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REUNION ANATOMOCLINICA
HIPERTENSION ARTERIAL, CARDIOMEGALIA, INSUFICIENCIA CARDIACA E
IMAGENES INTERSTICIALES PULMONARES
Reunión anatomoclínica efectuada en el Instituto de
Investigaciones Médicas Alfredo Lanari el 1-XI-96
Editores: Dres. Hernán
Lago y Alejandro Grinberg
H.C. 73331; Edad: 73 años; Sexo: Masculino; Fecha de ingreso:
16/01/96; Fecha de defunción. 01/02/96.
Paciente tabaquista, fumador de 20 cigarrillos por día por más de 30
años, adenoma prostático, antecedentes de hipertensión arterial de
más de 10 años de evolución, tratada con enalapril, e insuficiencia
cardíaca tratada con diuréticos y digital. En 1991 se realizó una
prueba ergométrica que fue negativa. El 23 de Octubre de 1992 se
internó por primera vez en el IDIM por proctorragia e hipotensión
arterial por lo cual fue operado de urgencia realizándose una
colectomía total y esplenectomía, encontrándose en la anatomía
patológica enfermedad diverticular; no había evidencias de
angiodisplasia. Se realizó un ecocardiograma que reveló un diámetro
diastólico ventricular izquierdo de 72 mm, sistólico de 55 mm,
septum 12 mm, pared posterior 11 mm, diámetro auricular izquierdo de
57 mm, raíz de aorta de 38 mm, función sistólica globalmente
deprimida (fracción de acortamiento 29%), calcificación aórtica y
mitral y evidencias de insuficiencia tricuspídea y mitral. El 10 de
junio de 1994 se internó por traumatismo de cráneo con pérdida de
conocimiento, evolucionó favorablemente. En febrero de 1995 se
realizó un estudio Holter que demostró fibrilación auricular con
pausas de hasta 2680 mseg con trastornos de la conducción
intraventricular con extrasístoles ventriculares frecuentes y
fenómeno de R/T. El 30 de mayo de 1995 se internó por insuficiencia
cardíaca. Al ingreso tenía disnea en reposo, ortopnea, palpitaciones
y oliguria. Pesaba 81.5 kg, la presión arterial (PA) era de 140/90,
frecuencia respiratoria (FR) 36 por minuto, no toleraba el decúbito,
tenía un soplo sistólico 3/6 en el foco aórtico, tenía
ingurgitación yugular 2/3, hepatalgia, reflujo hepatoyugular y se
auscultaban rales crepitantes hasta campos medios pulmonares. La
radiografía de tórax evidenció hilios prominentes, redistribución
del flujo pulmonar y bloqueo de ambos senos costofrénicos. Había
aumento de la densidad en el vértice pulmonar derecho de tipo
intersticio alveolar. El electrocardiograma demostró una fibrilación
auricular con 80 de frecuencia cardíaca (FC), bloqueo completo de
rama derecha, hemibloqueo anterior izquierdo y bloqueo AV de primer
grado. El examen funcional respiratorio demostró una capacidad vital
de 2.4 lts (57%) y VEF 1 de 2.08 lts (69%). Tenía 41% de hematocrito,
glóbulos blancos 8.100, PO 2.81, PCO2 28.7, Bicarbonato 19.3, pH
7.43, a/A 0.70. Se realizó balance negativo y restricción
hidrosalina y evolucionó favorablemente. Una tomografía computada de
tórax reveló lesiones predominantes en ambos lóbulos superiores, de
engrosamiento del intersticio e imágenes peribronco vasculares con
algunas bullas pequeñas subpleurales. Había algunas imágenes que
sugerían la presencia de bronquiectasias. El peso al alta fue de 75
Kg. Se decidió la colocación de un marcapaso definitivo. El 24 de
junio de 1995 se internó por edema agudo de pulmón, pesaba 81 Kg y
se diagnosticó neumonía con hemocultivos y cultivo de esputo
positivo para neumococo. Se indicó balance negativo y ceftriaxiona y
evolucionó favorablemente. El 6 de agosto de 1995 se internó
nuevamente por neumonía. Se realizó un ecocardiograma que demostró
peoría de la función sistólica de ventrículo izquierdo (fracción
de acortamiento del 14%) y dilatación ventricular derecha. El 16 de
enero de 1996 se internó por dilatación vesical, consecuencia del
adenoma prostático; se colocó una sonda vesical y la ecografía
renal demostró una leve dilatación pieloureteral. La próstata era
homogénea, medía 66 x 61 x 65 mm y pesaba 115 gr. Tenía una PA de
