|
|
Relación entre Asma,
Atopía, IgE e Hiperreactividad bronquial
Aquiles J. Roncoroni
Intituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, Facultad de
Medicina, Universidad de Buenos Aires
Atopía es la hiperreactividad dérmica al «prick» cutáneo
frente a antígenos comunes e inocuos de diverso origen. Está
vinculada a la predisposición genética a producir excesiva cantidad
de IgE en respuesta a los mismos antígenos. La atopía puede carecer
de expresión clínica pero se asocia frecuentemente con un grupo
heterogéneo de trastornos como eczema, rinitis y asma. El asma se
define como un cuadro clínico caracterizado por rápidas e
importantes variaciones en la resistencia de las vías aéreas
(provocadas por estímulos muy diversos) reversibles, total o
parcialmente, espontáneamente o por la terapéutica. Los síntomas:
tos, silbidos, disnea se gradúan de acuerdo a la intensidad de la
inflamación y obstrucción bronquial. Hiperreactividad bronquial
(Hpr) es la broncoconstricción secundaria a contracción muscular e
hipersecreción bronquiales provocada por la exposición a
innumerables estímulos: aire frío, humos, olores, inhalantes
ambientales comunes e inocuos o substancias producidas en diversas
industrias a las cuales el sujeto puede haberse sensibilizado. Por
consenso la Hpr no específica se considera presente cuando el FEV1
cae no menos de 20% luego de inhalación acumulativa de hasta 3.9
µmol o una concentración de 8 mg/ml de histamina o metacolina;
últimamente sin embargo, se ha propuesto1 doblar la dosis (7.9 µmol)
lo que aumentaría la sensibilidad de la prueba. Se utilizan hoy
también soluciones hipertónicas de Cl Na así como ejercicio y
respiración de aire frío. La Hpr acompaña habitualmente al asma,
pero no es suficientemente sensible ni específica de éste y varía
en relación aproximada pero no estrecha con su severidad. Con fines
epidemiológicos y para corroborar el uso de cuestionarios de
síntomas, se ha propuesto restringir la definición de asma
llamándolo Hpr bronquial sintomática2 dado que esta coexistencia
señalaría a un asma más severo y evolutivo comparativamente a
aquellos con silbido torácico pero sin Hpr.
Dependiendo de la edad, entre 20% y 50% de la población es atópica,
pero la prevalencia del asma es de algo más del 10% y 46% de éstos
no fueron atópicos en una población de 2657 sujetos caucásicos no
mejicanos estudiada en Arizona por Burrows3. La incidencia de asma y
rinitis fue proporcional a la intensidad de la atopía medida por el
tamaño de la pápula cutánea en 2587 sujetos estudiados por
Burrows4. La atopía es muy frecuente en los niños donde puede llegar
a 50% en población no seleccionada1. Si bien la IgE está elevada en
65-90% de los atópicos sólo 25-30% tienen Hpr (Tabla 1). La
prevalencia de la Hpr es variable: 18% según Salome5 en 2363 niños y
42% según Kolnaar6 en 581 jóvenes de 10 a 23 años en la mayoría de
los cuales (70%) era asintomática. Entre 6.7%5 y 29.4%6 de esta
población mostraban Hpr asintomática. La sensibilidad diagnóstica
de la Hpr depende de la definición de asma elegida pero oscila entre
29-61% y la especificidad varía entre 58-90%7.
