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REUNION ANATOMOCLINICA
ESCLERODERMA LINEAL, ABORTO ESPONTANEO Y HEMIPLEJIA; HEMORRAGIA
PULMONAR, ANTICUERPOS ANTIFOSFOLIPIDICOS Y LINFOMA ANGIOCENTRICO
Reunión anatomoclínica efectuada en el Instituto de Investigaciones
Médicas Alfredo Lanari el 25-X-1996.
Editores: Dres. Hernán
Lago y Alejandro Grinberg
H. C. 88490. G. M.: Paciente de 41 años. Sexo femenino. Fecha de
Ingreso 17/4/96. Fecha de Defunción: 15/5/96.
El 29 de junio de 1995 la paciente consultó por primera vez en forma
ambulatoria por disnea episódica, a predominio nocturno, en clase
funcional IV, tos seca y sibilancias. No tenía dolor torácico ni
hemoptisis. Entre los antecedentes presentaba fenómeno de Raynaud,
una placa esclerodérmica en la región maxilar izquierda que se
trató con cirugía reparadora, un aborto espontáneo, úlcera
gástrica, hipotiroidismo, hipertensión arterial (controlada con
dieta) y un accidente cerebrovascular isquémico en mayo de 1995. En
este último episodio, la resonancia nuclear magnética evidenció un
foco isquémico que afectaba la sustancia blanca occípito-parietal
derecha y el estudio doppler de vasos de cuello fue normal. En el
examen físico se encontraba lúcida, vigil, orientada, bien
perfundida, sin edemas y presentaba fenómeno de Raynaud. PA 130/80,
FC 80, FR 18, temperatura 36.8º C. Los ruidos cardíacos se
auscultaban en los cuatro focos, no había soplos y tenía buena
entrada de aire bilateral con sibilancias audibles bilaterales. El
abdomen era blando, indoloro, depresible, se auscultaban ruidos
hidroaéreos y no se palpaban visceromegalias. Las pupilas eran
isocóricas y reactivas, el nervio facial izquierdo era difiícil de
evaluar por la placa esclerodérmica; se observaba el velo del paladar
desviado a la derecha y en hemicuerpo izquierdo tenía una paresia
braquiocrural, hiperreflexia y signos de Babinski y Hoffman presentes.
En el fondo de ojo había cruces arteriovenosos grado II y las papilas
eran de bordes netos. La radiografía de tórax evidenció infiltrados
alveolares perihiliares. El ecocardiograma bidimensional fue normal.
La ecografía abdominal reveló un hígado homogéneo, espleno-megalia
de 14.5 cm, páncreas, vesícula, vía biliar y riñones normales. La
ecografía pleural demostró derrame pleural izquierdo. En la
tomografía computada (TAC) de tórax había múltiples infiltrados en
ambos pulmones de localización preferencial perihiliar, nódulos
mediastinales y leve derrame pleural izquierdo.
La primera internación en el IDIM fue del 3 de julio de 1995 al 12 de
julio de 1995. Ingresó por tos seca persistente, disnea episódica y
para evaluación de los infiltrados pulmonares. Tenía HIV negativo;
hematocrito de 35%; GB 7.500 por mm3; eritrosedimentaci? (VSG) 120 mm;
urea 0.30 g/l; Na 145 mEq/l; K 4 mEq/l; glucemia 1.01g/l; tiempo de
Quick de 76%; KPTT 50.6 seg, FAN positivo; anti-DNA positivo 1/8; l?ex
negativo y complemento 120 UCH 50% (VN 190-210); el estudio Western
blot para anticuerpos n?leo-citoplasm?icos no detect·ninguna banda.
La radiograf? de senos paranasales demostr·engrosamiento mucoso
bilateral en senos maxilares. La seriada esofagogastroduodenal era
normal y no se observ·reflujo gastroesof?ico. El examen funcional
respiratorio demostró una capacidad vital forzada (CVF) de 2.71 l
(83%); un volumen espiratorio forzado en el primer segundo (VEF1) de
2.03 l (73%); una relación VEF1/CVF de 74.9%. Post broncodilata-dores
había mejoría en el VEF1 de 20%. La fibrobroncoscopia (FBC) reveló
parénquima pulmonar con hemorragia reciente. En el lavado
broncoalveolar no se vieron células neoplásicas y el examen
bacteriológico fue negativo.
La segunda internación fue del 24 al 27 de julio de 1995 para
realización de una toracoscopia con biopsia de pulmón. Tenía un
KPTT de 80.8 seg; con plasma tenía 73 seg; factor II 80%; VII 130%;
VIII 54%; V 130%; X 100%. Se constató anticuerpo anticardiolipina IgC
positivo fuerte, IgM negativo. En la biopsia de pulmón tomada del
lóbulo de la língula, el parénquima pulmonar tenía signos de
hemorragias antiguas y recientes. Había además pleuritis fibrinosa
en organización e infiltrados linfocitarios con necrosis celular. El
estudio bacteriológico fue negativo. En el estudio de anticuerpos
antineutrófilos (ANCA) del 23 de agosto de 1995 hecho por
inmunofluorescencia (IF) se observaron imágenes compatibles con
tinción citoplasmática y numerosas imágenes antinucleares en
sustrato de polimor-fonucleares. La detección antiperoxidasa IOEU fue
débilmente positiva y antiproteinasa III fue negativa. Se realizó
una prueba de ejercicio y no se objetivó caída de la saturación de
oxígeno. Se decidió iniciar tratamiento con ciclofosfamida 100
mg/día y prednisona 60 mg/día y se otorgó el alta médica.
Entre julio de 1995 y abril de 1996 fue tratada en forma ambulatoria
con corticoides y ciclofosfamida. En enero de 1996 tenía fiebre
nocturna, debilidad muscular, candidiasis oral, VSG de 100 mm y ANCA
negativo. Entre enero y abril de ese año aumentó 20 Kg de peso.
Entre el 17 de abril y el 15 de mayo de 1996 se internó por tercera
vez. El motivo de ingreso fue hipertermia de tres meses de evolución,
astenia, adinamia, tos con expectoración blanquecina y disnea CF II -
III. La fiebre era de hasta 39º C a predominio matinal, acompañada
de sudoración y escalofríos. Al examen físico presentaba PA 120/80;
FC 80; FR 20; Tº Ax 37.8; peso 78.100 Kg, edemas en miembros
inferiores 6/6 y pulsos periféricos conservados; ruidos cardíacos
normales y buena entrada de aire en ambos pulmones. Tenía
hepatomegalia a 4 cm por debajo del reborde costal, sin
esplenomegalia. La radiografía de tórax demostró el seno
costofrénico derecho velado e infiltrados pulmonares bilaterales.
