REUNION ANATOMOCLINICA
REUNION ANATOMOCLINICA
ENFERMEDAD DEL COLAGENO DE EVOLUCION PROLONGADA Y ENFERMEDAD
PULMONAR RESTRICTIVA
Reunión anatomoclínica efectuada en el Instituto de
Investigaciones Médicas Alfredo Lanari el 16-X-1998.
Editor: Dr. Alejandro
Grinberg
F. N° 37397; Mujer de 51 años; Fecha de ingreso: 5/4/98; Fecha
de muerte: 5/4/98. A 3155.
La primera vez que fue evaluada esta paciente fue en 1971, 27 años
antes de su última internación. Se hizo diagnóstico presuntivo de
lupus eritematoso sistémico (LES) en base a los siguientes
criterios: poliartralgias, FAN positivo, anti-DNA positivo,
serositis pleural y compromiso hematológico (anemia y
plaquetopenia). Tenía, además, fiebre y fenómeno de Raynaud.
Desarrolló una enfermedad pulmonar restrictiva con una capacidad
vital de 40%, con compromiso pleural y paresia diafragmática
derecha. Se realizó una biopsia renal que fue normal. Inició
tratamiento con corticoides. Entre 1972 y 1979 tuvo numerosos
episodios de hemoptisis asociados a infecciones respiratorias. En
1981, relata la historia clínica, la aparición de enfisema bulloso
pulmonar con predominio en los lóbulos superiores y bronquiectasias
en bases pulmonares. La primera radiografía de tórax que
disponemos es de octubre de 1985 y muestra múltiples bullas en
ambos campos superiores y bronquiectasias en las bases pulmonares.
En 1992 se dosan anticuerpos anti-fosfolípidos IgG en títulos
elevados, hiperten-sión pulmonar severa (HTP) (100 mm de Hg de
presión arterial pulmonar sistólica) y cavidades derechas
dilatadas con hipertrofia de ventrículo derecho. La capacidad vital
era del 26% y la gasometría PO2 53 mm Hg, PCO2 60 mm Hg, pH 7.35,
CO3H 34 meq/l. En ese momento inició asistencia respiratoria
mecánica no invasiva domiciliaria. En 1996 hubo progresión de la
disnea que hasta ese momento era clase funcional II y pasó a III
con peoría de la hipoxemia por lo cual inició oxigenote-rapia. En
esa época el hematocrito era siempre mayor a 50%. Se realizó un
test de Western Blot para anticuerpos anti núcleo-citoplasmáticos
y fue negativo. En febrero de 1998 desarrolló una neumonía derecha
por Haemophilus influenzae y en marzo fue nuevamente internada por
otra neumonía en campo medio y basal derecho. En la radiografía de
tórax había un foco de consolidación en el parénquima remanente
del pulmón derecho y progresión de las bullas. La tomografía
computada (TAC) de principios de marzo de 1998 demostró cavidades
en el vértice pulmonar derecho y un marcado engrosamiento pleural.
Existe una imagen de condensación con broncograma aéreo en el
pulmón derecho, que está destruido, y múltiples imágenes
cavitarias y condensación sobre todo en el lóbulo inferior. Hay
bronquiestasias bilaterales pero más en el lóbulo superior del
pulmón izquierdo con algunas imágenes bullosas paraseptales. Hay
engrosamiento del vértice pulmonar izquierdo. Tiene ambas arterias
pulmonares agrandadas. Hay una marcada deformidad del mediastino que
se debe a un importante aumento de tamaño del esófago superior que
tiene un contacto íntimo con la pared posterior de la tráquea. No
hay adenopatías mediastinales. A la altura de la carina el esófago
se achica y se afina. Tenía 32% de hema-tocrito, 4600 glóbulos
blancos por mm3, eritrosedimentación de 120 mm, pO2 35 mm Hg, pCO2
54 mm Hg, pH 7.45, CO3H 37 meq/l. Recibió tratamiento con
cefalosporinas de tercera generación y posteriormente
ciprofloxacina por el hallazgo en el esputo de una Stenotrophomona
maltophilia. Por el mal estado de la paciente se decidió no
realizar procedimientos invasivo. La TAC de tórax de control el 16
de marzo demostró progresión de la imagen consolidada del lóbulo
inferior derecho. El 18 de marzo se realizó una endoscopía
digestiva que evidenció esófago dilatado, sin lesiones. El 30 de
marzo se otorgó el alta. El 5 de abril de 1998 reingresó en mal
estado general con presión arterial irregistrable, frecuencia
respiratoria de 8 por minuto, mal perfundida, con livideces
generalizadas, acrocia-nosis y crepitación por enfisema subcutáneo
en región cervical izquierda. Tenía severa hipoxemia de 35 mm Hg
de pO2 e hipercapnia con 75 mm Hg de pCO2, con 7.26 de pH y 33 meq/l
de CO3H. Se realizaron maniobras de resucitación sin éxito y la
paciente falleció. Después de la muerte se recibió cultivo de
esputo positivo para Mycobacterium tuberculosis resistente a
isoniacida, rifampicina, pirazinamida y etambutol.
Dra. Gabriela Di Paola: El diagnóstico de la enfermedad
de la paciente fue en 1971 y la primera radiografía de tórax que
disponemos es de octubre de 1985. En la misma se visualizan
múltiples bullas en ambos campos pulmonares superiores, hay
elevación de hemidiafragma derecho, impresiona tener
bronquiectasias en la base pulmonar derecha y tiene una relación
cardiotorácica aumentada. La segunda radiografía de tórax es de
mayo de 1987, en la que además de lo descripto se observa una
imagen densa en ápice pulmonar derecho que impresiona ser
infección de una bulla y se observa una mayor retracción de
mediastino del lado derecho. En la radiografía del 8 de abril de
1996 se observa una imagen bullosa de similares características,
pero en el campo pulmonar superior izquierdo. Se siguen visualizando
las bullas bilaterales y hay mayor retracción pulmonar derecha. En
la radiografía de la última internación en marzo de 1998 se
observa un foco de consolidación en el parénquima remanente del
pulmón derecho (Fig. 1). Mantiene la relación cardiotorácica
aumentada y la elevación del hemidiafragma derecho. Hay imágenes
cavitarias en campo pulmonar derecho. En la radiografía del primero
de abril, cuatro días antes de fallecer, se observa una mayor
consolidación a nivel del remanente de pulmón derecho, múltiples
cavidades, presencia de niveles en las mismas y se sigue
visualizando la imagen secuelar descripta anteriormente en el ápice
pulmonar izquierdo. En la radiografía del día de fallecimiento se
observa enfisema subcutáneo de escasa magnitud.