La elevación de la IgE puede encontrarse sin atopía o parasitación
con helmintos. Influencias genéticas y la inflamación pueden
explicar esta circunstancia. La infiltración pulmonar de células
inflamatorias activadas característica del asma provoca la
liberación de citokinas Il-4, Il-13 capaces de estimular al linfocito
Th2 que en contacto físico con el linfocito B y presencia de CD40
origina el cambio de secreción de IgM a IgE policlonal o específica
cuando un antígeno está presente. Es probable entonces que la mayor
correlación descripta entre asma e IgE total que entre asma y
atopía3 sea consecuencia de la inflamación bronquial con liberación
de mediadores capaces de elevar el nivel de IgE. Se explicaría
también la ausencia de asma en niños neozelandeses de 11 años con
IgE sérica menor de 32 UI/ml mientras que de un grupo de 56 con IgE
mayor de 1.000 UI/ml, 36% tenían asma y 28% Hpr8. La IgE fue elevada
en 53% de los asmáticos estudiados por Burrows3 en los cuales se
observó que entre los 5-34 años tanto la incidencia de atopía
(78.7%) como de IgE anormal (73%) era muy superior a la hallada en los
mayores de 55 años: 39.6% para la atopía y 33.7% para la IgE
elevada.
Se estima en 40% la influencia genética que cuando hay interacción
ambiental se expresa en asma. La transmisión genética de atopía
limitada a la madre descripta por Cookson9 no ha sido confirmada por
Amelung10. Uno o más genes del cromosoma 5q11-q13 codifican la
producción de IgE11, así como esta región parece contener el gen
capaz de inducir atopía. La misma región puede codificar proteínas
como la cadena b del receptor de alta afinidad para IgE de la membrana
de la célula cebada. Aceptando la asociación de IgE con atopía este
gen sería el responsable de ésta. Sin embargo, en el primer estudio
de población general12 se halló asociación entre el gen de la
cadena b, Hpr y asma sin evidencia de atopía. Parece entonces que la
Hpr aislada podría explicar el asma criptogenético mientras el gen
atópico explicaría el asma asociado a rinitis o eczema.
Recientemente Hpr, atopía y asma se han vinculado a genes dentro del
grupo de las citokinas (5q31-33) del cromosoma humano13. Más bien que
el predominio de un gen aislado o aun de un único grupo de genes es
más probable la interacción de múltiples series con contribuciones
parciales.
En conclusión, la atopía es mucho más frecuente que el asma en la
población general. Es frecuente también la Hpr asintomática y no
parece que esto sea un antecedente de asma. La sensibilización a
antígenos ambientales comunes, frecuente en la infancia, provoca
producción de IgE e Hpr. El gen de Hpr puede heredarse separada o
conjuntamente con el de atopía; en este último caso aumenta la
expresión clínica de asma.
La Hpr no atópica puede ser causada por infecciones virales o
bacterianas del tracto respiratorio superior o inferior14, 15
polución ambiental, exposición a ozono y agentes químicos
laborales. Se observa también Hpr en la bronquitis crónica del
fumador, la muco-viscidosis, y la hipertensión veno-capilar de la
insuficiencia ventricular izquierda.
Las preguntas que habitualmente se formulan con respecto a la Hpr son
1) ¿cuál es su prevalencia en la población general?, 2) ¿cuál es
su sensibilidad y especificidad para la detección del asma?, 3) ¿en
qué proporción es asintomática?, 4) ¿cuál es la relación entre
Hpr asintomática (HprA) y el desarrollo futuro de asma, o sea cuan
frecuentemente la HprA es un antecedente de asma.
La prevalencia de Hpr es muy variable: entre 11%1 y 42%6 y está en
relación inversa a la edad de la población; entre 30 y 50% de los
sujetos con Hpr son atópicos y entre 42 y 81% son asmáticos.
