MEDICINA - Volumen 59 - (Supl. Trov.), 1999
MEDICINA (Buenos Aires) 1999

       
     

       
     

TROVAFLOXACINA EN GINECOLOGIA

Sergio Luis Provenzano
Profesor Adjunto Ginecología UBA. Jefe de Consultorio Externo Servicio de Ginecología,
Hospital de Clínicas “José de San Martín”, Universidad de Buenos Aires.

Palabras clave: Fluoroquinolonas, trovafloxacina, ginecología, infecciones,
tracto genital femenino, tratamiento.

Título para cabeza de página: Trovafloxacina en ginecología.

Resumen

La presencia de microorganismos en el tracto genital inferior (TGI) femenino, en concentraciones que modifican el normal equilibrio establecido, llega a producir distintos síntomas que son motivo de consulta ginecológica. Existe consenso en que, a excepción de las mal denominadas enfermedades de transmisión sexual, debidas a microorganismos exógenos, las infecciones del TGF son producidas por los microorganismos que constituyen la flora endógena. Esto significa que todos aquellos microorganismos que suelen estar presentes sin producir manifestaciones de enfermedad pueden, bajo ciertas circunstancias y determinadas concentraciones, desencadenar o estar asociados a una infección. Habitualmente el Lactobacillus sp. y el Corynebacterium sp. son los microorganismos más frecuentes en la vagina, también el Streptococcus (aeróbico), cocos Gram positivos, anaerobios como el Streptococcus agalactiae, Enterococcus, Peptostreptococcus, Bacteroides sp., Bacteroides fragilis, Bacteroides melaninogenicus, Pseudomonas, Klebsiella, Fusobacterium, Escherichia coli. Para las distintas infeciones (vaginosis bacteriana, gonococcia, infecciones por chlamydias, EPI) se propugnan distintos esquemas antibióticos, los cuales se discuten en cada sección. La trovafloxacina se ha mostrado efectiva en el tratamiento de infecciones por Chlamydia, con excelentes resultados clínicos y buena tolerancia. Como dosis única fue efectiva en el tratamiento de la gonococcia aguda, con éxito terapéutico en el 99% de los pacientes tratados. También las nuevas fluoroquinolonas son efectivas para tratar infecciones por gérmenes anaerobios. El empleo de trovafloxacina en el tratamiento de la EPI tendría grandes ventajas: por un lado, cubriría el amplio espectro de microorganismos responsables de la infección y, por otro, permitiría el pasaje precoz a la vía oral una vez superada la etapa aguda.


Abstract

Presence of microorganisms in the female lower genital tract (LGT) in concentrations that modify the established normal equilibrium produce different symptoms that make necessary to consult the gynecologist. It is currently accepted that infections of the LGT are due to microorganisms that are normally integrating the internal flora, except for the erroneously called “sexually transmitted diseases” that are caused by external microorganisms. This means that all those microorganisms usually present without causing any disease manifestations may, under certain circumstances and determined concentrations, originate or be associated to infections.
Lactobacillus sp. and Corynebacterium sp. are normally the most frequent microorganisms in the vagina together with Streptococcus (aerobe), Gram positive coccus and certain anaerobes such as Streptococcus agalactiae, Enterococcus, Peptostreptococcus, Bacteroides sp., Bacteroides fragilis, Bacteroides melaninogenicus, Pseudomonas, Klebsiella, Fusobacterium, Escherichia coli. Different antibiotic schemes are proposed for different infections (bacterial vaginosis, gonococcia, chlamydial infections, pelvic inflammatory disease). They are discussed in different sections.
Trovafloxacin has shown to be effective in the treatment of infections due to Chlamydia with excellent clinical results and a good tolerance. It was effective as single dose therapy in the treatment of acute gonococcia with therapeutic success in 99% of the treated patients. New fluoroquinolones are also effective in the treatment of infections due to aerobial pathogens. The use of trovafloxacin in the treatment of pelvic inflammatory disease would present great advantages: on one hand, it would cover the wide spectrum of microorganisms responsible for the infection and, on the other, would permit an early switch to oral therapy once the acute phase is over.

