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Aplicaciones
terapEuticas de toxinas lIticas
APLICACIONES
TERAPEUTICAS DE TOXINAS LITICAS FORMADORAS DE POROS: POTENCIALIDADES
DE a-HEMOLISINA DE Escherichia
coli
VANESA HERLAX1, LAURA S.
BAKAS2
1Instituto de
Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP), Facultad de
Ciencias Médicas; 2Departamento de Ciencias Biológicas, Facultad de
Ciencias Exactas, Universidad Nacional de La Plata
Resumen
Muchas
bacterias infecciosas secretan proteínas solubles, las cuales pueden
dañar la membrana plasmática de células eucarióticas. La actividad
de estas proteínas está dirigida contra los leucocitos. Sin embargo,
en algunos casos, estas toxinas son también hemolíticas. Se ha
propuesto que tanto la actividad hemolítica como leucotóxica puede
provenir de la formación de poros en la membrana de las células
blanco. El estudio de estas moléculas es importante no sólo desde el
punto de vista básico para conocer el mecanismo por el cual actúan,
sino por sus potenciales aplicaciones en biotecnología y en medicina,
ya que por su incorporación a células, éstas pueden incrementar su
susceptibilidad a quimioterápicos o causar la destrucción
específica de células cancerosas. Por otro lado, estas toxinas se
pueden incorporar en liposomas de forma que actúen como sistemas de
liberación controlada de drogas. Si bien este campo no ha sido
desarrollado en el caso de la a-hemolisina de Escherichia coli, la
presencia de diferentes dominios estructurales y funcionales podría
ser aprovechado con estos fines.
Palabras clave: toxinas líticas, a-hemolisina de
Escherichia coli, liposomas, inmunotoxinas
Abstract
Therapeutic
applications of pore-forming lytic toxins: potential use of
Escherichia coli ahemolysin. Many infectious bacteria export
soluble proteins which can damage the plasma membrane of eukaryotic
cells. Most often they are directed against leukocytes for the purpose
of reducing the immune response of the host. In some cases, these
toxins are also hemolytic. It has been proposed that both leukotoxic
and hemolytic activities could derive from the pore formation in the
membranes of the attacked cells. The study of these molecules is not
only important from the point of view of basic studies to determine
the mechanism of action, but also for potential application in
biotechnology and medicine. These molecules increase the cell
susceptibility to chemotherapy and also can be employed to destroy
specifically cancer cells. On the other hand, it is possible to
incorporate toxin molecules in liposomes, transforming them in to
biosensors or as controlled drug delivery systems. This aspect has not
been extensively explored in Escherichia coli a-hemolysin, in which
the presence of different functional and structural domains in this
molecule could be taken advantage of.
Key words: lytic toxins, Escherichia coli, a-hemolysin,
liposomes, immunotoxins, drug delivery
Dirección postal: Dra Laura Bakás, INIBIOLP.
Facultad de Ciencias Médicas. calle 60 y 120, 1900 La Plata,
Argentina
Fax (54-221) 4258988 e-mail: lbakas@nahuel.biol.unlp.edu.ar.
Recibido: 22-VI-2001 Aceptado: 26-IX-2001
Los agentes citotóxicos se agrupan en al menos dos amplias clases:
aquellos que afectan el metabolismo intracelular de las células
susceptibles y tienen que atravesar la membrana plasmática para
ejercer su efecto, y los que afectan directamente la membrana
plasmática de las células, induciendo generalmente un incremento en
la permeabilidad a través de la formación de poros en la membrana.
Las toxinas bacterianas como las del cólera1, difteria2, tétano3 y
la toxina botulínica4 caen dentro de la primera categoría, mientras
que la a-toxina producida por Staphylococcus aureus5, q-toxina de
Clos-tridium perfringens6 y a-hemolisina de Escherichia coli (HlyA)7
pertenecen a la segunda .
