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La vacuna contra la
tuberculosis: entre viejas y nuevas tecnologías
Isabel N.P. Miceli.1 e
Isabel N. de Kantor 2
1 Departamento de Inmunizaciones, Dirección de Epidemiología,
Ministerio de Salud y Acción Social
Las enfermedades infecciosas causan más de 17 millones de muertes
por año en el mundo. Figuran entre estos «líderes de la muerte»
las infecciones respiratorias agudas, con 3.9 millones, la
tuberculosis (TB) con 3.0 millones, las diarreas con 2.7 millones, el
paludismo con 1.5 millones, la hepatitis B con 1.0 millón y el
HIV/SIDA con 1.1 millón de muertes1.
Cada año, mueren con TB aproximadamente 170.000 niños en el mundo.
El número de casos ha ido en aumento en las dos últimas décadas,
aun en Estados Unidos de América (EUA), donde el número de menores
de 15 años enfermos de TB aumentó en 35% entre 1985 y 19922.
La terapia actual de la TB es altamente efectiva. Sin embargo el mal
uso de los medicamentos y el abandono del tratamiento han dado lugar a
la emergencia de la resistencia y multirresistencia a los
quimioterápicos, reduciendo su eficacia global. Por otra parte, el
aumento del número de personas altamente susceptibles a enfermar de
TB, por inmunodepresión debida a desnutrición, enfermedades o
terapias inmunosupresoras, también contribuye a mantener o aumentar
la incidencia.
El diagnóstico precoz y el tratamiento efectivo y con alta cobertura
son el instrumento fundamental para controlar la TB, sin embargo no es
suficiente para su eliminación, que es ya el objetivo en algunos
países industrializados de baja incidencia. Para ello parece
necesario combinar tratamiento y terapia preventiva con la
vacunación3.
La vacunación ha sido y es el factor determinante de la disminución
de la morbilidad y mortalidad de diversas enfermedades infecciosas. La
erradicación de la viruela, la desaparición de la poliomielitis en
gran parte del mundo, así como la notable disminución en la
incidencia del sarampión, son logros de los programas de
vacunación1. Las vacunas se ubican entre los productos medicinales
más seguros, y de todas las intervenciones en salud pública, la
vacunación es la que ha demostrado una mejor relación
costo-eficacia.
La vacuna BCG (Bacilo de Calmette y Guerin) es la única vacuna
antituberculosa empleada en salud pública. Fue incluida en el PAI
(Programa Ampliado de Inmunizaciones, OPS/OMS) en 1974. El número de
vacunaciones anuales aplicadas en el mundo ha aumentado de 50 millones
en 1980 a cerca de 100 millones en 19964.
La BCG es una de las 9 vacunas del Calendario Nacional de Vacunación,
aplicadas en nuestro país a niños en el primer año de vida. Las
otras vacunas son: Sabin (polio), DPTHib o cuádruple, (difteria-
pertussi- tétanos y Haemophilus influenzae b) y triple viral, SRP
(sarampión, rubéola y parotiditis urliana); esta última aplicada a
los 12 meses.
A pesar de ello, se plantean en torno a la vacuna BCG algunos
interrogantes, que trataremos de responder, apoyándonos en la
bibliografía.
Confiere el BCG inmunidad antituberculosa?
La infección primaria –generalmente pulmonar– por el bacilo
tuberculoso virulento (Complejo Mycobacterium tuberculosis) induce en
el organismo la memoria inmunitaria, mediada por las células T CD4.
El propósito de la vacunación es establecer un estado duradero de
resistencia aumentada a la infección. Este estado es mantenido por
una población clonal expandida de células T de memoria, que son
sensibles a los antígenos bacilares clave y los detectan rápidamente
en cualquier lugar del organismo, al producirse una infección por el
bacilo virulento5.
El proceso citolítico y de producción de citokinas Th1, tales como
IFN gama, TNF alfa, IL-2 e IL-12, es conocido como inmunidad mediada
por células (IMC) y se manifiesta localmente por activación de la
capacidad bactericida de los macrófagos y también por la lisis de
esos macrófagos, producida por las células T citotóxicas y
citolíticas (CD8).