 

Dirección postal: Sergio Luis Provenzano, Charcas 2539 1ºB (1425) Buenos Aires, Argentina. Teléfono/fax: 54 1 824-6654

 

Introducción

La presencia de microorganismos en el tracto genital inferior (TGI) femenino, en concentraciones que modifican el normal equilibrio establecido, llega a producir distintos síntomas que son motivo de consulta ginecológica.
Esto obliga al especialista a tener los conocimientos suficientes para la detección precoz del germen o gérmenes responsables y la selección de una terapéutica adecuada y efectiva.
Se evita así que los microorganismos responsables del episodio inicial puedan pasar a la cronicidad y acechar para, en condiciones favorables, comprometer a los genitales internos con cuadros inflamatorio-infecciosos que muchas veces dejan a la mujer con problemas en su fertilidad futura o con dolor abdómino-pelviano crónico.
En otras situaciones, es el propio ginecólogo quien debe advertir en un examen de rutina y luego de un correcto interrogatorio, los signos que denotan la presencia latente de la infección. En muchos casos cursan sin síntomas subjetivos, por lo que la mujer no consulta.

Flujo genital

Normalmente, el aparato genital femenino mantiene húmeda su superficie interna desde el ostium abdominal de la trompa hasta la vulva; la presencia de una pequeña cantidad de líquido no produce ningún síntoma.
La exageración del contenido, cualquiera sea la causa que la origina, y su exteriorización por fuera del borde libre de los genitales externos da lugar al flujo genital, uno de los grandes síntomas ginecológicos.

Es, en consecuencia, el aumento patológico demostrado objetivamente de las secreciones de cualquier sector del aparato genital que humedece el territorio pudendo y cuya evaporación deja un residuo costroso.
Cada uno de los segmentos del aparato genital puede ser causante de flujo. De acuerdo al lugar de origen, se puede dividir: flujo tubario, flujo uterino (que a su vez puede ser cervical o corporal), flujo vaginal y flujo vestibular. Desde el punto de vista práctico tiene importancia el flujo que se origina fundamentalmente en dos sectores del aparato genital: el cuello uterino y la vagina.
La vagina es un tubo fibromuscular rico en fibras elásticas que carece de glándulas, haciendo que sea relativamente dificultoso que se establezca cualquier infección en ausencia de traumatismos.
Bajo la influencia de las hormonas esteroides sexuales femeninas, particularmente estrógenos, prolifera el epitelio descamándose sus células superficiales. De esta manera, se libera el glucógeno intracelular convirtiéndose en ácido láctico bajo la acción del bacilo de Döderlein, lo que determina el pH local, aproximado a 3-3,5. Por lo tanto, la vagina contribuye con un elemento celular (células descamadas) y un elemento fluido (ácido láctico) al flujo vaginal.

Flora normal endógena o habitual
Durante mucho tiempo se pensó que existía una flora normal en la vagina. A partir del conocimiento de la composición y mecanismos de regulación del flujo genital se pudo establecer y entender la fisiopatología de la mayoría de las infecciones del tracto genital femenino (TGF).(1,2)

Existe consenso en que, a excepción de las mal denominadas enfermedades de transmisión sexual, debidas a microorganismos exógenos, las infecciones del TGF son producidas por los microorganismos que constituyen la flora endógena. Esto significa que todos aquellos microorganismos que suelen estar presentes sin producir manifestaciones de enfermedad pueden, bajo ciertas circunstancias y determinadas concentraciones, desencadenar o estar asociados a una infección.
Habitualmente el Lactobacillus sp. y el Corynebacterium sp. son los microorganismos más frecuentes en la vagina, también el Streptococcus (aeróbico), cocos Gram positivos, anaerobios como el Streptococcus agalactiae, Enterococcus, Peptostreptococcus, Bacteroides sp. Bacteroides fragilis, Bacteroides melaninogenicus, Pseudomonas, Klebsiella, Fusobacterium, Escherichia coli. Hemos recuperado del flujo genital de pacientes asintomáticas el 32% Gardnerella vaginalis y Candida albicans en el 18% de las pacientes evaluadas en el premenstruo. Otros autores recuperaron Ureaplasma urealyticum como flora permanente en el 17% y como flora transitoria en el 42% de pacientes asintomáticos.
Se ha podido comprobar que, tomando muestras de diferentes sectores de la vagina de la misma mujer, no se aíslan siempre las mismas especies. Esto se debería a la presencia de los llamados nichos ecológicos y a la dinámica vaginal.