Dr. Ricardo Ré: Tiene enfisema subcutáneo pero no tiene
neumomediastino. Tampoco se observa neumo-tórax.
Dra. Gabriela Di Paola: Se realizó además un tránsito
esofágico en donde se observa una estenosis a nivel de esófago
distal con dilatación superior del mismo.
Dr. Ricardo Ré: La paciente tiene dos TAC de tórax; una de
principios de marzo de 1998 y otra el 14 de marzo. En el campo
pulmonar derecho, tiene un sistema de cavidades en el vértice, con
una gran cavidad y una imagen que parece sólida adentro que no se
ve en la ventana mediastinal aunque tiene importante engrosamiento
pleural. Tiene una imagen de condensación con broncograma aéreo,
no pudiéndose descartar que esto sea una gran cavidad con un nivel;
es decir, tiene un pulmón derecho prácticamente destruido con
múltiples imágenes cavitarias y condensación sobre todo en el
lóbulo inferior. El pulmón izquierdo tiene imágenes lineales en
el vértice, las bronquiectasias son bilaterales, las tiene también
en el lóbulo superior, con algunas imágenes bullosas paraseptales.
Tiene un engrosamiento del vértice pulmonar izquierdo que se ve en
la ventana mediastinal y se veía en la radiografía. Sin embargo,
la pleura izquierda estaba bastante respetada y no tiene imagen de
engrosamiento pleural basal izquierdo. En cuanto al mediastino,
tiene una arteria pulmonar izquierda muy grande y el arranque de la
arteria pulmonar también es muy grande y tiene un diámetro de
aproximadamente 3.5 cm, que es mayor que el de la aorta ascendente.
También tiene una arteria pulmonar derecha muy grande de trayecto
horizontal, con un diámetro de más de 2.5 cm que se proyecta hacia
la imagen de condensación basal. Hay una marcada deformidad del
mediastino que se debe a un aumento de tamaño del esófago superior
que tiene un contacto íntimo con la pared posterior de la tráquea
y en las imágenes de ventana pulmonar (con cortes de 10 mm) la
tráquea parece tener la pared indemne. Una de las posibilidades
diagnósticas es que la paciente haya tenido una fístula
traqueo-esofágica aunque esto es difícil de establecer en la TAC.
Los bronquios no parecen estar obstruidos, aunque tiene una
diminución de tamaño a nivel de bronquio intermedio que no parece
significativo porque luego se sigue viendo y se ve la salida del
bronquio del lóbulo medio. El esófago a la altura de la carina se
achica y se afina, a pesar que vimos un esófago grande, luego se
vuelve a dilatar y se ve una imagen de nivel, que se puede mal
interpretar como intraparenquimatoso y es el esófago que está del
lado derecho del mediastino y que se puede seguir hasta el cardias.
En la segunda TAC de tórax, realizada a los diez días, la
diferencia más importante se ve en el parénquima pulmonar, sobre
todo el derecho. Las imágenes con múltiples cavidades se ha unido
en una gran cavidad con un nivel, conformando un absceso pulmonar.
El tronco de la arteria pulmonar en esta TAC parece haber aumentado
de diámetro, parece tener más de 3 cm y la vena cava también se
ve aumentada de diámetro (Fig. 2 y 3). En resumen, esta paciente
tenía el pulmón derecho destruido que evolucionó a un absceso
pulmonar, el pulmón izquierdo impresiona más respetado pero con
disminución de la vascularización e hipertensión pulmonar severa.
Tenía el esófago marcadamente dilatado, sobre todo en el tercio
superior y tengo duda si tuvo una fístula tráqueo-esofágica.
