusión antropológica y filosófica que subyace.
3. La definición Eutanasia Pasiva es ambigua. No aplicar o suspender
cuidados médicos puede ser una forma de conducta eutanásica (dejar
morir deliberadamente a un paciente) mientras, que en otras, el
abstenerse de someter a un paciente incurable y terminal a
tratamientos inútiles o ineficaces. En otras ocasiones puede ser la
conducta necesaria en respeto a la autonomía del enfermo2. En estos
casos, es preferible referirse a la abstención de tratamientos
fútiles o limitación en tratamientos extraordinarios ante la
presencia de un paciente con muerte inminente o inevitable
(Distanasia). Desde un punto de vista ético, pueden definirse como
conductas eutanásicas decisiones como no iniciar o retirar un
tratamiento ordinario en función de sus condiciones o calidad de vida
esperables.
En referencia a la suspensión deliberada de la hidratación o
alimento a un paciente, con el propósito de acortar su agonía
(Ortotanasia), es probable que una conceptualización más precisa
ayudaría a conocer las actitudes de los encuestados con mayor
validez. La marcada diferencia entre las opiniones opuestas a la
eutanasia definida como activa (próximo al 80%) y la definida como
pasiva (20%) desde una posición religiosa/moral (Fig 6) también
podrían verse modificadas.
4. En las consideraciones sobre aspectos legales de las DMFV cabe
consignar que en estos días se discute en el Parlamento el proyecto
de ley sobre «muerte digna» el cual es esperable que ampare los
derechos de autonomía del paciente sin convalidar el derecho al
suicidio en cualquiera de sus formas3. Respecto a la Eutanasia, hasta
el presente sólo en Alemania en épocas del nazismo y muy
recientemente en el territorio norte de Australia, existieron o
existen leyes que la amparen. Es conocida la práctica extendida de la
eutanasia voluntaria en Holanda, donde existe una jurisprudencia que
la ampara. Entre los resultados es preocupante el hallazgo de un 9% de
médicos que optan por acciones claramente ilegales. El respeto del
marco legal en la asistencia al paciente es el mínimo esperable en un
ejercicio digno de la profesión. Otra posible explicación es que
algunos encuestados hayan considerado —erróneamente— que medidas
empleadas con intención de aliviar los síntomas han contribuido a la
muerte como efecto indirecto (Eutanasia lenitiva), bajo la forma de
una eutanasia activa4. La referencia sobre la creencia acerca de la
necesidad de legislar sobre eutanasia no implica la aceptación de la
misma por los encuestados.
5. Efectivamente, la incorporación del pacto de San José consagra al
igual que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, el
derecho a la vida como el primero de los derechos y condición para
todos los demás. Estos derechos no son obstáculo para aquellas DMFV
que no implican la eliminación directa o indirecta de personas.
6. La información sobre estos temas debe ser analizada necesariamente
bajo una mirada antropológica profunda. Esta reflexión es necesaria
antes de discutir «praxis» que impliquen riesgos para los derechos
fundamentales.
Dirección postal: Eduardo J. Schnitzler. Mendoza 4650, 1431
Buenos Aires
Bibliografía
1. Falcon JL, Alvarez MG. Encuesta entre médicos argentinos sobre
decisiones concernientes al final de la vida de los pacientes.
Medicina (Buenos Aires) 1996; 56: 369-77.
2. Herranz GH. Reproducción, respeto a la vida y a la dignidad de la
persona. En: Comentarios al código de Etica y Deontología Médica.
GH Herranz (ed) EUNSA, 1992, p 115-58.
3. Aprobarían hoy el derecho a morir. La Nación, (13/11/1996).
4. Ravaioli LA. Eutanasia, definición y clasificación En:
Valoración Etica de la Eutanasia. LA Ravaioli (ed), Serviam, 1993, p
47-55.
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Jorge
L. Falcón, María G. Alvarez
Clínica y Maternidad Suizo
Argentina, Buenos Aires
En respuesta a las consideraciones del Dr. Schnitzler, que desde ya
agradecemos, deseamos puntualizar:
1.- El criterio de selección de la muestra fue al azar.