Glucemia 0.99 g/l, urea 0.40 g/l; Na 132 mEq/l; K 3.5 mEq/l; HTO 31%;
GB 5200 por mm3; albúmina 2.2 g; Western blot negativo, complemento
180 UCH 50%; hematocrito 33%; VCM 102 F1; HbcM 32; CHbCM 31; GB 3400
por mm3; VSG 123 mm; virus CMV, HCV, HIV, HbS Ag y Chagas negativos;
sedimento de orina: leucocitos 8-10/cpo; piocitos 1.2/cpo; células
8-9/cpo, hematíes aislados, cilindros hialinos; ferremia 34 mg/dl;
TIBC 216, saturación de transferrina: 16%, reticulocitos 4.3%; FAL
291 U; GOT 291 U; GPT 28 U; LDH 1456 U; CK 7 U, gamma gT 120;
bilirrubina 0,70 mg; creatinina 1.21 mg; ANCA negativo. El
electrocardiograma mostraba ritmo sinusal y un eje a 30 grados. Se
tomaron hemocultivos, urocultivo, esputo seriado y PPD. Debido a la
fiebre de 38?C se suspendi·la ciclosfosfamida. Inici·balance
negativo con coloides y diur?icos. La ecograf? abdominal revel·el
h?ado aumentado de tama? y en el l?ulo derecho hab? una estructura
hipoecoica. La punci? pleural revel· hemat?s 36.000 por mm3; otras
células: 200 por mm3: 18% polimorfonucleares, 29% linfocitos, 3%
células mesoteliales. El ecocardiograma bidimensional presentó:
aurícula izquierda (AI): 36 mm; ventrículo derecho (VD): 16 mm;
ventrículo izquierdo en fin de diastole (VIFD) 44 mm; fracción de
acortamiento (FA): 40%; septum interventricular: 12 mm; pared
posterior de ventrículo izquierdo (PPVI): 11 mm; hipertrofia
ventricular izquierda leve con buena contractilidad y rigidez
diastólica; no había vegetaciones. El 22/4/96 la TAC de abdomen
reveló una imagen compatible con absceso hepático y esplénico. Se
realizó punción hepática (bajo TAC) y se obtuvo material
serosanguinolento. Inició tratamiento con ampicilina, gentamicina y
ornidazol. Los hemocultivos, urocultivo, esputo seriados y PPD fueron
negativos, por lo que fue recultivada. El 24/4/96 persistía con
fiebre, pesaba 77 Kg tenía urea de 1g/l; Na 140 mEq/l; K 4.01 mEq/l;
HTO 35%; GB 3.900 por mm3, VSG 123 mm; adolasa 29 U/1; proteinuria de
0.3 g/24 hs; GOT 49 U; GPT 15 U; FAL 443 U; gamma GT 259 U. El 2/5/96
tenía edemas generalizados, urea 0.45 g/l; HTO 35%; GB 9.000; Na 118
meq/l; K 4.7 mEq/l; pO2 58.3 mm; pCO2 36.5 mm; pH 7.53; COH3- 30.5
mEq/l; a/A 0.54; Nau 10 mEq/l; Ku 3.4 mEq/L; Clu 24 mEq/l. Se colocó
una vía central cuya PVC era 5 mm Hg por lo que se indicó coloides y
clorurado hipertónico. El Na control fue 123 mEq/l y el peso de
77.600 Kg. Una nueva ecografía abdominal demostró hepatomegalia
heterogénea. En el lóbulo derecho había una estructura heterogénea
de 130 x 87 mm con áreas hipoecoicas compatible con líquido (Fig.
1); la vesícula y el colédoco eran normales y la vena cava no
colapsaba; riñones, páncreas, bazo, retroperitoneo normales. No
había líquido libre en cavidad abdominal. PO2 68 mm; PCO2 34.6 mm;
pH 7.51; CO3H 28 meq/l; a/A 0.61. Se indicó albúmina y furosemida.
El 4/5/96 se encontraba estable, Na 127 mEq/l; peso 75.800 Kg y
persistía febril. El 7/5/96 se realizó una angiografía digital
abdominal que demostró lobulación del parénquima renal. En tiempos
venosos se vió el sistema porta descendido y desplazado por una masa
hepática avascular. El tronco celíaco no tenía alteraciones. Areas
vasculares periféricas en riñones compatible con zonas de isquemia.
La punción de hígado del 22/4/96 reveló material hemático. El
8/5/96 permanecía febril, hematocrito 26%; GB 8.100 por mm; FAL 336
U; GOT 23 U; GPT 13 U; LDH 1297 U; CK 16 U; gamma GT 220 U. La
radiografía de tórax mostró derrame pleural cuya punción reveló
hematíes: 3.500 por mm3; células: 280 por mm3: 59%
polimorfonucleares, 2% piocitos, 25% linfocitos; 6% monocitos y
algunas c?ulas mesoteliales; glucosa del l?uido: 0.72 g/l; plasm?ica:
0.83 g/l; prote?as del l?uido: 3.4 g%; plasm?ica: 6 g%; (relaci?:
0.57); LDH l?uido 1122 U; plasm?ica: 1560 U (relaci?: 0.72). El
11/5/96 se realiz·una punci? biopsia pleural; el pH del l?uido fue
7.39. Estaba afebril y continuaba con tratamiento antiobi?ico. el
14/5/96 la paciente se encontraba somnolienta con respuesta a
estímulos verbales. amoniemia: 50; PO2 58.4 mm; PCO2 27.4 mm; pH
7.44; CO3H- 18 meq/l; saturación de oxígeno: 86.9%, na 133 mEq/l; K
5.5 mEq/l; urea 1.85 g/l; creatinina 10 mg; anion gap: 10 mEq/l.
Debido a que presentaba oliguria y presión venosa central baja se
expandió con coloides con buena respuesta diurética y mejoría del
sensorio; hematocrito: 39%; GB 11100 por mm3. No tenía mioglobina en
suero. El sedimento de orina tenía 30-40 hematíes por campo, la
mayoría de aspecto normal. Se realizó punción biopsia hepática. El
15/5/96 había mejoría del estado de conciencia. Hto 29%; GB 3.700
por mm3; VSG 130 mm; urea 1.65 g/l; Na 140 mEq/l; K 4.3 mEq/l;
glucemia 0.90 g/l; creatinina 3.67 mg; ácido úrico 17.4 mg;
bilirrubina total: 4.50, directa: 2.46, calcio 8.1 mg; fósforo 5.4
mg; FAL 228 U; GOT 23 U; GPT 7 U; LDH 1.373 U; CK 8 U; gamma GT 145 U;
albúmina: 2.4 g; sedimento orina: proteínas 0.74 g/l; leucocitos 7-8
por campo, hematíes 10-12 por campo, cilindros hialinos y
eritrocitarios aislados. El electromiograma reveló potenciales de
unidad motora de corta duración polifásicos y actividad espontánea.
No se registraron signos electromiográ-ficos compatibles con
miopatía. La anatomía patológica del hígado reveló material con
necrosis e infiltrados polimorfonu-cleares. Inició tratamiento
tuberculostático. Posteriormente presentó un episodio de disnea
súbita con desaturación persistente por lo que ingresó a asistencia
respiratoria mecánica (ARM). Se aspiró abundante cantidad de sangre
de la vía aérea. Desarrolló hipotensión arterial y se decidió
colocar un catéter de Swan-Ganz. FC 143 por minuto; PA 100/70; PAP
42/25 mm; PCP 20 mm; PVC 18 mm; VM 5.32 l/m; IC 2.98 l/m; RVS 931 dyn;
RVP 195 dyn. Gases FIO2 50%; pO2 93.8 mm; pCO2 42.4 mm, pH 7.14; HCO3
13.8 meq/l; a/A 0.30; diferencia A-V 4.2; TO2 606; VO2 218; ETO2 36%.
La paciente falleció y posteriormente se recibieron cultivos de
médula ósea, líquido de la punción pulmonar, pleural,
hemocultivos, cultivo de la biopsia hepática, LCR, orina seriada:
negativos para gérmenes comunes, bacilos ácido alcohol resistentes y
hongos.
Discusión clínica
Dr. Leonardo Paz: En la primera biopsia de pulmón que le
hicieron a la paciente, una biopsia transbronquial, el parénquima
pulmonar presentaba áreas de hemorragias antiguas y recientes
(B.No.32936). La segunda biopsia, a cielo abierto corresponde a la
língura y tiene una pleuritis fibrinosa en organización con vasos
neofor-mados, prominentes, áreas de hemorragia y depósitos de
fibrina en superficie; el parénquima pulmonar presentaba los
bronquios de características conservadas, eritrocitos y acúmulos de
macrófagos, algunos con hemosiderina, en los alveolos (BNo 33.047 y
33.042). En síntesis, signos de hemorragias intra-alveolares
recientes y antiguas en ambas biopsias y la pleurería fibrinosa en
organización en la última.