Gustavo L. De Feo: Quienes conocimos a la paciente no
resistíamos la tentación de plantearnos diferentes diagnósticos
diferenciales de su enfermedad de base. Esto fue así porque a lo
largo de los años no reunió criterios clínicos ni serológicos
que nos hayan conformado para ponerle el sello a la enfermedad que
padecía. La disyuntiva principal al inicio era discernir si se
trataba de un lupus eritematoso sistémico (LES), porque compartía
rasgos con la artritis reumatoidea (AR), o viceversa. La
concomitancia de ambos diagnósticos está sustentada en la
literatura. Posteriormente, en la etapa final de su vida, cuando
aparecieron los trastornos de la motilidad esofágica y desarrolló
una grave hipertensión pulmonar y una grosera alteración de la
anatomía pulmonar, la enfermedad mixta del tejido conectivo (EMTC)
apareció como una nueva posibilidad diagnostica. Hemos visto en la
literatura y en pacientes del IDIM en los que la serositis pleural
(que pueden presentar el LES y la AR) fue la primera manifestación
de AR. Su presencia, incluso alejada de las manifestaciones
articulares más clásicas de la enfermedad, antecediendo en años a
las mismas e incluso antecediendo a la positividad del test de
látex, no es un hallazgo infrecuente. El otro elemento fue que tuvo
la serología que pueden compartir ambas entidades; siempre tuvo FAN
positivo, anti-DNA positivo al inicio de su evolución pero en
títulos bajos, lo que hace que pierda especificidad para el
diagnóstico de LES. El test de látex fue positivo al comienzo de
su enfermedad, al inicio de la década del 80 y posteriormente fue
siempre negativo. Así, hacer el diagnóstico diferencial por los
aspectos clínico-serológicos fue difícil. Un dato clínico de
trascendencia era la semiología de las manos. Los que la conocimos
explorábamos minuciosamente la deformidad, que era muy manifiesta,
con extrema desviación cubital del eje de los dedos. Algunos
elementos sugerían más la mano de un LES o la expresión lúpica
de una EMTC, que la mano de la AR. Lo digo porque, en primer lugar,
tenía artralgias y no artritis y, en segundo lugar, la desviación
cubital era reversible y podía corregir el eje de la mano y de los
dedos. Esto es lo que Jaccoud describió como sinovitis fibrosante
de curso crónico en la fiebre reumática y la asoció entonces al
LES. Por último, no tenía erosiones en la radiografía del carpo;
de haberlas tenido no habríamos dejado de sostener el diagnóstico
de AR. Creo que la enfermedad que afectó a esta paciente fue el LES
aunque debo admitir que tuvo un curso clínico muy particular. No
presentó lesiones de las que se asocian a los inmunocomplejos
circulantes ni alteraciones de la función renal. Las principales
manifestaciones clínicas vinculables al LES fueron las asociadas a
los anticuerpos anticardiolipinas de tipo IgG que se detectaron,
como ser la severa hipertensión pulmonar (HTP) y la valvulopatía
aórtica que se asocian a dichos anticuerpos. Considerando que la
HTP tiene una alta prevalencia en la EMTC y en la esclerodermia, no
puedo dejar de mencionarlas como diagnósticos alternativos. La
dilatación esofágica de la etapa final pudo ser una manifestación
de esclerodermia, sin embargo no tuvo compromiso cutáneo en dos
biopsias de piel. En cuanto a la EMTC, no tuvo hipertensión
arterial ni alteraciones de la función renal. El aval para
sostenerla, fue la positividad del antígeno nuclear extraíble
hecho en CEMIC en la década del 80. Pero posteriormente la
serología en el IDIM para el anticuerpo anti-RNP fue siempre
negativa. En la actualidad la positividad de este anticuerpo es una
condición sine qua non para sostener el diagnóstico. El segundo
punto a discutir es la grave restricción pulmonar que la paciente
padeció; cuando la conocimos (derivada del Hospital M. Ferrer) ya
tenía una capacidad vital del 40% de su teórica. Se debe
considerar esta restricción de causa multifactorial: padeció
pleuritis y paresia diafragmática con una presión inspiratoria
máxima baja. Nunca presentó miositis ni alteraciones de las
enzimas musculares. En los últimos años se evidenció una severa
secuela pleural apical izquierda que por la localización la vinculo
más a enfermedad pulmonar subyacente que a secuela del LES. La
gravedad de la lesión apical justificaba la ausencia de imagen de
perfusión y ventilación en el estudio centellográfico. Tenía
bullas de gran magnitud, otro de los elementos que contribuyeron a
la restricción pulmonar. Por último, la propia HTP pudo justificar
en parte la restricción; era tan alta que llegó a presentar
valores de presión arterial pulmonar similares a los de la presión
arterial sistémica. Entre las causas de HTP se encuentran el
fenómeno de Raynaud (en el que el mecanismo postulado es el
disbalance de la función endotelial), los anticuerpos
anti-cardiolipinas y el tromboembolismo pulmonar crónico o la
trombosis in situ. Estos dos últimos mecanismos son, a mi juicio,
las causas más probables de la HTP. La vasculitis, si bien
descripta, es una causa poco frecuente e improbable en este caso. Es
probable que la anatomía patológica no logre discernir entre las
distintas causas de HTP en casos de tan larga evolución como éste,
en donde los cambios plexogénicos suelen impedir el diagnóstico
certero. En cuanto a la causa de muerte, la paciente se internó por
una neumonía derecha en febrero de 1998, aislándose un Haemofilus
influenzae y se trató con antibióticos con adecuada respuesta. En
marzo volvió con signos de consolidación en la base derecha,
tenía hipoxemia e hipercapnia con a/A muy bajo. Si bien padecía de
hipoventilación alveolar, también tenía alteración de la
relación ventilación/perfusión como mecanismos fisiopatológicos
de ambos trastornos. Volvió a responder a los antibióticos con
mejoría progresiva del a/A en tres semanas. Cuando se fue de alta
tenía sólo evidencias de hipoventilación alveolar, es decir
corrigió el a/A, pero la radiografía y la tomografía de tórax
empeoraban. No quisimos estudiarla en forma invasiva por la grave
hipertensión pulmonar. Por último, me sorprendería que tuviera
tuberculosis pulmonar, porque de tenerla debería ser una forma con
diseminación bronconeumónica. Tenía una gran broncorrea y tomamos
múltiples muestras de esputo para descartarla, y todas las
baciloscopias fueron negativas. La muerte la vinculo a un episodio
de barotrauma, habida cuenta del hallazgo de enfisema subcutáneo en
el examen físico de ingreso en la última internación.
Dra. Felisa C. Molinas: Quería comentar que previo al
período final de su enfermedad la paciente tenía poliglobulia,
llegando a tener 57% de hematocrito, vinculado a la hipoxemia que
padecía. El cuadro hematológico de la etapa final era típico de
la anemia de los procesos crónicos: hipoferremia, con disminución
de la saturación de la transferrina pero con una ferritina normal
para una mujer post-menopáusica. Pero hay que tener en cuenta que
la ferritina es un reactante de fase aguda y que en los procesos
crónicos están aumentadas las citokinas pro-inflamatorias: el
factor de necrosis tumoral y las interleukinas. Pero no creo que la
anemia tenga que ver con la enfermedad inmunológica, sino más bien
con la enfermedad respiratoria crónica.