Hasta ahora sólo ha podido obtenerse IMC específica y duradera, por
medio de vacunas compuestas por gérmenes vivos de virulencia
atenuada, los cuales pueden replicarse en el organismo del huésped,
como el BCG. Otros ejemplos de vacunas con microorganismos vivos
atenuados son la vacuna Sabin, la antitífica y los componentes
sarampión, rubéola y parotiditis de la vacuna triple viral6.
El BCG, de baja virulencia, es antigénicamente muy semejante al
virulento bacilo tuberculoso, y de allí la protección obtenida, pero
también presenta semejanzas antigénicas con el M. leprae, lo que
explicaría la sorprendente eficacia hallada en la vacunación BCG
contra la lepra7.
La vacunación BCG es realmente efectiva contra la TB?
La eficacia de la vacunación BCG contra la TB, cuando es aplicada
antes del contacto con el bacilo salvaje (en recién nacidos) ha sido
bien comprobada. Con ella se previenen las formas primarias graves de
la TB, debidas a la diseminación hematógena del bacilo: la TB miliar
y especialmente la meníngea. Esto ha sido confirmado en un reciente
meta- análisis, donde se seleccionaron los estudios más confiables
publicados en la literatura internacional8. La reducción del riesgo
de enfermar de TB en los vacunados fue 50%, y alcanzó a 83% cuando
los casos de TB habían sido confirmados por bacteriología o
histología, vale decir, cuando el diagnóstico y por ende la
estimación de la protección, tenían mayor confiabilidad. La
demostración de la eficacia del BCG no dependió de la cepa o tipo de
vacuna, y –de acuerdo a estos trabajos– el efecto protector se
extendería hasta alrededor de 10 años.
Uno de los 9 estudios de casos y controles considerados en este meta-
análisis fue realizado en Argentina, en niños menores de 6 años. En
él se halló un efecto protector global del BCG aplicado al recién
nacido, del 73%, que se elevó a 88% para TB miliar y al 100% para
meningitis, siendo menor (57 a 65%) para localizaciones pulmonares y
pleurales. En este trabajo, se repite la observación de una mayor
protección al considerar en el análisis por separado los casos
confirmados por bacteriología (96%), con respecto a los casos
diagnosticados por clínica y radiografía (51%)9.
No se ha demostrado protección de la vacuna BCG contra la TB
secundaria (post- primaria) del adulto, ya sea ésta debida a
reinfección exógena, o a reactivación endógena de una
primoinfección «latente».
Los pacientes con TB pulmonar, localización habitual de la enfermedad
secundaria, cuando tienen lesiones abiertas (cavidades) eliminan
bacilos al toser y constituyen la fuente principal de infección
tuberculosa en la comunidad. Por ello se afirma que la vacunación BCG
tiene escaso efecto epidemiológico indirecto sobre la transmisión de
la TB, lo cual es verdad11. Esta es una vacuna de acción individual y
su efecto es directo, disminuyendo la frecuencia de las formas
primarias infantiles, que son usualmente cerradas, y por lo tanto muy
poco infectantes. Pero se debe tener en cuenta que esos casos poseen
alta letalidad, y en los sobrevivientes son causa de secuelas graves.
Si bien la demostración de la eficacia del BCG para una variada gama
de poblaciones y de formas clínicas de la enfermedad, sugieren que la
inmunidad se puede mantener durante 10 años o más, la relación
entre protección y respuesta tuberculínica –que llegó a
constituirse en dogma– no parece evidente12.
Qué dicen las estadísticas en Argentina?
La disminución de la incidencia de meningitis TB en menores de 4
años, en nuestro país, es un indicador epidemiológico que coincide
con coberturas de vacunación crecientes y mantenidas en el tiempo. Se
puede observar en la Tabla 1 que entre 1980 y 1997 la incidencia total
de TB disminuyó en un 42% (de 61.3 a 35.5/100.000) y la de TB
pulmonar en cerca de 35% (de 46.5 a 30.1/100.000), mientras que en el
mismo período la incidencia de meningitis TB en menores de 4 años
bajó de 2.8 a 0.3/100.000, es decir en casi 90%!10.