130/90, FC 80, FR 20, pesaba 75.7 kg, tenía edema de miembros
inferiores y sacro 2/6 y no se auscultaban rales pulmonares. El 22 de
enero de 1996 presentó fiebre y sedimento urinario patológico por lo
que se inició tratamiento con quinolonas y al día siguiente tenía
disnea, taquipnea (40 FR) e infiltrados pulmonares apicales. Se
auscultaban rales crepitantes pulmonares, había ingurgitación
yugular y hepatomegalia dolorosa. El marcapaso capturaba 100% y
censaba los latidos del paciente correctamente. No había signos de
isquemia en el electrocardiograma. PO2 53, PCO2 34, Bicarbonato 25, pH
7.48, saturación de O2 87% y a/A 0.48. Las enzimas cardíacas eran
normales. Ingresó en terapia intensiva y recibió oxígeno,
antibióticos y balance negativo. El 25 de enero de 1996 debido a la
persistencia de la fiebre se cambió el esquema antibiótico a
cefalosporinas de tercera generación y había hecho 5 kg de balance
negativo. El urocultivo desarrolló Proteus 100%. El 27 de enero
persistía febril, taquipneico, con 13.800 glóbulos blancos y los
infiltrados pulmonares apicales no habían desaparecido. Se colocó un
catéter de Swan-Ganz que demostró presión capilar pulmonar normal y
se realizó un lavado bronco-alveolar y posteriormente se inició
tratamiento con imipenen y amikacina. Se colocó presión positiva
continua a 7.5 cm de H2O. El 29 de enero persistía febril,
hipoxémico y taquipneico por lo cual fue intubado y colocado en
asistencia respiratoria mecánica. Se indicaron inotrópicos. El 30 de
enero se decidió, empíricamente tratamiento tuberculostático. El 31
de enero se decidió realizar tomografía de tórax que evidenció
grave lesión pulmonar intersticial con compromiso alveolar e
imágenes bullosas bilaterales. Se decidió realizar biopsia de
pulmón a cielo abierto pero el paciente tuvo un paro cardíaco y no
respondió a maniobras de reanimación.
Discusión clínica
Dr. Ricardo Ré: En la radiografía de 1987 se ve un aumento
de la relación cardiotorácica y se ven imágenes lineales
bilaterales. La segunda radiografía es de junio de 1994 y se observa
una mayor relación cardiotorácica que en 1987 y no se puede
delimitar el diafragma izquierdo. La imagen lineal en el vértice
pulmonar izquierdo está más arriba con respecto a la radiografía
anterior. La radiografía de mayo de 1995 la imagen cardíaca es aún
mayor, hay redistribución de flujo en los vértices, hay líneas B de
Kerley y hay un infiltrado parenquimatoso en el lóbulo superior
derecho. La placa de junio de 1995 cuarta internación muestra
progresión del infiltrado del lóbulo superior derecho con
broncograma aéreo y se observa retracción del lóbulo superior
izquierdo. En la tomografía computada de tórax del 9 de junio de
1995 se ve el compromiso del lóbulo superior derecho, imágenes
bullosas subpleurales y compromiso del lóbulo superior izquierdo
aunque menor. ¿Cuál es la interpretación de esta tomografía? Se ve
mayormente compromiso del intersticio pulmonar a predominio de los
vértices por redistribución de flujo y podría corresponder a la
dilatación de las venas pulmonares. Además hay engrosamiento
peribroncovascular perihiliar bilateral, una calcificación de la
válvula mitral y aórtica y un marcado aumento de tamaño de la
aurícula izquierda y ventrículo izquierdo. En la radiografía de la
última internación, en enero de 1996, se observa la silueta
cardíaca más aumentada de tamaño aunque el paciente está acostado.
Persisten algunas imágenes lineales en los vértices, con retracción
del vértice del pulmón izquierdo y se ve la cisura horizontal; no
puedo ver bien el hemidiafragma izquierdo. En las últimas
radiografías hay infiltrados en ambos vértices pulmonares y en el
lóbulo inferior derecho e izquierdo y tiene algunas imágenes
aireadas que me llamaron la atención y que persistieron hasta el día
previo a la muerte. En la tomografía computada de tórax hay un
evidente compromiso de los lóbulos superiores e imágenes bullosas.
