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BETA-AGONISTAS Y ASMA BRONQUIAL
BETA-AGONISTAS ¿UNA NUEVA PERSPECTIVA EN EL TRATAMIENTO DEL
ASMA?
SILVIA A. QUADRELLI,
AQUILES J. RONCORONI, DIEGO M. PINNA
Intituto de Investigaciones
Médicas Alfredo Lanari, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos
Aires
Key words: asthma, bronchodilators, beta-agonists,
formoterol, salmeterol
Resumen
Los
beta-agonistas (b2) son la primera línea de tratamiento en la crisis
siendo evidentes las ventajas del aerosol presurizado sobre la
nebulización. En el uso crónico los b2 de acción prolongada son
más efectivos que el salbutamol aunque no presentan eficacia
anti-inflamatoria. La tolerancia al efecto broncodilatador no ha sido
demostrada pero hay evidencias de disminución del efecto
broncoprotector. Ambos fenómenos son de escasa importancia clínica.
Ni los b2 de corta duración ni los de acción prolongada han mostrado
efectos adversos importantes. Salmeterol y formoterol muestran un
perfil similar de acción y efectos adversos. El mejor tratamiento del
asma sigue siendo: a) usar como primera línea los corticoides
inhalados; b) superados los 1.000-1.200 mcg/d de BCM o BUD intentar el
uso de beta-agonistas de acción prolongada; c) si no fuera
suficiente, continuar aumentando la dosis de esteroides inhalados para
detectar el grupo de pacientes que responderá a dosis más altas.
Abstract
Beta
2-adrenoreceptor agonists: a new perspective in the treatment of
asthma? Beta-agonists (b2) are the first treatment for acute asthma.
Metered dose inhalers are preferable to nebulizers. During regular
treatment, long-acting b2 show better results than sabutamol.
Clinically relevant antiinflammatory activity has not been
demonstrated. During regular treatment, tolerance to bronchodilator
effects has not been detected but decrease of bronchoprotective effect
is seen. These findings do not show clinical relevance. Short or
long-acting b2 remain an appropriate and reliable treatment option for
patients with asthma. Salmeterol and formoterol show similar action
and adverse effects. The most rational treatment strategy seems to be:
a) use inhaled steroids as the first and main regular treatment; b)
when doses higher than 1.000-1.200 mcg/d of BCM or BUD are required,
try long-acting beta-agonists; c) if that treatment is not effective
enough, continue to increase inhaled steroid doses to identify
patients responsive to higher doses.
Dirección postal: Dra. Silvia A. Quadrelli, Instituto de
Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, Combatientes de Malvinas
3150, 1427 Buenos Aires, Argentina
Fax: (54-11) 4514-8708; E-mail: silviaq@satlink.com
Recibido: 27-VIII-1998 Aceptado: 21-IV-1999
Los corticoides inhalados (CI) son sin duda la base del tratamiento
del asma bronquial. La mayor parte de las guías de tratamiento en
esta década recomiendan la administración de CI en dosis crecientes
hasta el control de los síntomas y la mejoría del flujo pico
espiratorio (PEF) limitando el uso de beta-agonistas al tratamiento de
las exacerbaciones agudas o como medicación de rescate o complemento
si altas dosis de CI no permiten un control adecuado1, 4. Algunos
grupos llegaron a cuestionar cualquier tipo de administración regular
de beta-agonistas creyendo que los mismos tenían efectos adversos o
empeoraban el control del asma, aunque esta posición no fue
compartida por la mayoría de los investigadores5, 6. La actual
preocupación por los efectos adversos de dosis altas de CI
administrados prolongada-mente y la aparición en el mercado de
beta-agonistas de acción prolongada han llevado a replantear el rol
de los beta-agonistas en el tratamiento del asma.
El objetivo de este artículo es revisar ante esta nueva perspectiva
el rol actual de los beta-agonistas de corta y larga duración en el
manejo del asma agudo y crónico.
