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ASPECTOS ETICOS DE LA TERAPIA GENICA
Sociedad Argentina de Investigación Clínica, Mar del Plata, 30
de Noviembre de 1997
PALABRAS DE APERTURA
ELBA GIORGIUTTI
GENMEDICA, Instituto de
Genética, Buenos Aires
Alguien ha dicho, alguna
vez, que la terapia génica será la cuarta revolución en Medicina,
en forma consecutiva a la introducción de los primeros sistemas
sanitarios para el control de las infecciones, de la implemen-tación
de la anestesia, y el advenimiento de vacunas y antibióticos.
Como todo conjunto de procedimientos innovadores, la terapia génica
plantea, en su aplicación, conflictos potenciales de diverso orden:
médico, ético, económico y social.
La terapia génica incluye un conjunto de estrategias cuya
particularidad radica en el empleo del material genético, hoy mejor
conocido que décadas atrás, con una finalidad terapéutica.
Podemos suponer que algún día todas o casi todas las enfermedades
podrán ser combatidas de este modo, e incluso prevenidas (por algo la
genética médica es, cada vez con mayor elocuencia, una disciplina
predictiva).
Su eventual aplicabilidad a todas o casi todas las áreas de la
patología se fundamenta en el hecho de que los mecanismos de
producción de enfermedad siempre implican la conjunción de factores
genéticos y ambientales interactuando dinámicamente en función del
tiempo. Por consiguiente, podemos modificar unos u otros o ambos para
restablecer la salud.
Tal vez el hecho ético primigenio (aunque no el único) consista en
que por primera vez, en el laboratorio, el hombre ha sido capaz de
sortear las barreras interes-pecíficas. Así, se ha hecho posible
recurrir al cruzamiento interespecífico en el marco de un programa
tendiente a beneficiar la salud humana.
Se acepta que secuencias génicas -muchas aún desconocidas- son
responsables del crecimiento, del desarrollo y de la proliferación.
Quienes trabajan en cáncer saben bien que la muerte también está
programada. Que la naturaleza ha tomado sus recaudos para que el ciclo
se cumpla por completo y, que si algo falla -incluyendo la muerte
celular- sobreviene la enfermedad.
En este contexto se desarrollan las diferentes estrategias de terapia
génica y en este contexto debemos preguntarnos, para cada situación
particular, cómo se maneja el respeto por la autonomía, la
privacidad, la equidad, la justicia, y en definitiva la inalienable
dignidad del hombre.
ASPECTOS ETICOS DE LA
TERAPIA GENICA
OSVALDO L. PODHAJCER,
CARLOS E. BOYESEN MC REDDIE**, FERNANDO PITOSSI
Laboratorio de Terapia
Génica, Instituto de Investigaciones Bioquímicas Luis F. Leloir,
Fundación Campomar, Buenos Aires
**Abogado, Fundación René Barón.
Nos enfrentamos a una revolución en la que el hombre tiene la
posibilidad de transformarse a sí mismo y controlar su propia
evolución biológica. El conjunto de actitudes, convicciones,
creencias morales, religiosas y formas de conducta que rigen
actualmente en nuestra sociedad son insuficientes para entender y
aceptar las consecuencias que los avances biotecnológicos plantean en
el campo de la ingeniería genética aplicada a la medicina, por lo
que resulta imprescindible un profundo debate ético sobre la
utilización de estas tecnologías.
El progreso en el campo de la biomedicina, y en particular en el de la
terapia génica, ha abierto interrogantes que suscitan gran
incertidumbre en diversos sectores de la sociedad, respecto al alcance
y límite de esos avances científicos. A esta situación se suma que
en nuestro país -y en muchos otros también- no existen marcos
regulatorios para estas actividades, por lo que los científicos deben
autorregularse de acuerdo con sus propias creencias y convicciones.
Dado que el proceso de investigación y acumulación de conocimiento
no debe estar limitado en sí mismo, es la aplicación abusiva de las
diversas tecnologías biomédicas lo que genera preocupación. Por lo
tanto, es fundamental que la sociedad se informe sobre todos los
aspectos relacionados con la terapia génica, y a partir de ello
promover un debate para contestar las nuevas preguntas que se
plantean.
Terapia génica
La terapia génica es ya una realidad de la medicina molecular.
Actualmente existen más de 250 protocolos clínicos en curso
aprobados por la RAC-FDA (Recom-binant Advisory Committee, Food and
Drug Adminis-tration) de los Estados Unidos y cerca de 50 en Europa.
La aceptación de que genes defectuosos o inactivos pueden ser
reemplazados por genes funcionales está modificando los conceptos
terapéuticos vigentes1.
Esencialmente, la terapia génica se define como la transferencia in
vivo o ex-vivo de una secuencia genética para reemplazar material
genético defectuoso o conferir una nueva actividad celular. La
terapia génica requiere no sólo la introducción de secuencias de
ADN foráneo, sino también su expresión en forma apropiada.