Las toxinas formadoras de poros representan una de las armas más
potentes con las que los microbios invaden al organismo y que les
permiten atravesar las defensas celulares. Estas toxinas son
moléculas proteicas liberadas por el patógeno, que forman “agujeros”
en la membrana celular, permitiendo así que material extraño ingrese
a la célula y al mismo tiempo que el contenido celular se pierda.
Curiosamente, los organismos se defienden frente a esto de modo
similar: el sistema inmune produce sus propias moléculas formadoras
de poros para destruir células foráneas.
La lista de toxinas conocidas es enorme8. Actualmente se piensa que la
mayoría de los patógenos clínicamente relevantes las producen.
Estas toxinas se agruparon bajo la denominación de hemolisinas debido
a su acción lítica sobre los glóbulos rojos. Sin embargo su
significado biológico deriva de su acción sobre células nucleadas y
plaquetas, destruyendo principalmente las células involucradas en la
primera línea de defensa inmune. Además provocan un amplio espectro
de reacciones secundarias sobre las células blanco, que producen
efectos de corto y largo alcance en el organismo, contribuyendo así a
la patogénesis de las infecciones bacterianas.
Las propiedades bioquímicas de estas proteínas extracelulares y su
modo de acción se estudiaron extensamente en los últimos tiempos. La
introducción de técnicas genéticas en este campo, por otro lado,
permitió incrementar el conocimiento aportando evidencias sobre el
rol de las hemolisinas en la patogénesis de las infecciones.
El mecanismo molecular del daño causado en la membrana de las
células blanco por este grupo de toxinas no está aún resuelto. Dado
que no existen datos de la estructura tridimensional de muchas de
estas proteínas, no es posible predecir si existe una organización
estructural común entre ellas. Un mayor conocimiento de la relación
estructura-función nos permitiría entender importantes aspectos
involucrados en el mecanismo de patogénesis, así como en la
profilaxis de enfermedades producidas por las bacterias que producen
esas toxinas.
¿Para que sirve conocer la relación
estructura-función de las toxinas líticas formadoras de poros?
El estudio de estas moléculas es interesante no sólo desde el
punto de vista básico para conocer el mecanismo por el cual actúan,
sino por sus potenciales aplicaciones en biotecnología y en medicina.
Se pueden modificar estas moléculas de modo que destruyan
especificamente células cancerosas, o bien que por la incorporación
de poros, las células aumenten su susceptibilidad a los
quimioterápicos. Por otro lado, se pueden incorporar moléculas de la
toxina en membranas artificiales (liposomas) de forma que actúen como
biosensores o sistemas de liberación controlada de drogas. A
continuación se describen algunas de las aplicaciones que se han
desarrollado en este campo empleando diversas toxinas.
Aplicaciones biotecnológicas y terapéuticas de la a-toxina de
Staphylococcus aureus
La a-toxina de Staphylococcus aureus es una pequeña proteína
formada por 293 residuos de aminoácidos, lo que facilita su
manipulación por tecnología de ADN recombinante. La proteína existe
en forma de un complejo multimérico con forma de hongo formado por 7
subunidades5. El grupo de H. Bayley9 trabajó con tres propiedades,
que pueden regularse a través de técnicas de ingeniería de
proteínas: el tamaño del poro, la selectividad del canal para el
pasaje de diferentes moléculas y la capacidad del poro de abrirse y
cerrarse. Insertando “disparadores” moleculares e “interruptores”
en la proteína, se puede controlar la apertura o el cierre del canal.
En principio éstos pueden ser bioquímicos (activados por enzimas),
químicos (activados por la unión de pequeñas moléculas) o físicos
( calor o luz). Estas tres aproximaciones fueron empleadas con la
alfa-toxina.
