|
|
comentarios
bibliograficos
Science and the quiet art. The role of medical research in
health care. David Weatherall. New York: W. W. Norton, 1995, 378 pp
El tiempo es el protagonista de este bien actualizado, integrado y,
por algunas pocas páginas, contradictorio libro. Bien actualizado,
porque además de referirse al pasado y a un amplio presente, se
aventura en el futuro; integrado, porque trata desde las grandes
soluciones ya logradas, hasta los problemas subsistentes de nuestra
ciencia, y algo contradictorio, porque al final sus conclusiones se
balancean entre el optimismo, que es lo que prima, y el pesimismo. El
tiempo es el escenario donde se desarrolla la acción con la
asincronía existente entre la investigación biomédica y su
aplicación inmediata a la cura de las enfermedades. De la primera
todo el mundo sabe que se realiza, que existen investigadores de
talento que una vez por año reciben el Premio Nobel, que se hacen
descubrimientos y se prometen nuevos tratamientos en plazos
previsibles, con frecuencia no cumplidos. En cuanto a la segunda, se
ve que no llega a tiempo y donde debiera, con la consiguiente
decepción, desconfianza y protesta. Y es que los dos procesos viven
un destiempo y su encuentro puede resultar imprevisible y tardío con
respecto a lo esperado. Por ejemplo, desde que se descubrió que la
tuberculosis era producida por el bacilo de Koch, hasta lograrse su
tratamiento específico, pasaron más de 60 años. Las enfermedades
infecciosas, que plagaron a la humanidad durante siglos, al final
pudieron ser tratadas con eficacia y poco después se contó con
vacunas que, por lo menos para algunas de ellas, permitieron borrarlas
de la nosología. Al lado de estos triunfos, el libro hace notar la
desilusión creada al aparecer gérmenes resistentes a los
antibióticos y nuevas y mortíferas enfermedades. Al mismo tiempo, en
otros campos se hizo patente la lentitud del progreso, y así por
ejemplo en la cardiología, donde no obstante grandes logros en la
fisiopa-tología, la tecnología del diagnóstico y la terapéutica,
todavía tantos pacientes mueren de enfermedades cardiovasculares por
no contar con recursos efectivos o porque no se pudo hacérselos
llegar. El cáncer sigue cobrando una elevada mortalidad sin que se
hayan descubierto su causa y su mecanismo. Se levantan voces
proponiendo que en lugar de investigar en el terreno de la
investigación básica los esfuerzos debieran orientarse directamente
al tratamiento, a asegurar una buena alimentación y adoptar las
mejores medidas de higiene pública y condiciones de vida.
El autor de este libro es profesor de medicina en Oxford, sucesor de
Sir William Osler, y al mismo tiempo es un destacado investigador en
el campo de la genética y la biología
molecular. Como clínico trata enfermos y lo hace -y lo ha escrito-
insistiendo en el alto
significado de la integración del tratamiento médico con los
componentes espirituales y
sociales, buscando la solución ante cada enfermo en particular. Como
investigador conoce las reglas inexorables de la investigación
básica, y a lo largo de todo el libro congenia la necesidad de una
medicina humanitaria y el rigor de la ciencia. Lamenta no lograr lo
accesible, como sería la supresión del tabaco en la prevención del
cáncer y la desviación y abuso de la medicina hoy llamada
complementaria, que posterga tratamientos efectivos. En este sentido
recuerda que en los Estados Unidos en 1990 se registraron 425 millones
de consultas de medicina marginal, contra 388 millones de la
convencional enseñada en las universidades. En cuanto a la
investigación médica debe seguir imperturbablemente en su rigurosa
senda, y el libro lo señala en lo concerniente a la genética
aplicada a la medicina con todos los recursos de la biología
molecular, centrada en el DNA, los componentes genéticos en la
etiología del cáncer, los cambios en los oncogenes humanos, el
análisis de las más de 300 enfermedades de origen exclusivamente
genético como el mongolismo y la fenilcetonuria, el mecanismo de la
participación genética en las coronariopatías, en la diabetes tipo
2, en las psicosis, en la deficiencia mental, y hasta en artropatías.
Confía en el trazado del genoma humano. Sobre todas estas situaciones
interfieren poderosa y misteriosamente, factores del medio ambiente.