Beta-agonistas en el tratamiento de las exacerbaciones agudas
En el asma agudo severo (VEF1: 20-30% del teórico) los
broncodilatadores (Bd) beta-2-adrenérgicos (b2) son la única
terapéutica capaz de actuar con la velocidad necesaria para evitar la
muerte súbita por asfixia. Además la obstrucción puede provocar
fatiga muscular respiratoria y asistencia ventilatoria. Se discute la
dosis adecuada y la técnica de administración de b2: nebulización
(NEB) continua o intermitente o inhalador de dosis medida (IDM)
directamente o con cámara espaciadora.
En nuestro país no hay IDM en las salas de emergencia y se usa NEB
aduciéndose: 1) si el VEF1 es menor de 1L no se obtendría volumen y
flujo inspiratorios adecuados. Sin embargo en la obstrucción
intratorácica de la vía aérea la compresión dinámica proximal al
punto de igual presión ocasiona la caída predominante del flujo
espiratorio dado que la obstrucción bronquial proximal provoca la
migración espiratoria del segmento limitante a la zona de bronquios
colapsables. El VIF1 en pacientes obstruidos es el doble del VEF1, lo
cual permite una inspiración adecuada. Las cámaras espaciadoras
anulan esta objeción dado que la respiración tranquila minimiza el
colapso bronquial espiratorio; 2) la broncodi-latación sería mayor.
Esto no es cierto si se comparan las dosis usadas: IDM 2 inhalaciones
(0.2 mg de salbutamol), NEB: 1 ml de la solución al 5% (5 mg de
salbutamol), 3) se economiza tiempo, el paciente no es supervisado.
Cuáles son las objeciones a los NEB?: 1) Midiendo7 la cantidad de
droga entregada por los equipos comunes en USA la variabilidad fue
entre 57 y 129% para distintas ampollas del mismo modelo, con emisión
de gotas que quedarán en la faringe consiguiendo sólo efectos
indeseables y la mediana del diámetro aerodinámico (MDA) fue desde 1
a 6 µm por el diámetro variable del orificio del jet. El depósito
pulmonar de NEB estimado en 8-10% de la dosis8 se midió con aparatos
con flujo y formato controlados y MDA de 2 µm, circunstancias
desconocidas en la práctica clínica. Dado que la nebulización es
continua y que el Ti/Ttot en normales es de alrededor de 0.4 (aún
menor en asmáticos), por lo menos el 60% del material será
desperdiciado. 2) No hay control de enfermería dado que el tiempo de
NEB es no menor de 10 minutos (o permanente en la operación
continua). 3) La ampolla es contaminable.
Cuáles son las ventajas del IDM?: 1) es personal, portátil, no
contaminable, el MDA es de alrededor de 2 µm9 el depósito pulmonar
es de 15 a 20%10; 2) la cámara espaciadora soluciona el defecto de
coordinación mano-inhalación y la supuesta insuficiencia del flujo
inspiratorio y 3) la supervisión requiere menos de 1 min por
inhalación.
La relación cuantitativa entre IDM y NEB se ha estudiado en
diferentes circunstancias: 1) en la obstrucción leve para similar
incremento en la PC20 para histamina se requirieron11 2.5 mg de
salbutamol (SB) por NEB y 0.9 mg con IDM (relación 1/2.8), 2) en asma
agudo severo (VEF1 medio 35%) se observó12 mejoría similar de la
disnea y el VEF1 pero con dosis 6 veces mayores de SB por NEB que con
IDM+cámara espaciadora.