Jorge A. Manni: Esta paciente fue seguida durante 27 años en
el IDIM y es un ejemplo de cómo algunas colagenopatías son
inclasificables y quedarán como una descripción. Tuvo en el
período final un importante compromiso pulmonar que la llevó a la
muerte. Tenía por lo menos cuatro criterios como para hacer el
diagnóstico de LES; tenía anticuerpos antifosfolipídicos y tenía
fenómeno de Raynaud. Con respecto a la coexistencia de la AR con
LES, es de controversia esta asociación y hay mucha literatura
respecto de este tema y los autores no se ponen de acuerdo. El tema
de discusión pasa por las manos, más específicamente por las
erosiones en el carpo. El LES provoca una deformación cubital que
es reversible, la artritis de Jaccoud, sin erosiones, en cambio la
AR provoca una artritis erosiva. Desgraciadamente se perdieron las
radiografías de las manos que podrían definir este hecho. El
criterio de artritis en el LES fue modificado, antes se decía no
deformante y ahora es no erosiva porque el lupus con una frecuencia
alta puede provocar deformación de las manos. En cuanto a la EMTC,
los anticuerpos indispensables para hacer el diagnóstico, son los
anti-RNP, en este caso no fueron detectados. Sin embargo esto no la
descarta ya que otra de las controversias en reumatología es si se
puede hacer este diagnóstico en ausencia de los anticuerpos
mencionados. Tampoco tenía los anticuerpos anti-esclero-70 de la
esclerodermia, de manera que habría que pensar en una “esclerodermia
sin esclerodermia” con compromiso visceral y esofágico. Tenía
anticuerpos antinú-cleo que son inespecíficos y no tenía un
patrón punteado, no era nucleolar y tampoco está descripto que
tuviera anticuerpos anti-centrómero. Tampoco se encontraron
anticuerpos anti-RO y LA, aunque la paciente no tuvo sequedad de
ojos o de boca, todos datos en contra de el síndrome de Sjögren.
Entonces creo que no se puede clasificar esta paciente con un
diagnóstico de colagenopatía en forma cierta. Había un componente
familiar, ya que un sobrino tenía fenómeno de Raynaud.
Lamentablemente no hubo una capilaros-copía que podría inclinarnos
más a favor de una EMTC. Tenía hipertensión pulmonar severa y
esta asociación no es rara en presencia de anticuerpos
antifosfolípidos. La muerte se relacionó al compromiso pulmonar,
no parece haber tenido una fibrosis pulmonar de las que estamos
habituados a ver en la esclerodermia o en la AR.
Dr. Guillermo B. Semeniuk: Aparentemente a esta paciente se
le practicó una biopsia de pulmón a principios de los años 70
pero no tenemos los datos de esa época. Uno de los primeros
interrogantes es qué pasó entre 1971 y 1981 porque en los primeros
10 años no se menciona en ningún lugar que la paciente haya tenido
enfermedad bullosa o enfisema pulmonar. Tenía cierta restricción
pulmonar, el llamado “pulmón encogido” del LES, término que en
ese momento provocaba largas discusiones con el Dr. Manni, que no
estaba de acuerdo con esa denominación. Creo que tenía razón ya
que poco tiempo después se estableció que el problema de la
restricción pulmonar en el LES es muscular, los diafragmas altos,
de manera que se trataba más de una miositis diafragmática que de
enfermedad parenquimatosa pulmonar. En la primera radiografía de
tórax el diafragma derecho se encuentra elevado, quizás por algún
componente parenquimatoso no colagenopático o por alguna
adenopatía que comprometía el nervio frénico. En esa época no
había TAC, pero se vio radioscópicamente y no movilizaba el
diafragma, un dato a favor de la parálisis frénica. Queda sin
explicar la aparición de las bullas y el enfisema pulmonar,
podríamos especular que se trató de una tuberculosis pulmonar (que
se buscó) que fue evolucionando y que la llevó al “pulmón
destruido” muchos años después. En contra de este planteo es
que, por su colagenopatía, la paciente recibió corticoides en
altas dosis durante mucho tiempo y en estas condiciones la
evolución hubiera sido más desfavorable. Me pregunto si no debió
haberse suspendido antes los corticoides, tema que nos planteamos
recién en la última internación. El otro aspecto era si la grave
hipertensión pulmonar se debía al pulmón destruido o si tuvo
relación con algún otro factor, como los anticuerpos
antifosfo-lípidos, el tromboembolismo pulmonar recurrente
silencioso o trombosis en los vasos pulmonares. La capacidad vital
era de alrededor de 40% y se mantuvo hasta el período final cuando
disminuyó al 30%. Se debería haber planteado la anticoagulación.
En los últimos tiempos recibió oxigenoterapia nocturna y
posteriormente, por la hipercapnia, asistencia respiratoria
mecánica. Tuvo buena tolerancia y creo que esta asistencia le
alargó la vida. Cuando le hicimos los estudios tenía un delta
PO1/PCO2 en el límite inferior de lo normal; en la respuesta a la
hiperventilación lograba bajar la PCO2, aunque no a las cifras
esperadas. Todo esto demostró que tenía cierto grado de depresión
respiratoria central secundaria a hipercapnia crónica y que se
encontraba en una situación de respiración superficial con tiempos
inspiratorios cortos para mantenerse confortable. No encuentro
mediciones autopeep (seguramente tenía), tenía bronquitis y
ampollas de enfisema y bullas pero creo que no estaban en contacto
con el resto de la vía aérea y por eso se comportaba más como un
patrón restrictivo. Creo que la última etapa fue la aceleración
de la enfermedad infecciosa que nos enteramos, tiempo después, que
se trató de una tuberculosis. El episodio final es difícil de
interpretar sin el hallazgo de neumomediastino o neumotórax que
expliquen el enfisema subcutáneo. Otra posibilidad es que, si la
paciente tenía tromboembolismo pulmonar recurrente, el episodio
final haya sido una embolia de pulmón y que el enfisema subcutáneo
haya sido secundario a barotrauma. La mayor parte de las
complicaciones que sufrió, como la hemoptisis, se pueden explicar
por la tuberculosis. Si hay fibrosis pulmonar y lesiones con “pulmón
destruido” se puede tener distinto grado de shunt de ambas
circulaciones, hipertensión de vasos bronquiales o bronquiectasias.
El neumotórax espontáneo también puede ser una complicación.