Lo mismo sucede en la región superior de lóbulo inferior donde hay
zonas aireadas que tienen muy poca vascularización y no tienen
lesión en el intersticio. Estas imágenes muestran grave compromiso
del intersticio y también alveolar difuso en ambos pulmones. Creo que
este paciente tenía enfermedad pulmonar difusa, grave y crónica
intersticio alveolar por insuficiencia cardíaca crónica y
probablemente se agregaron lesiones de condensación, por infección,
en el período final.
Dr. Aquiles J. Roncoroni ¿Ud cree que tenía enfisema
pulmonar?
Dr. Ricardo Ré: Creo que tenía bullas, había sido un fumador
importante durante 30 años.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Cuál es su interpretación con
respecto a la disposición de la neumopatía intersticial en los
vértices? En la insuficiencia cardíaca el líquido generalmente se
ubica en las bases.
Dr. Ricardo Ré: Quizás tenga una secuela de tuberculosis o
una neumopatía intersticial inhalatoria, ya que ésta se ubica en los
vértices, o que se deba a las bullas, no queda muy claro.
Dr. Alejandro Grinberg: Este paciente de 73 años falleció
como consecuencia de una miocardiopatía de diez años de evolución
que se hizo sintomática en los últimos cinco. La primera vez que se
internó en el Instituto fue en 1992 como consecuencia de una
hemorragia digestiva baja muy importante. Fue operado y se encontraron
divertículos en el colon ascendente y descendente, por lo que se
realizó una colectomía total. Con respecto a su enfermedad
cardiovascular, tenía antecedentes de hipertensión arterial y en la
radiografía de 1987 ya había aumento de la relación
cardiotorácica. Los síntomas comenzaron en 1992, época en que lo
conocimos, con disnea clase funcional II y a partir de ese momento
recibió medicación antihipertensiva. Posteriormente, a pesar de la
medicación, desarrolló episodios de insuficiencia cardíaca, sobre
todo en el último año en que cambió la clase funcional III y IV.
¿Cuál era la causa de la miocardiopatía de este enfermo? Lo más
fácil es asumir que era de origen hipertensivo, por el antecedente de
hipertensión arterial y el hallazgo de hipertrofia y dilatación del
ventrículo izquierdo en el ecocardiograma. Sin embargo, durante los
últimos años el paciente tenía la presión arterial controlada por
lo que en el última internación lo presenté en el ateneo clínico
para discutir la causa de la cardiomiopatía. La hipertrofia
ventricular, por los datos ecocardiográficos, no era muy marcada,
tenía 12 mm de espesor de la pared posterior del ventrículo
izquierdo y el mismo espesor en el septum interventricular y ya en el
año 1982 se informaba dilatación del ventrículo izquierdo. Según
los datos de la literatura, el elemento cardinal en el desarrollo de
una cardiomiopatía hipertensiva es la hipertrofia ventricular
izquierda1. Como ésta era leve en este paciente, intentamos buscar
otras causas de cardiopatía. No tuvo historia de dolor precordial,
pero es bien conocida la enfermedad coronaria silenciosa en algunos
pacientes diabéticos, hipertensos y/o fumadores. Estos pacientes
pueden desarrollar miocardiopatía dilatada con miocardio hibernado
como consecuencia de la enfermedad coronaria silenciosa y mejoran
luego de la revascularización coronaria. En 1991 el paciente se
realizó una ergometría que fue negativa para angor y cambios del ST
y en 1995 se realizó un estudio Holter que no demostró signos de
isquemia. Posteriormente no se hicieron más estudios para descartar
enfermedad coronaria, así que existe la posibilidad de que este
paciente, además de hipertensión arterial, haya tenido enfermedad
coronaria que contribuyó en la génesis de la miocardiopatía
dilatada. En el último año de vida empeoró la clase funcional de la
disnea, que pasó a ser clase IV y tuvo varias internaciones por
insuficiencia cardíaca y neumonía. En una de las últimas
internaciones aparecieron infiltrados pulmonares predominantemente en
los ápices que desaparecieron con el balance negativo. Posteriormente
desarrolló un bloqueo trifascicular incompleto, tenía bloqueo de
rama derecha, hemibloqueo anterior y bloqueo AV de primer grado y
además tuvo episodios de bradicardia. Se hizo un estudio Holter en el
cual se objetivó fibrilación auricular, pausas de más de 2.000
milisegundos y fenómeno de R/T por lo cual se decidió la colocación
de un marcapasos. Este trastorno de la conducción pudo haberse debido
a enfermedad de nódulo sinusal o a enfermedad degenerativa por
calcificación del sistema de conducción como enfermedad o Lev o
Lenegre, ya que se veía calcificación valvular en el ecocardiograma.