Como “disparador” bioquímico se introdujo en la alfa-toxina un
pequeño péptido que bloquea la apertura del poro, de modo que el
tratamiento posterior con una proteasa elimina esta pieza extra,
permitiendo la apertura del poro10. Cuando estas moléculas híbridas
alcanzan la célula cancerosa, la formación de poros se activa por
proteasas liberadas por las mismas11. Se emplearon otros “disparadores”
bioquímicos con la finalidad de que la toxina sólo penetre en
células determinadas, por ejemplo células cancerosas, mediante la
unión por ingeniería genética de un anticuerpo que las reconocía
de modo específico, incrementando su permeabilidad y por lo tanto su
sensibilidad a las drogas citotóxicas12. También se diseñaron “interruptores”
químicos que respondían a la presencia de iones metálicos. Al
reemplazar 5 residuos aminoacídicos en la proteína por histidinas se
creó un sitio de unión para iones Zn+2, de modo que por su unión
bloquearon la formación del poro, el cual sólo se formó al eliminar
el catión9. Esta propiedad se empleó en el diseño de sensores de
metales, puesto que la corriente generada por el pasaje del ión
depende de la naturaleza del catión y de su concentración.
Se pueden realizar miles de modificaciones diferentes en estas
proteínas formadoras de poros, dando como resultado la generación de
muy diversos biosen-sores.
Otra aplicación interesante se encontró en el área de liberación
de drogas. Por ejemplo, la droga se transportó en el interior de
liposomas y con la ayuda de alguno de los “disparadores”
mencionados, la droga se liberó a través de los poros incorporados
en el liposoma. También se encapsularon enzimas o células13. Las
enzimas encapsuladas se pueden usar para destruir sustancias tóxicas,
como la acumulación de fenilalanina en pacientes con desórdenes
genéticos como fenilcetonuria. En el caso de células encapsuladas,
éstas pueden emplearse para liberar hormonas en pacientes diabéticos
insulino-dependientes. De este modo, es posible controlar dónde y
cuándo la droga, enzima o célula se libera.
Otras toxinas
También se han investigado las aplicaciones biotecno-lógicas de
otras toxinas como la toxina diftérica y la exotoxina A de
Pseudomonas.
La toxina diftérica consta de tres dominios: el dominio catalítico
N-terminal, uno transmembrana y un dominio de unión al receptor. La
internalización del dominio catalítico a través de las vesículas
endocíticas hacia el citosol, donde cataliza la ADP-ribosilación del
factor 2 de elongación, produce la inhibición de la síntesis
proteíca y por consiguiente la muerte celular. Aprovechando los
dominios catalíticos de estas toxinas se construyeron proteínas
híbridas por fusión con dominios de unión específicos para
receptores superficiales de células cuya destrucción sea de interés
clínico5. Así estas proteínas híbridas se usaron en el tratamiento
de enfermedades como linfoma cutáneo T14 y psoriasis15. La
particularidad que tienen estas proteínas es que por mutaciones se
puede aumentar su afinidad por el receptor, su potencia citotóxica y
disminuir efectos colaterales que se producen en el tratamiento de la
misma enfermedad con ciertas drogas.
Por otro lado, también se han publicado resultados muy alentadores
sobre la aplicación de toxinas encap-suladas en liposomas para el
desarrollo de vacunas en inmunidad mediada por células. Lee et al16
mostraron que la presentación de antígenos en la superficie de
macrófagos se encuentra incrementada cuando estos son administrados
en liposomas que contienen toxinas líticas, con respecto a la
administración del antígeno en liposomas que no contenían toxinas.
La ventaja en el primer caso reside en el aumento de la liberación en
el citoplasma del antígeno encapsulado, lo cual es difícil de lograr
cuando se emplean liposomas que carecen de toxinas como vectores.
HlyA: prototipo de la familia de toxinas RTX
HlyA pertenece a una familia de toxinas denominadas RTX (Repeat in
toxin). A esta familia pertenecen también la hemolisina de E. coli O
157 enterohemorrágica17, la leucotoxina de Pasteurella haemolytica
18, la hemolisina y leucotoxina de Actinobacillus19, la bifuncional
adenilato ciclasa-hemolisina de Bordetella pertusis20 y las
hemolisinas de Proteus vulgaris21, Morganella morganii22 y Moraxella
bovis23. Estas proteínas comparten un 30-50% de identidad en su
secuencia y comparten una serie de características genéticas y
estructurales.