Para alivio rápido de acuerdo a Lipworth13 que muestra relación
linear entre broncodilatación y el logaritmo de la dosis (entre 0.1 y
4 mg de SB), se ha ensayado la nebulización continua. En pacientes
con VEF1 medio de 30%, Lin14 obtuvo incremento de 36.8% usando SB 0.4
mg/Kg/hora (24 mg/hora para 60 Kg) durante 4 horas por NEB. Es posible
que tales dosis acumulativas alcancen un plateau de respuesta Bd y
luego sólo efectos indeseables. Con dosis menores de SB (0.4 mg cada
10 min: total 7.2 mg) con IDM+cámara espaciadora se alcanzó15 en
asma agudo mejoría de 0.7 L en el VEF1 (de 23 a 44% del teórico),
con nivel plasmático de 10 ± 1.7 ng/ml sin cambios en el QT y
descenso del K+ plasmático de 0.24 mEq/L.
En conclusión: es recomendable utilizar en la sala de emergencia SB
por IDM+cámara espaciadora 0.4 mg cada 10 minutos, monitorizando PEF
hasta broncodila-tación máxima. Esta dosis se hace necesaria dada la
tolerancia a b2 parciales de baja eficacia provocada por la
desensibilización homóloga (exposición reiterada a b2) y
heteróloga (acumulación de mediadores). Ilustra la influencia del
prejuicio el hecho que los médicos recomiendan y los pacientes
aceptan usar SB 5 mg por NEB, mientras que dan por fracasado el uso de
SB por IDM si no se obtiene alivio con 0.2 mg. Es habitual la alarma
generada en médicos y pacientes cuando se indican 10 «puffs» (1 mg)
por IDM mientras que no vacilan en indicar 5 mg por NEB.
Beta-agonistas en el tratamiento del asma crónico
Un tópico de gran interés es definir si los beta-agonistas de
acción prolongada ofrecen suficientes ventajas para reemplazar el uso
de beta-agonistas de acción corta en el uso regular. Varios ensayos
han comparado salmeterol (SM) y salbutamol (200 o 400 mcg 4 veces al
día) (SB), demostrando mayor efectividad del SM para el control de
los síntomas y del PEF y para disminuir el uso de medicación de
rescate. La equivalencia de dosis SM-SB fue calculada en 1:417. La
mayor eficacia del SM 50 mcg dos veces al día ha sido reportada en el
corto, mediano y largo plazo18, 19 mostrando mejor PEF matinal, menos
síntomas diurnos y nocturnos y disminución de la medicación de
rescate con SM vs SB20, 24.
Al menos 2 estudios confirmaron el mantenimiento de estas diferencias
en el largo plazo (12 meses) para SM en aerosol25 y con dispositivos
de polvo seco26. Finalmente un estudio que incluyó 25.180 pacientes
durante un año tratados con SB o SM demostró mejor control en el
grupo de SM27. Esta mayor efectividad ha sido demostrada también para
indicadores menos habituales como la evaluación de calidad de vida22,
en pacientes con y sin administración de corticoides sistémicos25 o
CI23.
Varios estudios demostraron ventajas del formoterol (FM) sobre
beta-agonistas de corta duración en el corto, mediano y largo
plazo28. Estos hallazgos fueron confirmados en estudios de
administración prolongada29, 30. En un estudio de 301 pacientes,
aquellos tratados con FM 12 mcg dos veces al día30 mostraron mayor
duración de acción Bd, menos crisis y requerimiento de medicación
de rescate que los tratados con SB 200 mcg 4 veces al día, al tiempo
que 91% de los pacientes en el grupo de FM deseó continuar recibiendo
la misma droga versus 79% en el grupo de SB.
Pese a su mayor eficacia clínica, los beta-agonistas de acción
prolongada no muestran (como tampoco los de acción corta) acción
anti-inflamatoria (AAI). Si bien varios estudios in vitro han
demostrado acción anti-inflamatoria de SM y FM31, 33, los efectos
clínicos han sido disímiles y la mayor parte de los estudios no ha
demostrado AAI clínicamente detectable. En pacientes recibiendo CI la
administración de SM por 8 semanas no produjo cambios en la
celularidad del BAL ni en los porcentajes de linfocitos CD4 y CD8 o la
proporción de linfocitos que expresan HLA-DR34 ni sobre los niveles
de óxido nítrico exhalado35.