El 16 de enero de 1996 se internó por un cuadro de obstrucción
prostática, tenía un adenoma prostático, y falleció a los 15 días
con infiltrados pulmonares bilaterales e injuria pulmonar severa. El
22 de enero tuvo fiebre y sedimento urinario patológico por lo cual
asumimos el cuadro como una infección urinaria, consecuencia de la
sonda y del cuadro prostático e inició tratamiento antibiótico con
buena respuesta inicial. El urocultivo desarrolló Proteus, sensible a
la quinolonas que recibía. Pero posteriormente tuvo una evolución
desfavorable, seguía con fiebre y tenía taquipnea, elemento que
llamó la atención durante toda la internación. Tenía una FR de 32
por minuto pero no manifestaba disnea, inclusive hasta los momentos
finales. Nos llamó la atención la localización apical de los
infiltrados pulmonares, pero en una internación previa habían
mejorado con balance negativo, motivo por el cual los creímos debidos
a insuficiencia cardíaca y tomamos la misma conducta, pero esta vez
el paciente no mejoró. Además, debido a la fiebre persistente,
cambiamos el esquema antibiótico de quinolonas a cefalosporinas de
tercera generación. Se colocó un catéter Swan-Ganz luego de cinco
litros de balance negativo y tenía una presión capilar pulmonar de
15 mm Hg, volumen minuto ligeramente elevado con resistencia vascular
sistémica baja e hipertensión pulmonar. Como persistía con fiebre a
pesar del nuevo esquema antibiótico, se realizó un lavado
broncoalveolar e inició tratamiento imipenem-amikacina en forma
empírica, posteriormente el cultivo fue negativo. Debido a la
persistencia de los infiltrados pulmonares y a la caída del a/A de
0.60 a 0.40 se indicó presión positiva continua en la vía aérea
pero el paciente no mejoró. Los infiltrados pulmonares se diseminaron
a los cuatro cuadrantes, injuria pulmonar severa, cayó aún más el
a/A a 0.20 y desarrolló insuficiencia respiratoria, motivo por el
cual se decidió la intubación y ventilación mecánica en forma
electiva. Además se decidió realizar otro lavado broncoalveolar y,
nuevamente en forma empírica, se agregó vancomicina y
tuberculostáticos. Había un dudoso antecedente de una hermana con
tuberculosis, pero el paciente no tenía antecedentes de haberla
padecido, en la internación anterior se había realizado una
reacción de Mantoux que fue negativa. El día 31 de enero el paciente
fue presentado en ateneo clínico porque no mejoraba, aunque estaba en
«peso seco», con presión capilar normal y con los antibióticos
mencionados. Se decidió hacer una nueva tomografía de tórax en la
cual se vieron bullas, que no se habían visto antes y los infiltrados
intersticiales con componente alveolar, difusos. Además se decidió
realizar una biopsia de pulmón a cielo abierto pero el paciente tuvo
un paro cardíaco y falleció. ¿Qué tenía este paciente a nivel
pulmonar y por qué los infiltrados eran predominantemente apicales,
en el período final? Sabemos que tenía una miocardiopatía dilatada
e insuficiencia cardíaca, así que probablemente tenía edema de
pulmón crónico como consecuencia de insuficiencia cardíaca y esto
podría explicar todo el cuadro. Pero habitualmente en la
insuficiencia cardíaca el líquido se ubica en las bases. De esta
manera, tratamos de descartar infección pulmonar pero todos los
cultivos fueron negativos. No parece haber tenido una neumonía viral,
ya que en este caso el compromiso alveolar es más importante, o una
neumonía atípica, en la cual los infiltrados pulmonares son basales.