Por otra parte, la investigación persigue no sólo los objetivos
finales referidos a la etiopatogenia, sino también a utilizar los
resultados parciales aplicables al diagnóstico y al tratamiento.
Mientras la investigación persigue sus fines ideales, las
enfermedades existen y obligan a afrontarlas superando obstáculos
prácticos de las más diversas categorías, distintos en el primer
mundo, con costos en constante aumento y limitaciones que llevan a
discriminar la aplicación de un tratamiento lar- go y complejo entre
un viejo y un niño, o en las miserias del tercer mundo, con sus
distancias e ignorancia. Entretanto la medicina de hoy debe continuar
obligadamente con la asistencia de enfermos y con la investigación,
uniendo a ambas con el arte mientras no se pueda hacerlo, to- davía
más que en parte, por vía de la cien- cia.
Este libro promete, aunque sin decir para cuando, el matrimonio
indisoluble entre una
humanitaria medicina y la más rigurosa investigación biomédica,
bendecido por la seguridad de la investigación básica. Con esta
unión, concretada algún día en el largo transcurso del tiempo, la
medicina se erigirá en una auténtica ciencia, aunque «mientras haya
enfermos que tratar, es probable que siga teniendo mucho de arte,»
que son las palabras con que termina el libro.
Invasive cardiology. Current diagnostic and therapeutic issues.
George W. Vetrovec, Blase A. Carabello. American Heart Association
Monograph series. New York: Futura Publishing Company, 1995, 618 pp
Se trata de un texto conceptual, que incluye una equilibrada
combinación de consideraciones teóricas y prácticas. Asocia una
visión crítica respecto de algunos procedimientos, con el excitante
desarrollo que pronostica a otros.
La extensión de los capítulos es adecuada. Su lectura fácil, las
figuras abundantes, de
excelente calidad y la bibliografía actualizada. La trascendencia de
los autores, George W. Vetrovec y Blase Carabello, junto con la
destacada lista de coautores exime todo comentario.
El aporte y la participación del Comité de Cateterización Cardíaca
y del Consejo de
Cardiología Clínica del American Heart Association garantizan
objetividad.
El libro considera casi todos los aspectos de la hemodinamia
diagnóstica y terapéutica.
Incluye los requisitos mínimos de infraestructura en un servicio de
hemodinamia, la selección del contraste angiográfico y el lugar de
las imágenes por sustracción digital computarizada. El capítulo
dedicado a estenosis aórtica es excelente. Los ejercicios de
interpretación de registros son interesantes. Se discuten virtudes y
defectos de la corona-riografía, los de la angioscopía y los de la
ultrasonografía intracoronaria. Hay un análisis meticuloso de
distintas técnicas: angioplastia con láser, aterectomía direccional
y rotacional, la angioplastia térmica, los dispositivos
endovascu-lares, los procedimientos de extracción translu-minal y la
angioplastia de ablación ultrasónica. Se discuten los diferentes
aspectos de la reestenosis coronaria. Se analiza la angioplastia
directa en el infarto agudo de miocardio y en el shock cardiogénico.
Pareciera que hay menor contundencia cuando se trata el lugar de la
coronario- grafía en el infarto agudo. Es muy interesante la
revisión de los métodos intervencionistas en la enfermedad coronaria
del corazón transplantado, igual que los procedimientos terapéuticos
por cateterismo en las valvulopatías y en las cardiopatías
congénitas del adulto.
En suma es un libro interesante para los cardiólogos clínicos y
posiblemente muy útil para
todos los que están en la etapa de entrenamiento de la cardiología
invasiva. Alguna
superposición de criterios es inevitable teniendo en cuenta la
vastedad de la obra y los
diferentes coautores
.
Annual Review of Microbiology, vol. 49. L. Nicholas Ornston
(ed), Albert Ballows & E. Peter Greenberg (ass eds). Palo Alto:
Annual Reviews Inc, 1995, 864 pp
Según Ornston comenta en el prólogo, no puede existir un orden
sin categorías, pero son
sólo las categorías útiles para guiar nuestras observaciones, las
que merecen mayor
atención. Es por ello que, dado el carácter explosivo que en estas
últimas décadas ha
adquirido el continuado aflujo de información, se impone una
discriminación que seleccione los datos realmente aprovecha-bles. Y
ese objetivo está alcanzado por los editores, que sobre esa base han
elegido los tópicos a tratar en el presente volumen, así como a los
autores para desarrollarlos.