Efectos biológicos de HlyA
HlyA es considerada un factor primario en la virulencia de E.coli.
El fenotipo hemolítico está asociado con cepas de E.coli aisladas de
infecciones extraintestinales, especialmente infecciones del tracto
urinario, peritonitis, meningitis y septicemia24. Las evidencias sobre
la participación de HlyA en la patogénesis de las infecciones
extraintestinales de esta bacteria provienen de estudios realizados
infectando ratones con cepas de E.coli que portaban genes clonados de
la toxina25, 26. Estos estudios demostraron también que la hemolisina
cromo-sómica o clonada en plásmidos contribuía a la virulencia en
diferente extensión. Las diferencias son debidas al nivel de
expresión de los genes hly y de sutiles diferencias en la
composición de aminoácidos27.
HlyA presenta un amplio espectro en cuanto a su actividad biocida,
atacando eritrocitos, granulocitos, monocitos, células endoteliales y
células epiteliales de ratones, rumiantes y primates, a diferencia de
las leucotoxinas que presentan especificidad en cuanto al tipo y
especie celular28. La base física de esta especificidad no está aún
resuelta. Varios autores proponen que las actividades hemolítica y
leucotóxica derivan de la actividad formadora de poros en la membrana
de la célula blanco. Sin embargo, los efectos producidos por esta
toxina son complejos y dependen de su concentración: a
concentraciones muy bajas o sublíticas, como las que se encuentran
lejos del sitio de infección, la toxina sólo ejerce su acción sobre
células sensibles, las que presentan receptores de alta afinidad29.
Estos efectos incluyen a) la inhibición de la movilidad y quimiotaxis
de neutrófilos b) la inhibición de mitogénesis en linfocitos, c) la
apoptosis de linfocitos T, d) la estimulación de la liberación de
mediadores inflamatorios de granulocitos y e) la liberación de
citoquinas ( interleuquinas y factor de necrosis tumoral) de monocitos
y macrófagos30-32. Estos efectos pueden o no depender de la
formación de poros, dado que la unión de la toxina al receptor puede
ser suficiente para inducirla. A mayores concentraciones, como las
alcanzadas muy cerca de la bacteria productora, el fuerte efecto
permeabilizante producido puede inhibir o suprimir la fagocitosis por
parte de los macrófagos o células polimorfonucleadas. Bajo estas
condiciones, los glóbulos rojos experimentan una lisis osmótica
liberando su hemoglobina, la que es utilizada como fuente de hierro
para el crecimiento bacteriano. A tales dosis, la toxina emplea los
lípidos de membrana como receptores de baja afinidad, haciendo que el
efecto sea, de este modo, independiente del tipo celular. Esta es la
razón por la cual es posible emplear membranas modelo (liposomas)
compuestas exclusivamente por fosfolípidos para estudiar su mecanismo
de acción.
Síntesis, maduración y secreción de HlyA
La síntesis, maduración y secreción de HlyA está determinada
por el operón hlyCABD33-34. El polipéptido está codificado por el
gen hlyA, pero su producto representa una forma inactiva de la toxina
denominada prohe-molisina (ProHlyA), la que madura en el citosol por
un mecanismo de acilación dirigido por la HlyC cosintetizada. HlyC es
una aciltransferasa que actúa junto con una proteína transportadora
de acilos como donador de ácidos grasos35-37. Luego la proteína se
secreta a través de ambas membranas por un mecanismo de exportación
tipo I empleando el reconocimiento por su porción C- terminal30-31.
