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Hipertensión resistente.
Un problema difícil, pero solucionable
Roberto F. Gallo, Hector O.
Alonso
La hipertensión resistente (HR) implica una respuesta
insatisfactoria al tratamiento instituido. El Joint National Committee
on Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure en su V
informe (JNC-V), considera HR cuando la misma permanece por encima de
160/100 mmHg, si la previa era mayor de 180/115 mmHg, o por arriba de
140/90 mmHg, si la previa era menor de 180/115 mmHg a pesar de tomar
tres drogas a dosis máximas1. Recientemente, Kaplan ha definido la HR
cuando la presión diastólica permanece por encima de 90 mmHg con el
triple plan, sin tener en cuenta cuál era la presión inicial2.
La prevalencia de la HR es difícil de estimar debido a diferencias
como las apuntadas en los criterios utilizados para definirla3, 4.
Yakovlevitch5 ha encontrado una prevalencia de 13% en pacientes
derivados a centros terciarios. Kaplan6 considera que probablemente
sea mucho más baja, quizás menos del 1%. A veces las razones de la
resistencia pueden ser evidentes, mientras que otras pueden ser
difíciles de precisar. Por esto frente a una HR, debemos formularnos
algunas preguntas, para comenzar a buscar las probables causas del
fracaso terapéutico:
¿La técnica y circunstancias de la determinación de la PA fueron
las adecuadas? Por ejemplo, no sólo pensar en las dimensiones del
manguito, si fueron las apropiadas, sino en otras consideraciones
técnicas recomendadas por la British Hypertension Society en
situaciones circunstanciales que pueden provocar aumentos transitorios
de la presión como la cafeína o la nicotina.
¿Existe «resistencia de consultorio»? Varios estudios han
demostrado que cerca de la cuarta parte de los pacientes con sospecha
de HR, basada en mediciones hechas en el consultorio7 tenían la
presión bajo control cuando las lecturas se hacían fuera del mismo.
¿Existe pseudohipertensión? En pacientes ancianos con vasos
escleróticos, el método habitual de medición indirecta puede
arrojar resultados más elevados que la presión intraarterial, por lo
que se debe considerar esta posibilidad en todo paciente con HR que no
presente las complicaciones que uno esperaría encontrar en los
órganos blanco. En este contexto, la maniobra de Osler puede ser de
utilidad8. La misma consiste en ocluir la arteria humeral inflando el
manguito hasta una cifra de presión que supere la sistólica del
paciente. Considerándose Osler (+) aquellos pacientes en los que a
pesar de la oclusión producida se palpa la arteria radial. En tales
pacientes Osler (+) se ha encontrado discrepancias mayores de 10 mmHg
entre las lecturas con esfigmomanómetro y las mediciones de presión
intraarterial, siendo las primeras más elevadas debido al
endurecimiento de la pared arterial. No interpretar adecuadamente
estas situaciones, puede resultar en una medicación innecesaria y
potencialmente peligrosa.
Asimismo, otras consideraciones deben tenerse en cuenta antes de
plantear la posibilidad de una probable hipertensión secundaria, como
debería ser de regla en tal circunstancia. Por ejemplo:
¿Se adhiere el paciente adecuadamente a la terapia? La falta de
cumplimiento de la terapia explica cerca del 50% de los casos de HR4.
Los médicos tienden a creer que los pacientes cumplen con la
medicación prescripta, pero los estudios sobre terapias para
enfermedades crónicas o asintomáticas, como la hipertensión
arterial, demuestran una proporción baja de cumplimiento. Con
respecto a este problemático punto, puede haber responsabilidades
tanto del paciente como del médico. Se debe procurar que las
instrucciones sean claras, tratando de ser posible, de dosificar los
medicamentos en una o dos tomas diarias para facilitar el
cumplimiento.
¿Puede haber causas relacionadas con la medicación? Dosis muy bajas,
o combinaciones inapropiadas de fármacos antihipertensivos se han
demostrado como causa de HR en un porcentaje importante de pacientes5.
Una causa de HR que a menudo no se tiene en cuenta, es la
interferencia sobre el efecto antihipertensivo de un fármaco
administrado con ese objeto, por otras drogas1. Los
simpaticomiméticos, los antiinflamatorios no esteroides y
antidepresivos tricíclicos están entre las drogas que más
frecuentemente pueden interferir con algunas medicaciones
antihipertensivas.
¿Puede haber condiciones asociadas? Otros factores que pueden estar
presentes en la HR son:
Obesidad: Los pacientes que aumentan de peso es más probable que se
vuelvan resistentes a la terapia antihipertensiva. Se ha encontrado
que pacientes resistentes, tenían con mayor frecuencia diabetes
mellitus no insulino-dependiente que los que no eran resistentes;
también, que hipertensos obesos con presión arterial bien
controlada, tienen menos resistencia a la insulina que los obesos con
HR9.
Alcohol: El alcohol ingerido en cantidades significativas eleva la
presión. Por eso, deben considerarse los efectos del consumo excesivo
del mismo, en el paciente con HR.