Los beta-agonistas de acción corta fueron cuestionados por el
potencial desarrollo de tolerancia (con disminución de la acción y
peor control del asma)5, 6 y el aumento de mortalidad por toxicidad
cardiovascular36, 37, aunque la conclusión mayoritaria parece ser que
para los mismos existe sólo débil sospecha de asociación entre uso
regular y el aumento de la mortalidad36 37 sin que pueda sostenerse
que dicha asociación sea causa-efecto. Los efectos desfavorables
sobre la evolución del asma son inconstantes y no tienen magnitud
clínicamente relevante38, 41.
Respecto a los beta-agonistas de acción prolongada varios estudios
han explorado el desarrollo de tolerancia después del uso de SM. En
casi todos ellos, los pacientes experimentaron rápido aumento del PEF
y el VEF1 así como disminución de los síntomas y la medicación de
rescate sin deterioro de los flujos espiratorios después de un
período prolongado. En un estudio cruzado y doble ciego se demostró
que después de la administración de SM durante dos semanas los
pacientes mostraban disminución de la respuesta al SB requiriendo 2.5
a 4 veces mayores dosis de SB para alcanzar el mismo VEF1 pero con
mantenimiento de la efectividad en términos de PEF matinal durante 4
semanas de tratamiento42. En aquellos estudios que evaluaron el
mantenimiento de la actividad clínica del SM no se demostró
tolerancia20, 43. Un ensayo que incluyó 556 pacientes no mostró
disminución en la efectividad del control del asma durante las 12
semanas del tratamiento con SM44.
Pese a esta ausencia de tolerancia al efecto Bd hay amplia evidencia
del desarrollo de tolerancia al efecto broncoprotector (EBP) frente a
la provocación con me-tacolina, alergenos o ejercicio45 aun
recibiendo CI46, 48. Sin embargo, en todos estos estudios los
resultados son de dudosa relevancia clínica. En el estudio de Dritar
y col. los valores de PC20 de todos los pacientes se mantenían por
encima de la línea de base pre-salmeterol pese a la administración
prolongada y en el estudio de Cheung y col., a pesar de la
disminución del EBP, la PC20 todavía se mantenía 75% por encima de
la basal durante toda la duración del estudio. La significación
clínica de esa disminución parcial del EBP no parece importante.
En cuanto al FM dos estudios han evaluado el desarrollo de tolerancia.
La administración de FM durante 4 semanas, produjo atenuación de la
respuesta a la droga49 y de la respuesta pico al eFM, demostrándose
también disminución de la densidad de los receptores b2 de los
linfocitos50 rápidamente (3 horas) reversible por la administración
de corticoides sistémicos51. El desarrollo de tolerancia al FM parece
estar determinado por una expresión alterada del receptor
b-adrenérgico en los pacientes con asma, siendo los homozigotas de
tipo Gly-16 más propensos a la desensibilización a FM que los de
tipo Arg 1652, 53.
No parece haber diferencias entre beta-agonistas de larga y corta
duración para producir regulación hacia abajo de receptores b2 y
subsensibilidad. La mayor tendencia a la subsensibilidad a los
beta-agonistas de acción prolongada quizás simplemente refleje la
mayor duración de la ocupación del receptor y su consecuente
regulación hacia abajo.
El desarrollo de tolerancia podría adquirir importancia clínica
sólo si la respuesta a la droga administrada disminuyera
paulatinamente hasta el punto de perder eficacia (lo cual no ha sido
demostrado ni para SM ni para FM) o si atenuara considerablemente la
respuesta a los beta-agonistas de corta duración creando una
potencial refractariedad al tratamiento de una crisis. Respecto a esto
último, si bien la acción Bd de los beta-agonistas de acción
prolongada se mantiene, la subsensibilidad puede determinar menor
respuesta a los de acción corta. Por esta razón, es conveniente
advertir a los pacientes que durante una crisis utilicen dosis mayores
de beta-agonistas de acción corta cuando están recibiendo SM o Fm en
forma regular y que se inicien los corticoides sistémicos
rápidamente si la respuesta a SB es sub-óptima.