Se discutió también la posibilidad de infiltrados pulmonares
periféricos eosinofílicos o neumonía de Carrington aunque no tenía
eosinofilia, lo cual no descarta este diagnóstico. Además era
fumador y tenía bullas, así que quizás el líquido intersticial se
ubicaba «donde podía» y por esto se ve de esta forma en la
radiografía de tórax. Se me podría preguntar por qué tenía
insuficiencia cardíaca con presión capilar normal; podría responder
que se ha observado aumento de la presión capilar pulmonar antes que
los signos radiológicos de edema sean evidentes y que el edema
pulmonar persiste luego de tratamiento exitoso con normalización de
la presión de enclavamiento2. De todas maneras, alguna de las
mediciones revelaron presión capilar pulmonar elevada. Nos
desorientó la fiebre de hasta 39° y esto no se podía explicar por
insuficiencia cardíaca. En definitiva, creo que este paciente tenía
una miocardiopatía hipertensiva en fase dilatada terminal y que la
insuficiencia cardíaca fue la enfermedad en el pulmón. La sobrevida
a 5 años en esta fase es menor del 5% y este paciente llegó justo a
5 años. No se puede descartar un cuadro séptico final con punto de
partida en la próstata.
Dr. Guillermo B. Semeniuk: Este paciente tenía insuficiencia
cardíaca severa, con dilatación de las cuatro cavidades y
fibrilación auricular. Postulamos el tromboembolismo pulmonar
recurrente silencioso como posibilidad diagnóstica alternativa al
deterioro respiratorio que sufrió. Por otro lado, creo que los
infiltrados pulmonares se debieron a insuficiencia cardíaca y cierto
grado de fibrosis pulmonar secundaria a la misma. En la última etapa
se agregó un trastorno respiratorio agudo del adulto, sin que
necesariamente el foco infeccioso haya estado en el pulmón ya que
tuvo dos lavados broncoalveolares negativos. Los otros dos focos
probables de infección pudieron ser el vesicoprostático o el
marcapasos, con lo cual pudo tener una endocarditis mural en el
ventrículo derecho. Discutimos si tenía indicación la biopsia de
pulmón en el período final para descartar una infección que no pudo
eventualmente ser detectada por el lavado broncoalveolar, o si cursaba
la fase proliferativa del distress respiratorio, pero creo que no era
estrictamente necesaria. Nosotros revisamos alrededor de 30 autopsias
de pacientes que fallecieron con trastorno respiratorio agudo del
adulto. La mitad de los pacientes tenían bronconeumonía y la otra
mitad, como está descripto en casi todas las publicaciones, tenían
falla orgánica multiparenquimatosa con focos infecciosos en otros
sitios. Creo que en este paciente el foco infeccioso no estaba en el
pulmón. Con respecto a la particular distribución radiológica de
los infiltrados, estoy de acuerdo en que se debe a la presencia de
bullas bilaterales, como se observa en la tomografía. Si bien desde
el punto de vista gravitacional el edema de pulmón es basal y parte
del tratamiento es el cambio al decúbito dorsal para mejorar la
relación ventilación-perfusión, en algunas publicaciones (sobre
todo en distress) no siempre sigue este patrón.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Ud. le hubiera indicado
corticoesteroides?
Dr. Guillermo B. Semeniuk: No lo sé, en los últimos tiempos
hemos discutido varias veces el tratamiento con altas dosis de
corticoides para evitar la fase proliferativa del distress
respiratorio. En este paciente era extremadamente difícil la
decisión porque tenía insuficiencia cardíaca de difícil manejo y
además se barajaba la posibilidad de tuberculosis.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Qué piensa de la hemofiltración?
Dr. Alfredo Zucchini: Este paciente presentó un distress
respiratorio en la etapa final. En nuestra experiencia, aquellos con
enfermedad pulmonar crónica que desarrollan distress respiratorio la
hemofiltración no dio resultado. Todos fallecieron. Este enfermo
tenía insuficiencia cardíaca congestiva refractaria y en esta
situación la hemofiltración es de gran utilidad. Un estudio
publicado en 1994 de hemofiltración en pacientes con insuficiencia
cardíaca y miocardiopatía dilatada en estadio III-IV que está de
acuerdo con nuestras observaciones. A un grupo se los hemofiltró y a
otro se indicó balance negativo con furosemida, extrayéndose el
mismo volumen. Se observó que tenían mayor sobrevida los que se
hemofiltraban, mejoraban la función ventricular más rápidamente y
tenían menor consumo de oxígeno en el ejercicio y menor tenor de
norepinefrina. Pareciera que hay una mejor adecuación hemodinámica
en aquellos en donde la extracción de líquido de los distintos
compartimientos se hace de manera más uniforme3. Hay varios centros
que utilizan la hemofiltración en la insuficiencia cardíaca
congestiva mientras se espera el trasplante cardíaco.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Cuándo se introdujo la
hemofiltración en distress respiratorio en nuestro país?