Dr. Guillermo Benchetrit: La explicación de la crónica y
grave enfermedad de esta paciente podría atribuirse a la
tuberculosis pulmonar por todo lo que mencionó el Dr. Semeniuk. Sin
embargo hubo múltiples cultivos a principios de 1990 que fueron
negativos, aun cuando tuvo hemoptisis, y por eso fue llamativo la
multirresistencia de los bacilos de Koch aislados en la última
internación. Creo que la infección por tuberculosis en el período
final fue reciente y no puedo aclarar el motivo de la
multirresistencia. Además la paciente tuvo infecciones
bacte-rianas. Podría haber tenido aspergilosis como complicación
de las cavidades pulmonares pero nunca se aisló y finalmente murió
por la enfermedad pulmonar y se aisló Mycobacterium tuberculosis en
tres esputos. Por lo tanto debemos pensar que esta infección tuvo
implicancias en la enfermedad pulmonar que desarrolló, aunque no
podemos determinar si fue la única causa de sus problemas. Lo
interesante es el hallazgo de multirresistencia que hasta ahora en
nuestro país estaba asociada al abandono de tratamiento de la
tuberculosis o a tratamientos incompletos, sobre todo en pacientes
con SIDA. Esta paciente no enfrentó ninguna de estas
eventualidades. Por eso invitamos a la Dra. Lucía Barrera del
Instituto Malbrán para que nos cuente su experiencia.
Dra. Silvia C. Predari: En la penúltima internación de la
paciente procesamos un seriado de esputo constituido por tres
muestra, extraídas de los días 7, 9 y 13 de marzo. Las muestras
eran representativas de la vía aérea inferior, con menos de 10
células epiteliales escamosas/campo a bajo aumento (10X) y
mucopuru-lentas. Los cultivos aislaron una bacteria
intrahospitalaria multirresistente: Stenotrophomonas maltophilia,
sólo sensible a ciprofloxacina y a cotrimoxazol. Si bien la
baciloscopía de las tres muestras fue negativa se realizaron los
cultivos para Koch, dado que un esputo anterior del día 2 de marzo
había presentado gran reacción inflamatoria, pero con la flora
normal de vías aéreas superiores, no habiéndose realizado en ese
material la búsqueda de micobacterias. Aproximadamente en el día
40 observamos el desarrollo de 5 - 10 colonias de bacilos
ácido-alcohol resistentes (BAAR), en los tubos de Lowenstein-Jensen
y Stonebrink, sembrados. Informamos Mycobacterium sp. en
tipificación y enviamos la cepa a la Dra. Lucía Barrera, Jefe de
la División Micobacterias del Instituto Malbrán, para la
identificación de la especie y las pruebas de sensibilidad. Puedo
decir que la negatividad de las coloraciones de Ziehl-Neelsen se
correlaciona con el escaso número de colonias cultivadas y
seguramente con un inóculo micobacteriano muy reducido en los
materiales originales, probablemente inferior a 1000 UFC/ml. o por
gramo. El 13 de julio la Dra. Barrera nos informó que la cepa
remitida correspondía a M. tuberculosis, resistente a todas las
drogas de primera línea, es decir a: isoniacida, rifampicina,
pirazinamida, etambutol y estreptomicina. A pesar del fallecimiento
de la paciente, fueron realizadas las concentraciones inhibitorias y
bactericidas mínimas (CIMs y CBMs) para las drogas de segunda
línea, resultando la cepa sensible a ofloxacina (CIM-CBM 0.5 mg/L),
clofazimina (0.39 mg/L) y ciprofloxacina (0.5 mg/L), droga esta
última que la paciente recibió por la infección por
Stenotrophomonas. Contamos hoy con la Dra. Barrera, quien nos
ilustrará acerca de la emergencia e importancia epidemiológica de
estas cepas, que por primera vez aislamos en este Instituto.
Agradecemos su participación.
Dra Lucía Barrera: Hay datos que sustentan una infección
micobacteriana reciente, además de los que ustedes comentaron. La
positividad de los cultivos en tres muestras descarta la posibilidad
de una contaminación de laboratorio, de la cual ni los mejores
centros están exentos. La positividad del cultivo se correlaciona
con el grado de avance de la enfermedad. Si ésta hubiera
pre-existido y hubiera llevado a ese grado de destrucción pulmonar,
se hubieran visto los BAAR en las bacilos-copías y los cultivos
hubieran desarrollado en forma confluente, cosa que no sucedió.
Estas cepas tan resistentes son de reciente aparición, producto del
mal uso de los antibióticos. Emergieron en nuestro medio en los
últimos cinco años. Todo indicaría que la paciente tuvo un
contacto reciente con una persona o instrumental, que constituyeron
el foco o reservorio de la cepa de M. tuberculosis multirresistente,
porque no existieron en ella tratamientos que hubieran podido
seleccionar esta multirresistencia.
Dra Silvia C. Predari: Quería preguntar a la Dra. Barrera,
¿cuál es la incidencia en nuestro país de la cepas de M.
tuberculosis multirresistentes? ¿En qué situación epidemiológica
estamos?.