El aparato secretorio está formado por HlyB y HlyD (ambas son
proteínas de membrana interna, la primera con actividad ATPasa) y
TolC (una proteína de membrana externa). La toxina se secreta
formando un complejo con el lipopolisacárido bacteriano (LPS), cuya
función es incrementar la estabilidad de la proteína en
circulación. (Herlax V, Bakás L, Welch R, resultados no publicados)
Organización molecular
La actividad hemolítica está asociada a una proteína
extracelular de 107 kDa40. La proteína consta de una cadena
polipeptídica única de 1024 residuos aminoa-cídicos. A partir de
diferentes estudios de mutagénesis y predicción de estructuras se
han asignado diferentes regiones o dominios sobre la proteína (Figura
1) : a) una región N-terminal de naturaleza anfipática con afinidad
por la membrana41, b) el dominio de interacción con la membrana:
estudios recientes de predicción de estructuras están a favor de la
existencia de 9 hélices anfipáticas en esta región42. La
sustitución de residuos polares por no polares en esta región
producen una disminución en la actividad43 c) dos regiones alrededor
de los residuos de lisina 564 y 690 que permiten el reconocimiento por
HlyC en el proceso de activación44; d) el dominio de unión a Ca+2
(residuos 723-872) que consiste de 15 repeticiones de un nonapéptido
cuya secuencia consenso es GGXGXDXUX, donde U es un residuo
hidrofóbico voluminoso y X cualquier aminoácido45 y e) la señal de
secreción formada por una secuencia de 60 residuos en el extremo
C-terminal46.
Mecanismo de acción
Algunos autores sugieren que la región comprendida entre los
residuos aminoacídicos 130 y 450 se inserta en la membrana
citoplasmática para formar un poro que permite el influjo de Ca+2
extracelular y el eflujo de K+. El diámetro del “canal” formado
por la hemolisina se determinó por varios métodos. Por análisis
empleando microscopía electrónica y extracción con detergentes se
demostró que la toxina no forma estructuras estables similares a las
formadas por la alfa toxina de S. aureus47. Los experimentos de
protección osmótica de eritrocitos demostraron que el tamaño de la
lesión formada en la membrana es variable y que depende de la
concentración de toxina, la temperatura y el tiempo41, por lo que
debe existir un mecanismo diferente de daño de la membrana, sin la
formación de poros discretos. Existen resultados que demuestran que
la exposición de membranas a altas concentraciones de toxina durante
períodos prolongados produce lesiones similares a las causadas por
efecto de detergentes49-50
Un paso crítico en el ataque a las células por toxinas de la familia
RTX es su asociación con la célula blanco. Welch48-51 demostró que
la unión de la toxina a los eritrocitos es independiente de varios
componentes estructurales de la toxina activa, incluyendo la porción
N –terminal, la región de las repeticiones o la acilación. Al
mismo tiempo, encontró que la asociación a membranas es también
independiente de la temperatura o concentración de Ca+2, mientras que
el efecto lítico propiamente dicho depende de todos estos factores.
Activación extracelular: unión de calcio
La unión de la toxina a la membrana no es suficiente para inducir
la lisis, sino que es esencial la unión previa de calcio al dominio
de las repeticiones para que la toxina pueda ejercer su efecto
lítico52. Ostolaza y col53 demostraron que el Ca+2 y en mayor
concentración el Ba+2 y el Sr+2, promueven la actividad de la toxina,
pero otros cationes divalentes como el Mg+2, Mn+2 o Zn+2 son inactivos
para esta función. La unión de calcio a la proteína expone nuevos
residuos hidrofóbicos en su superficie induciendo un estado de “glóbulo
fundido”, necesario para la transformación en un estado que permita
el proceso de inserción de la toxina en la membrana54. Estudios de
modificación química de la proteína permitieron identificar la
existencia de un residuo de histidina crítico involucrado en la
unión de cationes divalentes, y por lo tanto, en la actividad lítica
de la toxina55.