Diversos estudios desarrollados preferentemente en niños han evaluado
la sensibilidad y especificidad de la broncoprovocación inespecífica
con diferentes métodos. Se han reunido datos correspondientes a 9064
niños entre 8 y 15 años de edad con asma según cuestionario y
expuestos a inhalación de histamina5, cloruro de sodio
hipertónico16, agua destilada17, aire frío18 o ejercicio16. La
sensibilidad fue máxima para histamina: 53% y mínima para el aire
frío: 31%, mientras que la especificidad fue máxima para solución
hipertónica y agua destilada: 92%, y mínima para ejercicio y aire
frío: 88%. Es imaginable la sorpresa que estos resultados pueden
causar dado la invariable afirmación de que el diagnóstico de asma
requiere la presencia de Hpr estimada sea por la broncoprovocación o
la respuesta broncodilatadora cuando la obstrucción es demasiado
severa. Esto no siempre es así, dado que en algunos casos la
exacerbación se produce en ausencia de Hpr demostrable19, 20. En
epidemiología sin embargo, la situación es diferente, el
diagnóstico de asma es por cuestionario y el sujeto está
habitualmente en remisión. Aun así el diagnóstico del asma en
remisión es la indicación más precisa de medida de la Hpr y en ese
aspecto la escasa sensibilidad hallada disminuye las expectativas
tradicionalmente colocadas sobre esta prueba. Muy recientemente
Janssen7 en base a estudios diferentes de los previamente citados
estima la sensibilidad entre 29 y 61%, la especificidad entre 58 y 90%
y la exactitud, es decir la adición de Hpr sintomática más ausencia
de síntomas e Hpr: 56 a 85%. Es por otra parte bien conocido que la
Hpr varía con la exposición en el asma atópico y que puede
desaparecer en sujetos rígidamente controlados para evitarla durante
tiempo prolongado. Es muy importante evaluar el criterio usado para
definir el asma según cuestionario. Así, empleando aire frío en
niños18 como método diagnóstico de asma exigiendo diagnóstico
médico previo, la sensibilidad fue: 30.7%, especificidad: 88.2%,
predictividad positiva 18% y negativa 93.6% y exactitud: 83.8%. Si en
el mismo grupo estudiado18 se usaba este método para diagnosticar
simplemente síntomas de asma contados por el paciente y su familia,
la sensibilidad fue 18.4, la especificidad: 89.4, la predictividad
positiva: 47.6%, negativa: 67.7% y la exactitud: 65%.
Por otra parte, entre 6.7%5 y 29.4%6 de los hiperreactivos son
asintomáticos. En el estudio de Kolnaar6 sobre 551 sujetos entre 10 y
23 años 42% tenían Hpr de los que 70% eran asintomáticos (29.4%).
La similitud entre las características de los normales y aquellos con
HprA sugieren a los autores que la HprA es una entidad completamente
independiente del asma y por lo tanto, no apoya la hipótesis de que
es un antecedente de asma sugerida por Hopp21. Parece que la Hpr es
sólo un rasgo genético y el desarrollo de asma requiere el agregado
de un factor ambiental.
En conclusión, las relaciones entre Hpr y asma no son tan claras como
se presumía y hay un amplio campo para su mejor definición.
Bibliografía
1. Woolcock AJ, Peat JK, Salome CM, Yan K, Anderson SD, Schoeffel
Re, et al. Prevalence of bronchial hiperres-ponsiveness and asthma in
a rural adult population. Thorax 1987; 42: 361-8.
2. Toelle BG, Peat JK, Salome CM, Mellis CM, Woolcock AJ. Toward a
definition of asthma for epidemiology. Am Rev Resp Dis 1992; 114:
633-7.
3. Burrows B, Martínez FD, Halonen M, Barbee RA, Cline MG.
Association of asthma with serum IgE levels and skin-test reactivity
to allergens. N Engl J Med 1989; 320: 271-7.
4. Barbee RA, Lebowitz MD, Thompson HG, Burrows B. Immediate skin test
reactivity in a general population sample. Ann Int Med 1976; 84:
129-33.
5. Salome CM, Peat WJ, Britton J, Woolcock AJ. Bronchial
hyperresponsiveness in two populations of Australian schoolchildren.
I. Relation to respiratory symptoms and diagnosed asthma. Clin All
1987; 17: 271-81.
6. Kolnaar BGM, Folgering H, van den Hogen HJM, van Weel C.
Asymptomatic bronchial hyperresponsiveness in adolescents and young
adults. Eur Resp J 1997; 10: 44-50.