¿Puede estar el volumen aumentado? Una causa frecuente y que debe
considerarse invariablemente en casos de resistencia es el volumen
aumentado, generalmente por una terapia diurética inadecuada, junto
con otros factores tales como una excesiva ingesta de sodio, daño
renal progresivo, o retención de sodio y líquidos5, 6. Este
menospreciado fenómeno ocurre con el uso de drogas no diuréticas,
las cuales, cuando comienzan a descender la presión arterial,
desencadenan una variedad de mecanismos locales y hormonales que
estimulan la retención del sodio. El minoxidil, un potente
vasodilatador, es una de las drogas antihipertensivas que más
frecuentemente está implicado en este mecanismo, pero otros fármacos
pueden tener el mismo efecto, haciendo que la presión del paciente
permanezca tan elevada como al inicio de la terapia. Este mecanismo no
es desencadenado por los nuevos agentes bloqueadores de los canales
del calcio ni los inhibidores de la enzima de conversión que pueden
seguir actuando en ausencia de diuréticos6. Para hacer manejable esta
situación se deben administrar diuréticos en dosis suficientes para
mantener normal el volumen intravascular.
¿Ha llegado el momento de considerar la hipertensión secundaria? Si
bien siempre que estemos ante una HR se debe plantear la posibilidad
de una probable hipertensión secundaria, no deberían indicarse
exámenes complementarios para detectarla antes de haber considerado
las otras circunstancias que pueden estar implicadas en la HR, algunas
de las cuales se han mencionado más arriba.
La hipertensión secundaria puede reunir alrededor del 11% de los
casos de resistencia a la terapéutica5. La enfermedad renovascular es
la más frecuente en esta situación. La prevalencia de esta forma de
hipertensión secundaria es menor del 2% en la población hipertensa
en general, pero podría aumentar significativamente en casos
seleccionados como lo es la HR. Svetkey10 la observó en el 18% de
pacientes no negros con HR. La enfermedad renovascular es
relativamente difícil de identificar clínicamente. Por eso, se debe
pensar en este diagnóstico en todo paciente con HR, particularmente
si los niveles de presión son particularmente elevados, en pacientes
con aterosclerosis generalizada o en aquellos cuya función renal se
deteriora imprevistamente cuando se les da un inhibidor de la enzima
convertidora.
No deben olvidarse otras causas frecuentes de HR, como las
enfermedades parenquimatosas renales, el exceso de gluco y
mineralocortocides, feocromocitoma, la reciente asociación de apnea
de sueño e hipertensión, y menos frecuentemente la hipercalcemia,
tumores del sistema nervioso central, porfiria, síndrome carcinoide y
acromegalia4.
¿Qué hacer si no se detectan ninguna de las causas que expliquen HR?
Eliminados los factores citados anteriormente, la mayoría de los
hipertensos con resistencia verdadera pueden ser tratados ensayando
nuevos regímenes terapéuticos5. La mayoría de los pacientes
resistentes mejora sustancialmente cuando se reformulan sus
medicaciones. Las modificaciones más usuales en la terapéutica
consisten en el uso apropiado de diuréticos, el agregado o la
sustitución por nuevos agentes, y el empleo limitado de
simpaticolíticos. La resistencia a la terapia antihipertensiva con
frecuencia es un reto terapéutico, que puede necesitar tanto de un
preciso trabajo de diagnóstico, como de atención al estilo de vida,
y a la utilización de la medicación por parte del paciente. No
obstante, puede ser controlada con éxito en la mayoría de los casos.
Dirección postal: Roberto F. Gallo. G. Carrasco 1290, 2000
Rosario
Bibiografía
1. The Fifth Report of the Joint National Committee on Detection,
Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure (JNC V). Arch Intern
Med 1993; 153: 154-83.
2. Kaplan NM. Resistant hypertension: What to do after trying «the
usual». Geriatrics 1995; 50: 24-38.
3. Frohlich DE. Classification of resistant hypertension. Hypertension
1988; 11(3Pt 2); 1167-79.
4. Setaro JF, Black HR. Refractory Hypertension. N Engl J Med 1992;
327: 543-7.
5. Yakovlevitch M, Black HR. Resistant Hypertension in a Tertiary Care
Clinic. Arch Intern Med 1991; 151: 1786-92.
6. Kaplan NM. Treatment of hypertension: Drug therapy. In: Kaplan NM
(ed). Clinical Hypertension (6th ed). Baltimore: Williams &
Wilkins, 1994: 191-280.
7. Mejía AD, Egan BM, Schorck NJ, et al. Artefacts in measurement of
blood pressure and lack of target organ involvement in the assessment
of patients with treatment-resistant hypertension. Ann Intern Med
1990; 112: 270-7.
8. Greca A, Alonso H. Pseudohipertensión: una entidad subestimada en
los gerontes, Medicina (Buenos Aires) 1990; 50: 83.
9. Isaksson H, Danielsson M, Rosenhamer G, et al. Characteristics of
patients resistant to antihypertensive drug therapy. J Intern Med
1991; 229: 421-6.
10. Svetkey LP, Kadir S, Dunnick NR, et al. Similar prevalence of
renovascular hypertension in selected blacks and whites. Hypertension
1991; 17: 678-83.
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