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DISCURSO DEL
PRESIDENTE
SOCIEDAD ARGENTINA DE INVESTIGACION CLINICA
XLIII Reunión Científica
Mar del
Plata, 26 al 29 de noviembre de 1998
Discurso del Presidente
de la Sociedad ARGENTINA DE INVESTIGACION CLINICA
Dr Juan José Poderoso
Estimados amigos:
Hace mas de veinte años llegué a la Reunión Anual de la Sociedad de
Investigación Clínica (SAIC) para presentar una comunicación sobre
sepsis y mitocondrias basada en experimentos hechos con Alberto
Boveris. En aquel momento las mitocondrias estaban devaluadas porque
ya se había otorgado el Premio Nobel de Química a Mitchell por la
teoría quimiosmótica de la fosforilacíon oxidativa y la motivación
por develar nuevas incógnitas se apagaba. Absolutamente inconsciente
de los movimientos del pensamiento universal viajé a esta ciudad y me
presenté, bastante atemorizado, en el Salón indicado adonde Lanari,
Taquini, Agrest, Finkielman, Nahmod y otros disfrutaban de la
discusión científica. Por esos misterios de la adaptación
cardiovascular al estrés sobreviví a aquellos minutos y al debate
posterior y , como a Lanari le pareció una buena idea en
investigación clínica, me sentí muy gratificado. A partir de ese
momento supe que la SAIC era mi lugar y hoy siento un gran placer en
abrir la 43ª Reunión Anual y en recibirlos a todos Uds.
En esta Reunión rendimos un homenaje emocionado a Alberto Taquini y a
Leonardo Satz, recientemente fallecidos. Tanto Lanari como Taquini,
fundadores de la SAIC, fueron paradigmas de un modelo académico que
integra la actividad asistencial con la investigación científica. Al
decir de Taquini, somos “hombres de dos mundos” que intentan
conciliar las dos vertientes de que se nutre la Medicina: la actitud
sacerdotal y el deseo de curar, con la curiosidad y la necesidad de
entender. Entender para prevenir y curar, querer y respetar a nuestros
congéneres para observar y aprender, son las raices de la buena
Medicina. Lamentablemente, hoy, estamos mas lejos que hace veinte
años de favorecer esa síntesis. Se advierte en nuestro medio un
profundo divorcio entre la actividad científica y la actividad
médica. Se ignora que la repetición compulsiva de prácticas y
actitudes médicas, no son suficientes para entender la realidad de
los pacientes. En este contexto, los educandos aspiran cada vez más a
una formación práctica que les permita solucionar los problemas, sin
advertir que el pensamiento crítico y la formación científica son
herramientas imprescindibles en la delicada relación con los
pacientes. El saber y el entender disipan la angustia de la actividad
y permiten que el médico, seguro de si y de su método pueda
acercarse emocionalmente a las dificultades humanas. El pensamiento no
se reemplaza con tecnología asi como, en un trabajo científico, la
buena hipótesis no es generada por tener acceso a la mas sofisticada
metodología.
Creo que en la Argentina, la liviandad o levedad en este campo depende
de factores generales y de otros mas específicos. Es indudable que
nuestra sociedad descree del pensamiento como herramienta de
transformación. Ciertamente, esta afirmación es genérica y no se me
escapan los esfuerzos de muchos compatriotas que, como en la SAIC,
trabajan en ese sentido. Pero, la ciencia o el razonamiento son a
menudo reemplazados por el deseo, la ilusión, el mito y la demanda
fáctica. El poder politico de hacer cosas no quiere decir que esas
cosas sean necesariamente buenas y frecuentemente, quiere decir lo
contrario. La irresponsabilidad de los procesos fácticos se basa en
la omnipotencia y deja librados al azar los resultados. La falta de
planes y de discusiones críticas es pagada por todos e hipoteca
nuestro futuro. La creatividad es sepultada en un marasmo de
decisiones que responden a los intereses de la mediocridad general. Me
parece que la deseada transición a un mundo de mayor respeto y
estímulo a las ideas, se demora excesivamente en la Argentina.
En este contexto, la política científica no escapa a las reglas
generales. La falta de dedicación exclusiva y de salarios impide la
formación académica de los profesionales de la Salud que son
eyectados del sistema. ¿Como puede un joven graduado asegurar su
formación científica? ¿Como puede superar el divorcio entre su
necesidad de saber y entender y las demandas del mercado de trabajo
que le exigen solucionar los problemas en forma práctica y casi sin
pensar, como los médicos de los esclavos de Platón? ¿Como superar
la presión pseudocientífica de las corporaciones, la incredulidad de
sus compañeros, la soberbia ignorante de sus educadores y ,en fin, la
frialdad paralizante del sistema? Debemos ayudarlos entre todos.