Dr. Alfredo Zucchini: En 1985, en el IDIM, con cinco pacientes,
que se presentaron en el Congreso Argentino de Nefrología en abril de
1986.
Dr. Héctor Calbosa: Vale la pena señalar que en ese momento
se pensó que el paciente tenía un distress respiratorio
cardiogénico y se logró mantener un intercambio gaseoso
relativamente aceptable. No utilizamos corticoides porque dudamos que
estuviera cursando la fase proliferativa del distress. Se realizó un
lavado broncoalveolar que fue negativo; de allí nació la discusión
de la biopsia de pulmón a cielo abierto. Creo que este paciente
tenía una alta probabilidad de tener insuficiencia cardíaca a la que
se sumó una infección y un cuadro séptico. Sin embargo, no pudimos
aislar gérmenes, por eso presumimos que pudo tener una reactivación
de una tuberculosis pulmonar, aunque el cultivo posteriormente
resultó negativo.
Dr. Alejandro Grinberg: El paciente había sido transfundido,
entonces otra posibilidad era una neumonía por Pneumocistis carinii
pero el HIv fue negativo, lo mismo que el lavado broncoalveolar. El
otro dato importante es que estaba esplenectomizado, pudo haber tenido
una infección por gérmenes capsulados, aunque los cultivos fueron
negativos quizás porque ya había recibido antibióticos.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: ¿Tenía vegetaciones el
ecocardiograma?
Dr. Alejandro Grinberg: No.
Dr. Aquiles J. Roncoroni: Pienso que este paciente tenía,
evidentemente, un trastorno respiratorio agudo que se agravó por una
bronconeumonía por gérmenes comunes que no se hallaron en los
cultivos. Creo que no tuvo otra renfermedad grave.
Dr. Alejandro Adilardi: Este paciente fue tratado durante años
con digital y diuréticos por insuficiencia cardíaca. Entre 1991 y
1992 apareció fibrilación auricular que se hizo crónica. Por algún
episodio de precordialgia se realizó una ergometría en 1991. Si bien
la prueba fue insuficiente, llegó casi hasta el 85% de la capacidad
estimada para la edad y no tuvo trastornos del ST ni angor, por lo
cual la consideramos negativa para enfermedad coronaria. El paciente
continuó con tratamiento por consultorio externo y su primera
internación por causa cardíaca se produjo en el año 1995. De modo
que tuvo casi cinco años de evolución de una cardiopatía
hipertensiva hipertrófica y luego dilatada que sería más o menos el
límite máximo de sobrevida, como ya comentó el Dr. Grinberg. A
mediados de 1995 fuimos consultados por fibrilación auricular lenta,
por lo cual, solicitamos un estudio Holter y observamos que tenía
pausas muy prolongadas y arritmia ventricular compleja con taquicardia
ventricular, en cortos colgajos. Como requería la administración de
digital y amiodarona, tenía un trastorno de conducción importante y
las pausas mencionadas, se decidió la colocación de un marcapasos.
Tenía hemibloqueo anterior izquierdo, bloqueo de rama derecho
completo y PR largo, es decir, un bloqueo trifascicular incompleto. El
marcapasos no lo utilizaba todo el tiempo dado que tenía una
fibrilación auricular con una frecuencia diurna más o menos
aceptable y posteriormente no empeoró por la colocación del
marcapasos, de modo que no podemos atribuir a éste el empeoramiento
de su estado general. Finalmente la última internación se debió,
como otras, a insuficiencia cardíaca por una cardiopatía dilatada y
creo que tenemos que discutir la etiología de la misma. La existencia
de hipertensión arterial, que no sabemos bien la gravedad que tuvo,
pero tenía el septum y la pared posterior de ventrículo izquierdo no
muy engrosados, lo cual nos impide englobarla dentro del cuadro de
miocardiopatía idiopática. En 1994 se publicó la serie más grande,
637 pacientes no seleccionados, muertos por insuficiencia cardíaca
congestiva por miocardiopatía dilatada. Los pacientes tenían el
ventrículo izquierdo mayor de 60 mm; el 47% tenían miocardiopatía
idiopática, el 12% miocarditis y 11% tenían cardiopatía
isquémica4. En el caso que estamos discutiendo si bien estuvo
presente la insuficiencia cardíaca en la internación final,
posteriormente presentó un distress respiratorio de etiología no muy
bien aclarada y no creo que la causa de muerte haya sido únicamente
la insuficiencia cardíaca. Las mediciones del último día del
catéter de Swan-Ganz demostraban una presión capilar pulmonar de 16
mm de Hg y un volumen minuto cardíaco de cinco litros, con
inotrópicos. De modo que creo que tuvo una intercurrencia
probablemente infecciosa como causa de muerte.