2.- No tratamos de jerarquizar sino de evaluar el tema Decisiones
médicas del final de la vida (DMFV) para intentar una aproximación
al problema en la Argentina. No cabe duda que la discusión
antropológica y filosófica es fundamental en este tema y en general
en los problemas de bioética, pero la misma no era objetivo del
trabajo. También es cierto que los tópicos elegidos por su relación
con eutanasia que se muestran en la Tabla 2 y la Figura 7 1 pueden ser
ampliados, pero se procuró enmarcar las respuestas en relación a una
base lo más objetiva posible, de ahí la elección en función de lo
hallado en la literatura mundial.
3.- Estamos de acuerdo en que la definición de eutanasia pasiva es
discutible, más por ser demasiado abarcativa que por ambigüedad, al
contener situaciones tan disímiles como la suspensión del
tratamiento y la no indicación del mismo, pero se trató de dejar
librado a interpretación del contestante lo menos posible dentro de
las definiciones de trabajo para que las conclusiones sean más
valederas. De hecho, términos como ortotanasia y distanasia han
enriquecido el panorama del tema al acotar y precisar situaciones de
DMFV, pero la idea era obtener datos en función de pocas variables
iniciales, pues la arborización geométrica de las respuestas en
múltiples subgrupos hubiera impedido obtener conclusiones
estadísticamente significativas.
4.- Efectivamente la creencia acerca de la necesidad de legislar sobre
eutanasia no implica la aceptación de la misma, pero revela un
sentimiento de vacío legislativo que dificulta la toma de decisiones
del médico.
5.- Como decimos en el trabajo, si no tenemos una aproximación a la
magnitud del problema, en cuanto a incidencia, conocimiento de
derechos y obligaciones de pacientes y profesionales de la salud,
preparación pre y posgrado, etc., es difícil discutir seriamente las
DMFV en nuestro país. De ahí nació la idea de realizar esta
encuesta como intento de mapeo de la situación en nuestro medio.
Acidosis tubular renal y
cuadriplejía fláccida como forma de presentación del síndrome de
Sjögren
Alejandro
Nitsche, Alicia Fernández, Osvaldo López Gastón, Norma Zanetti
Servicios de Reumatología,
Nefrología y Terapia Intensiva, Policlínico Bancario, Buenos Aires
La cuadriplejia fláccida como expresión de parálisis periódica
hipokalémica ha sido referida en distintas situaciones como la
tirotoxicosis, el síndrome de Bartter, la descompensación
diabética, en formas familiares de etiopatogenia desconocida y en la
acidosis tubular renal. La acidosis tubular renal puede entre otras
causas deberse al síndrome de Sjögren, que cursa con afectación
renal en el 30 a 40% de los pacientes1. Sólo 14 casos de asociación
de acidosis tubular renal, parálisis muscular y síndrome de Sjögren
han sido comunicados2, 3.
Se presenta una paciente en la que la cuadri-plejía fláccida fue la
forma de presentación de su síndrome de Sjögren.
Caso
Mujer de raza blanca, de 60 años de edad y sin antecedentes
familiares o personales relacionados, que ingresa a terapia intensiva
por debilidad muscular progresiva, disnea de reposo y disfagia de 10
días de evolución. El examen neurológico evidenció cuadriplejía
fláccida.
Laboratorio: Sangre: Na 135 mEq/L (135-145), K 1,5 mEq/L (3,6-5), Cl
110 mEq/l (95-105), Bic 10,4 mEq/l (22-31) Anion gap: 14,6 Relación
Na/Cl 1,2. Gases en sangre: pH 7,16 (7,34-7,44). PCO2 30,2 mmHg
(35-45) PO2 83 mmHg (75-100).
Orina: ph 6,6 densidad 1006 Nau 27 meq/l Ku 31 mEq/l, Clu 45 mEq/l.
Anion gap u + 13.
Función renal, magnesemia, calcemia y enzimas musculares normales.
Lactacidemia normal y ausencia de cetosis.
Rx de abdomen: nefrocalcinosis.
La fracción excretada de bicarbonato filtrado fue e 0,3% con ph
sanguíneo normal. La pCO2 urinaria con infusión de bicarbonato y
alcalinización de la orina encima de 7,8 de pH fue de 41 mmHg.
La comprobación de acidosis metábolica con Ag normal y delta
Ag/delta Bic normal, el ph urinario elevado, el anion gap urinario
positivo, el resultado de la prueba de CO2 y la hipokalemia
configuraron el diagnóstico de acidosis tubular renal distal (tip 1)
clásica. La parálisis respondió al aporte de potasio. La paciente
recibió en los primeros cuatro días de tratamiento 1000 mEq de K
(400 el primer día). Quedó luego con K oral y solución de Scholl.