De los 27 artículos incluídos, cabe destacar como de interés
preponderantemente médico a los referidos a las tácticas adoptadas
por Sal-monella para sobrevivir, los mecanismos a que recurre
Tripanosoma cruzi para invadir las células de mamífero, las formas
en que los proto- zoarios desarrollan resistencia a los
quimiote-rápicos, las nuevas perspectivas en tratamiento y
prevención de las enfermedades por mycobac-terias, la efectividad de
las técnicas de biología molecular para detectar virus tanto en
aguas servidas como potables.
Por otra parte, son particularmente atrayentes los dos capítulos en
que los virus son
abordados como vectores en terapia génica. En una aproximación
general al problema, Alan E. Smith, de Genzyme Corp., Framingham,
Massachussets, su-braya que la administración de DNA a tejidos
humanos implica una gran variedad de inconvenientes a superar, ya que
si bien los virus serían vectores ideales por disponer de mecanismos
eficientes para introducir y expresar sus propios ácidos nucleicos en
las células receptoras, también las antedichas células son capaces
de desarrollar propiedades para desembarazarse de potenciales
intrusos. En consecuencia, el gran desafío está planteado por la
necesidad de acceder a técnicas que posibiliten tanto una eficiente
expresión de genes exógenos como la eventual evasión a las defensas
del huésped.
Si bien el principio de la terapia génica está dado por la
introducción de un ácido nucleico en células de un paciente, ya que
el objetivo es asignar carácter terapéutico a la expresión de ese
ácido nucleico, muy diversas son los condicio-namientos impuestos por
cada situación patológica. Ello impone enfrentarse a interrogantes
de no fácil respuesta, tales como los referidos a naturaleza del
producto génico, elección del blanco celular, oportunidad de
tratamientos in vivo o ex vivo, ventajas o desventajas del carácter
permanente o transitorio de la expresión génica, evaluación de los
eventuales efectos indeseables, etc. De esos y también de otros
factores ha de depender la elección del vector viral, y al respecto
Smith postula tres candidaturas: a) retrovirus, capaces de integrarse
al genoma celular y de expresarse a largo término, aunque de
aplicación limitada a células en replicación; b) adenovirus, aptos
para una transferencia génica efectiva en amplio rango de células y
tejidos, aunque de expresión limitada en el tiempo; c) virus
adeno-asociados, de una estructura muy simple que facilita su empleo
pero dificulta su producción en grandes cantidades. El capítulo
concluye planteando la alternativa de sistemas no virales, tales como
lípidos catiónicos, conjugados moleculares y DNA desnudos; aunque
esos hipotéticos vectores ofrecerían más seguridades que los virus,
restan por ser evaluados en términos de eficacia y de duración de
expresión.
En cuanto a la utilización del Herpes simplex como vector en terapia
génica humana, el tópico es desarrollado en capítulo aparte por
Glorioso, DeLuca y Fink, todos ellos de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Pittsburg, Pennsylavia. En primer término, destacan la
capacidad del virus de hacerse latente en neuronas, es decir células
que por no dividirse pueden albergar el genoma viral sin por ello
integrarlo; además, el metabolismo celular no resulta afectado, dado
que la expresión de genes virales líticos está restringida. Esas
características sustentan el interesante potencial del Herpes simplex
como vector y justifican los esfuerzos tendientes a lograr mutantes
defectivas y en consecuencia seguras, no- citotóxicas y aplicables
tanto en terapia de cáncer como en enfermedades neurodegenera- tivas
tales como Alzheimer, Parkinson y Hun-tington. Hasta ahora, son
alentadores los progresos logrados con los intentos de mutación de
las propiedades citotóxicas del virus, y ya se vislumbra la
perspectiva de un vector ideal totalmente desprovisto de expresión
génica viral pero capaz de generar productos génicos terapéuticos.
A más de los capítulos mencionados, valiosa y variada es toda la
información aportada por el presente volumen. Pese a que Ornston
concluye el prólogo equiparando con un hecho biológico al Comité de
Redacción bajo su dirección, en razón de los cambios de integrantes
ocurridos en el curso de los años, se hace evidente que ello en modo
alguno ha afectado el rigor con que ha sido emprendida cada edición
anual de la serie.