Mecanismos de defensa del TGF a las infecciones

Los mecanismos de defensa a las infecciones con que cuenta el TGF pueden dividirse en los que son propios del TGF y otros generales.
Dentro de los propios, debemos considerar la buena coaptación de los labios vulvares, la presencia del vello, la presencia de las cubiertas de la capa córnea de la piel vulvar: la gaseosa o externa y la interna o manto ácido de Marchionini con propiedades antibacterianas y antimicóticas como consecuencia de los elementos químicos que la componen, lípidos y sales orgánicas liberadas por las células de queratinización y segregadas por las glándulas sebáceas y sudoríparas.
También es de suma importancia la acidez del medio vaginal, el tapón mucoso cervical y el esfínter de Horalek en la unión úterotubaria, entre otros mecanismos de protección.
Los mecanismos de defensa generales se relacionan con el sistema inmunitario
Todos estos elementos contribuyen a mantener el balance ecológico de la vagina. Supuestamente, una modificación que produzca cambios en los mecanismos locales de defensa que su vez generen cambios en el pH desequilibran el ecosistema vaginal que también se encuentra invadido por microorganismos ciliados de territorios vecinos, que, a veces, no encuentran obstáculos para su desplazamiento.
Esta situación lleva a que microorganismos habituales encuentren un medio favorable para desarrollarse y así, solos o asociados, se transformen en patógenos. También se observa que los microorganismos patógenos comprometen algunas células vaginales y otras no, teniendo directa relación con la presencia de factores físico-químicos -receptores de carbohidratos- en la superficie celular, que actuarían como facilitadores.
Los lavados vulvovaginales reiterados, el uso de elementos de higiene con productos químicos que hacen perder las propiedades protectoras de la capa córnea del epitelio vulvar (desodorantes, jabones, apósitos externos), rasurados excesivos, uso de tampones, jaleas espermicidas o lubricantes, alteran el pH vaginal. La presencia de dispositivos intrauterinos que vulneran la protección ofrecida por el tapón mucoso cervical permiten que los procesos infecciosos cérvicovaginales progresen al endometrio, al igual que otras posibles causas no citadas pero que también modifican las defensas naturales del TGF.

Características de los procesos infecciosos

La forma de ingreso de los gérmenes responsables de la infección al tracto genital permite clasificarlos en: (Tabla 1)
Microorganismos que necesitan una solución de continuidad como puerta de entrada.
Microorganismos que NO necesitan una solución de continuidad como puerta de entrada.
Los agentes etiológicos más frecuentes capaces de realizar la colonización son, entre las bacterias aeróbicas: Streptococcus hemolítico, Staphylococcus aureus, Colibacilos y, entre los anaerobios, Clostridium perfringens, welchii, septicum, novyi, Bacterioides fragilis y Peptostreptococcus.
Los microorganismos que no necesitan solución de continuidad para instalarse en el TGF pueden agruparse en:
Responsables de supuraciones genitales gonocóccicas (SGG)
Responsables de supuraciones genitales no gonocóccicas (SGNO)
Estas últimas reconocen distintos agentes etiológicos:
Bacterianas: Chlamydia trachomatis, Gardnerella vaginalis, Acinetobacter, Mycoplasma hominis;
Parasitarias: Trichomonas vaginalis, Amibas, Oxyurus;
Micóticas: Candida;
Virósicas: Herpes, Condiloma acuminado, Moluscum contagiosum;

La falta de diagnóstico y tratamiento en etapas precoces de la colonización bacteriana puede llevar a cuadros de enfermedad pelviana inflamatoria (EPI) donde el compromiso involucra a estructuras alejadas de la puerta de entrada.

Metodología diagnóstica para detectar infecciones del TGI (3)
Anamnesis cuidadosa e inclusión, si corresponde, en grupos de riesgo.
Examen macroscópico del flujo.
Medición del pH vaginal con cinta indicadora.
Obtención de muestra de flujo vaginal para examen macroscópico en fresco con solución fisiológica e hidróxido de potasio al 20%.
Prueba de las aminas. olor característico a pes