MEDICINA - Volumen 62 - Nº 2, 2002
MEDICINA (Buenos Aires) 2002; 62: 169-172

       
     

       
    Criba orbitalia en una poblaciOn prehistOrica de Santa Fe

CRIBA ORBITALIA (HIPEROSTOSIS POROTICA) EN UNA POBLACION PREHISTORICA DEL PARANA MEDIO

SILVIA CORNERO1, RODOLFO C. PUCHE2
1Museo Universitario F. y C. Ameghino y 2Laboratorio de Biología Osea. Facultad de Ciencias Exactas y de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Rosario

Resumen

La observación de hiperostosis porótica en las órbitas oculares (criba orbitalia) en restos óseos exhumados de un sitio funerario del norte de la provincia de Santa Fe sugiere fuertemente la ocurrencia de anemia severa en dicha población prehistórica. Se estima que las parasitosis intestinales por Ancylostoma duodenalis y/o Necator americanus serían la causa más probable en la producción de la anemia.

Palabras clave: hiperostosis porótica, criba orbitalia, paleopatología, anemias, poblaciones prehistóricas, bioantropología

Abstract

Criba orbitalia (porotic hyperostosis) in a prehistoric population of Parana medio. The observation of porotic hyperostosis in the orbits (criba orbitalia) in bone remains of a funeral site at the north of the Santa Fe province strongly suggests the occurrence of severe anemia among dwellers. Intestinal parasitosis (by Ancylostoma duodenalis or Necator americanus) is deemed the most likely cause of the anemia.

Key words: porotic hyperostosis, criba orbitalia, paleopathology, anemia, prehistoric populations, bioanthropology

 

Dirección postal: Dr. Rodolfo C. Puche, Facultad de Ciencias Médicas, Santa Fe 3100, 2000 Rosario, Argentina    e-mail: rpuche@unrctu.edu.ar

Recibido: 12-X-2001 Aceptado: 18-XII-2001

La hiperostoris porótica en huesos del cráneo y algunos huesos largos ha sido observada en esqueletos de poblaciones de hasta 6 a 7 mil años A.C.: egipcios antiguos, neolíticos tempranos de Anatolia y Macedonia, en yacimientos de la edad del bronce y más tarde entre griegos, chipriotas, etruscos y otras poblaciones del Mediterráneo, hindúes, japoneses y chinos, peruanos, mayas, poblaciones aborígenes de los Estados Unidos y Africa. Es muy poco frecuente en yacimientos arqueológicos del norte de Europa1.

Esta alteración fue descrita por primera vez por Welcker2 quien asignó el nombre de criba orbitalia a la que se asienta en el techo de las órbitas. Observó que esa era su ocurrencia más frecuente y también que ocurría en otros huesos tanto del cráneo (parietales y occipital) como (largos) del resto del esqueleto. Destacó que además de los poros que la caracterizan, el diploë estaba engrosado o creado en el techo de las órbitas y que la tabla externa estaba hipotrofiada o ausente.

Hamperl y Weiss3 introdujeron el término de hiperostosis esponjosa para destacar el hecho que la modificación más evidente en el cráneo es un aumento del tejido óseo esponjoso y evitar así la confusión semántica con la osteoporosis de las personas mayores. Angel1 propuso el término de hiperostosis porótica con el fin de combinar las descripciones anteriores con énfasis en la expansión medular y porosis de los huesos largos.

Material y métodos

Los esqueletos analizados en este trabajo provienen de las excavaciones de un sitio arqueológico de actividad funeraria, «La Lechuza», próximo a la localidad de Alejandra (Dpto. San Javier, Prov. Santa Fe). Se halla en una lomada, ubicada en las tierras bajas del valle aluvial del río Paraná. Su antigüedad fue datada en 1760±60 años antes del presente, mediante la determinación del contenido de 14C de restos óseos, en el Laboratorio de Tritio y Radiocarbono de la Universidad de La Plata.