También se observa en la Tabla 1 que las coberturas de vacunación en
menores de 1 año sobrepasan el 100% en el último período. Esta
«incoherencia estadística» sería debida a que: (a) los niños
menores de 1 año que no presentan cicatriz vacunal y/o certificado,
son vacunados con BCG (o re-vacunados) al aplicárseles las vacunas
Sabin oral y cuádruple, según el esquema vigente; (b) existe
registro tardío de niños en algunas provincias, o deficiencias en
los registros de nacimientos; (c) hay población indocumentada. Se
debe tener en cuenta que consideramos aquí a los niños menores de 1
año –vacunados desde el nacimiento hasta los 11 meses y 29 días de
vida– por lo que cabe la posibilidad de que se hubieran infectado
antes de recibir la vacuna. La población de niños no cubierta por la
vacunación, es altamente susceptible de desarrollar TB primarias
graves, con alta mortalidad y secuelas. Por esa razón, en Argentina y
en muchos otros países en que el riesgo anual de infección es
relativamente alto (> 0.5%) se recomienda vacunar lo más
rápidamente posible después del nacimiento, hasta alcanzar
coberturas cercanas al 100%4.
Desde 1997 la vacunación con BCG es obligatoria antes del egreso de
la maternidad (Normas Nacionales de Vacunación-Actualización 1997)4.
Ello ha facilitado el aumento de la cobertura de vacunación en el
recién nacido –niños con menos de 7 días de vida– que en 1998
fue mayor que el 65% (datos provisorios).
Por qué incluir en la vacunación BCG a los niños infectados con
HIV?
La OMS ha recomendado que en poblaciones donde el riesgo de TB es
alto, los niños infectados por HIV que no presenten síntomas y
signos del SIDA, deben recibir la vacuna BCG tan pronto como sea
posible, después del nacimiento. La vacuna BCG no debe ser aplicada a
niños con infección HIV sintomática (SIDA). En las poblaciones
donde el riesgo de TB es relativamente bajo, se recomienda evitar
vacunar a las personas en las que se sospeche, o en que se haya
confirmado, infección por HIV13.
La mayoría de los países de América Latina tienen alto riesgo de
TB. En Argentina la media del riesgo anual de infección estaría
cercana a 0.5%, con una dispersión alta, que incluye provincias y
grupos de población en donde es mayor de 1% anual, vale decir, un
riesgo considerado alto. En las grandes urbes los grupos de alto
riesgo para HIV generalmente coinciden con un riesgo alto para TB;
esto es una razón más para vacunar allí al recién nacido, a fin de
evitar –como hemos señalado más arriba– la TB primaria de alta
mortalidad y secuelas.
Por otra parte, sólo un 30% de niños hijos de madres HIV(+) se
infectan con el HIV, y cuando la embarazada realiza un tratamiento
específico controlado el porcentaje puede descender a un 8%. Por
ello, al no vacunar al nacimiento se estaría dejando desprotegidos a
los niños HIV (+) y a un número entre 2 a 12 veces mayor de niños
HIV (-).
Los estudios realizados coinciden en que los efectos secundarios de la
vacuna BCG no difieren significativamente entre niños HIV (+) y HIV
(-)14, 15. En el sentido contrario, investigando los casos de
diseminación de BCG publicados, se halló que el 3% estaba
relacionado con SIDA, y el 97% restante, con otras diversas
inmunodeficiencias, o bien la causa había quedado sin identificar16.
Algo semejante fue observado en las complicaciones locales
post-vacunales17-18. No obstante, es necesario fortalecer la
vigilancia epidemiológica de los efectos adversos de la vacuna BCG,
al igual que de otras vacunas.
La vacunación BCG ejerce protección contra la TB en aquellos recién
nacidos HIV (+), o hijos de madres HIV (+), que no evolucionen a SIDA.