Interacción HlyA-membrana
A diferencia de otras toxinas activas de membrana, el daño causado
por HlyA es el resultado de la actividad del polipéptido
(independientemente de que algunas células contengan receptores para
esta toxina)56. Por esta razón, las membranas modelo (liposomas)
fueron empleadas en estudios del mecanismo de acción de HlyA. La
importancia del estado físico de la bicapa lipídica en el proceso de
inserción ha sido descripto en detalle57, sin embargo las fuerzas
hidrofóbicas no son las únicas involucradas en la interacción de la
toxina con la membrana, ya que tanto fuerzas polares como
electrostáticas juegan un rol importante en este proceso58. Mediante
técnicas como fluorescencia intrínseca, calorimetría diferencial y
microscopía electrónica se demostró que HlyA se une e inserta en la
membrana transformándose en una proteína de tipo integral, pero no
transmembrana43-59. La proteína carece de largos segmentos
hidrofóbicos, sin embargo la presencia de 9 hélices anfipáticas en
el dominio de unión a la membrana serían suficientes para inducir la
desestabilización de la bicapa, provocando la pérdida del contenido
celular a través de un mecanismo similar al de las apolipoproteínas
plasmáticas (Verza G., Goñi F. y Bakás L., datos no publicados).
Una vez alcanzada la concentración crítica de HlyA, la inserción de
una o más moléculas a la monocapa externa de la membrana produciría
un incremento en la presión lateral, causando rupturas transitorias y
un drástico cambio en la permeabilidad con la consiguiente pérdida
del contenido celular.
Resumiendo, los resultados obtenidos hasta el momento permiten
describir el mecanismo de acción de HlyA a través de una serie de
pasos: 1) la adopción en solución de un estado competente por la
unión de calcio, 2) la unión a la membrana, 3) una serie de pasos
desconocidos pero que probablemente incluyan oligomerización y 4) la
lisis.
El fenómeno que tiene lugar entre la unión de la toxina a la
membrana y la lisis no está actualmente dilucidado en el caso de
HlyA. Sin embargo, se supone que al igual que en otras toxinas
estudiadas, se produce un proceso de oligomerización para que la
lisis ocurra.
Perspectivas en las aplicaciones
terapéuticas de HlyA
Las aplicaciones biotecnológicas y terapeúticas podrían ser la
solución para enfermedades que hoy en día tienen tratamientos muy
largos o no los tienen. Para esto es fundamental dilucidar la
relación estructura-función de esta toxina, la identificación de
cada uno de sus dominios y la presencia de residuos críticos en su
actividad, para luego, con la ayuda de la ingeniería genética
diseñar moléculas con alta potencia lítica, la que debe ser
regulable o inducible por determinados efectores, con baja
inmunogenicidad y alta especificidad para ciertos tipos celulares. En
este sentido, nuestro grupo trabaja actualmente con HlyA en el
desarrollo de formas mutantes no activas por mutagénesis dirigida, en
particular, mutantes por reemplazo de cada uno de los residuos
triptófano presentes en la secuencia primaria por residuos leucina.
Hemos encontrado que los 4 mutantes obtenidos conservan su actividad
lítica y sólo uno de ellos pierde su actividad citotóxica. Al mismo
tiempo, se está caracterizando el comportamiento de la
prohemo-lisina, forma inactiva de la toxina, a concentraciones
sublíticas relacionadas con el desarrollo de la respuesta inmune por
parte del huésped. Estos resultados podrán ser de utilidad en el
desarrollo de vacunas contra cepas hemolíticas de Escherichia coli,
dado que esta toxina es uno de los elementos más importantes que
contribuyen a la patogenicidad en las infecciones hospitalarias
causadas por la bacteria.
Finalmente, nuestro grupo está desarrollando actualmente un método
para purificar la proteína, eliminando por completo el
lipopolisacárido asociado durante el proceso de secreción. De este
modo se podría reducir la respuesta inmune exhuberante y perjudicial
para el huésped, producida por la endotoxina, lo que es de
importancia para las aplicaciones clínicas.
Agradecimientos: Este proyecto es subsidiado por el
Ministerio de Salud de la Nación-Beca Ramón Carrillo y por la
Comisión de Investigaciones Científicas (CIC-PBA)
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Fig. 1.- Estructura primaria de a-hemolisina de Escherichia coli
(HlyA). Las posiciones de los ácidos grasos (FA) y de los 4 residuos
triptofano (W) están indicadas en la figura.
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