En la punci? biopsia de pleura, que se hizo dos d?s antes del
fallecimiento de la paciente, se ven extensas ?eas de necrosis
infiltrados de tipo linfomatoso: el infiltrado estaba compuesto de
c?ulas peque?s y grandes tambi?, (B. N. 33.801). En la punción
biopsia de hígado se veía, necrosis y mínimas zonas con infiltrado
de aspecto linfomatoso. Por eso, en esta biopsia no hicimos ninguna
otra apreciación, por la gran necrosis (B.No. 33.806).
Discusión radiológica
Dra. Marcela C. Abruzzi: La placa de tórax de la primera
internación del 3 de julio de 1995 demuestra un aumento de la
densidad bilateral con focos consolidativos e imágenes nodulares a
predominio de ambos campos medios y una relación cardiotorácica
conservada. La placa de la última internación, del 24 de junio de
1995, demuestra el mismo tipo de imágenes que se modifican en su
intensidad y localización.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Diría usted que en la primera
radiografía los infiltrados son de tipo intersticial.
Dra. Marcela C. Abruzzi: No, son alveolares.
Dr. Ricardo Re: En mayo de 1995 tuvo un accidente vascular
cerebral. Tenía una TAC (tomografía axial computarizada) de cerebro
sin hallazgos característicos que fue informada como normal y una
resonancia nuclear magnética (RNM) del 7 de julio de 1995, es decir
aproximadamente un mes después, donde se localiza una lesión
hiperintensa en T2 en la región parietoccipital próxima a los
núcleos de la base que corresponde a una lesión isquémica. Las
imágenes de T1 corresponden a un tipo de lesión isquémica sin
efecto de masa y sin edema periférico.
Dra. Marcela C. Abruzzi: En la segunda internación el 17 de
abril de 1996 la Rx de tórax impresiona haber disminuido los
infiltrados antes descriptos, hay bloqueo del seno costofrénico
derecho, disminución del volumen pulmonar y un foco consolidativo a
nivel del campo medio pulmonar izquierdo. Este patrón se mantuvo a lo
largo de su internación hasta la fecha en que falleció, el 15 de
mayo del mismo año, cuando se ve una opacidad basal derecha
compatible con derrame pleural y el foco pulmonar del campo medio
izquierdo parece haberse hecho más consolidativo.
Dr. Ricardo Re: En la TAC de tórax del 20 de abril de 1996 se
demuestra que no tiene adenopatías en el mediastino. Son todas
imágenes vasculares. Existe una sospecha de adenopatía pero su
tamaño es menor de 1 cm de modo que no es significativo. Hay
patología pleural con predominio de derrame en el lado derecho y hay
una imagen de engrosamiento basal pleural izquierdo. En las imágenes
que corresponden al pulmón se observan lesiones que fueron
interpretadas como secuelares, aunque se desconoce si tenía
antecedentes de TBC. Se observan en ambos vértices, son de aspecto
fibrótico y tiene pérdida de volumen con desplazamiento de la cisura
hacia la región anterior. En las imágenes inferiores se ven algunos
infiltrados, algunos de ellos con broncograma aéreo y con
engrosamiento peribronco-vascular. Se ve derrame pleural derecho y
algunas imágenes nodulares, una en el lóbulo inferior derecho de
aproximadamente 2,5 cm y otra imagen también de aspecto nodular que
tiene relación con la anterior. En la base izquierda hay algunas
zonas con broncograma a?eo y engrosamiento pleural sin derrame; no
observo imágenes nodulares de ese lado. (Fig. 2) En la tomograf? de
alta resoluci? se ven imágenes secuelares y fibr?icas y no veo
compromiso del intersticio pulmonar. Se ve derrame pleural derecho y
la lesi? que reci? fue descripta en la base izquierda con im?enes que
muestran el engrosamiento pleural y algunos tractos
pleuro-diafragm?icos por lesi? pleural antigua. El hallazgo más
importante de la tomograf? fue la imagen nodular del hígado que se
visualiza sin contraste, dos días después de la punción que se hizo
en la región medial de esta lesión. Esta fue la lesión que
encontramos, bastante circunscripta con el borde ligeramente hipodenso
con respecto al parénquima del hígado y mayor hipodensidad central.
Con el contraste se observa un aumento de la densidad, hay un mayor
contraste en la región periférica de la lesión y la imagen central
persiste como imagen hipodensa aparentemente desorganizada, no
homogénea. Tiene además una imagen en el bazo, de base ancha, de
centro puntiforme y de aspecto triangular que hace pensar en un
infarto. La imagen hepática fue informada como una lesión primaria o
un infarto de hígado. No encuentro razones para determinar cuáles
son los orígenes del infarto del hígado. Estos están descriptos en
pacientes tratados con quimioterapia por lesiones hepáticas
localizadas y hay algunos artículos que postulan que el infarto
hepático puede estar asociado a lesiones vasculares, ya sean de la
arteria hepática o de la vena porta. El hallazgo de derrame pleural
derecho es una asociación frecuente en los infartos de hígado. En
mayo de 1996, cinco días antes de su muerte, se ven otras imágenes
nodulares; la inferior aumentó algo de tamaño, persiste con derrame
pleural y con otra imagen que aparece nodular en la base izquierda que
tiene broncograma aéreo y otras imágenes nodulares del mismo lado
por probable progresión de la enfermedad. Hay una arteriografía que
había sido pedida para descartar vasculitis y el hallazgo más
importante fue la imagen hepática avascular que se puede visualizar
en el infarto del hígado.
Dr. Guillermo Liberé: Ante todo quiero mencionar que el
desarrollo del Ateneo va a ser un tanto atípico porque ya sabemos el
diagnóstico. Entonces tal vez el atractivo de la discusión es seguir
la línea de pensamiento que tuvimos durante la prolongada
internación de esta paciente. En los antecedentes se menciona una
esclero-dermia localizada desde los 5 años de edad (como suele ser la
forma de presentación de esta patología en los chicos), había
tenido 5 cirugías plásticas, era una paciente hipertensa controlada
con dieta y tuvo un accidente cerebrovascular isquémico con secuela
faciobra-quiocrural izquierda. Debido a que era una paciente joven con
una enfermedad autoinmune y tuvo un aborto espontáneo, se pensó en
la posibilidad de la presencia de anticuerpos antifosfolipídicos que
posteriormente se confirmaron. Posteriormente se supo que la paciente
tenía útero didelfo que por sí sólo podría haber justificado el
aborto. Además tuvo otra enfermedad autoinmune: la tiroiditis de
Hashimoto, por la cual desarrolló hipotiroidismo. Tenía una úlcera
gástrica que no presentó ninguna complicación durante la
internación. La primera internación fue debida a la presencia de
infiltrados pulmonares, tos seca y disnea, episódica en clase
funcional IV. Previamente había tenido una neumonía tratada con
roxitromicina con buena evolución inicial, pero ante la persistencia
de los infiltrados, la tos y la disnea fue internada. Debido a los
infiltrados pulmonares múltiples en la TAC de tórax, la
eritrosedimentación persis-tentemente elevada, la anemia, el test
funcional respiratorio con un cuadro a predominio obstructivo (que
mejoraba 20% con broncodilatadores), se decidi·la realizaci? de una
fibrobroncoscopia y lavado broncoalveolar (BAL) en el cual se
evidenci·hemorragia reciente en el par?quima pulmonar. El BAL fue
negativo para c?ulas neopl?icas y bacteriol?ico. Ten? FAN positivo,
anti-DNA 1/8, complemento bajo, nunca tuvo sclero-70 positivo y el HIV
fue negativo. las propuestas diagnósticas en una paciente
inmunodeprimida con una patología pulmonar con infiltrados
perihiliares, eran las infecciosas (como por ej., la tuberculosis o
micosis profundas), las neoplasias de pulmón: primarias,
metastásicas, linfomas, sarcoma de Kaposi; la sarcoidosis y la
enfermedad de Wegener. La hemorragia pulmonar obligó a descartar la
enfermedad por anticuerpos antimembrana basal glomerular pero la
paciente no tenía glomeru-lonefritis, la vasculitis necrotizante
sistémica como la enfermedad de Wegener (con una alta probabilidad en
esta paciente) y otras enfermedades del tejido conectivo como lupus
eritematoso sistémico, enfermedad mixta y esclerosis sistémica
progresiva (solamente tenía una esclerosis localizada). Otras
enfermedades podrían ser la hemosiderosis pulmonar idiopática, los
agentes tóxicos, la estenosis mitral y una linfangioleiomiomatosis.