7. Jansen DF, Timens W, Kraan J, Rijken B, Postma DS. (A) Symptomatic
bronchial hyper-responsiveness and asthma. Respiratory Med 1997; 91:
121-34.
8. Sears MR, Burrows B, Flannery G, Herbison C, Hewitt CJ, Holdaway
MD. Relation between airway responsiveness and serum IgE in children
with asthma and in apparently normal children. N Engl J Med 1991; 325:
1067-71.
9. Cookson WO, Young RP, Sandford JJ, Moffatt MF, Shirakawa T, Sharp
PA, et al. Maternal inheritance of atopic IgE responsiveness on
chromosome 11q. Lancet 1992; 340: 381-4.
10. Amelung PJ, Panhuysen CIM, Postma DS, Levitt RC, Koster GH,
Francomano AF, et al. Atopy and bronchial hyperresponsiveness;
exclusion of linkage to markers in chromosomes 11q and 6q. Clin Exp
Allergy 1992; 22: 1077-84.
11. Postma DS, Bleecker ER, Amelung PJ, Holroyd KJ, Xu J, Panhuysen
CIM, et al. Genetic susceptibility to asthma: bronchial
hyperresponsiveness coinherited with a major gene for atopy. N Engl J
Med 1995; 333: 894-900.
12. Van Herwerden L, Harrap SB, Wong ZYH, Abramson MJ, Kutin JJ,
Forbes AB, et al. Linkage of high affinity IgE receptor gene with
bronchial hyperreactivity even in absence of atopy. Lancet 1995; 346:
1262-5.
13. Rosenvasser LJ. Genetics of atopy and asthma. Chest 1997; 111:
74S-77S.
14. Hall WJ, Hall CB, Speers DM. Respiratory sincitial virus infection
in adults: clinical virologic and serial pulmonary function studies.
Ann Int Med 1978; 88: 203-5.
15. Lemanske RF, Dick EC Jr, Swenson CA. Rhinovirus upper respiratory
infection increases airway hyperreactivity and late asthmatic
responses. J Clin Invest 1989; 83: 1-10.
16. Riedler J, Reade T, Dalton M, Holst D, Robertson C. Hypertonic
saline challenge in an epidemiological survey of asthma in children.
Am J Resp Crit Care Med 1994; 150: 1632-9.
17. Frisher T, Studnika M, Neuman N, Gotz M. Determinants of airway
response to challenge with distilled water in a population sample of
children aged 7 to 10 years old. Chest 1992; 102: 764-70.
18. Nicolai T, Mutius EV, Reitmeir P, Wjst M. Reactivity to cold-air
hyperventilation in normal and in asthmatic children in a survey of 5,
697 schoolchildren in southern Bavaria. Am Rev Respir Dis 1993; 147:
565-72.
19. Stanescu DC, Frans A. Bronchial asthma without increased bronchial
reactivity. Eur J Resp Dis 1982; 63: 5-12.
20. Lynn KJ, Gregg I, Mullee MA, Holgate SE. Nonspecific bronchial
reactivity and its relationship to the clinical expression of asthma.
Am Rev Respir Dis 1989; 140: 350-7.
21. Hopp RJ, Townley RG, Riven RE, Bewtra AK, Nair NM. The presence of
airway reactivity before the development of asthma. Am Rev Resp Dis
1990; 141: 2-8.
TABLA 1.- Prevalencia de atopía, IgE elevada, Hpr y asma en la
población general. Incidencia cruzada de cada trastorno
Atopía, IgE, hiperreactividad bronquial, asma
Prevalencia Atopía > IgE Rinitis Hpr Br Asma
% % % % % %
Atopía 20-50 - 65-90 70-80 25-30 15
> IgE 24 - 30
Hpr Br 11-42 30-50 - 42-81
Asma 10 60 53 60-78 50-90 -
|
|
|
|
|