En cuanto a la potencial toxicidad cardiovascular y eventual aumento
de la mortalidad asociado al uso prolongado, la misma no ha sido
demostrada. En el estudio de monitoreo de prescripción en Gran
Bretaña (15.407 pacientes que recibieron SM durante al menos un año)
no se detectaron efectos adversos mayores. A lo largo del estudio hubo
73 muertes por asma, 39 de esos pacientes estaban consumiendo SM en el
último mes. El examen cuidadoso de esas muertes determinó que la
mayoría podían adjudicarse a causas naturales54. De la misma manera
en 25.180 pacientes en tratamiento con SM o SB la mortalidad y el
número de admisiones hospitalarias en el grupo de SM fueron las
esperadas27. Ambos estudios pusieron en evidencia que la edad avanzada
y especialmente la severidad del asma y no las drogas administradas
son los factores que contribuyen a la mortalidad. Por otra parte, la
mortalidad por asma no aumentó ni en Suecia55 ni en Gran Bretaña56
desde la aparición en el mercado del SM.
Tampoco hay evidencias de toxicidad cardiovascular por FM. En un
estudio de 242 pacientes que recibieron FM 12 mcg dos veces al día
durante un año no se mostraron cambios en la tensión arterial ni la
frecuencia cardíaca mientras que en un estudio multicéntrico que
incluyó 852 pacientes no se reportaron efectos adversos serios ni
muertes57. Por lo tanto, ni los beta-agonistas de corta duración ni
los de acción prolongada han mostrado efectos adversos importantes
que comprometan su uso.
Por lo expuesto parece claro que no hay razones para restringir el uso
regular de beta-agonistas pero, al mismo tiempo, que no hay evidencia
que los mismos sean efectivos para controlar la inflamación. Cuál es
entonces su aplicación razonable en el tratamiento del asma crónico?
Dada la ausencia de AAI los beta-agonistas nunca serán un tratamiento
adecuado como monodroga y siempre serán un complemento del uso de los
CI. Cuando la utilización de los beta-agonistas debe hacerse en forma
regular no hay duda que los beta-agonistas de acción prolongada han
demostrado ventajas que aconsejan su elección.
Estrategias para el uso de beta-agonistas: agregado de Bd o
incremento de corticoides inhalados?
La primera indicación indiscutida de los beta-agonistas de acción
prolongada es el asma nocturna. Varios estudios han demostrado
mejoría de los síntomas nocturnos, de la calidad del sueño y
disminución del número de despertares asociados al uso de
beta-agonitas de acción prolongada tanto para SM18, 19, 25, 58-60
como para FM61, mostrando además mejores resultados comparativos que
su alternativa terapéutica, la teofilina de liberación prolongada,
con más porcentaje de éxito (46 vs 15%) y 5 veces menos efectos
adversos62, 63.
Una forma habitualmente «oculta» de control inadecuado del asma es
la presencia de HRB pese al control de los síntomas y valores
espirométricos normales. La misma habitualmente no es reconocida por
el paciente y es difícil de identificar por el médico. Aun cuando no
se mida la reactividad bronquial, estos pacientes pueden ser
identificados por períodos breves (10-15 días) de control de flujo
pico para detectar la variabilidad del mismo, o sospechados ante la
presencia de broncoespasmo inducido por ejercicio o alergenos o la
frecuente aparición de exacerbaciones. Debe tenerse en cuenta que los
Bd no tienen acción anti-inflamatoria y que el tratamiento de la HRB
es el aumento de la dosis de CI y que por ello los beta-agonistas no
deben considerarse un tratamiento suficiente, ya que pueden enmascarar
los síntomas, ocultar la hiperreactividad bronquial (HRB) y disminuir
la alarma para el incremento de la dosis de anti-inflamatorios.