Dr. Guillermo Benchetrit: Es difícil definir si la infección
era primariamente pulmonar o si fue secundaria a una infección
urinaria o a otro foco. También es difícil saber si la neumonía fue
tuberculosa, viral o por un agente atípico como el Micoplasma. Creo
que el paciente tenía insuficiencia cardíaca con edema pulmonar y a
esto se asoció una infección.
Dr. Héctor Calbosa: Partiendo de la base que tenía una
micocardiopatía terminal ¿Hay alguna consideración especial sobre
las mediciones hemodinámicas iniciales?
Dr. Gustavo Carró: La medición inicial fue prácticamente
normal; sin drogas inotrópicas el volumen minuto era de 6.14
litros/minuto y la presión capilar pulmonar era baja. Evidentemente
el miocardio a pesar de estar dilatado podía alcanzar un volumen
minuto normal sin drogas inotrópicas. Un ejemplo distinto es cuando
tuvo 23 mm de Hg de presión capilar pulmonar y un volumen minuto más
bajo a pesar de recibir 6 gamas/kilogramo/minuto de dobutamina,
evidentemente el miocardio se comporta de manera insuficiente. Es
decir que las mediciones iban de la normalidad a la franca
insuficiencia cardíaca. El catéter de Swan-Ganz ayudó a descartar,
por el patrón hemodinámico, un cuadro de sepsis.
Dr. Héctor Calbosa: En general observamos que los pacientes
con cardiopatía terminal a los que les colocamos el catéter de
Swan-Ganz, no elevan el volumen minuto, ni aún con drogas
inotrópicas. En este caso el paciente no tuvo un patrón
hemodinámico clásico de insuficiencia cardíaca.
Dr. Roberto Freue: Si bien el índice cardíaco no era bajo,
era inapropiado para las necesidades de este paciente porque siempre
tuvo diferencia una arteriovenosa levemente aumentada, aún en el
contexto de un supuesto cuadro de sepsis. Es decir, tenía una
extracción tisular de oxígeno aumentada; el valor normal es de 25% y
lo mínimo que pudimos objetivar en este paciente fue de 34% y llegó
a tener 41%. Además, llamativamente, a pesar de recibir dobutamina,
tenía resistencias periféricas altas, incluso en ocasiones llegó a
tener 1.900 dyn/cm2/seg y nunca estuvo hipotenso inclusive a pesar que
no podía elevar la frecuencia cardíaca porque tenía colocado un
marcapasos. Todo esto avala más la insuficiencia cardíaca e indica
que no tuvo un comportamiento hemodinámico de sepsis en ningún
momento, aunque sí pudo tener una neumonía final por un germen
capsulado por el antecedente de la esplenectomía.
Dr. Guillermo Montiel: El paciente tuvo acidosis respiratoria
leve y la PCO2 venosa no estuvo demasiado elevada, lo cual va en
contra de fallo circulatorio. Analizando el monitoreo respiratorio, se
observó aumento de la resistencia en la vía aérea que pudo deberse
a obstrucción del tubo traqueal o a broncoespasmo.
Dr. Gustavo De Feo: Cuando el paciente tuvo la presión capilar
más baja (3 mm Hg), tenía el volumen minuto más elevado. Este dato
va en contra de disfunción ventricular diastólica, aunque
posteriormente pudo haberla desarrollado y los diagnóstico de
isquemia y miocardio atontado deberían ser discutidos. No tengo dudas
que el paciente tenía disfunción sistólica de ventrículo izquierdo
ya que tenía 12% de fracción de acortamiento con hipoquinesia
ventricular global. Es decir, como en la mayoría de los casos en esta
etapa, el trastorno era mixto, sistólico y diastólico. Creo que esto
lo llevó a reiterados episodios de edemas agudos de pulmón, a pesar
del aparente buen estado general. En la internación de junio fui a
revisarlo, antes de la colocación del mar-capasos, y tenía rales
crepitantes pulmonares hasta el vértice con ingurgitación yugular
hasta el gonion, tercer ruido cardíaco y los infiltrados pulmonares
apicales ya descriptos. Hasta ese momento el paciente caminaba por la
sala, estaba asintomático, es más, tuve que llamarlo para revisarlo
en la cama. Con balance negativo de 4 kg desaparecieron las imágenes
pulmonares y posteriormente se fue de alta transitoria para colocarse
el marcapasos en la internación posterior. En la última internación
lo revisé junto con el Dr. Grinberg, recordé el episodio anterior y
pensé, y pienso ahora, que nuevamente tenía insuficiencia cardíaca.