A pesar de que en un inicio se consideró a la terapia génica como un
procedimiento apropiado para el tratamiento de enfermedades de origen
hereditario, esta estrategia terapéutica está siendo aplicada
actualmente a enfermedades cardiovasculares, SIDA, cáncer y
autoinmunidad, previéndose el inicio en el corto plazo, de ensayos
clínicos en enfermedades neurodege-nerativas1.
Proyecto Genoma Humano, diagnóstico genético y terapia génica
En octubre de 1988 se anunció uno de los proyectos más ambiciosos
de la biología humana, el Proyecto Genoma Humano (HUGO) destinado a
descifrar la información que reside en todo el genoma humano. A
partir de ese momento y durante 6 años, se destinaron cerca de 40
millones de dólares a estudios relacionados con las implicancias
éticas, legales y sociales de la investigación relacionada con el
HUGO. Este programa ha llevado al desarrollo de tests genéticos para
enfermedades como fibrosis quística, Corea de Huntigton y cáncer de
mama y de colon entre otros. Como consecuencia de ello, la detección
de predisposiciones a enfermedades o enfermedades antes ocultas en la
población, significó que para un importante porcentaje de ciudadanos
norteamericanos resultara dificultoso obtener un seguro médico e
inclusive un trabajo2.
Mientras la posibilidad de conocer la totalidad del genoma humano
será una realidad para el año 2005, es muy difícil que antes de ese
momento se obtenga el primer producto comercial para uso en terapia
génica. Este desbalance plantea un conflicto de enormes implicancias
sociales: un gran desarrollo de diagnósticos genéticos que permitan
detectar las más de tres mil enfermedades de origen hereditario o la
predisposición a enfermedades neoplásicas, y al mismo tiempo la
ausencia de un tratamiento adecuado por terapia génica3.
En este contexto, el diagnóstico genético prenatal es el que mayores
problemas plantea desde el punto de vista legal dado que al detectarse
una enfermedad hereditaria para la que no hay tratamiento, la única
solución para impedir que esa enfermedad se desarrolle es el aborto
eugenésico, aceptado en muchos países, pero que en el nuestro está
severamente penado cuando no hay riesgo para la vida de la madre4.
Otro tipo de diagnóstico que se realiza es el preimplantacional, que
puede ser realizado tanto sobre los gametos como sobre el embrión.
Actualmente, el descarte de embriones concebidos fuera del seno
materno no es ilegal, pero el proyecto de ley que posee media sanción
del Senado de la Nación lo penará al establecer que los embriones
serán considerados personas por nacer desde el momento de la
concepción, tanto dentro como fuera del seno materno5.
Terapia génica de células germinales
La transferencia de genes podría en teoría realizarse en células
somáticas o germinales. En el primer caso, se trata de un tratamiento
que comienza y termina en el mismo paciente pero no impedirá que sus
descendientes puedan contraer la enfermedad. Esta es la base de todos
los ensayos clínicos actualmente en curso. En el segundo caso, la
información transferida se transmitirá a la descendencia del
paciente tratado. Asumiendo que dicho tratamiento sea efectivo y el
paciente llegue a la edad adulta con capacidad de procrear, existe una
alta probabilidad de que su descendencia enferme.
Planteada una situación con dichas características surge la
siguiente pregunta: se debería en esos casos implantar el gen en la
línea germinal?. Gran parte de la comunidad científica, como
también otros sectores de la sociedad, se oponen a que estas
tecnologías se apliquen a la línea germinal6. La manipulación
genética de las células germinales presenta varios interrogantes que
exceden el ámbito biomédico:
- Tienen los hombres -o un grupo muy reducido de ellos- derecho a
manipular y alterar el patrimonio genético de la humanidad, que hasta
ahora ha sido modificado solamente por la propia evolución de la
especie y que le ha permitido a la humanidad sobrevivir durante
milenios?.
- Si tienen este derecho, cabe preguntarse si el patrimonio genético
pertenece a los hombres como seres individuales o colectivos y por lo
tanto si podrán modificarlo indiscriminadamente o es un patrimonio de
toda la humanidad, que únicamente deberá ser modificado si existe un
alto grado de consenso entre todos los seres humanos.
Terapia génica y el concepto de enfermedad
Con qué objetivo se utilizará la terapia génica:
a) Terapéutico, es decir únicamente para el tratamiento de
enfermedades. En ese caso habrá que revisar el concepto de
enfermedad, dado que éste va habitualmente asociado a diferencias y
anormalidades que son consideradas minusválidas por el individuo o
grupo social, pero que no necesariamente tienen que ser consideradas
como tales, como por ejemplo el albinismo, la sordera o el enanismo.