Se ha observado, además, que el riesgo de enfermedad por BCG
diseminada (bacteriemia) es menor en los adultos con SIDA vacunados
con BCG en su niñez, que en los no vacunados19.
Tiene algún papel la vacunación BCG cuando la incidencia de TB es
muy baja?
Algunos países que alcanzaron incidencias muy bajas de TB, y que
incluían la vacunación entre sus medidas de control, como Suecia y
la República Checa, decidieron discontinuarla, y la reservan sólo
para casos especiales. Otros, como EUA, nunca incluyeron la
vacunación en su estrategia de control de la TB. Sin embargo,
teniendo en cuenta que esa vacunación disminuye el riesgo de serias
complicaciones de la TB primaria en los niños, la consideran para (a)
los niños tuberculino negativos expuestos a contagio y que no puedan
recibir quimioprofilaxis por isoniacida, o en que (b) la fuente de
contagio sea un caso resistente a la isoniacida y a rifampicina
(multirresistente), o (c) que pertenezcan a grupos de alto riesgo
anual de infección (1% o mayor)20. En esta situación también se
hallan muchos trabajadores de salud, por lo que recientemente se ha
renovado la discusión sobre las ventajas y desventajas de la
vacunación en estos casos.
Podría ser reemplazado la BCG con ventajas por una nueva vacuna?
Como dijimos antes, hasta ahora sólo se ha alcanzado una IMC
específica y duradera contra microorganismos –parásitos
intracelulares, luego de la vacunación con gérmenes vivos de
virulencia atenuada. Sin embargo, la búsqueda de nuevas vacunas se ha
dirigido muy especialmente hacia las proteínas secretadas por los
bacilos tuberculosos, que se obtienen en filtrados de cultivos
jóvenes. Algunas de estas proteínas serían el blanco de las
interleukinas, expresión de la inmunidad protectora. Con estas
proteínas, y la adición del adyuvante de Freund incompleto o de
bromuro de dimethil-dioctadecil amonio (DDA), ambos capaces de inducir
la respuesta Th1, se ha obtenido desarrollo de ICM específica contra
la infección tuberculosa en ratones y en cobayos, comparable a la
producida por el BCG. Sin embargo esa capacidad protectora se
desvanece más rápidamente que la del BCG21.
Otra posibilidad consiste en vacunar con secuencias de ADN
correspondientes a los antígenos más importantes del bacilo
tuberculoso. En ratones inmunizados con plásmidos de ADN se observó
buena respuesta celular. Los plásmidos parecen persistir en las
células musculares, y el antígeno es producido allí por un tiempo5.
Hasta el momento, sin embargo, no se ha hallado una vacuna
experimental que resulte más eficaz que el BCG en los modelos
animales, el paso inicial para una prueba en el hombre. Tal vez el
enfoque más atractivo consista en enriquecer el BCG con
proteínas-epítopes clave del M. tuberculosis21.
En conclusión, mientras no se cuente con una nueva vacuna de eficacia
superior –y al menos tan segura como el BCG, disponible en la
cantidad necesaria y a un costo accesible– es necesario seguir
vacunando con BCG al recién nacido en los países con un riesgo de
infección tuberculosa relativamente alto, que es donde vive la mayor
parte de la población mundial.
Dirección postal: 2 C.C. 74 (1429) Buenos Aires
Bibliografía
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TABLA 1.– Evolución de la incidencia de tuberculosis (TB), total
y pulmonar, y de la TB meníngea en niños de 0 a 4 años, en
Argentina, y cobertura de vacunación BCG en menores de un año,
1980-97
Incidencia Incidencia Cobertura Incidencia
Años total casos TB vacunación meningitis
TB/100.000 pulmonar BCG% TB en niños 0-4 años
/ 100.000 / 100.000
1980 61.3 46.5 62.4 2.8
1985 52.3 39.4 90.3 1.5
1990 38.1 29.3 105.8* 0.7
1995 38.7 29.9 122.8* 0.6
1997 35.5 30.1 116.5* 0.3
* Explicación en el texto
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