Debemos discutir, como en esta Reunión, sus deseos, sus hipótesis,
debemos criticarlos, debemos convencerlos de que el debate es
fructífero y que el camino es duro pero apasionante. Y debemos exigir
que el sistema científico provea planes y recursos e inserte unidades
de investigación y de cooperación básica y clínica en los
Hospitales e Instituciones de Salud. Un aporte significativo de
nuestra Sociedad es la creación de la Maestría en Investigación
Clínica, que se halla en trámite final de aprobación en la
Universidad de Buenos Aires.
La situación del sector científico en general es todavía precaria.
La Comisión Directiva de SAIC ha respondido con una solicitada en La
Nación a las inquietudes creadas en torno al conflicto suscitado en
el cambio de autoridades del CONICET. Algunos hechos son auspiciosos
como el otorgamiento de subsidios por parte de la Agencia para la
Investigación y el Desarrollo, el mantenimiento de las becas por
parte de la Universidad de Buenos Aires y la convocatoria para nuevos
becarios del CONICET. En nuestras cirscunstancias, me parece
preferible la multiplicidad de la oferta en estas Instituciones, que
la centralización de las decisiones que a menudo estimula la
endogamia, el clientelismo político y el autoritarismo.
Sin embargo, los sueldos son muy magros y someten a becarios y a
investigadores a una vida excesivamente austera. Al cabo de su etapa
de formación, no está asegurada la inserción en la Carrera del
Investigador o en la Universidad, con lo que se sigue estimulando la
emigración. En fin, el presupuesto para ciencia es extremadamente
bajo lo que reafirma el escaso interés de nuestros gobernantes en el
desarrollo de la actividad.
Este año, hemos trabajado en muy buena armonía con los amigos de la
Sociedad Argentina de Inmunología (SAI). Esperamos que en esta
Reunión se traduzca el esfuerzo realizado. En ella, hemos incluido
algunas actividades un tanto diferentes, como mesas especiales con
investigadores formados para que su línea y su presencia sean
conocidos por los jóvenes. Asimismo, hemos convocado a investigadores
extranjeros y argentinos residentes en el exterior y en nuestro medio
para disertar sobre temas de actualidad. Entre los científicos
extranjeros, debió acompañarnos el Dr. Louis Ignarro a quien
invitamos un año antes de ser elegido Premio Nobel de Medicina 1998
junto con los Dres. Furchgott y Murad. Aunque la invitación fue
certera, las circunstancias impidieron a Ignarro estar con nosotros a
pesar de haber hecho todo lo posible hasta el último momento. De
todos modos, el ha asegurado su presencia en la Argentina el próximo
año.
Algunos comentarios de pasillo llegaron a mis oídos sobre la
vitalidad de la SAIC. Es posible que con propósitos diferentes haya
quienes pronosticaron una decadencia sobre argumentos endebles. Por el
contrario, la respuesta a la convocatoria de SAIC y SAI ha sido amplia
y recibimos mas de 500 comunicaciones que serán presentadas en
sesiones coordinadas por científicos serios y con grandes
conocimientos en su especialidad. Desafortunadamente, esta Reunión se
hace en forma simultánea con la de la Sociedad Argentina de
Investigación Bioquímica, hecho que por inusual no fue previsto y no
pudo solucionarse a pesar de nuestros esfuerzos; pedimos disculpas por
las dificultades que se ocasionaron a aquellos que concurren a ambos
encuentros.
En lo personal, le debo gratitud a A. Stoppani, O. Fustinoni, A.
Lanari, A. Boveris, A. Agrest, S. Finkielman, V. Nahmod, E.
Arrizurieta, M. Barontini, A. Porrino, N. Scarimbolo y CG Del Bosco
por enseñanzas, estímulos y ayuda para seguir la vocación de hombre
de dos mundos.
Finalmente, quiero agradecer profundamente a la Comisión Directiva de
SAIC su permanente afecto, dedicación y apoyo y la compañía de mis
queridos amigos Jorge Peralta y María Cecilia Carreras y de mi
familia, asi como el esfuerzo de nuestra secretaria Rosana Greco.
Asimismo, agradezco las atenciones y el trabajo fecundo de la
Comisión Directiva de SAI.
Agradezco a aquellos que nos apoyaron economicamente para realizar la
Reunión , a los Laboratorios y Entidades comerciales y en particular
a la Fundación Perez Companc, la Universidad de Buenos Aires, la
Agencia para la Promoción y el Desarrollo Científico y el CONICET.
Quiero tambien agradecer a los participantes por defender su vocación
y su creatividad y en particular a los becarios y jóvenes graduados,
principales destinatarios de nuestro esfuerzo; hago extensiva nuestra
gratitud para todos aquellos que colaboraron en tareas de revisión de
las presentaciones y a los que participan en la Coordinación de las
sesiones científicas.
En estas circunstancias, quedan abiertas las actividades de la 43ª.
Reunión de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica.
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