Los beta-agonistas de acción prolongada en forma regular son la
opción adecuada para los pacientes que no se controlan adecuadamente
pese a una dosis razonable de CI. Pero: cuál es una dosis razonable
de CI? Ante la falta de control de los síntomas: se debe aumentar la
dosis de CI u optar por el agregado de beta-agonistas?
En un estudio que incluyó 429 asmáticos sintomáticos a pesar de 400
mcg/día de BCM se evaluó el efecto de agregar SM 100 mcg/d vs el
aumento aislado de la dosis de BCM a 1.000 mcg/día durante 6 meses.
El PEF matinal aumentó en ambos grupos pero fue más alto en el grupo
que recibía SM (diferencias 16-21 L/min, p < 0.05). No hubo
diferencias significativas en la frecuencia de exacerbaciones64.
Posteriormente, en un ensayo para pacientes no controlados
adecuadamente con BUD 1.000 mcg/día, 738 pacientes fueron asignados a
24 semanas de tratamiento en grupos paralelos doble ciego a la misma
dosis de BCM con el agregado de 50 y 100 mcg dos veces al día de SM o
al aumento de la dosis de BCM a 2.000 mcg/día. Ambos grupos bajo
tratamiento con SM mostraron aumento del porcentaje de días libres de
síntomas y menor incidencia de síntomas nocturnos (Figura 1). En los
que fue medida, la HRB no fue diferente y no hubo diferencia en la
tasa de exacer-baciones65. Finalmente en el estudio FACET (Formoterol
and Corticosteroids Establishing Therapy) se evaluaron 852 pacientes
en un ensayo de grupos paralelos durante un año asignados a BUD en
dosis bajas (200 mcg/día) con y sin FM (12 mcg dos veces al día) y
BUD en dosis altas (800 mcg/día) con y sin FM (12 mcg dos veces al
día). El agregado de FM a las dosis bajas de BUD disminuyó las
exacerbaciones leves y severas, al igual que el aumento de las dosis
de BUD (sin FM). Los mejores resultados fueron obtenidos con el
aumento de las dosis de BUD más el agregado de FM con lo cual se
obtuvo una disminución de la frecuencia de exacer-baciones severas en
63% y leves en 62%57 (Figura 2). Dado que estos pacientes estaban
previamente «estabilizados» por un período de 10 días de
tratamiento con muy altas dosis de BUD (1.600 mcg/d) representan un
grupo muy estable y sus resultados no son necesariamente extrapolables
a todos los pacientes recibien-do CI.
Hasta el momento la mejor droga para el tratamiento del asma son los
CI. El control de la enfermedad es más importante que el control de
los síntomas. Pese a algunos reportes que señalan probables efectos
sistémicos de los CI (reducción de la densidad ósea, aparición de
cataratas subcapsulares, glaucoma, afinamiento de la piel), los
resultados de la literatura son controvertidos, los efectos
colaterales, cuando aparecen, sólo lo hacen en dosis mayores de 1.000
mcg/d y no se ha podido determinar que tengan verdadera relevancia
clínica. Hasta el momento sólo los corticoides garantizan el control
de la inflamación y un buen número de pacientes responde al
incremento de la dosis aún más allá de los 1.000 mcg/d.
Los beta-agonistas de acción prolongada no son riesgosos, no
deterioran la función pulmonar en el largo plazo ni aumentan la HRB.
Son una excelente opción para pacientes que permanecen sintomáticos
pese a CI. La desventaja del agregado de un segundo aerosol, de su
costo y de la necesidad de educar al paciente para su uso deberá
balancearse con su mayor efectividad comparados con el aumento de la
dosis de CI en muchos pacientes. Al utilizarlos es importante advertir
al paciente que no son la medicación adecuada ante una crisis, en
cuyo caso deberán utilizar beta-agonistas de acción corta,
probablemente en dosis más altas a las habituales. Además se deberá
insistir en el rol fundamental de los CI ante el potencial aumento de
la HRB por su suspensión que puede quedar enmascarada con el uso
regular de beta-agonistas de acción prolongada.