Creemos que la reflexión es válida dado que también existen
diferencias y anormalidades que al ser aceptadas como positivas por la
sociedad, no son consideradas enfermedades, como por ejemplo, un alto
coeficiente intelectual o una gran fortaleza física7.
b) Eugenésico, con el fin de mejorar la raza humana, descartando o
modificando el patrimonio genético de los individuos que al momento
de ser concebidos no reúnan los estándares de normalidad que hayan
sido aceptados o impuestos por la sociedad; como por ejemplo la
posible utilización de la terapia génica para modificar caracteres
que permitan seleccionar ciertas características de la población;
por ejemplo: un hijo rubio con ojos celestes o un trabajador muy
fuerte con poco desarrollo intelectual o por el contrario con un gran
coeficiente intelectual. Este uso absurdo y abusivo del desarrollo
científico y tecnológico característico del nazismo, que había
sido descartado de plano en la mayoría de los países
industrializados por la cantidad de violaciones a los derechos humanos
que en nombre del mismo se cometieron, podría resurgir vigorosamente
con el desarrollo de la ingeniería genética aplicada a la medicina.
Terapia génica fetal
El tratamiento de seres humanos afectados con enfermedades de
origen hereditario podría, en teoría, ser más beneficioso en la
medida en que se hiciera lo más temprano posible. Obviamente, ésto
podría lograrse por terapia génica durante el embarazo, en etapas
donde todavía no se hubiera producido daño al tejido fetal. Las
ventajas más importantes serían que el tratamiento intrauterino
podría ser dirigido contra la población de células primitivas del
tejido afectado, durante la etapa en la cual éstas aún son
accesibles y ayudar a evitar la respuesta inmune contra el vector o el
gen terapéutico8. Esta estrategia terapéutica, que ya ha sido
iniciada en modelos animales, introduciría una tercera opción en
situaciones en las cuales las actualmente existentes son la
aceptación del nacimiento de un chico afectado o la interrupción del
embarazo. A pesar de las dificultades inherentes a este tipo de
terapia y las consideraciones de tipo ético, es posible imaginar que
una vez que los sistemas de transferencia genética hayan sido
establecidos en animales será posible iniciar ensayos clínicos en
seres humanos dirigidos a la prevención y el tratamiento de
afecciones médicas severas.
Aspectos éticos del uso de vectores virales
Retrovirus
La experiencia acumulada en el ámbito científico indica que la
transferencia genética de un fragmento de ADN es un evento con baja
eficiencia. Por lo tanto y a lo largo de los últimos años se han
desarrollado estrategias tendientes a utilizar vehículos de
transporte y transferencia de información genética que permitan
aumentar dicha eficiencia. Mientras que los vehículos de
transferencia no virales como los liposomas no plantean implicancias
de tipo ético para su uso, desde su inicio, el uso de vectores de
origen viral ha sido centro de un gran debate por la posibilidad de
que pudieran crearse, por azar, partículas virales hasta el momento
inexistentes. Como en todo desarrollo médico, el debate inicial se
centró en determinar el «riesgo potencial». En este sentido y para
el uso de retrovirus como vector de transferencia, dos aspectos
primordiales fueron considerados: a pesar de que los vectores
retrovirales de uso cotidiano tienen delecionado todo su genoma y por
ende no pueden replicarse, pueden sí insertarse en el genoma de la
célula huésped por recombinación homóloga. Una de las
preocupaciones entonces consistió en que dicha inserción pudiera
recombinar con secuencias endógenas del genoma humano generando
partículas virales infectivas. En este sentido cabe recordar que
aproximadamente el 1% del genoma humano posee secuencias retrovirales,
aunque ninguna de ellas activa. Dicha preocupación se fue
desvaneciendo al no observarse la formación de partículas virales
infectivas luego del tratamiento de células humanas con retrovirus
recombinantes. Asumiendo inclusive la posibilidad de que una
partícula retroviral infectiva se pudiera formar por recombinación
homóloga, ésta sería reconocida por el sistema inmunológico
llevando a su eliminación. Otro aspecto importante que se deriva de
la inserción en el genoma de la célula huésped es la posibilidad de
activar proto-oncogenes o inactivar genes esenciales o supresores de
tumores. A pesar de que resulta apresurado sacar conclusiones, no
surge de los centenares de ensayos en roedores, primates y humanos
realizados hasta el momento evidencia de ningún tipo de activación o
inactivación de genes como producto de la inserción de retrovirus
recombinante9.