Posteriormente se decidió la internación de la paciente para una
biopsia toracoscópica que reveló parénquima pulmonar con signos de
hemorragias antiguas y recientes, pleuresía fibrinosa en
organización, datos no demasiado específicos. El bacteriológico
seguía siendo negativo, y aquí apareció un dato importante, el ANCA
positivo. Posteriormente hubo controversias si fue o no positivo. En
el espectro de los ANCA tenemos el tipo C, de patrón citoplasmático,
o el P, de patrón perinuclear. En el caso de la enfermedad de Wegener
(con una tríada clásica de compromiso de las vías respiratorias
altas, bajas y compromiso renal con una glomerulonefritis rápidamente
evolutiva) el ANCA suele estar presente en el 90% de los casos. En el
Wegener limitado, sin compromiso renal, el ANCA se encuentra en un 75%
de los casos y en la poliarteritis microscópica en un 40-50%. Se
decía que la sensibilidad del ANCA en Wegener era del 93% y la
especificidad 98%, pero un estudio publicado en Thorax en 1994,
informaba del sesgo que había en cuanto a la recolección de los
pacientes en los distintos centros, y observaron que la sensibilidad
del ANCA C era aproximadamente del 80%. Con respecto al ANCA P, puede
estar presente en la glomerulonefritis rápidamente evolutiva
idiopática, la panarteritis nodosa con compromiso visceral, el
Churg-Strauss y otras enfermedades como las inflamatorias
intestinales, la hepatitis autoinmune y la artritis reumatoidea. En la
segunda internación, debido a que tenía compromiso pulmonar nodular,
hemorragias, la eritrosedimentación persisten-temente elevada, un
engrosamiento mucoso en senos paranasales y el ANCA positivo, se hizo
diagnóstico presuntivo de enfermedad de Wegener y comenzó
tratamiento con ciclofosfamida y prednisona. Además se recibieron los
anticuerpos anticardiolipina IgG fuerte, que mencioné, y el KPTT
prolongado y fue dada de alta. Todo esto fue consignado en los Ateneos
Clínicos en los cuales la paciente fue reiteradamente presentada.
Posteriormente aumentó aproximadamente 20 kg de peso, seguramente
secundario al tratamiento esteroideo, por lo que se disminuyó la
dosis. La eritrosedimentación bajó de 100 a 35 mm. El ANCA
posteriormente fue negativo, tal vez por la buena respuesta al
tratamiento. En enero de 1996 comenzó con fiebre nocturna que se hizo
prolongada, de tres meses de evolución, con cultivos y PPD negativos
y la eritrosedimentación nuevamente se elevó. Además se quejaba de
debilidad muscular, atribuida a una miopatía esteroidea, que no se
pudo confirmar por electromiograma, y una candidiasis oral como
complicaci? del tratamiento. Debido a este cuadro, se decidi·la
tercera internaci? teniendo en cuenta que era una paciente
inmunosuprimida. Nuevamente empez·con expectoraci? blanquecina,
disnea clase funcional II y III, edema en miembros inferiores y
hepatomegalia. El sedimento urinario era patol?ico y ten? una
hiperbilirrubinemia de 2.2 mg/dl. Se decidi·la suspensi? de la
ciclofosfamida. La ecograf? abdominal demostr·una imagen hipoecoica
compatible con absceso hepático en lóbulo derecho que fue confirmada
por TAC de abdomen, que además reveló la presencia de un probable
absceso esplénico. La línea de pensamiento en ese momento que
tuvimos ante la presencia de un absceso hepático y esplénico sumado
a los anticuerpos antifosfolipídicos, era que la paciente haya
desarrollado una endocarditis. El ecocardiograma se pidió en la
búsqueda de vegetaciones, que no se encontraron. Había hipertrofia
ventricular izquierda y rigidez diastólica. Las otras posibilidades
eran una colangitis, apendicitis, diverticulitis, perforación
intestinal o un absceso subfrénico que provoquen los abscesos
hepáticos por contigüidad o por vía hematógena. Ninguna de estas
eventualidades estaba presente en esta paciente. En el caso de los
abscesos esplénicos había que pensar en trauma, abscesos por
contigüidad o hemoglobinopatías que obviamente tampoco tenía, como
en el caso de la anemia de células calciformes. La otra patología
que había que pensar con el antecedente de las imágenes pulmonares y
la presencia de estos abscesos en dos sitios abdominales era la
tuberculosis. Inició tratamiento con ampicilina, gentamicina y
ornidazol, pero la evolución no fue satisfactoria. Persistía febril,
estaba desnutrida, catabólica, el hepatograma era anormal, con
fosfatasa alcalina y gammaglutamiltranspeptidasa elevadas,
hiponatremia y edemas generalizados. Se indicó balance negativo con
coloides y diuréticos. Nuevamente, se presentó en Ateneo y con la
sospecha diagnóstica de un síndrome poliangeítico con hemorragia en
tres sitios (pulmonar, hepática y esplénica), se decidió la
realización de una angiografía mesentérica. Había una imagen en
los tiempos venosos, el sistema porta se veía desplazado por una masa
hepática y la arteria hepática mostraba una lesión expansiva
avascular. Nuevamente se planteó el diagnóstico de endocarditis pero
no se pudo realizar un ecocardiograma transesofágico. Se punzó con
aguja fina, el material fue solamente hemático y posteriormente se
punzó el derrame pleural que era un exudado quiloso que en ese
momento podría haber apoyado el diagnóstico de linfoma. Luego de 20
días de tratamiento con el triple esquema, la paciente se tornó
afebril. Posteriormente deterioró el estado de conciencia,
desarrolló deterioro de la función renal con oliguria, probablemente
por falla pre-renal. Tenía una PVC de cero, con edemas, y mejoró la
respuesta diurética y el sensorio con la expansión. Se decidió el
tratamiento empírico con tuberculostáticos ante la sospecha de
tuberculosis. Dos días previos a la muerte se realizó una
punción-biopsia hepática con aguja gruesa que demostró, postmortem,
ser un linfoma. Súbitamente tuvo un episodio de disnea y
desaturación persistente con hipotensión arterial por lo que fue
colocada en asistencia respiratoria mecánica. Se planteó el
diagnóstico de tromboembolismo de pulmón, pero la hemodinamia no lo
avalaba, la posibilidad de shock cardiogénico secundario a
coronaritis por trombosis coronaria, la rotura de una cuerda tendinosa
asociada a una lesi? valvular o bien que hubiera repetido una
hemorragia pulmonar. Se realiz·un BAL y la paciente posteriormente
falleci· En forma retrospectiva nos planteamos si el linfoma de esta
paciente fue previo o posterior a la inmunosupresi?. La ciclofosfamida
puede inducir leucemias agudas, pero no linfomas; no obstante, en los
trabajos de Fauci de tratamiento de Wegener con ciclofosfamida y
corticoides, entre las complicaciones aparecen los linfomas. Los
linfomas no-Hodgkin con compromiso pulmonar, tienen más compromiso
mediastinal, perihiliar, pueden cursar con compromiso parenquimatoso y
con derrame pleural.