Dra Lucía Barrera: Nuestro país tiene tradición de más de
20 años en el estudio de los niveles de resistencia a drogas
antituberculosas en base a una red constituida por unos 600
laboratorios. La última experiencia, supervisada y revisada por la
OMS, integró un estudio internacional. La pregunta que se plantea
es: ¿cuántos pacientes con baciloscopía positiva están afectados
por bacilos resistentes? La respuesta no se resuelve con los
registros de los laboratorios porque no se realizan de rutina
pruebas de sensibilidad a todos los aislamientos, sino a los
provenientes de pacientes con fallas o abandono de tratamiento o
contactos de casos multirresistentes. Para esta experiencia, en
cambio, se estudió la sensibilidad de una muestra del 10% de todos
los casos bacilíferos diagnosticados en el país en un año. La
resistencia inicial o primaria, la que se observa en los pacientes
sin historia de tratamiento previo, se mantiene relativamente
estable en el tiempo para cada una de las drogas, alrededor del 4%
para isoniacida e inferior al 1% para rifampicina y la
multirresistencia llegó al 0,8%. En el 99,2% de los casos, el
tratamiento estandarizado resultará exitoso. La resistencia a una
única droga no tiene trascendencia clínica, dado que al ser el
tratamiento combinado, con una fase inicial de 4 o 3 drogas y una de
consolidación de 2, aunque exista resistencia a una de ellas las
restantes matan a los bacilos. La resistencia trascendente
clínicamente es la multirresistencia, que se define como
resistencia a por lo menos isoniacida y rifampicina, la que puede
estar acompañada de resistencia a otras drogas. La falla de
tratamiento en estos casos alcanza niveles del 80-90%. En los
pacientes con historia de tratamiento antituber-culoso, se observa
la resistencia adquirida o secundaria. Entre éstos, la
multirresistencia, inexistente a fines de los años 60, evolucionó
hasta un 19% según el último estudio. Uno de cada cinco pacientes
con historia de tratamiento puede tener falla de tratamiento. La OMS
señaló que estamos creando multirresistencia por tratamientos
incompletos, índice de falta de un correcto seguimiento de los
pacientes. En nuestro país sólo alrededor del 60% de los pacientes
que inicia el tratamiento antituberculoso lo completa y cura, esto
explica la multirresistencia. Entre pacientes HIV positivos sin
historia de tratamiento, la multirresistencia inicial es 20 veces
superior al resto de la población; y la resistencia adquirida es
casi del 50%. En estos casos la explicación es diferente y se debe
a un mal manejo de la internación. Existen técnicas que permiten
caracterizar el genoma de las bacterias. En M. tuberculosis hay un
segmento repetitivo muy útil como marcador epidemioló-gico. Se
puede determinar la presencia y disposición del mismo en el
cromosoma de varios aislamientos y conformar “la huella digital”
o fingerprinting de cada uno y determinar si descienden o no todos
del mismo progenitor, si se está frente a la misma cepa o no. Se
puede así definir si hubo o no transmisión, a partir de un foco
común de una cepa a varios pacientes. Aplicando esta metodología
se investigó qué pasaba en nuestro país con los pacientes HIV
positivos. Se certificó que existieron brotes nosocomiales de
tuberculosis multirresistente. El mayor de ellos ocurrió en el
Hospital Muñiz y comenzó en 1994-5 y aún continúa. Se registran
unos 100-120 pacientes por año con tuberculosis multirresistente.
Sucede que el Muñiz recibe pacientes mal tratados, o con
tratamientos incompletos. Estos pacientes crónicos, normalmente
bacilíferos, son ubicados en salas sin las condiciones óptimas de
internación, a veces muy cercanas a los pacientes con SIDA. Es
suficiente que uno de los pacientes con SIDA tome contacto con el
paciente crónico portador del bacilo multirresistente, se infecte y
enferme para que rápidamente se disemine en la sala de
inmunodeprimidos. Otro brote se produjo en el Hospital Carrasco de
Rosario. Este hospital controló el problema con medidas muy
simples, como mejorar las condiciones de internación en salas de
aislamiento, asignando una sala exclusivamente a pacientes con
baciloscopía positiva, con circulación de aire desde el interior
hacia el exterior, cuidando que el aire eliminado no vaya a otra
habitación o sala. Se logra con un extractor que renueva el aire
unas seis veces por hora. Otro aspecto importante se refiere a los
cuidados que debe tener el personal de salud. A raíz de estos
brotes, estamos recibiendo en el laboratorio las cepas que están
afectando al personal que asistió a esos pacientes.
Epidemiológicamente se sabe que un paciente con SIDA y tuberculosis
es igualmente infeccioso que uno HIV negativo con tuberculosis. La
diferencia radica en que el paciente con SIDA requiere de una
asistencia más intensa y continuada que el paciente HIV negativo,
luego el personal de salud se encuentra mucho más expuesto. El
aislamiento debe persistir hasta que tres baciloscopías
consecutivas resulten negativas. Luego, si bien el paciente no está
curado, puede ser trasladado o manejado ambulatoria-mente. El
personal de salud cuando ingresa a estas salas, y el paciente
bacilífero cuando se traslada, deben utilizar los barbijos llamados
de alta eficiencia, que tienen un muy buen cierre alrededor de la
boca y nariz y un tamaño de poro inferior a 1µm. Son caros,
cuestan $ 22 por unidad. Hay variantes que son las que usan los
obreros que trabajan con amianto y sílice que cuestan alrededor de
$ 1 y también protegen.
Dr. Jorge A. Manni: ¿Cuál es la posición actual con
respecto al uso de isoniacida en forma profiláctica?
Dra. Lucía Barrera: En este caso no hubiera servido, porque
el bacilo era resistente a la isoniacida.
Dr. Jorge A. Manni: Pero la paciente recibió isoniacida
durante años.
Dra. Lucía Barrera: Supongamos que hubiera tenido una infección no
evolutiva. Uno de cada tres de nosotros está infectado por M.
tuberculosis y la mayoría no evoluciona a enfermedad. En las
infecciones no evolutivas el inóculo bacilar es tan pequeño que la
isoniacida no logra seleccionar bacilos isoniacida-resistentes.