Adenovirus
Otros de los vectores más utilizados en terapia génica son los
basados en los adenovirus. Así como los retrovirus, los vectores
adenovirales usados en terapia génica son incapaces de replicarse; es
decir que transfieren la información genética a células sin que
nuevos virus sean generados. Una gran desventaja del uso de estos
vectores en pacientes radica en la respuesta inmune del huésped
frente al virus lo que limita su uso ya que impide la sucesiva
administración de dosis virales. Incluso, en enfermedades como
fibrosis quística, esto ha impedido la prosecución de algunos
ensayos clínicos10. Dado que la respuesta inmune difiere según el
tejido al cual se le haya administrado el virus y su vía de
administración, recientemente se ha conseguido la aprobación de un
ensayo de transferencia de vectores adnovirales recombinantes o
voluntarios sanos, con el argumento que la administración de estos
vectores no difiere de ensayos clínicos de fase I que se realizan
para el desarrollo de drogas11. Esta ha sido una de las decisiones
más controvertidas tomadas por el RACNIH, uno de los órganos de
control de estos ensayos en EE.UU. Más allá de las prevenciones
obvias en el uso de vectores adenovirales, la infección con la cepa
salvaje de adenovirus provoca normalmente síntomas leves similares al
resfriado común, conjuntivitis o infecciones del tracto respiratorio
superior. Por otro lado, una vacuna utilizando adenovirus replicativo
es usada regularmente por el ejército de los EE.UU., habiéndose
vacunado hasta la fecha más de 10.000.000 de soldados sin haberse
observado síntomas clínicos de relevancia12.
Perspectivas
El desarrollo futuro de la terapia génica habrá de terminar con
muchos de los planteos enunciados, siempre y cuando exista consenso de
que estos conocimientos deben ser utilizados en función del bienestar
del hombre y no en detrimento de éste. Por otra parte, cabe
preguntarse si los hombres tienen derecho a limitar los avances de la
ciencia que tanto bien ha hecho y hará a la humanidad y en caso de
tenerlo, hasta qué punto debe limitarse la investigación
científica.
A estos y muchos otros interrogantes deberá darse una respuesta, que
deberá ser legislativa y fruto del consenso de todos los sectores
representativos de la sociedad, para que esta legislación sea acatada
y para que el marco regulatorio que se establezca se lo menos
arbitrario posible; es decir que no se limite la actividad científica
y terapéutica de estas tecnologías, ni se incurra en un
permisionismo desenfrenado. Sería importante tender a que esta
legislación sea uniforme a nivel mundial, dado que si no se crearían
nichos o paraísos para la experimentación y aplicación abusiva de
técnicas de ingeniería genética, en especial en países en vías de
desarrollo donde los controles estatales son menos estrictos, pero
cuyas consecuencias a largo plazo podrían afectar a toda la
humanidad.
Además, hay que tener en cuenta respecto de los tratamientos de
terapia génica lo atinente a la situación y presión de los enfermos
y las patentes de invención. Es sabido que los laboratorios invierten
sumas millonarias para el desarrollo de estos productos. Por el
interés que ello crea, habrá que consensuar la manera en que estos
tratamientos puedan ser accesibles a toda la población y no se
ejerzan abusivamente por parte de los laboratorios los derechos de
propiedad intelectual, dado que esto último permitiría el acceso a
estas terapias sólo a una pequeña parte de la población.
Finalmente creemos necesario, para que las futuras soluciones a los
interrogantes planteados puedan ser consensuadas, que la sociedad debe
estar informada. Al decir informada, nos referimos a la divulgación
de la información de modo que sea comprensible por todos los
integrantes de la sociedad, situación que no se corresponde con
nuestra realidad. Actualmente se puede afirmar que la información
fidedigna se centra exclusivamente en lo biomédico, a la que sólo
tienen acceso los profesionales vinculados con las distintas
disciplinas científicas que tratan estos temas. Pero la mayor parte
de la sociedad está desinformada, dado que los avances
biotecnológicos se divulgan a través de noticias sensacionalistas
donde habitualmente se plantean temas como la posibilidad de clonar
seres humanos o de poder concebirlos sin que los óvulos sean
fecundados por espermatozoides. Debemos tener bien claro que las
implicancias de los conocimientos biotecnológicos trascienden estas
noticias, que evidentemente venden muchos ejemplares, pero que en
muchos casos no condicen con la realidad de lo que se está haciendo
en este campo. Debido a las consecuencias que el uso de estas
tecnologías acarreará, es necesario que el hombre medio pueda
comprender cuáles son los conflictos -legales, éticos, religiosos y
sociales- que se plantean y así participar en un debate que nos
compete a todos.
Bibliografía
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Molecular Medicine Today 1996; 2: 234-6.
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4. Código Penal de la Nación, Libro segundo, Título 1, capítulo,
art. 85, 86, 87 y 88.
5. Proyecto de ley de Reproducción Humana Asistida, sancionado el 2
de julio de 1997 por el Honorable Senado de la Nación.
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disease?. In Annas G, Elías S (Eds). Gene Mapping Oxford: University
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Ciencias e Investigación 1997; 48: 67-81.
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12. Kremer EF, Perricaudet M. Adenovirus and adeno-associated virus
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*Desarrollada durante la reunión anual de la Sociedad Argentina de
Investigación Clínica, Mar del Plata, noviembre 1997
ASPECTOS ETICOS DE LA TERAPIA GENICA CON OLIGONUCLEO- TIDOS
ADOLFO M. IRIBARREN
Instituto de
Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular
(INGEBI-CONICET), Buenos Aires
El uso de oligonucleótidos como nuevas drogas basadas en el
principio de terapia génica tuvo su origen en el desarrollo de un
nuevo campo denominado “antisense” o antisentido. Esta estrategia,
experimentada por primera vez por Zamenick y Stephenson1, permite
inhibir selectivamente la expresión de un determinado gen, es decir
inhibe la formación de una proteína específica. Estos compuestos
son considerados una nueva generación de drogas, ya que si se inhibe
la producción de una proteína que es fundamental para un virus o una
célula cancerígena, estos compuestos se convierten en fármacos
altamente específicos contra estas enfermedades.