Reproductive endocrinology, surgery, and technology. Eli Y.
Adashi, John A. Rock, and Zev Rosenwaks (eds), New York:
Lippincott-Raven, 1996, 2 vols, 2544 pp
Este es un gran libro. Grande no sólo por su corpulencia y peso,
más de 800 nítidas
ilustraciones y 200 colaboradores, sino también por la vastedad de
sus perspectivas y la
inteligencia y homogeneidad con que es expuesta su multiforme materia
bajo un aspecto que en algo recuerda a los infolios medievales,
iniciándose cada uno de sus 120 capítulos con una evocativa imagen.
El texto va dividido en tres partes. La primera presenta la ontogenia
y fisiología de los integrantes del sistema reproductivo femenino,
comprendiendo la formación y maduración del sistema
hipotálamo-hipófiso-ovárico, pulsos hipotalámicos, pubertad,
ciclos genitales, gametogénesis, fertilización y endocrinología de
la gestación. En la estimación de estas funciones se expone la
metodología más moderna para los dosajes hormonales. La segunda
parte trata la patología sexual femenina y sus recursos diagnósticos
y terapéuticos, incluyendo anomalías de la diferenciación sexual,
síndromes de pubertad tardía y precoz,
trastornos hipotálamo-hipofisarios funcionales y orgánicos, y varios
capítulos dedicados a la exposición exhaustiva de la poliquistosis
ovárica y la hipertricosis. Entre los síndromes de insuficiencia con
falla ovulatoria son expuestos en profundidad la insuficiencia
hipofisaria, la insuficiencia ovárica, la agenesia y disgenesia
ováricas, el ovario resistente, y los tratamientos correspondientes a
cada una de estas patologías. Esta segunda parte se
completa con capítulos dedicados a las distintas formas de
hiperandrogenismo femenino, al síndrome premenstrual, al uso de
análogos de LH-RH, a la contracepción hormonal, al
climaterio, con exposición analítica de los pro y contra en la
conducción de su tratamiento. La osteoporosis es presentada en cuanto
a su mecanismo, tecnología de los procedimientos para su estimación
cuantitativa y tratamiento. Los síndromes hiperprolactinémicos son
expuestos en todas sus variedades y recursos terapéuticos.
Sin menoscabo del resto del libro, su tercera parte es la que brinda
una enseñanza de mayor actualidad. Trata la infertilidad y su
tratamiento. Se inicia con la exposición de los
mecanismos determinantes, comprendiendo gonadogrofinas, somatotrofina,
factores
genéticos, factores anatómicos, factores endocrinos, factores
inmunes, factores infecciosos, todo ello, naturalmente, después de
descartar el factor masculino, el cual es detalladamente expuesto. El
tratamiento de la esterilidad, comprende un notable capítulo por el
profesor K. J. Ryan ofreciendo un examen de conjunto del complejo
problema, con su argumentación técnica, médica, legal y ética.
Sigue el desarrollo de todos los aspectos de la tecnología
reproductiva asistida y sus diversos procedimientos, comenzando con la
inseminación artificial y siguiendo con las variantes de la
fertilización in vitro, el análisis de los más modernos recursos de
la ecografía, el laser, micromanipulación, el diagnóstico
preimplantación y la criopreservación de embriones.
Este libro muestra un significado pedagógico especial, pues no sólo
se puede utilizar
dejándolo quieto en la biblioteca para la consulta específica
circunstancial, como tantos otros muy grandes, sino que puede usarse
pausadamente como un curso completo, para leerlo del principio al fin
actualizándose en una compleja materia de múltiples adquicisio nes
teóricas y tecnológicas, depuradas con la prueba de la frustración.
Esta función pedagógica ha sido tenida en cuenta al trazar el plan
del libro, pues cada capítulo se inicia con una sección de
definiciones y termina con un resumen de lo esencial, bajo el título
de Take home points y otro de las perspectivas futuras: Eye to future.
Como dijo Goethe: «El mejor signo de originalidad de un libro
es exponer su tema en forma tan exhaustiva como para obligar a
confesar que no se había esperado encontrar tanto en él.»
|
|
|
|
|