Según los estudios realizados en el país, los factores que nos
deben alertar que un paciente pudiera estar infectado por una cepa
multirresistente son: antecedentes de tratamiento y sobre todo de
abandono del tratamiento, antecedentes de contactos con casos con
tuberculosis multirresis-tente o de internaciones. Esta paciente
tuvo reiteradas internaciones, pero aquí y en el Hospital Ferrer,
lugares donde nunca se han registrado problemas de tuberculosis
multirresistente. Si la paciente no hubiera fallecido tan
rápidamente al iniciarse el tratamiento antituberculoso, la falla
del mismo hubiera sido evidente. La probabilidad de éxito
terapéutico en estos casos es bastante limitada, debiéndose
recurrir a las drogas de segunda línea: etionamida, protionamida,
cicloserina, kanamicina y ácido paraaminosalicílico. Ninguna está
fácilmente disponible en nuestro país. Las alternativas no son
drogas específicas para M. tuberculosis, pero presentan alguna
actividad antimicobacteriana, frente a las cuales se determinaron
las CIMs y CBMs. En nuestra experiencia con más de 100 aislamientos
multirresistentes, la droga más activa in vitro fue la cicloserina,
con casi el 100% de cepas sensibles (aunque no tuvimos etionamida
para probar). Le siguió el ácido paraaminosalicílico y muy poca
utilidad tuvieron los aminoglucósidos. También fueron activas las
quinolonas y prácticamente inútiles la claritro-micina y otras
rifamicinas como la rifabutina. Lo que acabo de comentar fue
realizado con cepas provenientes de todo el país sin ninguna
conexión epidemiológica.
Dra. Mirta Virginillo: El hallazgo tomográfico del esófago
dilatado motivó la realización de una endoscopía digestiva alta
que no demostró lesiones. No había ninguna causa que pudiera
explicar tal dilatación, por ejemplo tumores, esofagitis, reflujo
gastroesofágico o acalasia. El endoscopio pasó fácilmente hacia
el estómago y sabemos que en la acalasia hay una estenosis que
muchas veces es puntiforme y cuesta mucho franquearla. Lo más
probable es que esta dilatación esofágica se deba a un trastorno
funcional relacionado a la colagenopatía que la paciente padecía.
Lo más frecuente es que suceda en la esclerodermia, pero también
ocurre en el LES o en el síndrome de superposición.
Dr. Julián Bastaroli: Lo más importante desde el punto de
vista cardiológico en esta paciente es la extrema hipertensión
pulmonar que padeció. Sobre las causas, son muchas y todas han sido
mencionadas. Lo único que volvería a destacar es que siempre se
debe investigar el motivo tromboembólico de la hipertensión
pulmonar mediante el centellograma pulmonar o la TAC helicoidal de
tórax. Lo digo porque en el raro caso de tener trombos proximales
en la arteria pulmonar, la resolución es quirúrgica, mas
concretamente la endarterectomía. El otro punto es que por la alta
resistencia vascular pulmonar estos pacientes deben ser
anticoagulados y en algunos casos se realiza la interrupción de la
vena cava inferior. En cuanto a la válvula aórtica, en el
ecocardiograma no se encontró nada, pero apareció un dato
llamativo: el ventrículo izquierdo tenía un diámetro de 31 mm,
que es muy reducido para una persona de 51 años. De modo tal que,
aunque no haya patología intrínseca del ventriculo izquierdo, creo
que la anatomía patológica podría mostrar los efectos del
fenómeno de Berheim invertido que probablemente tengan su raíz en
la hipertrofia del ventrículo derecho. Estoy de acuerdo con la
posibilidad de que en el cuadro final haya intervenido un
tromboem-bolismo pulmonar.
Dr. Guillermo B. Semeniuk: Con respecto al cuadro infeccioso,
la paciente, en sus últimos dos años, recibía asistencia
respiratoria mecánica no invasiva y no lavaba personalmente la
tubuladura. Quizás esta pudo ser la vía de contagio de la cepa
multirresistente. Por el otro lado, en su última etapa recibió
ciprofloxacina, que pudo haber retardado el desarrollo de los
gérmenes.
Dr. Samuel Finkielman: Yo era Jefe de Sala cuando esta
paciente se internó por primera vez. Fue rotulada como LES y
aprendimos mucho sobre la asociación de enfermedades del colágeno
y el pulmón. Al principio fue un pulmón lúpico o retraído y
terminó siendo algo que parecía inexplicable, esto es, un pulmón
“destruido”. Lo digo porque en el lupus o en las otras
enfermedades del colágeno no suele verse destrucción pulmonar.
Cuando leí la historia y encontré que tenía un cultivo positivo
para M. tuberculosis me pareció el anti-climax, porque finalmente
era una tuberculosis.
Discusión anatomoclínica
Dr. Leonardo A. Paz: El bazo pesaba 120 g, la serosa
estaba opaca, despulida, engrosada y adherida al diafragma;
microscópicamente tenía fibrosis laxa de la serosa, en el
parénquima había congestión y en las arterias peniciladas se
observaba fibrosis periarterial concéntrica, este hallazgo
vinculado con la colageno-patía, tal vez lupus eritematoso
sistémico o, como se ha discutido, una enfermedad mixta del tejido
conectivo o una artritis reumatoidea, aunque este hallazgo es casi
exclusivo del LES (Fig. 4). Los riñones pesaban 180 g el derecho y
280 g el izquierdo. El riñón derecho, alterado, era difícil de
decapsular y presentaba dilatación del sistema pielocalicial con
formación de grandes quistes de hasta 3 cm con contenido purulento
que empujaban y comprimían el parénquima renal; en la pelvis
había un cálculo coraliforme que la ocupaba totalmente de 3.5 x
2.5 cm. En polo superior y cara anterior se observaba quiste de 5 cm
de diámetro que contenía pus y se continuaba en la grasa
perirrenal renal anterior. Tenía, entonces, una litiasis
coraliforme en pelvis renal derecha con hidropionefrosis y absceso
renal de 5 cm de diámetro en cara anterior del polo superior con
perinefritis asociada. El ureter derecho también tenía contenido
purulento. El riñón izquierdo estaba aumentado de tamaño con
hipertrofia compensadora. Microscópicamente había alteración de