Esta estrategia antisentido es parte de un nuevo enfoque de la
farmacología, en el cual las drogas son diseñadas con el
conocimiento e información provista principalmente por la biología
molecular.
El principio de acción de la estrategia antisentido es simple. Se
deben sintetizar oligonucleótidos con una secuencia de bases
complementaria, o antisentido, a un segmento del ARNm que da origen a
la proteína cuya producción se quiere inhibir. Este fragmento
sintético reconocerá y se apareará con esa secuencia objetivo y
producirá la inhibición de la expresión génica.
El uso de oligonucleótidos en terapia génica presenta ventajas
respecto de los fármacos tradicionales. El desarrollo de estos
últimos involucra el screening y síntesis de varios miles de
distintas moléculas. Por el contrario, el uso de oligonucleótidos
hace posible diseñar fármacos utilizando un único tipo de
compuestos, los nucleótidos modificados. La unión de estos
monómeros en diversas combinaciones, permite obtener las secuencias
adecuadas para producir, por ejemplo, drogas antitumorales o
antivirales.
Además, las drogas tradicionales actúan por interacción con
proteínas y por consiguiente, inhibiendo un paso metabólico. En
cambio los oligos interaccionan a nivel de ácidos nucleicos y por
consiguiente actúan en un estadío más temprano de la enfermedad.
Finalmente, estas moléculas prometen una gran especificidad ya que
una secuencia de 18 bases es unívoca en el genoma humano.
Originalmente el principio de acción de estas drogas fue postulado a
través de un proceso que implica la interrupción de la traducción
debido a interferencia con procesos ribosomales debido a la formación
del híbrido oligo/ARN, pero investigaciones posteriores han
demostrado que existen mecanismos alternativos. Algunos de ellos
involucran por ejemplo la formación de triples hélices2. En esta
estrategia el oligo es dirigido directamente al gen, uniéndose en la
ruta mayor del ADN. La inhibición estérica de interacciones
ADN/proteínas debido a la formación de triples hélices origina un
mecanismo de represión, siendo una ventaja de este método el número
reducido de moléculas que deben ser inactivadas.
Otro potencial mecanismo de acción de los oligos se basa en la idea
de mimetizar regiones de doble cadena de ADN que son reconocidas por
factores de transcripción o por proteínas que se unen a ácidos
nucleicos. De esta forma el fragmento sintético de ADN competiría y
secuestraría esos factores, impidiendo que ejerzan su actividad3.
Más recientemente, el uso de oligonucleótidos quimeras, compuestos
de segmentos de ARN y de ADN, demostraron la factibilidad de una
aplicación alternativa que no implica la inhibición de la expresión
génica sino la corrección de una mutación. El mecanismo de acción
en este caso es la activación de las reacciones de recombinación por
híbridos ADN-ARN4.
Para que los oligonucleótidos tengan características apropiadas como
drogas deben ser modificados químicamente. Estas modificaciones
tienen el objetivo principal de hacerlos resistentes a la degradación
por nucleasas, ya que los oligonucleótidos naturales son rápidamente
degradados por estas enzimas. Además, estas modificaciones químicas
pueden influir en otras características como selectividad y
mejoramiento de la penetración celular5.
Entre las numerosas modificaciones propuestas, la utilizada más
ampliamente es la que sustituye un oxígeno de la unión
internucleotídica por un azufre. Estos compuestos se denominan
fosforotioatos y son la primera generación de drogas antisentido.
En la actualidad existen numerosos ensayos clínicos con pacientes,
como se aprecia en la Tabla 16.
Si bien los oligonucleótidos antisentido se diferencian de las drogas
tradicionales por su diseño y su mecanismo de acción, comparten
características comunes. Son moléculas relativamente pequeñas
comparadas con las macromoléculas biológicas, en particular los
ácidos nucleicos utilizados en otras estrategias de terapia génica y
por consiguiente carecen de los problemas éticos relacionados con
integraciones random o reordenamientos genéticos. Además, su
farmacocinética y farmacodi-námica pueden ser evaluadas por métodos
tradicionales.