Las kaliurias oscilaron entre 40 y 60 mEq/día, con hipokalemia, lo
que indica pérdida urinaria.
La paciente es dada de alta y derivada meses después a Reumatología
por poliartralgias. El interrogatorio reveló xerostomia, xeroftalmia,
dispareunia. Test del Latex positivo (1/160). AntiRo (SSA) positivo.
El examen oftálmico confirmó la presencia de ojo seco y la biopsia
de glándula salival menor certificó el diagnóstico de Sjögren.
(puntaje de foco mayor de 1).
Discusión: La cuadriplejía fláccida como expresión de
parálisis periódica hipokalémica secundaria a acidosis tubular
renal fue la forma de presentación del síndrome de Sjögren en esta
paciente. La presencia de un ph urinario mayor de 5,5 en situación de
acidemia, la excreción menor de 10% de bicarbonato por orina con
bicarbo-natemia normal y la ausencia de aumento de la pCO2 urinaria
con infusión de bicarboanto para obtener una máxima alcanización de
la orina, sitúan el defecto de acidificación en el túbulo distal4.
La hipokalemia asociada ubica el defecto preferencial en la
H±K±ATPasa; esta variante recibe el nombre de Acidosis Tubular Renal
Distal (tipo 1) Clásica.
Dado que los buffers óseos son los encargados de regenerar el
bicarbonato consumido por el metabolismo normal, se puede producir
desmine-ralización ósea, hipercalciuria, litiasis y
nefrocal-cinosis.
En la acidosis tubular renal la pérdida urinaria de potasio y la
depleción del potasio total del organismo pueden ser severas. Las
manifestaciones de esta hipokalemia van desde una debilidad muscular
leve para deambular hasta la oftalmo-plejía, íleo y tetraplejía
fláccida arrefléxica.
El uso del anion gap urinario durante la acidosis puede obviar la
necesidad de realizar una carga ácida o tests de excreción de
bicarbonato para confirmar el diagnóstico de acidosis tubular renal4.
La paciente cumplió con los criterios establecidos para síndrome de
Sjögren5; como en la mayoría de los 14 pacientes relatados en la
bibliografía consultada, la parálisis muscular fue previa a las
manifestaciones del complejo de sicca2, 3.
Histológicamente, en el síndrome de Sjögren se observa nefritis
intersticial con infiltrado linfoplasmocitario y atrofia tubular cuya
expresión funcional puede ser tanto la acidosis tubular renal
proximal cuanto distal, sin deterioro de la función renal1, 6.
Teniendo en cuenta que el síndrome de Sjögren puede ser primario o
estar asociado a sindromes de superposición, enfermedad mixta del
tejido conectivo o bien presentar dentro de sus manifestaciones
clínicas una miopatía inflama-toria, es necesario realizar un
adecuado examen del medio interno para descubrir una acidosis tubular
subyacente, no siempre tan evidente como en esta paciente.
Por otro lado un exhaustivo interrogatorio y un estudio con lámpara
de hendidura en pacientes con acidosis tubular renal idiopática
pueden ser de utilidad para diagnosticar un SS subyacente.
Bibliografía
1. Siamopoulos KC, Elisaf M, Drosos AA, Mavridis AA, Moutsopoulus
HM. Renal tubular acidosis in primary Sjögren Syndrome. Clin
Rheumatol 1992; 11: 226-30.
2. Chang YC, Huang CC, Chiou YY, Yu CY. Renal tubular acidosis
complicated with hypokalemic periodic paralysis. Pediatr Neurol 1995;
13: 52-4.
3. Dowd J, Lipsky P. Sjögren syndrome presenting as hypokalemic
periodic paralysis. Arthr Rheum 1993; 12: 1735-8.
4. Battle DC, Hizon M, Cohen E, Gutterman C, Gupta R. The use of the
urinary anion gap in the diagnosis of hyperchloremic metabolic
acidosis. N Engl J Med 1988; 318: 594-9.
5. Fox R, Saito I. Criteria for the diagnosis of Sjögren syndrome.
Rheumatic Disease Clinics Na 1994; 20: 391-407.
6. Pavlidis NA, Karch S, Moutsopoulus HM. The clinical picture of
primary Sjögren syndrome: a retrospective study. J Rheumatol 1982; 9:
658-90.
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