Dr. José Luis Plana: Desde un punto de vista hemato-lógico
esta paciente presentaba un trastorno de la coagulación atribuible a
un inhibidor de tipo lúpico y la presencia de anticuerpos
anticardiolipinas. A esta alteración podía atribuirse el episodio de
ACV isquémico ocurrido meses antes de su internación en el
Instituto. Además se sugirió la posibilidad de que el antecedente de
un aborto espontáneo pudiera haber sido atribuido a este cuadro, pero
dado que el mismo había ocurrido 13 años antes y sin otras
manifestaciones, si bien no lo descarta, alejaba esta posibilidad,
siendo la causa ginecológica, como ya explicó el Dr. Liberé, el
origen más probable del mismo. La paciente tenía alteraciones
inmunológicas como una esclerodermia localizada en la infancia,
antecedentes de hipotiroidismo, probablemente atribuible a una
tiroiditis de Hashimoto, FAN positivo y la presencia de anticuerpos
anti-cardiolipinas. A mediados del año 1995 desarrolló infiltrados
pulmonares nodulares e intersticiales y derrame pleural. Si bien
pensamos en un síndrome linfoproliferativo, como postulamos en el
Ateneo Clínico, durante aproximadamente un año de seguimiento en
esta institución, las múltiples biopsias pleurales, pulmonares y
hepáticas, en ningún momento lo pudieron corroborar. De esta manera,
y como ya fue comentado en la presentación de las biopsias, sugirió
la posibilidad que esta paciente haya desarrollado una enfermedad de
Wegener y como tal se trató. El diagnóstico de linfoma fue post
mortem a través de dos biopsias por punción de hígado y pleura
realizadas la primera dos días y la segunda, el día previo a la
muerte de la paciente. Si bien esto se buscó en varias oportunidades
durante las internaciones, nunca se había podido corroborar.
Dra. Clarisa L. Alvarez: Recuerdo que en el Ateneo Clínico se
presentó para realizar una biopsia de pleura en la que debíamos
buscar bacilos AAR. Las dos posibilidades diagnósticas eran una TBC o
un linfoma y se decidió también hacer la biopsia de hígado, el
diagnóstico obtenido por estas biopsias fue post mortem por cuanto la
enferma falleció a las 48 h de realizadas.
Dr. José Luis Plana: Esto marca la dificultad para llegar al
diagnóstico de los síndromes linfoproliferativos cuando el
compromiso es fundamentalmente pulmonar, tal como fue el comienzo en
esta paciente. Si bien hubo un informe tomográfico sobre la presencia
de una adenopatía mediastinal, ésta era insignificante, es decir
menor de 1 cm. Al momento del diagnóstico la paciente presentaba una
leve esplenomegalia de 140 mm, sin ningún otro hallazgo en el examen
físico. Con respecto al diagnóstico de linfoma, me voy a centrar en
los cuadros posibles en una paciente con alteraciones inmunológicas y
linfoma. De acuerdo a la descripción del escaso material de las dos
últimas biopsias, pareciera corresponder a un linfoma no-Hodgkin con
células pequeñas y grandes, es decir, un linfoma mixto. Frente a
esto y con las alteraciones inmunológicas que describimos, podemos
plantear tres posibilidades: 1) linfoma asociado a mucosa o MALT; 2)
linfoma asociado a la linfoadenopatía angioinmunoblástica y 3)
angiocéntrico y angiodestructivo. Con respecto al primero, si bien no
parece corresponder a la evoluci? de esta paciente, no lo podemos
descartar. Es un linfoma de bajo grado que ha sido descripto como
entidad separada en los ?timos 15 a?s. Si bien es m? frecuente
asociado al tracto gastrointestinal, se ha descripto asociado a pulm?,
bronquios y tiroides. La caracter?tica de estos linfomas es que
habitualmente presentan un curso prolongado y no suele haber r?ida
extensi? a otros territorios asociados a mucosas. En lugares como el
pulmn y el estómago, donde normalmente no hay tejido linfoide, se
presentan luego de grandes reacciones inflamatorias crónicas y suelen
tener compromiso de piel, que esta paciente no presentó. Con respecto
a la linfoadenopatía angioinmunoblástica, es una enfermedad que fue
descripta en la década del 70 por Frizzera.1 A partir de ahí ha
tenido distintos nombres por lo que la literatura ha sido confusa.
Actualmente, a cuadros como la linfoadenopatía angioinmunoblástica
con disproteinemia o la linfoadenopatía angioinmunoblástica se
consideran la misma entidad: linfoma T angioinmunoblástico. Esta
enfermedad habitualmente se presenta entre los 20 y los 60 años, pero
con un gran compromiso general, fiebre, pérdida de peso,
linfoadenopatías generalizadas, hepatoesplenomegalia y compromiso
cutáneo. Por consiguiente, creo que esta entidad también podríamos
descartarla, al menos desde el punto de vista clínico. En tercer
lugar, discutiré las lesiones inmunoproliferativas angiocéntricas.
Estas son un conjunto de enfermedades que fueron descriptas por Jaffe
y col.2 en el año 85 que van desde un cuadro benigno, la vasculitis
linfocítica, pasando por distintas enfermedades con compromiso de
distintos órganos como la granulomatosis linfo-matoide, la
reticulosis polimórfica, el granuloma de la línea media, y por
último, el linfoma angiocéntrico propiamente dicho. Hoy se considera
a todos estos cuadros dentro de la misma enfermedad con un período
evolutivo distinto y tienen en común el presentar una infiltración
de la pared vascular con destrucción y necrosis isquémica de los
territorios afectados. Esta es una de las características que
encontramos en las distintas biopsias de esta paciente, y la necrosis
como marcador de estas lesiones. Ha habido mucha controversia si el
origen de este linfoma es de linfocitos T o B y actualmente persisten
estas discrepancias. Si bien en estas lesiones se ha encontrado un
gran predominio de un infiltrado linfocitario T perivascular, se
piensa que es una reacción inmune frente a una agresión en una
célula neoplásica no-T. En la mayoría de los casos estudiados, se
ha relacionado al virus de Epstein-Barr con el origen de este proceso,
colonizando células B o natural-killer. Si bien se encontró
rearreglo en los genes de inmunoglobulinas en las células
neoplásicas, no se han hallado evidencias de rearreglos en el
receptor de la célula T. Esto hace suponer que el infiltrado T es un
fe-nómeno secundario y que la lesión neoplásica estaría dada en
una célula no-T. Digo no-T porque, por ejemplo, en el granuloma de la
línea media o en la reticulosis polimórfica (que son cuadros que
comprometen predominantemente el tracto aéreo superior), en las
células neoplásicas se han encontrado marcadores de línea natural
killer, como CD2 y CD56 y se supone que este puede ser el origen
celular de esta neoplasia. Con respecto a la granulomatosis
linfomatoide, a diferencia de los dos cuadros anteriores,
fundamentalmente compromete el pulmón y pudo ser el cuadro de inicio
de esta paciente. Los marcadores que se han encontrado en las células
neoplásicas son fundamentalmente de tipo pan-B, como el CD20, por
ejemplo, de ahí que se piensa que la lesión inicial se daría en una
célula no-T, ya sea una población natural killer o una poblaci? B y
el fen?eno T es un mecanismo inmunol?ico de protecci?. De ah·que
todos estos cuadros fue muy dif?il englobarlos, puesto que se
encuentra una gran proporci? de linfocitos T en la vasculitis
linfoc?ica, en la reticulosis polim?fica y va disminuyendo la poblaci?