Sin embargo, potenciales procesos mutagénicos producidos por estas
moléculas podrían ser objeto de implicancias éticas. Estos posibles
mecanismos mutagénicos podrían ser clasificados según si son
producidos por interacción directa (hibridización) con ADN genómico
o producidos por productos de degradación de los oligos. Uno de los
mecanismos directos sería la formación de triples hélices. Este
mecanismo puede ser descartado debido a los requerimientos de
secuencias necesarios para este tipo de interacción (sólo se
reconocen zonas de polipirimidinas y por consiguiente este tipo de
secuencias son descartadas en el diseño de los oligonucleótidos
antisentido). Otro proceso que implica hibridización es que los
oligos puedan actuar como primers de polimerasas.
Como ya se ha mencionado, los oligonucleótidos son degradados
rápidamente por nucleasas y aunque sus análogos químicamente
modificados tienen un tiempo de vida medio mayor, finalmente siguen
sus mismos pasos metabólicos. Por consiguiente, éstos son
potenciales productos mutagénicos que podrían inhibir o participar
en procesos normales tales como la biosíntesis de ADN genómico. En
el caso de los oligonucléotidos fosforotioatos la degradación in
vivo puede producir por ejemplo 5'-tiofosfatos que podrían ser
convertidos a 5'-O-(1-tiotrifosfatos) que potencialmente serían
factibles de ser utilizados en la biosíntesis de ADN. Sin embargo
todos los estudios realizados hasta el momento tanto en animales como
sobre varios centenares de personas durante los ensayos en humanos de
fase I, siguiendo todos los protocolos internacionales de pruebas de
genotoxicidad y con cantidades de oligonucleótidos fosforotioatos muy
superiores a las necesarias clínicamente, no han demostrado ningún
tipo de efectos tóxicos6.
Respecto a la toxicidad a largo plazo estos compuestos están siendo
analizados. Quizá sea importante recalcar la diferencia ética del
uso de oligonucleótidos respecto de otras estrategias de terapia
génica. Las moléculas utilizadas son relativamente pequeñas,
factibles de ser perfeccionadas químicamente y cuyos procesos
farmacocinéticos y farmacodinámicos pueden ser analizados
tradicionalmente.
Todos estos motivos hacen que el uso de oligos en terapia génica haya
tenido durante los últimos años un gran avance y es de esperar que
en un futuro no muy lejano encuentren su aplicación en clínica
médica.
Bibliografía
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translation by a specific oligodeoxyribonu-cleotide. Proc Natl Acad
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in vitro. Science 1988; 241: 456-9.
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state of the industry. Nature Biotechnology 1997; 15: 519-24.
*Desarrollada durante la reunión anual de la Sociedad Argentina de
Investigación Clínica, Mar del Plata, noviembre 1998
Tabla 1
Producto Enfermedad Status clínico Empresa
Fomivirsen/ CMV retinitis Fase III Isis
ISIS 2922
ISIS 2302 enfermedad de Crohn Fase II Isis/Boehringer
colitis ulcerosa Ingelheim
rechazo transplante renal
artritis reumatoidea
psoriasis
GEM 132 infección sistémica de CMV Fase II Hybridon
GEM 91 infección de HIV-1 y SIDA Fase II Hybridon
LR-3280 prevención de restenosis
por angioplastia Fase II Tanabe Seiyaku
G3139 linfoma no-Hodgkin Fase I/II Genta/Lynx
AML, CML, AML/CML
GEM 132 CMV retinitis Fase I/II Hybridon
ISIS 3251/ Cáncer Fase I Isis/Novartis
CGP 64128A
ISIS 5132/ Cáncer Fase I Isis/Novartis
CGP 69846A
AR 177 HIV Fase I Aronex
Gps 0139 HIV Fase I Chugai
*Desarrollada durante la reunión anual de la Sociedad Argentina de
Investigación Clínica, Mar del Plata, noviembre 1998
ASPECTOS ETICOS DE LA
TERAPIA GENICA
¿ES LA TERAPIA GENICA
DIFERENTE DE LAS OTRAS TERAPIAS?
MARTIN ROUBICECK
Departamento de Genética,
Universidad Nacional de La Plata
Una persona afectada de un defecto genético ES enferma, en
comparación con la que padece un mal no genético, de quien puede
decirse habitualmente que ESTA enferma. Esto traduce el hecho que los
defectos genéticos son permanentes, no tienen curación en el sentido
de “revertir las causas”, y hasta ahora sólo pueden ser tratados
sus efectos dañinos. Por ello, la herramienta de trabajo del
genetista médico se llama asesoramiento genético, y su objetivo
principal es brindar información sobre los riesgos de recurrencia de
algo que ya ocurrió. Ante este panorama, no caben dudas que los
genetistas médicos esperamos con mucho interés la perspectiva de
disponer de una terapéutica etiológica.
Terapia, o tratamiento, se puede definir como «acción o
procedimiento para lograr una curación, mejoría, alivio, u otro
efecto considerado beneficioso, para una persona que padece una
enfermedad, un síntoma molesto o un sufrimiento».
La terapia génica ¿difiere de las demás terapias? Y si así fuera,
¿en qué difiere?. A ese respecto, los argumentos a invocar podrían
ser:
- Que en forma permanente altera la constitución genética del
individuo.