Discutimos si tenía una infección asociada, pero me parece que este
no es un diagnóstico de necesidad. Tenía un miocardio enfermo,
alteración en la distribución del agua pulmonar y edema pulmonar de
origen cardiogénico.
Dr. Héctor Calbosa: No se puede negar el diagnóstico de
miocardiopatía dilatada desde el punto de vista ecocardiográfico,
pero no sería nada raro que no coincida el espesor de la pared
ventricular izquierda comparando el ecocardiograma con los datos de la
autopsia. Digo esto porque ya nos ha sucedido alguna vez esta
discordancia y nos encontramos con una gran hipertrofia ventricular
izquierda. Creo que en este paciente la insuficiencia cardíaca marcó
el 80% de su enfermedad, tenía una miocardiopatía hipertrófica en
fase de dilatación y probablemente tenía una infección.
Discusión anatomopatológica
Dra. Clarisa L. Alvarez: La autopsia mostró que el paciente
tenía una severa cardiomegalia; el corazón era un «cor bovinum»;
pesaba 720 g con una notoria hipertrofia concéntrica del ventrículo
izquierdo que medía 15 mm y que mostraba una ligera dilatación del
mismo con leve aplanamiento de las columns carnosas (Fig. 1). No se
encontró lesión de los vasos coronarios, si bien el paciente tenía
una arterioesclerosis coronaria, ésta no era oclusiva, el calibre
estaba conservado y no se encontró lesión miocárdica isquémica. La
duda del Dr. Grimberg con respecto a la etiología de la cardiopatía,
es decir si era primaria, o isquémica o la fase de dilatación de una
cardiopatía hipertrófica quedó aclarada, es decir, se trató de una
cardiopatía con hipertrofia concéntrica por una hipertensión de
larga data, que entró en una fase de dilatación.
El pulmón tenía áreas herrumbrosas y áreas más consolidadas de
aspecto moteado. Histológicamente se encontraron lesiones de daño
alveolar difuso en una fase proliferativa y con fibrosis comenzante
(Fig. 2). La fibrosis intersticial mixoide puede aparecer a las 48 hs.
del comienzo del distress5 y en este caso el pulmón tenía daño
previo por insuficiencia cardíaca crónica. No se encontraron signos
de infección. Se hallaron signos de éstasis crónico con
ensanchamiento de los tabiques y macrófagos con hemosiderina. La
próstata estaba muy agrandada a expensas tanto de los lóbulos
laterales como del lóbulo posterior, de aspecto nodular y con
deformidad de la uretra. La vejiga también estaba agrandada con
hipertrofia del músculo, dando una vejiga «de lucha». Se encontró
una prostatitis aguda grave con leucocitos polinucleares y piocitos.
Probablemente la causa de sepsis con punto de partida urinario bajo;
el paciente había ingresado con un globo vesical 48 h antes y fue
sondado.
No se encontraron signos de infección en otro órgano capaz de
justificar el cuadro de sepsis final. Habría que relacionar el tiempo
del distress clínico y la fibrosis intersticial comenzante.
Diagnóstico anatómico (A 3080)
Antecedentes de hipertensión arterial de larga evolución.
1. Miocardiopatía hipertrófica con leve dilatación. Cardiomegalia
(720 g): hipertrofia ventricular izquierda, concéntrica (15 mm).
Ateromatosis de aorta y ramas. Arterioesclerosis coronaria, no
oclusiva.
2. Hiperplasia nodular adenomatosa de próstata. Vejiga de lucha.
Prostatitis aguda (post-cateterismo vesical). Sepsis.
Daño alveolar difuso con fibrosis comenzante.
Bibliografía
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Fig. 1.– Corazón; cardiomegalia con hipertrofia ventricular
izquierda.
Fig. 2.– Pulmón; fibrosis intersticial comenzante. H y E.
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