T a medida que van apareciendo gran cantidad de c?ulas at?icas. Con
respecto a la evoluci? de estos cuadros, habitualmente es t?pida ya
que habitualmente no responden a corticoides ni a esquemas de
poliquimioterapia. Hay algunos casos publicados por el National Cancer
Institute que habiendo fracasado a este tipo de tratamientos, han
respondido a terapéuticas anti-virales, incluso en algún caso
lográndose la remisión completa. Creo que esta paciente desarrolló
una granulomatosis linfomatoide que evolucionó hacia un linfoma
angiocéntrico y angiodestructivo, como se los describe actualmente.
Probablemente pueda estar implicado el virus de Epstein-Barr aunque
difícilmente nosotros tengamos elementos como para comprobarlo en el
tejido.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Eso sería toda la enfermedad?
Dr. José Luis Plana: Creo que sí y el compromiso vascular
podría explicar las hemorragias pulmonares que la paciente presentó
a lo largo de su evolución y probablemente también el cuadro de
muerte.
Dra. Judith F. Sarano: Se trata de una paciente con antecedente
de esclerodermia lineal desde la niñez, nunca presentó evidencias de
viraje hacia la forma sistémica. Este diagnóstico explicaría la
presencia del FAN positivo. Entre 25 y 50% de los pacientes con EL
tienen FAN positivo, tanto en improntas de hígado de rata como en las
de polimorfonucleares humanos, y cuya especificidad antigénica está
dirigida a DNA unicatenario. El otro hallazgo en el laboratorio fue la
presencia de anticuerpos anticardiolipinas isotipo IgG en altos
títulos acompañado de un PTTK prolongado que no corrigió con plasma
normal y VDRL positiva. El antecedente de accidente cerebrovascular y
la imagen tomográfica de isquemia cerebral, hacían a esta paciente
altamente sospechosa de ser portadora de un síndrome
antifosfolipídico. Con respecto a la enfermedad por la cual fue
internada en el Instituto, estuvo caracterizada clínicamente y por
imágenes de compromiso pulmonar persistente en forma de infiltrados y
hemorragias. Durante la internación fue muy difícil establecer el
diagnóstico etiológico, por lo que fue discutida en varios Ateneos
Clínicos. Finalmente se decidió tratarla con inmunosupresores con
diagnóstico presuntivo de enfermedad de Wegener. Durante la
evolución este diagnóstico se hizo más difícil de sostener por la
ausencia de datos de laboratorio y la mala respuesta al tratamiento
con dosis altas de inmunosupresión y corticoides. El 80% de los
pacientes con enfermedad de Wegener inicialmente responden al
tratamiento, aunque pueden tener recidivas. En las distintas series de
Wegener está descripto que menos del 1% de los pacientes tienen
infiltrados persistentes en las radiografías, a pesar del
tratamiento. Cuando este es el caso, se debe pensar en otros
diagnósticos. La falta de compromiso en otros territorios
frecuentemente involucrados en la enfermedad de Wegener, así como el
ANCA persistentemente negativo (tanto por inmunofluores-cencia como
por ELISA de anticuerpos anti-proteinasa III y mieloperoxidasa)
alejaban la posibilidad de este diagnóstico. El anticuerpo
anti-proteinasa III se asocia a la enfermedad Wegener con una
sensibilidad del 90% en la forma sist?ica y del 70% en la forma
localizada, con una especificidad del 98%. Finalmente, los informes de
las biopsias pulmonares tampoco fueron contributorios par este
diagn?tico. Se realizaron dos biopsias: la primera por
fibrobroncoscopia, que tiene poca sensibilidad (menos del 7%) para
hacer el diagn?tico de Wegener. La segunda biopsia pulmonar se
realiz·por v? tora-cosc?ica y la sensibilidad de esta última para el
diagnóstico de la enfermedad de Wegener es mayor del 90%. Puede haber
vasculitis y/o granulomas con necrosis. En ambas biopsias había
hemorragia pulmonar y la última evidenció un infiltrado linfocitario
en la pleura. Al final de la evolución aparecieron imágenes
ecográficas en hígado y bazo que fueron biopsiadas e informadas como
infiltración linfocitaria. Este dato planteó otro posible
diagnóstico: la granulomatosis linfomatoidea, caracterizada por
lesiones inmunoproliferativas angiocéntricas que se visualizan como
nódulos e infiltrados pulmonares persistentes. Un tercio de estos
pacientes tienen compromiso renal no glomerular, esplenomegalia y
hepatome-galia. El diagnóstico de esta enfermedad es
histopatológico, caracterizado por la infiltración pulmonar
linfoci-taria angiodestructiva. Finalmente, creo que la causa de
muerte de esta paciente se debió a hemorragia pulmo-nar.
Dr. Guillermo C. Montiel: Desde el punto de vista
neu-monológico la orientación fue buscar lesiones en el parén-quima
pulmonar. Se realizó endoscopia, biopsia transbron-quial y
toracoscópica. Lamentablemente tuvimos el diagnóstico
anatomopatológico de infiltración linfomatosa post mortem. Los
diagnósticos diferenciales fueron los que se discutieron: uno era la
granulomatosis linfomatoidea, cuadro similar a la enfermedad de
Wegener, que puede transformarse en linfoma de tipo histiocítico, y
el otro era la linfoadenopatía angioinmunoblástica, aunque ésta se
manifiesta en pacientes más añosos. Con respecto al análisis de los
gases arteriales de las últimas internaciones, pasó de una alcalosis
mixta hasta una acidosis mixta relacionada a las alteraciones
hemodinámicas finales. La causa de la alcalosis metabólica inicial
no queda demasiado clara, en cambio la alcalosis respiratoria fue por
hiperven-tilación.
Dr. Juan B. Palmitano: La paciente tenía compromiso hepático
evidenciado en el último mes a raíz de las últimas ecografías que
se realizaron. Se buscaba la causa del cuadro febril y se encontraron
en el hígado dos formaciones sólidas, hipoecoicas, en el lóbulo
derecho y en el caudado. Esto, sumado al cuadro clínico, fue
interpretado inicialmente como abscesos hepáticos en curación debido
al tratamiento antibiótico. Esta masa fue punzada con aguja fina y se
obtuvo un material sanguinolento. El día previo al fallecimiento, se
realizó una nueva punción con aguja gruesa (Thrucat) y,
llamativamente, se obtuvo un material blanquecino, sólido, que
realmente no parecía un absceso, aunque estuviera en curación. Así
que propusimos la posibilidad de un tumor hepático o un linfoma. El
compromiso nodular linfático en el hígado genera formaciones
sólidas hipoecoicas muy negras que muchas veces remeda a los abscesos
hepáticos. Posteriormente apareció el resultado de la anatomía
patológica que demostró que se trataba de un tumor. Este fue nuestro
aporte en cuanto al diagnóstico diferencial.
Dr. Guillermo Benchetrit: Esta paciente de 41 a?s tuvo una
evoluci? t?pida, en toda su evoluci? tuvo fiebre y no encontr?amos la
causa de la misma. Se intent·tratar los presuntos abscesos hep?icos,
no hab? sospecha de endocarditis y estaba la sombra de la
tuberculosis. Se tomaron muestras de cultivo de ocho materiales
distintos, en algunos de ellos varias muestras, y todos fueron
negativos. Se decidi·tratarla con antibi?icos emp?icamente, sin
convencimiento. Creo que los hallazgos posteriores de la anatom?
patol?ica más los cultivos hacen extremadamente poco probable que
haya tenido además una TBC o una histoplasmosis como diagnóstico
alternativo. Quizás tuvo como hallazgo final alguna infección
agregada a la inmunosupresión que recibió.