Pero cabría comentar que la quimioterapia y la radioterapia también
pueden alterarla, a veces con carácter permanente; que la hemoterapia
la altera parcial y transitoriamente («quimerismo»), que los
trasplantes de órganos introducen material genéticamente extraño al
receptor, alterando en parte su «constitución» genética, y que
existe la posibilidad de una terapia génica de duración limitada.
- Que puede tener efectos indeseables sobre otros genes y sus
funciones en el organismo1-3.
Pero la mayoría de las terapias tienen riesgos, a veces considerables
(medicamentos, radiaciones, cirugía).
- Que son procedimientos en vías de experimentación y por tanto
todavía no probados adecuadamente2.
Pero cualquier terapia nueva tiene que pasar por etapas
experimentales, y ello vale para toda innovación, a más de la
terapia génica.
- Que interfiere con el orden establecido en la naturaleza, con la
obra creativa divina. Pero toda terapia, de una manera u otra,
interfiere con el proceso «natural» del padecimiento, y no es más
«antinatural» que el uso de una vacuna, antitoxina, transfusión,
radiación, hormona natural o biosintética, u otra sustancia
química. Con ese criterio tendría que cuestionarse cualquier
intervención médica.
- Que podría dar pie para intentar otras modificaciones génicas que
no son realmente terapéuticas, justificando en consecuencia el
argumento de la «pendiente resbaladiza»4, 5.
En ese contexto, es indudable que toda innovación, invento o
descubrimiento puede ser usado tanto con fines beneficiosos como para
producir daño; ello cabe también para la dinamita, la energía
atómica, los rayos láser, los aviones, la morfina, y tantos más. No
son los descubrimientos en sí sino el uso que se les da, lo que puede
dar lugar a efectos benéficos o perjudiciales.
- Que al permitir la sobrevida normal del individuo afectado, podría
deteriorarse la constitución genética de las generaciones futuras,
porque no serían «eliminados» por selección natural los genes
alterados cuando la terapia génica fuera sólo somática6, 7.
Este era el argumento esgrimido por los genetistas de los comienzos de
este siglo al expresar temor por un progresivo deterioro del genoma
humano, ya que los avances de la medicina habrían de permitir la
«supervivencia de los débiles» en la «lucha por la vida
darwiniana».
Me pregunto si, con lo frecuente que son actualmente la ortodoncia y
la cirugía plástica de nariz, en pocas generaciones más todos los
humanos tendrán narices grandes y dientes torcidos...
Según los antedichos comentarios, podría equipararse a la terapia
génica con otras formas de terapéutica universalmente aceptadas. Con
la que quizás presenta mayor afinidad, es con los transplantes de
órganos1. ¿Por qué se efectúan los transplantes? Porque el o los
órganos del receptor están deficientes, ausentes o sin funcionar,
sea por causas genéticas/hereditarias o adquiridas, y no se dispone
de otro medio más sencillo para reemplazarlos. Si el defecto o la
falta de función radicara en un gen o en su mecanismo de acción, la
terapia ideal consistiría en introducir, no ya la sustancia
(proteína) que el gen debería producir, sino directamente el gen en
cuestión y no necesariamente en todas las células del organismo,
sino sólo en aquellas que lo deberían tener en forma activa, p.e. el
gen del CFTR de fibrosis quística en el epitelio respiratorio (y
quizás en el páncreas), el gen de la distrofina en los músculos
afectados en caso de distrofia de Duchenne o de Becker, el gen de la
betaglobina en la médula ósea en la talasemia o en la anemia
falciforme, e innumerables ejemplos más. Si bien las dificultades
técnicas parecen formidables y los riesgos y obstáculos numerosos,
no serían por ello insuperables.
En toda forma, restan varias dudas, incertidumbres y cuestiones a
ponderar.
- Una duda razonable sería la inducción de efectos deletéreos
imprevisibles en forma consecutiva a la inserción de un gen en
cualquier parte del genoma del individuo2, 3. Este riesgo tendrá que
ser analizado y evaluado frente a los posibles efectos beneficiosos
del procedimiento, tal como ocurre con cualquier innovación
terapéutica.
- Otra preocupación quizás algo más genuina, y que merecería
nuestra reflexión desde el punto de vista ético, se refiere a la
posibilidad de que, en lugar de recurrir al «transplante» de genes
con fines estrictamente terapéuticos a fin de obtener una curación,
mejoría o alivio de una condición patológica, se use con el objeto
de lograr una modificación pequeña, sutil o trivial. Es decir, un
«enhancement» genético, tal como lo define la literatura inglesa4,
5. Los posibles ejemplos son numerosos, entre ellos una «mejoría»
de la estatura, el desarrollo muscular, el talento musical, la
capacidad intelectual, el color de los ojos o de la piel, el
crecimiento del pelo, el comportamiento adictivo, etc.