El estudio se limitó a 22 esqueletos craneales: once correspondientes a adultos –cuatro femeninos y siete masculinos– de 20 a 60 años de edad, y once niños entre 0.8 y 3 años de edad.

La observación se realizó macroscópicamente, con asistencia de una lente de aumento (X10).

Resultados

La lesión motivo de este informe, se caracteriza por pequeñas aperturas poróticas en el techo de las órbitas (Figura 1).

El grupo adulto presenta una frecuencia de hipe-rostosis porótica localizada en el techo de las órbitas (criba orbitalia) en un 54%, distribuido de la siguiente manera: 2/4 femeninos y 4/7 masculinos afectados. En el grupo infantil se observaron 7 casos, incipientes en su mayoría, que implicaría una frecuencia del 63%.

Discusión

Los hallazgos paleopatológicos de la criba orbitalia en la Argentina son escasos. Se la observó frecuentemente en la población de Las Pirguas (Salta) de 1500 años de antigüedad4. Los estudios en colecciones de esqueletos de cazadores sur-patagónicos presentan una baja incidencia5, 6. Los cazadores del área pampeana (Sierra de la Ventana) y de Cuyo (río Atuel) no habrían padecido esta alteración7, 8.

Según la literatura revisada, la ampliación del espacio medular diploico en los infantes, sería mayor alrededor de los centros de osificación. En cortes histológicos, casi todo el diploë parece estar formado por hueso nuevo, usualmente sin trazas de la tabla externa.

Además de su localización más frecuente, hay una amplia variación en los huesos afectados del cráneo; a menudo el maxilar, hueso cigomático, ala mayor del esfenoides (y a veces la tabla orbital del frontal) muestran un sorprendente aumento de espacio medular, con poca porosidad en la superficie.

El aumento de producción medular inferida a partir de la expansión del espacio medular produciría el progresivo reemplazo de la tabla externa de hueso compacto con exposición del hueso intertrabular, tomando la apariencia característica. Otras formas de estas lesiones serían el llamado picado osteoporótico («osteopo-rotic pitting») de la tabla externa de la calota craneana (lesión ligera, según Stuart Macadam9) y la hiperostosis esponjosa (spongy hyperostosis) caracterizada por la aparición de osteofitos que forma una red de hueso trabecular sobre la superficie externa del cráneo (lesión de severidad mediana9).

Las excavaciones de Carlson y cols.10 en Wadi Halfa (Nubia, alto valle del Nilo, Egipto) han sido particularmente informativas sobre las frecuencias de los diferentes tipos de lesión. Estos investigadores descubrieron tres horizontes con restos esqueléticos: meroítico (350 AC a 350 DC), grupo X (350-550 DC) y cristiano (550-1400 DC). No obstante las diferentes edades, los tres horizontes tienen una marcada homogeneidad cultural respecto de las tecnologías de subsistencia y economía11. Por estos motivos los restos óseos fueron analizados en conjunto por Carlson y cols.10. Estos pueblos eran agricultores sedentarios con limitada ingesta de proteínas de primera calidad. Las frecuencias del picado osteoporótico (4.3%) e hiperostosis esponjosa (0.7%) fueron inferiores a las de la criba orbitalia (21.4%). Sólo uno de los 123 cráneos estudiados exhibió dos lesiones simultáneamente (criba orbitalia e hiperostosis esponjosa). La criba orbitalia fue significativamente más frecuente en niños.

En cuanto a la etiología, Moore12 y Williams13 fueron los primeros investigadores clínicos que relacionaron la anemia severa con las lesiones óseas descriptas. Actualmente y por consenso de la comunidad antropológica estas afecciones son atribuidas a dicha causa.