Dra. Delma Verón: Esta paciente no tuvo evidencias de
enfermedad renal hasta la última internación, donde presentó
aumento de valores de urea y creatinina de carácter prerrenal. No
creemos que hubo compromiso por el síndrome antifosfolipídico ni
infiltración linfomatosa del riñón y también es rara la presencia
de una glomeru-lonefritis asociada al linfoma. Respecto a la
insuficiencia renal aguda que presentó en la tercera internación,
creemos que se relacionó al medio de contraste, porque tuvo una
elevación importante del ácido úrico. El medio de contraste provoca
una nefropatía tóxica por precipitación del ácido úrico a nivel
tubular y vacuolización de las células del túbulo contorneado
proximal. Por otro lado son importantes agentes vasoconstrictores,
mecanismo que se cree dependiente del calcio ya que,
experimentalmente, puede ser prevenido con bloqueantes cálcicos. Por
lo tanto, creemos que la paciente desarrolló una insuficiencia
prerrenal isquémica y posteriormente una necrosis tubular aguda.
Dra. Malena Molina: Este es el caso de una paciente con un
cuadro inmunológico que sumado a los hallazgos del hígado, bazo y
pulmón en la etapa final, nos hizo plantear la posibilidad de un
linfoma. No se debe dejar de mencionar las lesiones de pulmón
asociadas a enfermedades inmunológicas que se describían hace años,
como la enfermedad de Sjögren, aunque no parece haber sido este el
caso. Cuando se presentan cuadros crónicos de disnea, tos,
infiltrados pulmonares, se plantea la posibilidad de lo que se llamaba
pseudolinfomas y que hoy en día quedan englobados dentro de lo que el
Dr. Plana se refirió como linfomas de tipo MALT, asociados a lesiones
de mucosa. Pero creo que no se deben dejar de mencionar en un paciente
con cuadro inmunológico con el FAN, el inhibidor lúpico y los
anticuerpos anticardiolipina. Se debe recordar también, ya que se
está hablando de un cuadro inmunológico y de compromiso pulmonar,
extranodal, los linfomas de diferenciación linfoplasmocitaria. Debo
hacer hincapié en que no es frecuente la presencia de anticuerpos
anticardiolipinas y de inhibidor lúpico como fenómenos
inmunológicos en pacientes con linfoma, como era el caso de esta
enferma. Otra aclaración es que los linfomas angiocéntricos, en la
nueva clasificación de linfomas, quedan incluidos dentro de los
linfomas T. Tienen una particularidad en la marcación y es que tanto
en la granu-lomatosis linfomatoidea como en la etapa final cuando ya
son una lesión linfomatosa, cuesta diagnosticar si son lesiones
monoclonales o no. La mayoría están asociados a infección por
Epstein-Barr, de la misma manera que el Burkitt, los linfomas
asociados a los transplantes, los linfomas de los pacientes
inmunodeprimidos y con SIDA. En este tipo de linfomas, el virus de
Epstein-Barr no sólo infecta los linfocitos B que acompañan a la
lesión, sino que también a los T. En estos últimos se ha demostrado
que el genoma del virus de Epstein-Barr es monoclonal. La otra forma
de determinar monoclonalidad en una lesión T es que uno, cuando hace
el genotipo, encuentra el rearreglo de cadena. Este tipo de linfoma se
detecta en una muy baja cantidad de enfermos con rearreglo de cadenas
por lo cual se dir? que no son monoclonales pero eso no es as· ya que
hay monoclonalidad del virus de Epstein-Barr. Adem?, otra cosa que se
ve es que pierden marcadores como el CD3, entonces uno hace PAN T y no
los encuentra, le dan negativos pero s·tienen marcadores T de ciertos
tipos de receptores como CD2, CD7, que corresponden a natural killer,
y fundamentalmente CD56 y CD57. Esos marcadores están presentes y
hablan de una lesión T. No hay rearreglo en la mayoría de estos
enfermos pero eso no quiere decir que no sea una enfermedad
monoclonal. Hay monoclonalidad del Epstein-Barr en todas las células
lo cual significa que el Epstein-Barr infectó las células antes de
que proliferaran. Y eso es otra prueba o contraprueba de que la
etiología de muchas de estas entidades es la acción oncogénica del
virus de Epstein-Barr, que en todo ese tipo de enfermedades afecta el
linfocito T. Pero también hay Epstein-Barr en el B y se encuentran
marcadores de tipo CD20 y demás, en la población que acompaña a la
lesión. Por ello no es fácil determinar la estirpe celular en este
tipo de linfomas. Todo este tipo de proliferación, donde uno ve una
progresión de la enfermedad a lo largo de distintos estadios, es lo
mismo que se describe en enfermedades linfoproliferativas asociadas a
linfopatía angioinmunoblástica, inmunosupre-sión, SIDA y a los
transplantados de riñón. A pesar de que, en el caso de los
transplantados de riñón, la mayoría de los linfomas que desarrollan
son B, no-T, toda la evolutividad de las lesiones es muy parecida y
generada por el virus de Epstein-Barr, lo mismo en la
angioin-munoblástica, lo mismo en el burkitt, lo mismo que se
describe hoy en día con los carcinomas nasofaríngeos, dado que el
Epstein-Barr entra al organismo por fauces y por faringe, por eso es
que se ve tanta asociación con Epstein-Barr en todos estos linfomas
que comprometen en su gran mayoría, o las fosas nasales o la mucosa o
la vía aérea superior. En etapas terminales, lógicamente, se
diseminan y hacen una enfermedad extranodal como puede haber sido
esta. Y la única otra cosa que quiero agregar es que por más que los
linfomas angiocéntricos se acompañen de lesiones isquémicas y de
hemorragias, en el caso particular de esta enferma, no sé si atribuir
totalmente las hemorragias y los aparentes infartos en el bazo y en el
hígado exclusivamente a una lesión angiocéntrica o angiodestructiva
o hayan tenido que ver con la presencia de la cardiolipina y del
inhibidor lúpico de la coagulación. Creo que es muy difícil
atribuir todo exclusivamente a un linfoma y excluir la coagulopatía
inmunológica. Tanto que la lesión cerebral, a cual no hemos hecho
mucha referencia, puede haber sido causada ya sea por una lesión
linfomatosa como por el fenómeno inmunológico de tener un anticuerpo
anticardiolipina.
Dr. Gustavo de Feo: Es importante comentar la valoración que
debemos hacer de los informes de estudios de laboratorio
complementarios del diagnóstico clínico. Digo esto porque el
tratamiento que recibió la paciente fue dirigido al control de una
vasculitis sistémica. El diagnóstico se sostuvo en dos elementos
fundamentales: la presencia de nódulos pulmonares en el marco
clínico dado por asma y sinusitis y el informe, que fue mal
interpretado (a juzgar por lo que la Dra. Sarano nos aclara hoy
aquí), de un ANCA positivo. Se la trat·como se la deb? tratar, de
haber sido el ANCA positivo. Ten? una hemorragia alveolar en la
biopsia de pulm? lo cual, junto a un ANCA positivo, hoy en d?
constituye una asociaci? que avala al m?ico al iniciar un tratamiento
inmunosupresor agresivo, como el que se le administr· Claro est· la
asociaci? debe existir. Algunos datos son incontrovertibles;
est·probado que no ten? una granulomatosis de Wegener en las biopsias
y que no ten? una vasculitis sist?ica. Creo que entre las biopsias y
las angiografías que se hicieron, hay elementos suficientes para que
nos olvidemos de este diagnóstico. Hacia el final de la evolución,
hubo dos situaciones importantes para comentar. Creo, como dijo la
Dra. Alvarez, que con la biopsia del nódulo de la língula era muy
difícil establecer si tenía un linfoma angiocéntrico o no, pero
vale la pena resaltar que la evolución clínica fue altamente
compatible, y muy sugestiva de la evolución de este tipo de linfomas.