Ha sido comentado5 cuan tenue es la línea de separación entre el uso
terapéutico genuino, tal el caso de un gen que favorece el desarrollo
del tejido muscular en un individuo con distrofia, y su empleo en un
individuo sano, con el exclusivo fin de un mayor desarrollo de sus
masas musculares, para así convertirlo en un buen atleta. Al
respecto, cabe recordar al Prof. Voronoff, quien a comienzos de este
siglo ofrecía transplantes de testículos de monos a pacientes con
impotencia o hipogonadismo; su éxito, si es que tuvo alguno, debe
haber sido muy transitorio y limitado al período de circulación de
los andrógenos del transplante, antes de su reabsorción o rechazo.
Hoy en día esa propuesta se suple con andrógenos puros, naturales o
sintéticos, y de efecto también efímero.
Se podrían discutir los aspectos éticos de ese tipo de indicaciones
en casos de dudosa justificación médica. Por ejemplo, hoy se ofrece
el uso de hormona de crecimiento biosintética para niños sanos cuyo
único problema es una talla más baja con respecto a la que sus
ideales (o los de sus padres) demandan. Eso ya es un tipo de
«enhancement» o moldeo que resulta éticamente cuestionable, sin por
ello implicar métodos tan complejos y costosos como la terapia
génica. Ni que decir de la cirugía estética, la ortodoncia y las
muchas intervenciones utilizadas en la actualidad para lograr una
«mejor imagen» frente a la sociedad. ¿Cuáles son las motivaciones
de estos intentos de modificar nuestro fenotipo/genotipo? En parte,
impuestas por una sociedad mercantilista, y en el caso individual,
para satisfacer la vanidad, la competitividad y la codicia, y también
por estupidez.
- El otro dilema genuino es el de tipo económico. Sin duda se trata
de procedimientos costosos, quizás del orden del costo de
transplantes de órganos, o incluso mayor. De introducirse la terapia
génica en el arsenal médico de rutina, los recursos disponibles
podrían no ser suficientes para ofrecerla al público en general. Se
plantearía entonces el mismo problema hoy inherente a los
transplantes de hígado, de médula y otros también inaccesibles para
muchos pacientes. El desafío para la ética médica será reflexionar
sobre las causas, las motivaciones y los fundamentos de nuestras
opciones, tendencias y prioridades, así como sobre las escalas de
valores que poseemos o que nos pretendan imponer, y también sobre la
responsabilidad individual y colectiva frente a estas perspectivas del
futuro inmediato, con sus fascinantes posibles pero también con sus
indudables riesgos. Estimo que el análisis minucioso, el trabajo
interdisciplinario y el consenso, serán las vías adecuadas y
necesarias para superar ese desafío, y de ese modo poder esperar un
alivio del sufrimiento y la recuperación de la salud para muchos
afectados y sus familias. Este simposio es un paso apropiado en esa
dirección, al incluir a especialistas que forman parte tanto de los
campos científicos y técnicos, como asistenciales y jurídicos.
Quizás un futuro simposio interdisciplinario llegue a incluir a
alguien que esté padeciendo un defecto hereditario, para así conocer
su propia vivencia y su punto de vista.
Una palabra final sobre el tema de la terapia génica germinal, es
decir aquella pasible de ser transmitida a la descendencia. En la
actualidad, esa idea está rechazada en casi todos los ámbitos, sean
médicos, bioéticos, filosóficos y religiosos, y ello en base a que
se trataría de manipular a las futuras generaciones sin su
consentimiento. Sin embargo, después de haber asistido al sufrimiento
de niños y sus familias en casos tales como distrofia muscular
Duchenne, enfermedad de Tay-Sach, enfermedad de Werdnig-Hoffmann y
tantas otras, me pregunto si, ante la posibilidad de introducir el gen
normal en el genoma de los afectados y de los heterocigotas, incluso
en sus gónadas, yo llegaría a aceptarla como válida. Es un tema a
debatir con honestidad y respeto mutuo.
Bibliografía
1. Suzuki D, Knudtson P. Terapia génica: la «diferencia moral»
entre células somáticas y germinales. En: Genética, Madrid,
Tecnos.; 1991; p 160-84.
2. Schatz C, Lamy D. Los riesgos asociados al trasplante de genes.
Mundo Científico 1995; 153: 28-9.
3. Editorial. Supervising gene therapy, openly. Lancet 1997; 350: 79
4. Miller HI. Gene therapy for enhancement. Lancet 1994; 344: 316-7.
5. Vogel G.From science fiction to ethics quandary. Science 1997; 277:
1753-4.
6. Ledley FD. Somatic gene therapy for human disease: a problem of
eugenics? Trends Genet 1987; 3: 112-5.
7. Vogel F, Motulsky AG. Human gene therapy. Biological future of
manking. En: Human Genetics. Problems and Approaches. 3a ed. Berlin
Springer 1997; p 736-49.
8. Wivel NA, Walters L. Germ line modification and disease prevention:
some medical and ethical perspectives. Science 1993; 262: 533-8.
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