la arquitectura renal por la dilatación de cálices y pelvis con
ulceración y necrosis del epitelio con infiltrado inflamatorio
agudo que se extendía al parénquima renal adyacente y a la grasa
perirrenal. No había lesiones glomerulares de lupus eritematoso
sistémico. Los pulmones, estaban disminuidos de tamaño, sobre todo
el derecho, con pleura opaca, despulida, blanquecina, engrosada, con
firmes adherencias pleuroparietales y pleurodiafragmáticas. El
pulmón derecho se evisceró con dificultad por las adherencias que
tenía en el vértice, había en ese sector parte de una gran
lesión quística que se describió en la TAC y que
microscópicamente era la pared de un absceso pulmonar, el resto de
parénquima pulmonar estaba condensado, firme, con áreas
blanquecinas y rojizas, los bronquios estaban dilatados y llegaban
hasta las proximidades de la pleura, bronquiectasias. El pulmón
izquierdo tenía bullas en el vértice con áreas blanquecinas y
bronquios dilatados, el lóbulo inferior estaba condensado, rojizo
en un área de 2.5 x 2 cm, el resto era grisáceo con áreas
blanquecinas. En ambos pulmones llamaba la atención la dilatación
de las arterias pulmonares, las que a nivel del hilio tenían placas
ateromatosas; microscópicamente se encontraron variadas lesiones:
fibrosis pleural en sectores con depósito de fibrina como
consecuencia de las múltiples serositis que tuvo la paciente,
enfisema marginal con bullas a nivel de vértices, áreas de
fibrosis cicatrizal y fibrosis intersticial pulmonar; los espacios
alveolares tenían organización del exudado alveolar en distintos
estadios de evolución, con fibrosis laxa y otras de fibrosis densa,
como consecuencia de los reiterados episodios de neumonía. Estas
alteraciones eran más importantes en el pulmón derecho el cual era
prácticamente un “pulmón destruido”. Había también una grave
lesión bronquial con ulceración y necrosis de la pared,
destrucción del cartílago, hiperplasia de las glándulas
bronquiales y zonas con tejido de granulación como signo de
reparación (Fig. 5). En sectores había células gigantes
multinucleadas de tipo cuerpo extraño con actividad fagocítica que
indican que además la paciente tuvo episodios de broncoaspiración.
En los vasos subsegmen-tarios se observaba tromboembolismo pulmonar
en distintos estadios, con trombos recientes y en otros sectores
recanalizados e incorporados a la pared, tuvo por lo tanto
tromboembolismo pulmonar recurrente. Estas alteraciones vasculares
más la fibrosis pulmonar explicarían la grave hipertensión
pulmonar; microscópicamente la hipertensión pulmonar se
manifestaba con fibrosis intimal que reducía notablemente la luz e
hipertrofia de la túnica media, en las ramas principales de la
arteria pulmonar había placas ateromatosas de tipo fibrosas. El
área rojiza que se observaba en el lóbulo inferior del pulmón
izquierdo correspondía a un infarto hemorrágico con
tromboembolismo reciente en los vasos de la periferia. Había
también, en dicha zona, arteritis séptica con microabscesos
perivasculares. Teniendo en cuenta el cultivo positivo para
micobacterias se realizó coloración de Ziehl-Neelsen en varios
tacos de pulmón buscando BAAR con resultados negativos, además no
se observaban lesiones granulomatosas que hicieran sospechar
tuberculosis. Había una cardiomegalia, 360 g, (N = 250 g) la forma
del corazón estaba conservada, el pericardio estaba opaco,
despulido, engrosado con adherencias entre las dos hojas y una placa
calcificada de 4 cm en cara anterolateral; microscópicamente
correspondía a una fibrosis pericárdica con calcificaciones,
había dilatación de aurícula derecha, hipertrofia de ventrículo
derecho, con un grosor máximo de la pared de 17 mm y dilatación
leve de la cavidad. El ventrículo izquierdo no presentaba
alteraciones, siendo el grosor de 13 mm. La arteria pulmonar estaba
dilatada, con paredes engrosadas y con placas ateromatosas
amarillentas a nivel de la íntima, tenía un diámetro de 3 cm
comparado con el de la aorta que era de 2.4 cm (Fig. 6). Había
moderada aterosclerosis de aorta y ramas y leve de arterias
coronarias. Como signos de insuficiencia cardíaca derecha había
congestión esplácnica generalizada, el hígado pesaba 900 g,
tenía necrosis centrolobulillar y focos de transformación grasa
macrovacuolar. En el esófago no se encontraron lesiones macro ni
microscópicas; coincido con la Dra. Virginillo que relaciona los
síntomas a un trastorno funcional.
Diagnóstico anatómico (A 3155)
Historia de colagenopatía (¿lupus eritematoso sistémico?) de
27 años de evolución.
1. Fibrosis pulmonar cicatrizal e intersticial, grave.
Bronquiectasias. Enfisema marginal. Sinequias pleurales y
pericárdicas. Tromboembolismo pulmonar subsegmen-tario, recurrente.
Bronconeumonía en organización. Neumonía aspirativa. Absceso en
lóbulo superior derecho. Arteritis séptica con microabscesos.
Infarto pulmonar inferior izquierdo, reciente. Hipertensión
pulmonar secundaria. Arteria pulmonar 3 cm de diámetro.
Cardiomegalia de 360 g, dilatación de aurícula derecha,
hipertrofia de ventrículo derecho (17 mm). Congestión esplácnica
generalizada. Necrosis centrolobular hepática.
Secuelas de serositis: fibrosis pleural, pericárdica y peritoneal
focal. Fibrosis periarterial concéntrica de bazo.
2. Litiasis coraliforme de pelvis renal derecha. Hidropionefrosis.
Absceso renal con perinefritis.
3. Atrofia cortical adrenal (tratamiento con corti-coesteroides).
Atrofia ovárica y endometrial.
Fig. 6._ Base de corazón: A: aorta; P: pulmonar; C: cava.
Comparar con Fig. 3.
Fig. 1._ Radiografía de tórax; marzo 1998.
Fig. 2._ TAC de tórax; marzo 1998.
Fig. 3._ TAC de tórax; marzo 1998. A: aorta; P: pulmonar; C: cava.
Comparar con Fig. 6.
Fig. 4._ Fibrosis periarterial de bazo. H y E.
Fig. 5._ Arteria pulmonar, rama subsegmentaria, trombosis organizada
y reciente. Bronquiectasia. H y E.