La estructura química de FM y SM no es muy diferente, por lo cual es
de esperarse que compartan la mayor parte de sus efectos y
características68.
Tanto FM como SM tienen elevada potencia (son efectivos a bajas dosis)
debido a su mayor afinidad por los receptores b-2 si se los compara
con las catecolaminas endógenas69-72. Ambos son también eficaces
(esto es, tienen elevado efecto máximo relativo al de un agonista
completo como la epinefrina cuando están ocupando el 100% de los
receptores) con una relación que muestra a FM como más eficaz que SB
y éste más eficaz que SM. Esta diferencia en la eficacia de los
distintos b-ago-nistas, así como la mayor potencia de FM respecto del
SM (aunque sin relevancia clínica) reflejan la mayor eficacia
intrínseca de formoterol, la cual sí puede ser clínicamente
importante. Un b-agonista de baja eficacia intrínseca como el SM: 1)
estimula más débilmente a los órganos que poseen baja densidad de
receptores, limitando así los efectos colaterales, 2) produce menor
desensibilización homóloga (responsable de la taquifilaxia o
tolerancia) y 3) no antagoniza clínicamente la BD producida por los
b-2 de acción corta y alta eficacia intrínseca. Estas
consideraciones teóricas podrían favorecer el uso de SM en pacientes
con enfermedad cardio-vascular (menor acción sobre estos tejidos) y
también hacer el uso de FM más seguro durante una crisis, situación
en la que mayor cantidad de receptores están antagonizados por
mediadores inflamatorios y es muy favorable contar con una alta
eficacia intrínseca (o sea, sobre cada receptor disponible). Sin
embargo, no hay demostración experimental que estas diferencias
teóricas o in vitro tengan correlato en los resultados clínicos.
En resumen, ambas drogas muestran un perfil similar de acción y
efectos adversos y en ambas en pacientes que permanecen sintomáticos
pese a las dosis iniciales se puede intentar estas dosis más altas si
los efectos colaterales lo permiten.
Agradecimientos: Los autores agradecen a Paola Gambina su
valiosa colaboración en la preparación de este texto.
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Fig. 1.– Porcentaje medio de días (A) y noches (B) libres de
síntomas antes, durante y después del tratamiento con salmeterol 50
mcg dos veces al día y beclometasona 500 mcg dos veces al día (o),
salmeterol 100 mcg dos veces al día y beclometasona 500 mcg dos veces
al día (o) o beclometasona 1000 mcg dos veces al día (n).
(reproducido con permiso de Woolcock A et al: Comparison of addition
of salmeterol to inhaled steroids with doubling of the dose of inhaled
steroids. Am J Respir Crit Care Med 1996, 153: 1481-88)
Fig. 2.– Evolución del VEF1 durante el estudio FACET. El VEF1 se
muestra como porcentaje del teórico durante la fase de suspensión de
la medicación (área sombreada) y el período de tratamiento. Las
barras indican las 2 desviaciones standard. Durante el período
inicial todos los pacientes recibieron budesonida 1.600 mcg/d.
Posteriormente fueron asignados a tratamiento dos veces al día con
budesonida 100 mcg, budesonida 100 mcg + formoterol 12 mcg, budesonide
400 mcg o budesonida + 12 mcg de formoterol. El mejor VEF1 se obtuvo
durante el tratamiento con dosis más altas de budesonida asociadas a
formoterol. (reproducido con permiso de Pauwels RA et al: Effect of
inhaled formoterol and budesonide on exacerbations of asthma.
Formoterol and Corticosteroids Establishing Therapy (FACET)
International Study Group N Engl J Med 1997, 337: 1405-11).
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