En el Viejo Mundo, la distribución geográfica de restos óseos con hiperostosis porótica coincide con la de la malaria por Plasmodium falciparum y la incidencia en ciertas etnias de talasemia y anemia de células falciformes1. Estas causas han sido descartadas para la población estudiada en este trabajo, porque tanto la malaria14 como la talasemia fueron importadas del Viejo Mundo15, 16.

Estudios recientes indican que la anemia ferropriva ha ganado espacio17, 18 como causa de la criba orbitalia. Es conocido que algunas dietas son bajas en hierro o contienen determinados elementos que interfieren en la absorción del mismo. Generalmente el hierro hemínico es eficientemente absorbido, en tanto que la disponibilidad del hierro no hemínico es altamente variable. Los vegetales contienen sustancias que inhiben (fitatos) y otras que estimulan (ácidos ascórbido y cítrico) la absorción de hierro19. Los estudios modernos sobre el metabolismo del hierro explican el encadenamiento entre multiparidad y el grado de la deficiencia de hierro. Los niños normales nacen con una reserva de hierro que dura unos seis meses y que sirve para compensar el déficit en el aporte de hierro por la leche materna. Aunque el mecanismo de la transferencia de este metal y sus efectos en la relación feto-materna son aún incompletamente conocidos, es obvio el efecto adverso que tiene el déficit nutricional de hierro.

Los análisis paleodietarios sugieren que los residentes prehistóricos de ambas márgenes del Paraná Medio tenían una dieta mixta con alto contenido cárneo20 como lo sugieren la relación Sr/Ca óseos, la proporción de hueso cortical en los metacarpianos y el contenido mineral óseo de las tibias. Además, las excavaciones pusieron en evidencia huesos y asados de ciervos y nutrias, así como restos de peces y malacofauna. Los huesos muestran en la superficie cortical, señales del empleo de instrumentos con filo.

Las parasitosis intestinales son de amplia distribución, especialmente en áreas subtropicales22. Las parasitosis por Ancylostoma duodenale o Necator americanus producen anemia aun cuando la ingesta de hierro sea adecuada23 llegando a provocar una pérdida sanguínea crónica y anemizante24.

El registro arqueofaunístico* nos permite reconstruir un paleoambiente similar al actual, de modo que por las condiciones ambientales las parasitosis endémicas en la región parecerían constituirse en la causa más probable de la anemia de esas personas. En este caso, el presente informe (sobre una población de 1760±60 años de antigüedad) y el de Cocilovo y col.4 (sobre otra de 1500 años), no están de acuerdo con autores25 que atribuyen la presencia de Ancylostoma duodenale y Necator americanus en América, a la migración de europeos y africanos en el siglo XV.


Agradecimientos: Este trabajo fue financiado parcialmente por un subsidio (PIP 4940/96) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas. RCP es Investigador Principal, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. El Proyecto Arqueológico contó con el apoyo de la Comuna de Alejandra (Santa. Fe) y de su presidente Dr. Guido Tourn. Los autores agradecen al Prof. Dr. Juan C. Miguel la revisión del manuscrito.


 

Bibliografía
 

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Fig. 1.­– Tercio superior: ubicación de la criba orbitalia. Tercio medio: imagen macroscópica de la lesión. Tercio inferior: imagen microscópica de la superficie de la órbita, en el área de la lesión.


* Los estudios zooarqueológicos basados en los hallazgos evidencian un complejo faunístico integrado por especies similares a la del ambiente actual: coipo (Myocastor coypus), carpincho (Hydrochoerus hydrochaeris), tucu-tucu (Ctenomys sp), vizcacha (Lagostomus maximum), ciervo colorado o de los pantanos (Blastoceros dichotomous), guazuncho (Mazama sp), comadreja (Lutreolina sp), mulita (Dasypus sp), tortuga de río (Phrynops hilarii), yacaré (Caiman sp.), ñandú (Rhea americana), cucharita de agua (Diplodon sp) y caracol (Ampullaria sp). Huesos de ciervos y coipos presentan marcas antrópicas de corte y cocción 21.