Además, cuando se buscan citas bibliográficas de la asociación de
linfomas y vasculitis, es el diagnóstico que se suele encontrar por
la alta tendencia que tienen en remedar en su expresión clínica a
las vasculitis sistémicas. Hay reportes en la literatura en los
cuales la enfermedad simula una poliarteritis nodosa, una
granulomatosis de Wegener y en definitiva, cualquier tipo de angeitis
necrotizante. Así que creo que el diagnóstico que retrospectivamente
se puede establecer en base a los hallagos anatomopatológicos, es muy
probablemente el de linfoma angiocéntrico. El último comentario se
refiere al compromiso renal de esta enfermedad y tiene relación con
el informe en los últimos siete días de vida de la paciente, de
hematuria microscópica persistente y en dos oportunidades la
presencia de cilindros hemáticos. Si nos dejamos guiar por este
hallazgo y la presencia de cilindros hialinos y granulosos en la misma
época, debo recurrir a la mención que hizo el Dr. Liberé del
telescopado, elemento de alto valor predictivo para el diagnóstico de
glomerulonefritis con glomerulitis activa. Entonces una
glomerulonefritis pudo haber sido uno de los componantes asociados al
linfoma, en el final de esta historia.
Discusión anatomopatológica
Dr. Leonardo A. Paz: La revisión de las biopsias para este
Ateneo no hizo cambiar lo diagnosticado. Lo que tenía la paciente era
una lesión inmunoproliferativa angiocéntrica o linfoma
angiocéntrico, que ya muy bien se ha descripto en la discusión
clínica. La pleura estaba opaca, despulida, engrosada, con placas
blanquecinas de distinto tamaño desde milimétricas hasta 3 cm con
adherencias a cara lateral, diafragma y el mediastino. En el
parénquima pulmonar existían masas tumorales bilaterales de distinto
tamaño, variaban entre 1 y 4 cm de diámetro, con localización
intraparenquimatosa y subpleural, blanquecinas, bordes netos y
consistencia dura (Fig. 3). Algunas estaban centradas por elementos
que en un primer momento pensé que eran bronquios pero
microscópicamente correspondieron a vasos sanguíneos. En una zona
del lóbulo inferior derecho había hemorragias en el parénquima
pulmonar, como se veía en las biopsias. Microscópicamente se
caracterizan porque hay una proliferación de elementos linfoides que
se disponen alrededor de los vasos sanguíneos de todos los calibres,
tanto arterias como venas, por ello es que en la tomografía computada
se veía engrosamiento peribroncovascular. En las arterias, la íntima
estaba engrosada por este infiltrado linfomatoso, originando
estrechamiento de su luz, produciendo en algunas oclusión que se
asociaba a necrosis del parénquima pulmonar. Con una técnica para
colorear la elástica se muestra claramente el engrosamiento de la
íntima por el infiltrado linfomatoso (Fig. 4). La infiltración no
era s?o de las arterias sino que tambi? se extiende a lo largo de las
venas de los septas a los que a veces destruye, de all·la denominaci?
de angiodestructiva. Desde esta localizaci? vascular el infiltrado se
extiende al par?quima pulmonar. El infiltrado linfomatoso es
polimorfo, se ven c?ulas de distinto tama? y n?leos de contorno
irregular, peque?s y grandes, los ?timos con nucl?los prominentes y
mitosis numerosas. Se encontraron tambi? pocas lesiones de
tromboembolismo pulmonar. El h?ado pesaba 3.650g, tenía una gran
hepatomegalia, y cuatro masas tumorales, una localizada en lóbulo
derecho, posterior, 17 cm, dos en cara ante-rosuperior, 5 y 1 cm, otra
se veía en el lóbulo cuadrado, 5 cm, todas correspondían a lesiones
linfomatosas. Estas masas son las que se veían ecográficamente y es
la de mayor tamaño, la del lóbulo derecho, posterior, de 17 cm, la
que daba la imagen parecida a un absceso, ya que presentaba extensa
necrosis (Fig. 5). En el hígado se veía también la característica
lesión angiocéntrica. Las técnicas de inmunohistoquímica mostraron
que la proliferación era del fenotipo T ya que fue positiva con el
anticuerpo CD43 (marcador de células T), fue negativo el anticuerpo
CD3, otro marcador de células T, situación que a menudo ocurre en
este tipo de linfoma1. La infiltración linfomatosa comprometía
también la tiroides, tubo digestivo, peritoneo y diafragma pero no
los ganglios linfáticos que presentaban depleción linfoide, ni el
sistema nervioso central. El corazón pesaba 250 g y llamó la
atención, en las valvas de la mitral, en cara auricular, vegetaciones
de una endocarditis trombótica no bac-teriana; éstas eran friables,
grandes (6 mm) en la valva anterior y pequeñas, múltiples, entre 2 y
3 mm, en la otra valva. Existía también un infarto esplénico,
viejo, de 1,5 cm. El cerebro pesaba 1.280 g y las imágenes anormales
de la TAC correspondían a reblandecimientos isquémicos en núcleos
de la base del lado derecho; en esa zona había trombos hialinos
ocluyendo pequeñas arterias. Una rama pequeña de vena mesentérica
(2 mm) tenía un trombo reciente, sin consecuencias en su territorio.
Un hallazgo sorpresivo fue una glomerulonefritis membranosa; los Dres.
Liberé y De Feo mencionaron en la discusión que, en los últimos
días, la enferma tenía el sedimento urinario anormal.
Diagnóstico Anatómico (A 3089)
1. Linfoma angiocéntrico o lesión inmunoproliferativa
angiocéntrica, fenotipo T, con compromiso pulmonar, pleural,
diafragmático, hepático (hepatomegalia 3.650 g), tubo digestivo y
tiroideo. Hemorragia pulmonar focal. Tromboembolismo en ramas
subsegmentarias de pulmonar. Trombo reciente en rama pequeña de vena
mesentérica. Transformación grasa de hígado, micro-vacuolar.
Pancreatitis focal terminal. Hemorragia adrenal. Necrosis tubular
aguda. Glomerulonefritis membranosa.
Tratamiento con esteroides: hipotrofia adrenal, depleción linfoide en
ganglios linfáticos y bazo.
2. Endocarditis trombótica no bacteriana. Infarto isquémico (2 cm)
en núcleos de base, derechos, con trombos hialinos en pequeñas
arterias. Infarto esplénico antiguo.
Ateromatosis leve de aorta y ramas.
3. Leiomatosis uterina.
Fig. 1.- Ecografía abdominal. Lóbulo derecho del hígado.
Fig. 2.- TAC de tórax.
Fig. 3.- Pulmones; autopsia.
Fig. 4.- Arteria con infiltración linfomatosa. Elástica (orceína).
En recuadro detalle del infiltrado.
Fig. 5.- Hígado; autopsia.
Bibliografía
1Frizzera G, Moran EM, Rappaport H. Angioimmunoblastic
lymphadenopathy with disproteinaemia. Lancet 1974; 1: 1070-3.
2Jaffe ES. Surgical pathology of the lymph nodes and related organs.
Philadelphia: WB Saunders, 1995, pp 376-89.
1. Harris NL, Jaffe ES, Stein H, Banks PM, Chan JKC, Cleary ML, et al.
A revised European-American Classification of Lymphoid Neoplasms: A
Proposal from the International Lymphoma Study Group. Blood 1994; 84:
1361-92.
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